|
|
El
diploma universitario puede transformarse en la llave para una salida laboral
en el exterior. Esta alternativa provocó una avalancha de trámites de homologación
de títulos en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es decir, jóvenes
que inician expedientes para que su diploma sea reconocido en otros países.
En los últimos tres meses, se presentaron 379 egresados para conseguir las
certificaciones y llevarse los documentos autenticados fuera del país. La
obtención de estos documentos es un paso clave para un eventual ejercicio
profesional más allá de las fronteras. Aunque, no el único.
De acuerdo con los datos de la Dirección de Títulos de la UNLP, en noviembre
de 2001 comenzó la "fiebre" por obtener la convalidación de los diplomas que
otorgan las 15 facultades platenses para presentarlos ante las autoridades
de otros países. Antes de esa fecha se atendían entre 2 y 4 interesados por
semana. Pero, en los últimos dos meses del año pasado y en las primeras semanas
de febrero de 2002 (en enero las oficinas universitarias están cerradas) el
promedio de presentaciones fue de 8 por día.
El aumento de los pedidos coincidió con el derrumbe de la economía, el corralito
y la crisis institucional de la Argentina. También con el final de las cursadas,
que es la época del año en la que se registra mayor número de graduaciones.
Sin embargo, un dato muestra que la "variante Ezeiza" no es una opción sólo
para recién recibidos: el 25% de los expedientes corresponde a profesionales
que dejaron la facultad hace más de tres años y que vuelven al Rectorado para
realizar estos trámites.
La mayoría de los graduados elige España e Italia como eventual destino laboral.
"Muchos jóvenes eligen esos lugares porque ya obtuvieron la ciudadanía y porque
les resulta más sencillo superar la barrera idiomática", explicó a Clarín
el director de Títulos, Rafael Reynoso.
También porque la Argentina suscribió con el estado ibérico —a principios
de la década del 70— un acuerdo de reconocimiento recíproco de los títulos
universitarios expedidos por ambos países. "Los chicos conocen este tratado
porque antes pasaron por la Embajada española en Buenos Aires y ven una posibilidad
de trabajar en ese país", aclaró el funcionario.
Sin embargo, allí no termina la recorrida burocrática de los que intentan
desempeñarse como profesionales afuera. "Después el egresado deberá realizar
otros trámites, de acuerdo con la legislación de cada país. Por eso, es importante
averiguar estos datos en las representaciones diplomáticas, para evitar sorpresas",
explicaron en la Cancillería Argentina.
En La Plata se otorgan entre 4.300 y 4.500 diplomas universitarios por año.
Pero son los médicos y los odontólogos los más interesados en trabajar fuera
de la Argentina. Los egresados de esas carreras (son casi 900 los que se gradúan
anualmente) representan el 80% de las presentaciones que se iniciaron en la
UNLP desde noviembre de 2001. Ingenieros, arquitectos y diseñadores los siguen
en el ranking de la "fuga" de egresados, según las estadísticas de la dirección.
El trámite de homologación, para que otras naciones reconozcan los estudios
universitarios cursados en el país, no es sencillo ni económico. El primer
paso es conseguir los certificados analíticos, copias de los programas de
estudios, los planes de la carrera, la carga horaria de las cátedras y la
escala de calificaciones. Esos papeles deben solicitarlos en cada unidad académica.
Luego, la carpeta pasa el rectorado (allí se demora 20 días) y finalmente
se presenta en el ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación.
Italia y Colombia —entre otros países— tienen convenios de homologación con
la Argentina, según dijeron a Clarín en el ministerio de Relaciones Exteriores.
Cada formulario lleva una certificación de firma y los timbrados cuestan entre
20 y 50 pesos. En valor total para la revalidación de la carrera es de entre
250 y 300 pesos. En la Cancillería, cada certificación tiene una tarifa de
30 pesos.
En la Universidad de Buenos Aires (UBA) no existe una oficina que se ocupe
de hacer los trámites necesarios para presentar un título universitario en
el exterior. En la Dirección de Asuntos Internacionales de la UBA admitieron
que, a diferencia de otros años, reciben unas 10 consultas diarias para averiguar
qué hay que hacer para irse a estudiar al exterior. "Quieren saber si lo que
rindieron acá les va a servir a afuera. Les explicamos que será la universidad
que elijan la que decidirá, en base a sus estándares, si reconoce como válida
tal o cual materia".
En la Universidad Nacional de Rosario (UNR) desde el último semestre del año
pasado se incrementó el pedido de certificación de títulos por parte de egresados.
Un alto porcentaje —estiman en la UNR— corresponde a los que planean radicarse
en otros países, sobre todo en España
HISTORIA DE VIDA: En busca de un nuevo horizonte
Los
títulos y los premios internacionales no fueron pergaminos suficientes para
que Héctor Ungurean consiguiera trabajo como diseñador en Comunicación Visual.
Por eso, en pocos meses este joven de La Plata deberá seguir las idas y vueltas
de la crisis argentina desde alguna columna de los periódicos españoles.
Ungurean (29) dejará su barrio natal de Gonnet, para instalarse en la casa
de unos amigos en Barcelona. El profesional egresó de la Facultad de Bellas
Artes de la UNLP y hace dos años un proyecto de su autoría fue expuesto en
Francia e Italia, luego de obtener el primer premio nacional en el "III Salón
del Diseño" presentado en el Palais de Glace, de Buenos Aires.
Pero desde hace meses nadie contesta sus pedidos de empleo, que envía casi
con desesperación por correo electrónico. "Apenas sobrevivo con un salario
de docente y a veces consigo alguna "changa" que no siempre me pagan. Esto
no da para más. En este país no podés proyectar ni el día siguiente", explicó
a Clarín Ungurean.
En la travesía lo acompañará su novia, Lisa Graciela Altamore, de 28 años,
a quien conoció mientras cursaba la carrera en la facultad platense. La chica
ya sufrió el primer desarraigo cuando dejó la ciudad de Bragado, donde había
nacido, para estudiar en La Plata.
Entonces pensó encontrar un futuro "lejos del pueblo". Ahora, está decidida
a buscar su lugar a miles de kilómetros de la capital bonaerense. "En este
país ya no tenemos posibilidades de crecer como personas y profesionales",
fue la reflexión de la muchacha.
La pareja está decidida a probar cualquier propuesta de trabajo. "Por lo menos,
hasta conseguir algo relacionado con nuestra profesión. Estamos dispuestos
al sacrificio", admitieron. Altamore solicitó la ciudadanía italiana para
poder residir en los países integrantes de la Comunidad Europea.
Cuando cierra los ojos imagina el revés de la historia que vivió su madre,
quien en 1955 dejó atrás su pueblo en Pescara (Italia), para instalar una
quinta y dedicarse a la horticultura en las pampas argentinas.
Miércoles 20 de febrero de 2002
|
|