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   HISTORIAS 
     
  Con 
    muchas ganas de irse cuanto antes  
  A pesar del 
    frío, Claudia Vulcano llegó muy temprano a la puerta del Consulado italiano. 
    Eran las 7 de la mañana de ayer y ya había casi una cuadra de cola. "La esposa 
    de mi papá vino antes para que pudiera conseguir un lugar mejor. Esta es la 
    tercera vez que vengo. Espero que me atiendan, si no voy a tener que volver", 
    dice mientras aprieta contra su pecho un sobre con toda la documentación. 
     
    "Papeles, fotocopias, números de legajos, partidas de nacimiento y de casamiento", 
    enumera de memoria Vulcano. Y asegura: "Ya tengo ingresado el trámite con 
    el número de legajo. A más tardar en un año me voy a vivir a otro país". 
     
    Claudia tiene 26 años y estudia artes visuales. Además, como le gusta el trabajo 
    artesanal, hace cursos de velas y vidrios. Ahora tiene trabajo pero no en 
    lo que más le gusta. "Ni siquiera puedo hacer velas, porque ahora las importan 
    de China y es muy difícil competir con esos productos que entran a muy bajo 
    costo. Como no hay un peso la gente se fija en el precio y el trabajo artesanal 
    quedó relegado.". 
     
    Está desilusionada con la situación de la Argentina y no cree que las cosas 
    mejoren. Dice que el país está cada vez peor, que va a ser muy difícil "zafar", 
    que no hay salida y que acá no se va ni para atrás ni para adelante. "Antes 
    no había futuro para los jóvenes, ahora no hay para nadie", resume. Cuando 
    habla, Vulcano es terminante. Parece muy segura de su decisión y no le da 
    miedo empezar de nuevo en otro país y lejos de su familia. 
     
    "Mis amigos ya se fueron todos. ¿Y yo qué voy a esperar para irme?", se pregunta. 
    Hace una pausa y arremete otra vez: "Cuando empecé los trámites me dijeron 
    que la ciudadanía podía tardar de seis meses a un año. Así que, como mucho, 
    en un año estoy afuera y buscando trabajo". 
     
    Tampoco está muy preocupada por el desarraigo, porque no es la primera vez 
    que busca "refugio" en el exterior: en 1997 se fue a Brasil, estuvo dos años 
    y regresó. "Volví a fines del 99 y ya no aguanto más. En este país no hay 
    futuro, de eso estoy segura. Quiero irme cuanto antes", se resigna. 
     
    Mientras habla mira la fila de gente que tiene adelante y se queja: "El lunes 
    estuve dos horas esperando mi turno y cuando llegué a la entrada del Consulado 
    me atendió un hombre de seguridad con la puerta entreabierta. Me paso un papel 
    de informes y ni siquiera me dio tiempo para explicarle que ese papel ya lo 
    tenía". 
     
    Está impaciente por terminar con los trámites e irse. A cada rato repite que 
    quiere dejar el país porque no cree que la situación cambie. "¿A dónde?" Piensa 
    un rato y desliza: "A Milán, o tal vez a Barcelona. Todavía no lo pensé bien". 
  Clarin, Viernes 11 de mayo de 2001 
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