|
Un endurecimiento
de los controles migratorios y la introducción de más limitaciones y exigencias
para el ingreso de extranjeros son las respuestas que diversos gobiernos
europeos están encontrando para enfrentar una preocupación social en aumento.
Por un lado, se busca enfrentar con más eficiencia el tráfico de seres
humanos y la inmigración clandestina. Por otro lado, se evidencia un preocupante
signo aislacionista que alienta la xenofobia.
El gobierno italiano acaba de aprobar una legislación con duras condiciones
para los extranjeros que aspiren a trabajar en aquel país y una mayor
restricción para admitir refugiados. Su política pretende un mayor control
en el ingreso de nuevos inmigrantes, con algunas medidas que son consideradas
particularmente polémicas, como el registro obligatorio de las huellas
digitales. Similares iniciativas impulsan los gobiernos español, francés
y portugués, tensionados entre la presión migratoria, las colectividades
ya asentadas provenientes de Asia y el Africa magrebí, y la inclinación
del electorado hacia líderes y partidos populistas o de extrema derecha.
La Unión Europea avanzó en la última década en la libre movilidad de bienes
y personas, las normas e instituciones comunitarias y la consagración
de una ciudadanía europea que vincula como parte de una misma sociedad
a pueblos con profundas raíces e identidades nacionales. Sin embargo,
no ha terminado de fijar una política exterior común y, particularmente,
un criterio único respecto de las políticas migratorias y la incorporación
de los llamados "extracomunitarios".
Esto supone la prevalencia de un doble criterio —europeísta en el primer
caso, nacionalista, en el segundo— que arrastra diferenciaciones irritantes
entre los ciudadanos. Sobre todo porque esto ocurrió mientras los países
europeo-occidentales abrieron sus puertas a inmigrantes. Esta incorporación
no estuvo acompañada por una "ciudadanización" plena y ello genera una
gran cantidad de indocumentados y extranjeros que quedan en los márgenes
de la vida social y laboral del país receptor.
En la medida en que estas sociedades se ven afectadas, al mismo tiempo,
por un aumento del desempleo y la inseguridad, se identifica en esos márgenes
la razón de tales amenazas, confundiendo el síntoma con las causas. En
especial, si se tiene en cuenta que los extranjeros e inmigrantes recientes
representan un porcentaje inferior al 3% de la población de estos países.
|