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DOMINGO
13 de octubre de 2002
La semana política I
¿Hay que acoger o expulsar a los extranjeros?
Por Mariano Grondona
La diputada Elisa Carrió ha hecho suyo un proyecto de ley de la
Federación Agraria Argentina que prohíbe la venta de inmuebles
rurales a los extranjeros.
La iniciativa fue presentada por Carrió bajo el lema "la tierra
de la Argentina debe ser para los argentinos" y "para evitar
que 30 millones de hectáreas amenazadas puedan pasar a manos extranjeras".
Es posible analizarla desde diversas perspectivas.
Desde una perspectiva práctica, sería inviable. Para verificar
que cada venta rural se realizare efectivamente entre argentinos y no
entre un vendedor argentino y un comprador extranjero disfrazado detrás
de testaferros o de sociedades anónimas, habría que investigarla
minuciosamente, lo cual sometería a todas las operaciones, aunque
fueran entre argentinos, a un engorroso trámite administrativo.
La compraventa de inmuebles rurales quedaría, de hecho, paralizada.
Para controlar caso por caso el movimiento de tierras en la Argentina
debería montarse además un costoso aparato burocrático
sometido a la dulce tentación del soborno o eludido mediante el
mercado negro.
Desde una perspectiva económica, el proyecto Carrió traería
como consecuencia la pérdida de valor de los campos por una fuerte
disminución de la demanda de tierras debida al natural retiro de
los inversores extranjeros y al desaliento de todo inversor en tierras,
incluidos los argentinos, ante el obstáculo que presentaría
la nueva operatoria. La aprobación de la iniciativa contradiría
así sus motivaciones, ya que Carrió la lanzó alarmada
por la pérdida de valor de las tierras debido a la devaluación
del peso argentino. Los propietarios de campos que quisieran venderlos
porque están quebrados, verían alejarse de este modo su
esperanza de salvación al liquidar sus tierras a un precio vil.
Este nuevo obstáculo a la libre circulación de los bienes
cerraría una fuente de inversiones, precisamente cuando la Argentina
más las necesita.
Desde el punto de vista jurídico, sería un nuevo atentado
contra el derecho constitucional de propiedad, el derecho de vender libremente
lo que se posee, que vendría a agregarse a los atentados contra
la propiedad del corralito y el corralón. Es previsible por ello
que, después de prolongados y costosos pleitos, los jueces la declararían
inconstitucional.
Desde el punto de vista ideológico, tanto el articulado como los
fundamentos del proyecto reinstalan la vieja idea socialista de la reforma
agraria al eximir de sus prohibiciones a los campos muy pequeños
o unidades económicas. Está claro que los autores del proyecto
lo ven como un primer paso para eliminar las grandes unidades de producción
y para difundir los minifundios que, a menos que agrupen a sus dueños
en unidades de escala, son la forma más segura de fundirlos individualmente
y de torpedear la extraordinaria expansión de la producción
de alimentos de los últimos años.
Desde el punto de vista político, esta iniciativa puede ser interpretada
como un intento de la diputada Carrió por desbordar por la izquierda
a sus adversarios en la carrera presidencial como una manera de contrarrestar
su reciente caída en las encuestas, lo cual podría llevar
a otros candidatos, como Kirchner y Rodríguez Saá, a reforzar
su flanco izquierda.
El chauvinismo
Tanto el análisis práctico como el económico, jurídico,
ideológico y político del proyecto Carrió se prestan
a debate. ¿Es mejor para el país una estructura agraria
de libres adquisiciones o una estructura dedicada a difundir desde el
Estado granjas y chacras en vez de estancias? ¿Hay que apuntar
al minifundio o a las propiedades rurales grandes e intermedias?
.
Todo esto vale la pena discutirlo para que cada uno exhiba sus razones.
Lo que resulta incomprensible, en cambio, es que los autores del proyecto
hayan limitado sus prohibiciones contra la libre disposición de
los campos a los extranjeros. Si el latifundio es malo y el minifundio
es bueno, ¿por qué se exime de la reforma agraria a los
argentinos? Un campo grande, ¿sólo es inadmisible si lo
posee un extranjero? Algunos creen ver en la iniciativa una ofensiva contra
grandes inversores extranjeros como Soros, Benetton y Ted Turner. Si esto
fuera así, ¿por qué la prohibición incluye
a todos los extranjeros, cuando es evidente que la gran mayoría
de ellos no cuentan con recursos colosales y tampoco comprarían
minifundios, los únicos eximidos?
.
La voz chauvinismo proviene del fanatismo nacionalista y xenófobo
que exhibieron en su momento los derrotados veteranos de Napoleón,
entre los cuales se destacó el soldado Nicolás Chauvin.
La discriminación contra los extranjeros que encierra el proyecto
Carrió, ¿es la avanzada de un nuevo chauvinismo en la Argentina?
Que se aplique una palabra de origen francés al ultranacionalismo
argentino no es por otra parte inapropiado si se tiene en cuenta que nuestro
primer ultranacionalismo, que prosperó hacia los años veinte
por reacción contra la oleada inmigratoria y culminó con
la exaltación de "la hora de la espada" de Leopoldo Lugones
para desembocar en el golpe militar de 1930, se inspiró en otro
francés, el escritor Charles Maurras. Nuestro ultranacionalsimo,
paradójicamente, nació afrancesado.
.
¿Los extranjeros son, en esta nueva hora de crisis, amigos o enemigos
de los argentinos? Al negarles el acceso a nuestros campos, ¿queremos
encerrarlos en guetos urbanos, los únicos donde podrían
seguir comprando y vendiendo libremente? Cuando un país anda mal,
es fuerte la tentación de echarle la culpa de sus males a algún
agente externo. ¿Pero quiénes son más "culpables",
los extranjeros que invierten en el país o los argentinos que envían
sus capitales al exterior?
El revés de Alberdi
Será interesante no sólo discutir el proyecto Carrió
sino medir también la reacción que provoque en los argentinos.
El renaciente chauvinismo, ¿es sólo una expresión
minoritaria o afecta a una mayoría?
.
Esta semana, en la pequeña ciudad catamarqueña de Antofagasta,
un grupo de habitantes abucheó al embajador francés que
había ido a promover inversiones turísticas en el Noroeste.
Si los extranjeros deben ser excluidos de las inversiones rurales, ¿también
deberían ser rechazados cuando apoyan al turismo? Si son peligrosos
en un sector de la economía, ¿por qué no habrían
de serlo en otros?
.
Los romanos usaban la palabra hostes para designar al extranjero. A esta
palabra se vinculan expresiones benevolentes como "huésped"
y "hospitalidad". Pero también usaban otra palabra del
mismo origen, hostilis, para designar al extranjero "hostil",
al invasor. Si fuéramos romanos, ¿cuál de esas dos
palabras usaríamos los argentinos?
.
Si nos inclináramos por el espíritu que trasunta el proyecto
Carrió, estaríamos invirtiendo el preámbulo de nuestra
Constitución, que ofrece sus beneficios a "todos los hombres
del mundo que quieran habitar el suelo argentino". A esta inspiración
hospitalaria que anunció Alberdi en las Bases, a la visión
de un país fecundado por los capitales y los inmigrantes europeos,
se podría oponer ahora una visión contraria: la hostilidad
contra los extranjeros. Sería Alberdi puesto del revés.
Sería, más aún, el revés de Alberdi. Su derrota.
También, la nuestra.
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