La
carrera hacia la Casa Blanca: la inmigración ilegal, tema de campaña
Dramática noche en la frontera con México Un
cronista de este diario presenció allí el arresto de siete
mujeres, una de ellas embarazada, luego de cruzar el límite NOGALES, Arizona (De nuestro corresponsal).- Las siete mujeres, paradas sobre aguas servidas de una enorme cloaca semivacía, una de ellas embarazada de 7 meses, se paralizan, tratan de ocultarse y luego se abrazan para proteger a dos niñitas. Las acaban de descubrir. Mojadas hasta la cintura, estaban a punto de cruzar la frontera, escondidas en la oscuridad del enorme río subterráneo que une México y Estados Unidos. Pero la patrulla fronteriza terminó con su sueño. A las 9 de la noche, en la boca del desagüe, un lugar mugriento, infectado de bacterias y murciélagos, las mexicanas, que dicen venir de Ciudad de México, no ofrecen resistencia. Están resignadas. La embarazada, de no más de 20 años, camina lentamente, trepa por una escalerilla de hierro los tres metros hasta llegar a la calle y, muy agitada, pide que no la separen de su pequeña hija de 6 años, que a su lado no deja de temblar por el frío y el miedo. La noche en la frontera entre Estados Unidos y México es interminable. Miles de mexicanos intentan burlar día tras día el muro que divide a Nogales en dos, la del lado de México y la del de Estados Unidos, y otros tantos cruzan caminando por el desierto. El año pasado detuvieron a 491.000 personas sólo en Arizona, la mitad de los arrestos a lo largo de toda la frontera. El estado se ha convertido en el embudo del ingreso ilegal en el territorio norteamericano, especialmente después de que el presidente George W. Bush prometió aplicar una amnistía a los indocumentados. Esto empujó a miles de mexicanos y de otros países de América latina a intentar cruzar la frontera. Qué hacer con la inmigración es uno de los temas centrales del país, pero que hasta ahora ha estado muy poco en la campaña electoral. Este cronista, junto con otros periodistas extranjeros, recorrió en una camioneta de la Border Patrol -la policía fronteriza norteamericana- varios kilómetros de caminos y pasadizos prácticamente intransitables de la frontera, que en algunos tramos está dividida por un muro metálico de más de dos metros de alto y en otros por un simple alambrado de campo. A unos metros del límite, en el comando central de la patrulla fronteriza, es incesante el ingreso de indocumentados que fueron detenidos mientras caminaban por el desierto.
"Tengo 23 años, estoy criando a dos niños, me acabo de casar y lo que pagan en México no alcanza para nada. Sé que lo que estoy haciendo es un delito, pero no tengo otra salida para estar mejor. No lo hago por vago", dijo a LA NACION Pablo, un trabajador de la construcción de 23 años. Hablaba mientras le tomaban las huellas digitales en el centro de detención para revisar sus antecedentes penales, antes de ser deportado. Fue detenido en el desierto, mientras iba de Sonora a Tucson. En el centro policial, donde los ilegales son alojados en celdas con grandes vidrios blindados, a los recién llegados los espera un afiche en el que una parca con su guadaña dice: "El Coyote. Muerte a quien lo sigue. ¡No confíes!". Los coyotes son los traficantes de personas que guían a los indocumentados al desierto. Les cobran 2000 dólares a los mexicanos, entre 8000 y 10.000 dólares a los centroamericanos y mucho más a personas de otros países como la Argentina para llevarlos a través de la frontera. Los que tienen suerte de cruzar sin ser detenidos ni morir en el intento llegan a Tucson tres o cuatro días después de haber caminado bajo el sol abrasador y la noche helada. Carlos Valdés, de 29 años, dejó a su esposa e hijos en Chihuahua y se largó al desierto. Llegó el viernes después de pagar 2000 dólares a un coyote que lo abandonó a mitad de camino. "Uno se la juega, allá no hay trabajo. Y al final no hay mucho que perder." Con cámaras infrarrojas que desnudan el desierto y potentes luces similares a las de los estadios de fútbol, que dejan de día el campo, 2100 agentes rastrillan las 24 horas 51 kilómetros de frontera. En una sala de control, con decenas de monitores, los agentes pueden ver cada movimiento de este lado del muro. Se puede ver, por ejemplo, cómo algunos de los que cruzan bajo las sombras de la noche lo hacen para dejar paquetes de marihuana en el desierto, que pueden entrar en un bolso de mano, para que después -si no los descubren- otros los recojan.Y después regresan a México, donde entran por túneles. Esto pasó anoche, ante los ojos asombrados de este cronista. Si bien el objetivo central desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 es encontrar terroristas, hasta ahora no han detenido a ninguno, explicó a LA NACION Andy Adame, oficial del Border Patrol, ni han hallado armas de destrucción masiva, agregó su colega Scott Williams. Sólo han apresado a extranjeros que intentan cruzar ilegalmente la frontera, contrabandistas y traficantes de droga. "Mi obligación es asegurar que no pasen. Me pagan para ello. Pero no me siento feliz al encontrar cuerpos de niños muertos en la zona del Corredor Oeste del Desierto", explicó Adame. Esa zona es la más peligrosa para cruzar, donde se registra la mayor cantidad de muertes. En 2003 murieron 141 personas, según las cifras oficiales, pero los organismos de derechos humanos dicen que fueron 221 los cuerpos encontrados. Qué
hacer con la inmigración es una pregunta que se hacen todos aquí,
pero que hasta ahora no tiene respuestas ni en George Bush ni en el candidato
presidencial demócrata, John Kerry. |
|||||||||||||
|
|||||||||||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |