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UN FENOMENO QUE CRECIO AL RITMO DE LA EMIGRACION
Los
que se fueron del país y envían dinero a sus familias
Creen
que este año miles de argentinos enviarán 200 millones de
dólares, sólo desde EE.UU. En 1999 habían sido 30
millones. No hay datos sobre las remesas que llegan desde España
e Italia.
Marina
Aizen, Clarin,Sábado 23 de noviembre de 2002
Seis veces por semana, José L. trabaja hasta bien entrada la
noche atendiendo un negocio de sándwiches en Manhattan. El solía trabajar
jornadas de doce horas, aunque ahora su horario se redujo a nueve horas
diarias porque la economía también está apretando en Nueva York. Igual,
vuelve dormido en el subte a su casa. Pero todo ese esfuerzo tiene sentido
porque le permite ayudar a sus hijos en San Luis y levantar una deuda
que le carcomió su negocio en un mercadito en la Argentina.
No pasa semana sin que José haga un giro a la Argentina, que dejó hace
tres años para probar suerte por tercera vez en su vida en los Estados
Unidos. Lo mismo hacen miles de recientes inmigrantes argentinos, que
envían dinero a la gente que por fuerza mayor dejaron atrás. Son hijos,
padres, esposas, hermanos. A todos ellos les sería difícil sobrevivir
sin la ayuda que sus parientes les envían desde la soledad y la distancia.
Manuel Orozco, un experto en cuestiones de remesas del Inter American
Dialogue, un centro de Washington DC, estudia los problemas sociales del
hemisferio, calcula que este año la cifra que los argentinos mandarán
a sus familias puede llegar a los 200 millones de dólares.
Esta suma puede parecer insignificante si se la compara con la que reciben
otros países. Por ejemplo, el aporte de los haitianos en el exterior representa
el 17% del PBI del país, según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). Los mexicanos mandan 6.800 millones de dólares, mientras que los
brasileños envían 1.900 millones y los dominicanos, 1.750 millones.
Pero la cantidad de dinero enviada por los argentinos se está multiplicando.
En 1999, por ejemplo, las remesas sólo habían sido de 30 millones. Para
constatar este aumento, basta caminar por Roosevelt Avenue, en Queens,
donde bajo la sombra de las vías de un tren elevado hay gran cantidad
de agencias para hacer giros a América Latina. Hasta hace poco, no había
mucha oferta para mandar a las provincias argentinas. Pero, ahora, hay
anuncios prácticamente en cada cuadra. Tienen la bandera y una promesa
muy tentadora para el país que inventó el corralito: "Pagamos en dólares".
Roosevelt Avenue, en el corazón del barrio de Jackson Heights, es un mundo
aparte dentro de Nueva York. Allí se habla castellano y los inmigrantes
latinoamericanos sueñan con el país que dejaron. Los olores de las cocinas
regionales se mezclan con el humo del tráfico. Aquí hay muchos colombianos,
pero también muchos argentinos y uruguayos. Lo atestiguan las panaderías,
que ofrecen churros con dulce de leche y sándwiches de miga.
Las agencias de viajes, como las de envíos de dinero, son parte del paisaje
típico. Estas últimas tienenel aspecto de un banco normal, aunque allí
no se puedan depositar cheques, pagar boletas o retirar dinero. Generalmente,
las personas que las atienden lo hacen detrás de un vidrio blindado. Muchas
veces son mujeres. En Western Union, que es indiscutiblemente la agencia
más grande, el propio cliente debe llenar un formulario, especificando
los datos del giro. Las agencias tienen dentro de su base de datos a cada
cliente que pasó por allí, así como a los destinatarios del dinero. Están
abiertas los siete días de la semana, pues nunca se sabe en qué momento
alguien puede necesitar un envío desde los Estados Unidos.
Delgado Travel es tal vez la agencia más grande de Roosevelt Avenue. Su
supervisora, Gloria Pérez, indicó a Clarín que en el 2002 hubo un gran
incremento de remesas a la Argentina, particularmente hacia Mendoza y
Capital Federal.
Pérez ha notado que los argentinos mandan el dinero en pequeñas cantidades,
especialmente los días que cobran la semana. José L., por ejemplo, envía
100 dólares para levantar su deuda con un banco (antes de la devaluación
esto le representaba 350 dólares), 100 para mantener a su ex esposa, 100
para ayudar a una hija en San Luis y otros 100 para otra de sus hijas
que estudia en Córdoba.
Beatriz G., una mendocina que llegó hace tres años, no tiene obligación
de mandar dinero periódicamente, pero arregla los problemas de sus dos
hijos y sus dos nietos apenas surgen. Por ejemplo, el día que a su hijo
se le voló el techo de la casa en una tormenta, ella destinó todo lo que
ganó cuidando niños por una semana para que pudiera arreglarlo.
"La devaluación nos ayudó. Antes no podíamos ahorrar un peso en los Estados
Unidos, porque todo se iba a la Argentina", dijo Beatriz G.. Pero buena
parte del dinero de las remesas se va en comisiones. Como Western Union
es la única agencia que envía giros a San Luis, José L. se ve forzado
a poner 15 dólares extra por cada 100 que envía a la provincia y como
manda por semana, a fin de mes se le termina yendo una fortuna. Otras
agencias, como Delgado, cobran un 4%, mientras que Girosol tiene un 5%
de recargo.
Girosol y Delgado pagan en dólares a los destinatarios en la Argentina,
generalmente 24 horas después del envío. Western Union, en cambio, abona
en pesos. La diferencia con el resto de sus competidores es que esta puede
pagar en la Argentina cinco minutos después de que el familiar haya hecho
el giro.
El BID calcula que el año pasado, las agencias de remesas ganaron 3 mil
millones de dólares en giros hacia América latina. Por eso, está proponiendo
la creación de un sistema de cajeros automáticos para aliviar esos costos
y aumentar el flujo de dinero. En total, los latinoamericanos en los Estados
Unidos le enviaron en el 2001 a sus familiares unos 23 mil millones de
dólares, lo que equivale a un tercio de las inversiones extranjeras en
la región, según los datos del mismo banco.
Pero más que el costo de las comisiones, lo que preocupa a los argentinos
ilegales en los Estados Unidos es que las autoridades migratorias pueden
utilizar los datos que tienen las agencias de remesas para perseguirlos.
Este miedo no es infundado, aunque los funcionarios del Departamento del
Tesoro digan lo contrario.
Todo empezó porque un día antes de los atentados contra el World Trade
Center y el Pentágono, dos de los terroristas mandaron 15 mil dólares
a los Emiratos Arabes Unidos, usando cuatro locales diferentes de Western
Union. Desde entonces, el gobierno de los Estados Unidos ha puesto el
ojo a la industria de remesas, que se expandió lejos de las sombras de
las regulaciones federales, mientras que en ocasiones el FBI ha usado
los datos de las transferencias de dinero para investigaciones antiterroristas.
Tras los ataques, el Congreso aprobó la llamada Acta Patriótica, que obliga
tanto a los bancos como a las agencias de remesas a "conocer a su cliente".
Esto implica que todos tienen que pedir documentos, un requisito difícil
de cumplir por algunos.
"Los indocumentados serán afectados por estas políticas. Pero, se van
a ir del sector formal al informal, porque no van a querer ir a la agencia.
Esta política no sólo va a afectar a los inmigrantes sino también al país.
" señaló Orozco.
Su percepción no es equivocada. "Aún si tuviera muchos problemas yo buscaría
la manera de mandar el dinero a la Argentina", dice José L, como si escuchara
las palabras de Orozco. "Pero mandar, tengo que seguir mandando", agrega.
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DESDE
LEJOS. JOSE LUCERO, DE SAN LUIS, EN UNA AGENCIA PARA ENVIAR A SU
FAMILIA EN ARGENTINA PARTE DEL DINERO QUE GANA EN MANHATTAN. (Foto:
Adriana Groisman)
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