INMIGRANTES
EN PROBLEMAS: EL CONTROL ES MAS RIGUROSO DESDE LOS ATENTADOS DEL 11
DE SETIEMBRE DE 2001
EE.UU.:
cada vez detienen a más argentinos ilegales
Ahora,
muchos vuelan a México y se aventuran a cruzar la frontera en
trailer o a pie por el desierto. En 1998 sólo hubo 17 detenidos
en esa situación. En lo que va de este año, 185.
El hombre tiene 25 años, pero experiencias le sobran. Habla
por teléfono con Clarín desde Los Angeles y se lo nota calmo, a pesar
de que a unos metros suyo hay dos antipáticos agentes del Immigration
and Naturalization Service (INS), como se llama a la guardia migratoria
en los Estados Unidos, esperando que termine esta conversación para
llevarlo derechito al aeropuerto. Es un viaje sin boleto de regreso.
Va a ser deportado.
Se llama Felipe y pide que se mantenga en reserva su apellido. Es de
Merlo, provincia de Buenos Aires, y se expresa con palabras sencillas.
Cuenta que llegó hace dos años a los Estados Unidos, cuando Argentina
estaba dentro del programa visa waiver, que eximía a sus nacionales
el permiso consular de entrada. Luego se fue quedando en Miami. Hace
poco, viajaba hacia el estado de Washington, en el noroeste del país,
cuando en un pueblo perdido de Montana lo pescó "la migra", mientras
esperaba un micro. Lo esposaron de pies y manos. Lo trasladaron en avión,
camionetas, colectivos, terminó en Florence, Arizona, en la otra punta
del mapa, en un centro de detención donde van a parar todos los que
agarra la guardia fronteriza cuando pasan ilegalmente la frontera con
México.
Felipe es de los cientos de argentinos que están siendo detenidos y
expulsados de los Estados Unidos. Antes de los atentados contra el World
Trade Center y el Pentágono, la deportación era algo casi marginal.
Pero fuentes diplomáticas confirman a Clarín que su número se ha multiplicado
varias veces. Ahora se reportan unos seis detenidos por semana al Consulado
de Los Angeles. En lo que va del año, se han deportado 47 personas del
área de jurisdicción del consulado en Houston, cuando antes del 2000
sólo había unos 5 de estos casos al año. Otras 10 personas están esperando
las echen. En Miami no llevan la cuenta, pero dicen que la cifra es
importante. Muchos entraron, como Felipe, sin visa. Hay un nuevo fenómeno:
los espaldas mojadas argentinos.
Espalda mojada es una expresión popular de la frontera con México que
designa a quienes se aventuran a cruzar el Río Bravo, que separa a las
dos naciones, para buscar suerte en los Estados Unidos. La apuesta de
este viaje es muy riesgosa. Muchos mueren de calor o de sed en el desierto,
abandonados por inescrupulosos coyotes, los contrabandistas mexicanos
que por dinero llevan a la gente de un lado al otro de la frontera.
En 1998, el Border Patrol, que es la guardia fronteriza, detuvo a 17
argentinos en ese camino. Pero en lo que va del 2002 ya pescaron a 185.
En el 2001, sólo habían sido 79, según informa Mario Villarreal, vocero
del Border Patrol.
El número de argentinos puede parecer insignificante comparado con los
miles de mexicanos que cruzan cada día. Sin embargo, éste es un fenómeno
casi desconocido y en aumento, lo que alarma a los diplomáticos con
jurisdicción en áreas de frontera. "En cualquier momento —dijo
uno de ellos, pidiendo anonimato— vamos a tener una tragedia con
un argentino".
Algunos argentinos están entrando por Laredo, en la frontera con Texas,
otros por Douglas o Nogales, del lado de Arizona. En California, donde
estaba la frontera más caliente, los cruces se han parado, porque la
vigilancia es ahora mucho más rigurosa. No todos los que se arriesgan
son hombres. Esta semana detuvieron a una argentina con su hija. Vienen
tanto de Buenos Aires como del interior del país. Un diplomático, que
también habló en off, dijo que muchos argentinos compran pasajes de
oferta a México, luego toman un micro para recalar en algún punto de
la frontera. Allí, las mafias de los coyotes los identifican rápidamente,
porque se les nota en la cara que están perdidos.
"Los coyotes son una industria", dice a Clarín Francisco Trujillo, un
periodista de la agencia mexicana Notimex especializado en temas de
la frontera. "Hay gente que dice que este negocio es más lucrativo que
el narcotráfico. Porque cruzar indocumentados deja mucha utilidad y
no tiene la penalidad de la droga. Ellos reclutan en las estaciones
de buses, pero también la publicidad va de boca en boca. Los que quieren
cruzar entran, por ejemplo, a un billar, y allí les van a dar un indicio.
Los cruzan en grupos de hasta 100, y por áreas alejadas para evitar
al Border Patrol. Tienen que caminar mucho", agrega.
Los coyotes reciben el pago de algún pariente o conocido del indocumentado
al final del viaje, ya en los Estados Unidos. Pero cuando no se encuentra
al pagador, el inmigrante permanece como rehén, hasta que alguien aparezca
con la plata. Por un cruce sencillo se cobra unos 500 dólares. El precio
sube si el destino del inmigrante es una ciudad. Pueden ser 1.200, 1.500
o 2.000 dólares. La última modalidad es hacerlos viajar en un trailer.
Además, los coyotes mienten. Dicen que cruzan rápido a la gente, le
prometen que no caminarán mucho, lo que casi nunca es cierto. Lo sabe
bien Felipe, el bonaerense, aunque no haya llegado con ellos. En el
campo de detención de Arizona, conoció a un porteño y un chaqueño, a
quienes pescó el Border Patrol tratando de cruzar. Uno se había cortado
seriamente las manos, al pasar por unos túneles, caminando horas por
los caminos llenos de rocas del desierto. Al llegar a una montaña, su
guía exigió más dinero para seguir mostrándoles el camino. Terminaron
abandonados en un hotel, donde los pescó "la migra".
"Los argentinos empiezan a ser víctimas del submundo de la frontera,
que es sórdido y terrible", señala con alarma un diplomático. Antes,
algunos argentinos se arriesgaban a cruzar la frontera en auto. Cuando
llegaban al retén, decían "citizen", ciudadano, y los dejaban pasar.
Se aprovechaban de que los texanos son muy reticentes a mostrar una
identificación ante un agente del gobierno federal: lo consideran una
violación a la libertad individual. Usaban su color de piel, distinto
del de los mexicanos, para hacerse pasar por norteamericanos. Pero,
el 11 de setiembre del 2001, cuando cayeron las Torres Gemelas, el truco
dejó de funcionar.
Clarin,
Marina Aizen, Viernes 18 de octubre
de 2002