La
situación de los inmigrantes: polémica por los anuncios
del gobierno España: denuncian despidos de ilegales
Los empresarios temen ser acusados por sus empleados ante el Ministerio
de Trabajo y obligados a realizar aportes
Este
es uno de los puntos del plan propuesto por el gobierno para el blanqueo
Fuertes críticas de las organizaciones que trabajan con indocumentados
MADRID.-
El plan de blanqueo de ilegales anunciado por el gobierno de José
Luis Rodríguez Zapatero sigue provocando polémica en España.
Inmigrantes indocumentados alertaron en los últimos días
sobre una ola de despidos por parte de patrones temerosos de que sus empleados
los "denuncien" ante el Ministerio de Trabajo y se vean obligados
a pagar fuertes sumas a la Seguridad Social.
"Estamos
recibiendo a personas que fueron despedidas porque sus empleadores temen
verse afectados por el futuro régimen de inmigración",
advirtieron ayer varias entidades que trabajan con inmigrantes indocumentados.
Entre ellas, SOS Racismo y Acicomar, que figuran entre las más
activas.
Su
advertencia se suma a la que ya hicieron trabajadores irregulares argentinos
en islas Canarias, quienes, a fines de agosto y antes de que el gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero precisara aún más
su propuesta, ya se habían visto afectados por despidos.
"La
situación de contratación laboral es muy precaria. Si los
empresarios que dan una mano al trabajador ven que pueden verse perjudicados,
es natural pensar que procederán al despido", advirtió
ya por entonces a LA NACION Mauricio Martínez Vulcano, de la oficina
de Argentinos en el Exterior de la isla canaria de Tenerife.
Brazo
de la economía sumergida, no hay en España cifras oficiales
sobre la magnitud de la masa laboral irregular. Estimaciones privadas
dicen que no son menos de un millón los extranjeros que trabajan
en esas condiciones. De ellos, no menos de 80.000 son argentinos, según
estimaciones del gobierno de nuestro país.
Junto
con su futuro reglamento para aplicar la Ley de Extranjería, el
gobierno socialista presentó un Plan Normalizador -extraordinario
y temporal- para blanquear esa masa de trabajadores en negro ya existente.
Pero, hasta ahora, el plan generó primero objeciones entre entidades
de inmigrantes. Y, en las últimas horas, furiosas advertencias
sobre una ola de despidos.
"Lo
que le pedimos al gobierno es que aclare esto apenas pueda. La confusión
es enorme y los riesgos de despidos, grandes", dijo Luis Pérez
Leira, de Argentinos en el Exterior.
Según
estimaciones del Partido Popular (PP), a las que LA NACION tuvo acceso,
sólo uno de cada diez de los trabajadores cuya situación
se pretende "normalizar" podría cumplir los requisitos
contemplados en el proyecto.
"La
exigencia básica del gobierno socialista es que los trabajadores
en negro aporten un contrato efectivo que les otorgue continuidad laboral
durante, por lo menos, un año más. Pero, por lo que nosotros
sabemos, ese tipo de contratos son rarísimos en un mercado tan
precario y sólo llegan al 8 % del total", dijo la diputada
Angeles Muñoz, en diálogo con LA NACION.
A
la "confusión e inseguridad" denunciada por asociaciones
de inmigrantes desde que, el lunes último, se presentaron ambos
instrumentos legales en el Congreso, se suma ahora el temor por los despidos
que se están detectando en distintos puntos del país. "Lo
que nosotros pedimos al gobierno es que no nos enfrente con los empresarios,
porque ellos son los que nos dan trabajo. Y sin trabajo no vivimos",
dijo Héctor Flores, de Acicomar.
El
anuncio de la discordia
La ola se disparó luego de que el ministro de Trabajo, Jesús
Caldera, anunciara que el futuro reglamento de la Ley de Extranjería
incluirá una "reformulación novedosa" de la ya
existente figura del "arraigo", por la cual el trabajador irregular
podrá "denunciar" a su empleador y así obtener
su blanqueo.
Según
las palabras textuales del ministro, eso podrá tener lugar "cuando
la relación laboral haya durado al menos un año" caso
en el que -también según su declaración oficial-
"el empresario tendrá que hacer frente a las cuotas que adeude
a la Seguridad Social y recibirá la correspondiente multa, aunque
ésta -advirtió- podría quedar sin efecto si liquida
sus deudas con el trabajador y con los organismos públicos".
Esa
fue la figura que desencadenó los despidos denunciados por los
inmigrantes. Ayer, para contrarrestarlos, varias entidades aconsejaban
a sus miembros el "comienzo de una campaña" por la que
cada trabajador irregular aclare con su empleador que no piensa "perjudicarlo".
En
voz baja, lo que se decía en las entidades era que -si el texto
de la propuesta no se modifica- sería el trabajador irregular el
que tendría que llegar a un acuerdo con su empleador y "lo
más probable" fuera que tal entendimiento incluyera que el
propio empleado se hiciera cargo del costo de su blanqueo.
Con
el mismo pragmatismo, otros apuntaban que "es virtualmente imposible
que un trabajador pueda probar que trabajó para alguien si lo hizo
de forma ilegal". Y eso alimentaba aún más la sospecha
de que el paso de la economía negra a la formal podría ser
financiado por los trabajadores, a riesgo -si no- de ser despedidos.
Por Silvia Pisani, La Nacion, 17 de septiembre de
2004 |