"No
es lo que esperábamos" MADRID.- Cuando todavía no cumplieron un año en el pequeño pueblo de Aguaviva, en Aragón, cuatro de las once familias argentinas que se trasladaron hasta allí en un programa de repoblación dan muestras de descontento. "Esto no es como lo esperábamos", dicen. Sólo una de las cuatro familias con problemas se anima a hablar en voz alta. Es la que integran los marplatenses Javier Molina y Mirta Sosa, padres de cinco hijos. Las demás se amparan en el anonimato. "Yo vine porque me dijeron que iba a estar mejor. Que iba vivir igual que la gente de Aguaviva, pero eso no es cierto. La plata que gano no me alcanza, no puedo irme del pueblo para buscar otro trabajo porque el contrato especifica que tengo que vivir cinco años acá y estoy muy endeudado", dijo Molina, quien hoy trabaja como peón de construcción. Aclaró que su descontento se refiere al trabajo, al sueldo y a la forma de vida que le permite. Pero no a la gente del pueblo, para la que no tiene más que agradecimiento. "Nos han dado de todo. Ropa, zapatillas, son personas muy amables. Mi problema es que quiero trabajar en algo que me represente más plata y en este pueblo no hay. Ahora mi sueldo es de 120.000 pesetas (600 dólares) y con eso cinco chicos no viven", dijo. Las quejas son conocidas entre la comunidad de argentinos que le cambiaron la vida al pequeño poblado. Y, como suele suceder, no todos están de acuerdo. "Yo no puedo creer lo que andan diciendo. La que se queja es gente que no sabe valorar, que esperaba que acá le dieran todo servido en bandeja. Y no es así. Acá hay que trabajar. Y mucho. A eso vinimos", dijo la madre de una de las familias, feliz con la nueva vida que su marido y sus hijos llevan en el pueblo, donde viven poco más de 600 personas. "Por favor, no pongas mi nombre. Lo último que quiero es tener problemas. O causarlos. No sé..., no entiendo para qué esta gente hace este lío. Si no están contentos..., que se vayan... que acá a nadie no se lo obliga a quedarse ", añadió, con una mezcla de pena e indignación en la voz. Otros dicen que quien está verdaderamente dolido es el alcalde, Luis Briscio, quien tuvo la idea de lanzar el plan para atraer ciudadanos con nacionalidad europea residentes en la Argentina para que vivieran en su pueblo, seriamente amenazado por la despoblación. "No quiero hablar de esto. Ya me desborda. Además, no quiero opinar sobre este asunto, que después de todo es el problema de una sola familia", dijo, visiblemente irritado. "Y perdone, pero ahora estoy en una convención", se excusó, antes de cortar la comunicación. Nuevos requisitos En septiembre último, cuando las 60 personas del contingente argentino de padres, madres, hijos y abuelos terminaron de instalarse en Aguaviva, todo eran loas y agradecimiento. "¡Qué suerte..., tenemos trabajo!", repetían por entonces, sin excepción. Once meses después, el entusiasmo no es tanto. "No todo lo que brilla es oro", insistió Molina. "Esto es muy chico, no hay posibilidades de nada", repite una y otra vez. ¿Qué pasó en todo ese tiempo? Según su relato, Molina -al igual que otros pobladores- pasó por varios trabajos sin durar mucho en ninguno. "Pero la gota que rebasó el vaso es que yo vine para ser chofer de camión y ahora resulta que para eso necesito un registro español, del que no me habían dicho nada, y para sacarlo tengo que dar cursos y exámenes que no bajan de los 4000 dólares. Y yo no puedo endeudarme más", se quejó. Otros matrimonios tienen el mismo problema. "Desde que le dijeron lo del registro mi marido ya no puede manejar más el camión. Ahora está sin trabajo. No sé qué vamos a hacer", comentó otra de las mujeres. "La verdad..., están empezando a salir los trapitos al sol", añadió. En el mismo pueblo, otros piensan todo lo contrario. Y sostienen que la deudas de los quejosos son reales, pero no tanto por el costo de amoblar una casa, sino por gastos suntuarios. Equipos de música, teléfono celular, auto, microondas, televisores... "Pero, ¿qué otra cosa se puede pretender en un pueblo donde no tenés nada, pero nada que hacer", dijo Molina. Cómo es el plan Destino: el Programa de la Asociación Española de Municipios contra la Despoblación apela a residentes europeos en la Argentina para vivir en pequeños poblados del interior de España que se hallan en riesgo de desaparecer por falta de habitantes. Requisitos: el plan está destinado a matrimonios con hijos en edad escolar primaria, de nacionalidad europea, y dispuestoa a residir cinco años en el poblado. Antecedentes: 6000 familias ya enviaron su solicitud, la mayor parte de ellas son argentinas. Pero también hay de Uruguay y de Chile. Hasta ahora fueron seleccionadas 50. Posibilidades: hay planes para 1500 familias, pero en el mediano plazo. Informes: por correo electrónico en Mundocondes@terra.es y en las sedes del Partido Popular en la Argentina. La Nacion, 17 de junio de 2001 |
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