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Un
fenómeno creciente Cada vez vuelven más argentinos
Desde España ya regresaron 18.000
Pocos lo creerán, pero el controvertido corralito alegró
la vida de varios de los miles de argentinos que, en medio de
la crisis económica de 2001, armaron sus valijas y partieron
para España.
Cuidado,
no se trata del razonamiento de algún político o
economista empecinado en justificar una de las medidas más
impopulares de las últimas décadas, sino del equipo
de fútbol con el que un grupo de argentinos peleó,
cada sábado, por alcanzar el tope de las posiciones de
una liga regional catalana.
La
lucha deportiva de Corralito continúa, sólo que,
ahora, Adrián Frick, uno de los delanteros argentinos del
equipo, sigue los vaivenes de sus ex compañeros desde su
casa de Cardales, por medio de correos electrónicos, chats
o llamadas telefónicas. Adrián (abogado, 35 años)
integra junto con Verónica, su mujer (médica, 31
años), y su hijo Teo (el jueves cumplió dos años)
el grupo de “los argentinos que volvieron de España”.
Según datos oficiales españoles que maneja el gobierno
argentino, en la primera mitad del año pasado comenzó
a revertirse el fuerte fenómeno emigratorio que produjo
la crisis social, política y económica que arrancó
a finales de los 90 con la recesión y que en 2001 hundió
a la Argentina al fondo de cuanta tabla de medición de
calidad de vida existiera.
Según
esas cifras, casi 18.000 de los 120.000 argentinos que habían
elegido España para escapar de la hecatombe empezaron a
volver el año pasado.
Aunque
no cuentan con las últimas cifras oficiales (guarismos
referidos a la primera mitad de este año), en el Gobierno
admiten que esa tendencia se profundizó en los últimos
meses. Las opiniones de los funcionarios se basan, fundamentalmente,
en relevamientos extraoficiales y datos que de modo informal les
han hecho conocer las autoridades españolas.
En
la Cancillería, esperan ansiosos la llegada del ministro
de Trabajo español, Jesús Caldera. Creen que la
visita que el funcionario hará esta semana a Buenos Aires
servirá para confirmar que se detuvo el fenómeno
y que parte de los argentinos que se habían ido emprendieron
el regreso.

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Adrián
y Verónica Frick regresaron con Teo, que nació en
España
Foto: Fernanda Corbani |
Como
los Frick, Jorge Santa María (36), su esposa, Mariel (35), y Camilo
(1), su hijo, también eligieron Barcelona. Los Frick y los Santa
María coinciden en que, más allá de la facilidad
del idioma, la cercanía cultural e histórica con España
hacen que el país se ubique al tope de los destinos elegidos por
los argentinos para emigrar.
Jorge
Santa María cuenta que su abuelo llegó al Río de
la Plata a los 16 años. "Venía de Cenicero, un pueblito
de montaña en La Rioja", narra al recordar que lo primero
que hizo al llegar a España fue reunirse con los hermanos, sobrinos
y primos de su abuelo, que lo llevaron por la ruta del vino, ritual sagrado
para quienes visitan esos pagos. El desembarco estuvo repleto de fuertes
emociones, como cuando un tío lo recibió en Cenicero y lo
llevó hasta la plaza de Coloma, otro pueblito vecino, donde lo
esperaba un señor de 94 años, amigo de su abuelo Florentino.
"Aunque
la situación general era complicada, laboralmente nosotros estábamos
bien, pero queríamos hacer una experiencia en el exterior. Desde
que ganó Menem dijimos que nos íbamos a ir. Y el 8 de enero
de 2001 llegó el momento. Vendimos el pub, el café y la
disquería que teníamos en Zárate y nos fuimos",
cuenta.
Jorge
destaca que tuvieron mucha suerte. "Mariel había arreglado
una entrevista por mail y al otro día tenía trabajo en lo
suyo. A los tres meses que estábamos allá nos salió
la residencia; ella tenía ciudadanía italiana. Los catalanes
son más bien cerrados, pero una vez que entrás son los tipos
más leales y solidarios que te imagines, especialmente con los
argentinos", dice. Explica que la calidad de vida en Europa "es
muy superior" y cita un ejemplo: "Para comprar el mismo auto
–un Peugeot 206– en España necesitaba cuatro sueldos;
acá 25".
Cuando
habla de los "3 años y 7 meses" que vivieron en Barcelona
todo parece perfecto. ¿Qué fue entonces lo que decidió
la vuelta? "El nacimiento de Camilo", responde. "La familia
había quedado acá. No queríamos que creciera sin
abuelos, tíos, primos. Nuestro plan original era irnos por un año
y medio pero cada seis meses decíamos: «Y, bueno, medio añito
más». El día que nos dimos cuenta de que habíamos
empezado a mirar casas para comprar dijimos «¡basta!».
Y acá estamos, probando."
Un
fenómeno creciente Cada vez vuelven más argentinos
Desde España ya regresaron 18.000
Pocos lo creerán, pero el controvertido corralito alegró
la vida de varios de los miles de argentinos que, en medio de
la crisis económica de 2001, armaron sus valijas y partieron
para España.
Cuidado,
no se trata del razonamiento de algún político o
economista empecinado en justificar una de las medidas más
impopulares de las últimas décadas, sino del equipo
de fútbol con el que un grupo de argentinos peleó,
cada sábado, por alcanzar el tope de las posiciones de
una liga regional catalana.
La
lucha deportiva de Corralito continúa, sólo que,
ahora, Adrián Frick, uno de los delanteros argentinos del
equipo, sigue los vaivenes de sus ex compañeros desde su
casa de Cardales, por medio de correos electrónicos, chats
o llamadas telefónicas. Adrián (abogado, 35 años)
integra junto con Verónica, su mujer (médica, 31
años), y su hijo Teo (el jueves cumplió dos años)
el grupo de “los argentinos que volvieron de España”.
Según datos oficiales españoles que maneja el gobierno
argentino, en la primera mitad del año pasado comenzó
a revertirse el fuerte fenómeno emigratorio que produjo
la crisis social, política y económica que arrancó
a finales de los 90 con la recesión y que en 2001 hundió
a la Argentina al fondo de cuanta tabla de medición de
calidad de vida existiera.
Según
esas cifras, casi 18.000 de los 120.000 argentinos que habían
elegido España para escapar de la hecatombe empezaron a
volver el año pasado.
Aunque
no cuentan con las últimas cifras oficiales (guarismos
referidos a la primera mitad de este año), en el Gobierno
admiten que esa tendencia se profundizó en los últimos
meses. Las opiniones de los funcionarios se basan, fundamentalmente,
en relevamientos extraoficiales y datos que de modo informal les
han hecho conocer las autoridades españolas.
En
la Cancillería, esperan ansiosos la llegada del ministro
de Trabajo español, Jesús Caldera. Creen que la
visita que el funcionario hará esta semana a Buenos Aires
servirá para confirmar que se detuvo el fenómeno
y que parte de los argentinos que se habían ido emprendieron
el regreso.

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Jorge
y Mariel Santa María, junto a su hijo Camilo, nacido en España;
regresaron al país hace cinco meses
Foto: Fernanda Corbani |
Volvieron
a su Zárate natal. Se instalaron en la casa que tienen en un barrio
privado e intentan rearmar sus vidas aquí, pero con plazo.
Igual
que los Frick, que volvieron de Barcelona en julio de 2003. "En el
mismo momento que corran riesgo la vida de mi hijo o mi mujer, me vuelvo.
Dejamos las puertas abiertas", dice Adrián, que al igual que
a buena parte de los argentinos le preocupa de modo especial la inseguridad.
Adrián es abogado y se fue a hacer un posgrado. Verónica,
su mujer, es médica. Ella fue a trabajar en un hospital, becada.
"Nos
íbamos 9 meses pero mientras estábamos en Barcelona acá
estalló todo. Vero estaba embarazada y decidimos quedarnos en España.
Me acuerdo el día que fui a un cajero y me «dijo» que
no podía hacer operaciones. Allá era el invierno de 2002.
Acá había empezado el lío", relata.
La
casa de los Frick se convirtió en poco tiempo en un "aguantadero
de argentinos". "Hay gente que cree que te vas y allá
te están esperando cuatro hawaianas con collares. ¡No!, es
muy duro. La verdad, si me preguntan, digo que no se vayan si no tienen
todos los papeles en orden y algún trabajo en vista", aconseja.
"Pero,
¿sabés qué? El tema inexplicable es que en un país
como el nuestro, que tiene todo, no tengamos cubiertas cosas elementales
como la seguridad, la salud y la educación, como allá",
razona en voz alta. Adrián confiesa que "el peso de la familia"
decidió la vuelta y que, de hecho, no le preocuparía que
su hijo creciera en España. "Teo nació con síndrome
de Down. Allá tuvimos una contención y ayuda que no sé
si hubiéramos recibido acá, donde a pesar de tener una medicina
prepaga tenés que estar peleando para que te reconozcan la estimulación
del bebe o ver si lo reciben en escuelas normales. Somos mucho más
prejuiciosos", agrega.
Los
Frick y los Santa María son apenas seis personas en la estadística
oficial, pero reflejan de modo perfecto el sentimiento de los 18.000 argentinos
que volvieron al país tras la crisis. Por ahora, el peso de la
tierra natal y una promesa –que el país profundice su incipiente
recuperación económica– le ganaron a la realidad de
una vida más previsible y confortable.
Por
Florencia Carbone, La Nacion, 24 de octubre de 2004
Desencanto
y esperanza
Dos parecen ser los factores que predominan entre los argentinos que tras
haber emigrado a España durante la crisis de 2001 emprendieron
la vuelta en el último año: cierta cuota de desencanto tras
promesas laborales que a la larga resultan fuertemente idealizadas y la
esperanza –después de varios años– de que "hay
futuro en el país".
Los
Frick y los Santa María dicen haber vivido muy bien en Barcelona,
y a pesar de que aseguran que ciertas cosas no se extrañan porque
hay "reemplazos buenísimos" –el asado, por el calzot
o por cerdo preparado en una variedad inimaginable de formas o por el
"jamón crudo más rico del mundo"–, saben
perfectamente dónde conseguir "elementos básicos para
el argentino emigrado".
"¿Yerba?
Donde quieras. Ahora se vende hasta en el Corte Inglés [una de
las tiendas más famosas de España]. Un kilo de Rosamonte
sale 5,75 euros (21,30 pesos, aproximadamente). Hay locales latinos donde
los uruguayos y los argentinos compran dulce de leche, alfajores Havanna...",
explica Adrián Frick.
Las
dos familias aseguran que a pesar de la cantidad de argentinos que desembarcaron
en España durante la crisis y del enojo con el Gobierno de ahorristas
y empresarios de la península que tenían bonos de la deuda
argentina, nunca sintieron que los trataran mal.
"Dicen
que somos unos chulitos –cancheros–, pero todo es en tono
de broma. Les encanta nuestro país y nos tienen un gran afecto",
aseguran.
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