Inmigrantes
y locutorios Hubo un tiempo en que, cuando cerraba una tienda de barrio, la gente se decía: "Ahora abrirán un banco". En la actualidad, a la proliferación de agencias bancarias se ha sumado la proliferación de locutorios, entiéndase locales destinados a extranjeros donde se ofrecen servicios de teléfono, fax, internet, recargas de móvil y, en ocasiones, bebidas y comestibles. Nada tiene de extraño la presencia de dichos establecimientos habida cuenta de que el número de inmigrantes existentes en España alcanza los tres millones, entre legalizados y no. Apartir de este dato, y sobre todo conociendo a qué nacionalidad pertenecen en su mayoría, cabe deducir quiénes son los principales usuarios de un locutorio. Marroquíes, chinos, ecuatorianos y dominicanos constituyen el contingente con más peso demográfico, aunque vayan adquiriendo importancia los emigrantes del este de Europa y los colombianos. Sin embargo, no todos los colectivos tienen el mismo perfil ni las mismas costumbres, no todos utilizan con igual frecuencia o finalidad los locutorios. La comunidad china se caracteriza por establecer negocios familiares que van desde la confección hasta los restaurantes y los comercios. Aunque en principio emigraban más hombres que mujeres, las bodas entre compatriotas han configurado una colonia de familias autónomas cuyos lazos con el país de origen no alcanzan el vigor presente en otras cohortes. En el otro extremo se hallan los marroquíes, en su mayor parte hombres jóvenes empleados en la agricultura o la construcción, con una situación laboral inestable y con dificultades para casarse en España. Lo más probable es que el locutorio sirva para mandar dinero y para hablar por teléfono con los parientes, hasta que se acomete el regreso. A la luz de lo expuesto, la clientela de los locutorios suele ser mayoritariamente dominicana y ecuatoriana. A partir del año 2000, los ecuatorianos han venido a convertirse en los inmigrantes más numerosos. Las reformas económicas impuestas por el FMI y el BM provocaron una crisis que los expulsó de su país, por si alguien olvida estas razones en sus actitudes frente a la inmigración. Este colectivo, con un equilibrio entre ambos sexos, y el dominicano, con predominio claro de las mujeres, tienen cargas familiares en sus países y necesidad de estar en contacto permanente. Cabe imaginar tanto a las ecuatorianas como a las dominicanas, dedicadas en especial al servicio doméstico, cuidando a los hijos de las españolas mientras han tenido que dejar a sus propios hijos, a miles de kilómetros, en otras manos, con suerte en las de la abuela. Cabe imaginarlas viéndolos con avidez por medio de la webcam, supervisando su crianza desde un locutorio. Más tarde, si estas mujeres consiguen establecerse legalmente, la reagrupación familiar consistirá por lo general en traerse a los hijos. Es muy posible que el marido no se mueva. Pueden ser ellas quienes no lo deseen, reacias a caer de nuevo en el sometimiento del que se libraron al emigrar. O los hombres, alertados por la perspectiva de unas ocupaciones precarias que mermarían su prestigio como cabeza de familia. Entre tanto, he aquí los locutorios como herramienta indispensable. Enlaces |
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