Entre la
nostalgia y los problemas legales
Dos razones distintas para volver al país
MADRID.– El gobierno de Néstor Kirchner
asegura que, desde finales del año pasado, registra "síntomas
de retorno" de inmigrantes argentinos y viene afirmando que buena
parte de esa decisión se alimenta en una supuesta "mejora
de las expectativas" de futuro en nuestro país. Entidades
de residentes argentinos ven las cosas de otra manera. Afirman que la
corriente no es tal y que, en cambio, sí vienen percibiendo dos
cosas.
La primera, casos de argentinos que emprenden
el retorno, cansados –sobre todo– de tropezar con la falta
de documentos y de las dificultades que eso plantea para integrarse plenamente
en la sociedad.
La segunda –y como fenómeno novedoso
e incipiente– síntomas que denotan el esfuerzo de inmigrantes
por echar raíces, aferrarse a la sociedad que eligieron para su
acogida e intentar recrear –de algún modo– lo que extrañan
de la que dejaron atrás. Una reacción que corre paralela
a las dificultades que supone la emigración y que es, tal vez,
otra forma de combatirlas.
Entre los ejemplos preferidos para graficar el
fenómeno hay uno con algo de visceral: la "refundación"
en tierra española de entidades deportivas a las que consagraban
su esparcimiento en nuestro país. Tal el caso del Club Atlético
Rosario Central en Cataluña, fundado hace poco en esa región
mediterránea por el argentino Ernesto Sukerman Saionz, quien expuso
su emprendimiento en una reciente reunión de residentes en la embajada
argentina en Madrid, en la que hasta repartió camisetas del cuadro
de fútbol.
"Esto es algo más que un hecho deportivo,
es un síntoma sociológico del deseo de echar raíces.
Un segundo escalón dentro del fenómeno migratorio que habla
de más arraigo", sintetizó entonces Diego Arcos, del
Casal Argentino de Barcelona. Hubo otros ejemplos similares, pero más
incipientes.
En esa misma línea se orienta el trabajo
de decenas de asociaciones para lograr la regularización de no
menos de 80.000 argentinos en condición de indocumentados. Su batalla
no es otra que –precisamente– tratar de asegurar el esfuerzo
invertido en recorrer, cuesta arriba, el camino de emigrante.
En conjunto, todas las visiones –la de quien
vuelve a creer, la del emigrante que retorna porque el sueño de
la "nueva tierra" se le vino abajo y la de quien construye para
que el nuevo hogar se parezca un poco al que dejó– son caras
de un fenómeno migratorio que el argentino suele vivir con bastante
individualidad.
Si
algo diferencia a la corriente migratoria argentina de otras provenientes
de América latina es su reducido nivel de asociación en
entidades de residentes (datos preliminares hablaban de menos del 10%).
Y ésa es otra dificultad a la hora de contar la historia completa
de la ola emigrante de la Argentina de 2000. La tarea apenas empieza.
Por Silvia Pisani, La Nacion, 24 de octubre de 2004 |