Pedido de la Embajada Fuentes de la Cancillería en Buenos Aires revelaron que el Ministerio de Asuntos Exteriores español contestó verbalmente a la protesta escrita presentada por la Embajada argentina hace días, restando importancia a los rechazos de los que dijo hubo "sólo 76". A esa respuesta, también en forma verbal, la Embajada reiteró su pedido de que, antes de concretarse nuevos rechazos, se le permita intervenir consularmente. El imperio de la arbitrariedad "Soy hijo de española", comentaba ayer con amargura uno de los rechazados, mientras comía un bife con papas fritas y ensalada. Cuando le llegó la hora del postre, un yogur, se encontró con otro compatriota hermano e hijo de ciudadanas españolas. "Yo quisiera saber por qué no nos avisan que después de haber estado como turistas noventa días, y volver en plazo, tenemos que esperar otros noventa días para poder retornar legalmente", explica por teléfono otro de los rechazados a Clarín. Esta claro que en el aeropuerto de Barajas reina la total arbitrariedad. Se piden treinta euros por día, pasaje de ida y vuelta, reservas hoteleras o "carta de invitación" legalizada ante escribano, un seguro médico. Se elige el candidato a la inadmisión al voleo o, como explicó un abogado, "por portación de pinta Clarin, Jueves 10 de octubre de 2002 Seguidilla de casos
Se sabe,
por otra parte, que algunos casos de ciudadanos argentinos no admitidos
pasaron inadvertidos, y que hasta el rechazo del miércoles pasado
fueron más de 20 los que no pudieron ingresar como turistas al
país del que, en muchos casos, emigraron sus abuelos para radicarse
en la Argentina El martes a la noche, antes de subir al preembarque, Juan Carlos Villar (21), de San Isidro, creyó tener todo en regla: el pasaporte, los 940 dólares para 25 días de vacaciones en Tenerife, el pasaje ida y vuelta. Error. Algo faltaba. "¿Así que va a Tenerife? ¿Y por qué no contrató un tour?", le reprocharon en Barajas, antes de enviarlo al grupo de los inadmitidos. El sello cayó como una sentencia sobre la página del pasaporte. Y encima le marcaron una cruz como un estigma. Lo mismo pasó con el documento de Leonardo Martín (22), quien sí pensaba quedarse un tiempo en España si conseguía trabajo. Y con los de todos los que fueron inadmitidos. Legalmente, ninguno de ellos fue expulsado ni deportado de España, porque nunca entraron al país. Lo que realmente no se sabe es si sus nombres y sus números de pasaporte quedaron en algún registro informático de Inmigraciones. Con lo cual, en caso de que hayan sido registrados, se llegaría al absurdo de estar formando parte de una "lista negra" aunque no hayan violado ninguna ley. |
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