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      Llegaron 
        desde España hace más de 50 años, hoy vuelven para 
        recorrer su pueblo 
      Un 
        grupo de emigrados españoles de más de sesenta años 
        que llegó al país detrás de las oportunidades de 
        épocas más prósperas, retornan a su tierra gracias 
        a la “Operación Volver”, un programa del gobierno español 
        de La Rioja. Idas y vueltas del fenómeno migratorio. 
      Para 
        el emigrado, volver al lugar que lo vio nacer, al barrio de la infancia, 
        a su pueblo, siempre es una experiencia única y maravillosa. Se 
        lo puede ver con transparencia en sus miradas llenas de lágrimas 
        y emoción. Se los siente satisfechos en la calma que transmite 
        su voz. Para este grupo de españoles por nacimiento y argentinos 
        por adopción, volver al pago fue cumplir un sueño de años. 
        Volver, con la frente marchita, como en el tango, para poder pasear durante 
        dos meses por sus pueblos natales y visitar a los familiares que habían 
        quedado del otro lado del océano hace ya muchos años. Demasiados. 
         
      Los 
        nueve riojanos (de La Rioja española) tienen entre 57 y 82 años 
        y marcharon rumbo a España gracias a la “Operación 
        Volver”. Un programa que año a año viene organizando 
        el gobierno local desde 1984, y que le permitió a más de 
        170 riojanos desparramados por toda Latinoamérica (121 de ellos 
        procedentes de Argentina) volver a abrazar a aquellos parientes que habían 
        despedido, en la mayoría de los casos, hace varias décadas. 
        El funcionamiento es sencillo, la gobernación se hace cargo de 
        los pasajes y los familiares del alojamiento.  
      La 
        mayoría de los viajeros se quedará sólo el par de 
        meses planteados desde un principio, pero a juzgar por sus dichos es fácil 
        suponer dónde preferirían disfrutar su vejez si no tiraran 
        tanto las raíces de su patria adoptiva. “Quedarse no sería 
        mala idea. Más allá de lo mucho que uno quiere a la Argentina, 
        es difícil ser optimista en este momento. Va a pasar mucho tiempo 
        para que las cosas cambien. Si fuera por las perspectivas y por cómo 
        está organizado cada país, a uno le dan ganas de quedarse, 
        pero a esta altura de mi vida es muy difícil.”, comenta Vicente 
        Blázquez, que con 62 años de vida y 58 de argentinidad, 
        partió desde su santafesina ciudad de Santo Tomé, directo 
        a Grávalos, el pueblito riojano de escasos 200 habitantes que lo 
        vio nacer y lo despidió cuando apenas era un niño de cinco 
        años.  
      ¿Cómo 
        se siente irse tan chico? ¿Dónde están las raíces 
        en estos casos? Al menos para Vicente está muy claro: “A 
        pesar de haber nacido acá en España, en la mayoría 
        de las cosas me siento muy argentino, siento las cosas de Argentina como 
        muy mías. También me encanta que España esté 
        bien, verla así me llena de orgullo, pero no lo siento mío. 
        Yo no sólo me siento argentino, también soy ciudadano argentino”, 
        comenta. Y como para despejar todo tipo de dudas, al plantearse la situación 
        límite de un partido de fútbol entre ambos países, 
        confiesa sin dudar: “Yo hincho por Argentina”.  
      Lamentablemente, 
        no alcanza con una hinchada numerosa y probablemente haya pocos síntomas 
        tan claros de la delicada salud de un país como sus masivas olas 
        migratorias. Ellos lo saben más que nadie. Carmen Álvarez 
        , otra emigrada que retorna, cuenta que llegó a la Argentina poco 
        después de la Guerra Civil Española hace más de sesenta 
        años. Eran otras épocas y, entonces, la cara afortunada 
        de la moneda parecía guiñarle el ojo a nuestro país. 
        "Argentina era una gloria en comparación con lo que se vivía 
        aquí. Pero ahora la situación se ha dado vuelta y encontramos 
        nuestra tierra cambiada y mucho mejor", sentencia. Honestidad brutal 
        e indisimulable.  
      Pensando 
        en los miles que se fueron durante los últimos años, surge 
        el debate de siempre: ¿Estará bien abandonar el barco? ¿Se 
        puede acusar al que decide irse de algo? Es probable que cada uno tenga 
        una opinión formada con respecto a esta situación. El punto 
        de vista del emigrado Blázquez es simple y claro. “Lo único 
        que me parece un absurdo total es que Argentina no pueda retener a nuestros 
        hijos con la riqueza que tiene. Que para conseguir un futuro se tengan 
        que venir a España. Si mis hijos están bien acá me 
        pone contento. El hecho aberrante es que no los podamos retener, que no 
        les podamos dar un porvenir”. Habrá que pensarlo. También 
        está claro que la responsabilidad y el desafío para que 
        algún podamos ver una “Operación Volver a la Argentina” 
        es sólo nuestro. Y se construye de este lado.  
        Clarin, 20 de septiembre de 2004 
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          MUCHO 
              TIEMPO SIN VERTE. El emotivo recibimiento para Pablo Zorzano, se 
              repitió en cada uno de los abrazos que se multiplicaban por 
              el Aeropuerto de Agoncillo. (Foto: Gentileza Centro Riojano en Buenos 
              Aires)   | 
         
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