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Aprobaron
una nueva ley contra la inmigración ilegal en Italia
El Senado le dio sanción definitiva a la norma que impone severas restricciones
al acceso de extranjeros a ese país; la oposición de centro-izquierda
podría presentar un recurso de inconstitucionalidad
ROMA.- El Senado italiano aprobó hoy de forma definitiva, con los
votos favorables de la mayoría conservadora, la nueva ley de inmigración,
conocida como ley Fini-Bossi, calificada de "racista" por la
oposición de centroizquierda, que no descarta presentar un recurso
de inconstitucionalidad.
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El último voto de los senadores sirvió únicamente
para confirmar los cambios introducidos en la Cámara de Diputados
a una texto que impone severas restricciones al acceso de extranjeros
en Italia, ya que sólo podrán entrar los que previamente
tengan un contrato de trabajo y por su período de vigencia.
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Por primera vez se establecen penas de cárcel para los inmigrantes
que sean expulsados y vuelvan a entrar ilegalmente en el país,
al crearse el delito específico de "inmigración clandestina".
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Entre las medidas polémicas que introduce la ley figura la toma
de huellas digitales a todos los inmigrantes ajenos a la UE que pidan
o renueven el permiso de residencia, así como el uso de naves de
la Armada para frenar los desembarcos de indocumentados.
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El texto prevé asimismo la expulsión con acompañamiento
inmediato a la frontera de los extranjeros descubiertos en situación
ilegal y restringe la reagrupación familiar.
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Sin embargo, abre la puerta a la regularización de los indocumentados
que ya se encuentren en Italia trabajando en el servicio doméstico
(uno por familia) o al cuidado de personas ancianas o impedidas.
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La aprobación de esta ley la consideran un triunfo los principales
aliados de Berlusconi, la postfascista Alianza Nacional y la ex secesionista
Liga Norte, cuyos líderes, el vicepresidente Gianfranco Fini y
el ministro para las Reformas, Umberto Bossi, le dan nombre.
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El portavoz de Forza Italia en el Senado, Renato Schifani, dijo que "hoy
se pasa página porque con la nueva ley nace la verdadera acogida,
la verdadera integración, unida a la firmeza y a la lucha real
contra los clandestinos".
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En el polo contrario, el portavoz de los Demócratas de Izquierda,
Gavino Angius, señaló que es una ley "equivocada, que
hay que reexpedir al remitente por cínica, intolerante, racista
e indigna de un país civil como el nuestro".
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Actualmente hay en Italia cerca de 1.500.000 extranjeros establecidos
de forma regular, entre los que la comunidad más numerosa es la
marroquí con unas 160.000 personas.
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El pasado año fueron detenidos en las costas del sur del país
más de 20.000 emigrantes clandestinos.
La
Nacion, 11 de julio de 2002
Italia
restringe la inmigración El Senado aprobó una polémica ley que endurece
los requisitos de entrada y facilita la expulsión de indocumentados. Sólo
se concederá permiso de permanencia al extranjero que tenga un contrato
de trabajo El
Senado italiano aprobó hoy una polémica ley inmigratoria que no sólo endurece
los requisitos de entrada y de estadía en Italia, sino que además facilita
la expulsión de indocumentados y refuerza las penas a los contraventores.
La ley, llamada Fini-Bossi -nombre de sus autores, el ministro de Reformas
Umberto Bossi, y el vicepremier Gianfranco Fini-, convierte en "optativo"
el decreto que fija la cantidad de inmigrantes admitidos por año, con
lo cual puede ocurrir que un cierto año el gobierno decida no dejar entrar
a ninguno.
En base a la nueva normativa -considerada xenófoba por la oposición de
centro izquierda- el permiso de permanencia es concedido sólo al extranjero
que ya tiene un contrato de trabajo.
Ese permiso y ese contrato son concedidos por las embajadas y consulados
italianos en el exterior, previa toma de las huellas digitales de los
solicitantes para poder ser identificados en caso de falsificación de
documentos.
Si bien el permiso tiene dos años de vigencia, el inmigrante deberá regresar
a su país en caso de perder el trabajo.
La unión familiar se vuelve más difícil, ya que el extranjero con trabajo
podrá hacer venir sólo a sus hijos menores de edad, y a los mayores sólo
si son minusválidos.
Finalmente, si un extranjero regresa a Italia luego de haber sido expulsado
ya no comete una infracción sino un delito que puede ser condenado con
penas de 1 a 4 años de cárcel.
Clarin, Jueves 11 de julio
de 2002
EUROPA:
TRIUNFO DE LA COALICION DE DERECHA DEL PREMIER BERLUSCONI Italia aprueba
una durísima ley contra la inmigración Ya no podrán entrar inmigrantes que
no tengan contrato de trabajo. Sólo están exceptuadas las mucamas. Y los
jugadores de fútbol tendrán un cupo. La oposición dijo que es una medida
xenófoba
El
Senado italiano aprobó ayer definitivamente una muy dura ley que restringe
la inmigración de ciudadanos "extracomunitarios", o sea que, como los
argentinos, no pertenecen a los quince países de la Unión Europea, que
la oposición calificó de "xenófoba, racista y cargada de odio". El
mismo país que durante un siglo hizo emigrar a millones de sus hijos al
exterior para huir de la miseria y la pobreza, hoy castigará a quienes
quieran entrar a sus fronteras sin cumplir con normas más que severas.
En Italia hay un millón y medio de extranjeros regularizados frente a
una población de más de 56 millones de habitantes, uno de los porcentajes
más bajos de Europa. Pero, próspera y envejecida, la mayoría de la
población no quiere a los inmigrantes, resiste la integración y apoya
las normas sancionadas por la mayoría conservadora que lidera el primer
ministro Silvio Berlusconi.
La nueva ley fue aprobada con 189 votos a favor y 89 contrarios, con el
apoyo de los partidos del gobierno, que cuentan en el Parlamento con la
mayoría absoluta, y la oposición de los partidos de centroizquierda. Los
senadores de Refundación Comunista se retiraron del recinto diciendo que
las normas son anticonstitucionales.
En la ley sólo están contempladas la regularización de una empleada doméstica
por familia y de los llamados "badanti", o sea extranjeros irregulares
que cuidan a enfermos, viejos y minusválidos.
Por un compromiso con los centristas ex democristianos, el gobierno promoverá
una ley para "blanquear" a los trabajadores extracomunitarios que trabajan
en negro en las industrias y que son imprescindibles para hacer funcionar
el aparato productivo italiano.
La ley establece que solo obtendrá el permiso de residencia el extranjero
extracomunitario que tenga un contrato de trabajo gestionado en el exterior
en las embajadas y consulados italianos. El permiso tendrá dos años
de duración y si en ese período el inmigrante pierde el trabajo deberá
abandonar el país. Además, los inmigrantes que hayan trabajado más de
cinco años tendrán derecho a recuperar los aportes jubilatorios, pero
podrán reclamar su dinero recién después que hayan cumplido 65 años
de edad.
Los inmigrantes podrán traer a su mujer e hijos menores y los patrones
estarán obligados a conseguirles una vivienda.
En Italia ya son muy rígidas las normas para que un extranjero obtenga
la ciudadanía, que recién pueden pedirla tras diez años de residencia
legal.
Las normas establecen sanciones pesadas para los que dan trabajo a los
inmigrantes irregulares. Quien haya sido expulsado del país y vuelva a
ser arrestado en Italia podrá ser condenado a penas de entre uno y
cuatro años de cárcel, con la acusación de inmigración clandestina,
que pasa a ser un delito.
La ley establece también sanciones penales para los traficantes de inmigrantes
clandestinos y da un carácter "facultativo" a las cuotas anuales de ingreso
de extracomunitarios, lo que significa que un año se puede establecer
que ningún extranjero puede venir a trabajar en Italia.
Uno de los aspectos más criticados de la ley es el que establece que los
inmigrantes deberán ser identificados con sus huellas digitales, medida
que no se aplica a los ciudadanos italianos o extranjeros miembros de
la Unión Europea. Los partidos de la oposición consideran esta norma una
"discriminación racista".
Le ley establece también la existencia de categorías especiales. Una de
ellas es la de los enfermeros. Debido a la falta de estos profesionales,
las normas de inmigración los excluyen de los mecanismos de flujos. Las
normas en cambio establecen restricciones a la llegada de deportistas
profesionales. El Ministerio de Cultura y Deportes establecerá todos
los años un "techo" de admisión en los diferentes deportes.
La ley fue auspiciada por los partidos más de derecha de la coalición
conservadora y ha recibido el nombre de Bossi-Fini, que son los apellidos
de los líderes de la ex secesionista Liga Norte de Umberto Bossi, acusada
de xenofobia, y de Alianza Nacional, liderada por Gianfranco Fini, que
reúne los ex neofascistas.
Renato Schifani, jefe del grupo parlamentario de Forza Italia, el partido
del premier Silvio Berlusconi, dijo que "hoy damos vuelta la página. Este
es un compromiso mantenido por nosotros. Con la nueva ley nace la verdadera
integración unida a la firmeza y a la lucha contra la clandestinidad.
De ahora en más sólo vendrán a Italia los que tienen un trabajo".
Por su parte, Gavino Angius, jefe de la bancada en el Senado de los ex
comunistas del Partido Democrático de Izquierda, el principal de la oposición,
dijo que la ley "está completamente equivocada. El Alto Comisariado de
las Naciones Unidas para los Refugiados afirma que estas normas agreden
y niegan los derechos fundamentales de la persona. Es una ley injusta,
cargada de odio, intolerante, cínica y racista, indigna de un país
civilizado como el nuestro".
Clarin,
12 de julio de 2002
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