En sus discursos iniciales, Eva Perón se abstuvo de atacar
ostensiblemente a la clase aristocrática.
Ausentes
esas imprecaciones ácidas que teñirían sus
proclamas ulteriores, traslucía el inconfesado anhelo de
acordar una suerte de tregua tácita con la alta sociedad
y, acaso, conseguir un grado de identificación que la habilitara
-en su condición de esposa del presidente de la Argentina-
para ser aceptada por esos círculos arrogantes y herméticos.
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"De
cepa reciente, la aristocracia argentina -hijos y nietos de
inmigrantes- carecía de la madurez que dan los siglos
para comprender y tolerar. Quizás la ruptura era inevitable
porque, en el fondo, los ancestros habían sido semejantes..." |
Hay
indicios de que Eva buscó ese acercamiento con estratos sociales
cuyo desdén experimentara antes de su matrimonio con Perón.
Legalizada
y sacralizada esa relación ¿por qué no habría
de admitírsela, si unos años antes se acogiera a otra
actriz, Regina Pacini, esposa del presidente Marcelo T. de Alvear?
Eva
dio el primer paso |