Para Eva Perón, "descamisado" era concepto antinómico
de "oligarca". Concebía a esta última como
una categoría hermética, egoísta y expoliadora
del trabajador. Extraña a sutiles distingos teóricos,
para ella era oligarca aquel que no adhería a la doctrina
y praxis peronistas.
Oligarcas
eran los miembros de la "Unión Democrática",
los terratenientes, la burguesía industrial, la aristocracia
social y hasta los simples opositores a Perón. A ellos oponía
el "descamisado", quintaesencia de virtudes peronistas,
a quien no debía confundir con el burócrata parasitario,
incrustrado en las propias filas del partido. Su maniqueismo era
absoluto, pero equivocado.
Simplificando
la lucha clasista hasta sus motivaciones elementales Eva se situó
rabiosamente del lado de los humildes y oprimidos, en contra de
los opresores y soberbios. "Todo lo que se opone al pueblo
me indigna hasta los límites extremos de mi rebeldía
y de mis odios", bramará pocos días antes de
morir.
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"Eva
era la amenaza. Una "aventurera" dispuesta a jugar
desaprensivamente con el futuro del país..." |
Con
el don premonitorio que invade a quienes saben que van a morir,
Eva presagió la proclividad de Perón y del peronismo
a agudizar sus peores defectos.
"Yo
sé que la oligarquía, la que estuvo en la plaza San
Martín, no volverá más al gobierno; pero no
es eso lo que a mí me preocupa. Me preocupa que pueda retornar
a nosotros el espíritu oligarca.
A
eso es a lo que tengo miedo, y mucho miedo, y para que eso no suceda
he de luchar mientras tenga un poco de vida -y de he luchar mucho-
para que nadie se deje tentar por la vanidad, por el privilegio,
por la soberbia y por la ambición".
Alfonso
Crespo, "Eva Peron, viva o muerta", 1978
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"Yo
sé que la oligarquía, la que estuvo en la plaza
San Martín, no volverá más al gobierno..." |
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