Cimentada
por la adversidad, la familia Ibarguren encaro con valentia las cotidianas
dificultades, arrebujada en torno a Juana, para quien la pobreza era una vieja
compañera de ruta.
Ni
puntual ni brillante fue la alumna Eva Maria Duarte cuando en 1927 curso el
primer año de la escuela primaria. Ausente cuarentiocho dias sobre
un total de ciento ochenticuatro, dejaria un recuerdo borroso en la memoria
de su maestra Nidia de la Torre: "La figura de esta alumna se me desdibuja,
posiblemente porque no termino su escuela primaria en el pueblo. Era mas bien
callada y no tenia muchos amigos. Me parece recordar que las madres aconsejaban
a sus hijos no acercarse mucho a ella ni a sus hermanas"
Eva
aprobo el curso con calificaciones apenas suficientes. Al año siguiente
tuvo que repetir el segundo grado; luego aprobo el examen con excelentes notas.
A
los nueve años, Eva era una rapaza de cuerpo esbelto y melancolico
como un cipres. Una fotografia de esa epoca capto su expresion reconcentrada
y algo ausente.
Los ojos, muy bellos, son de triste mirar, rasgo que conservaria el resto
de su vida. Diriase una "cabecita negra", esa denominacion levemente
peyorativa con que los bonaerenses apelan a la gente del interior; retenida
por un cintillo, la ondulada cabellera orla una faz de armonioso contorno,
cejas bien dibujadas y finos labios. Son los ojos el rasgo somatico predominante.
Sensitiva
y dotada de espiritu de observacion, Eva escribira años despues: "En
el lugar donde pase mi infancia los pobres eran muchos mas que los ricos,
pero yo trate de convencerme de que debian de haber otros lugares de mi pais
y del mundo en que las cosas ocurrieran de otra manera y fueran mas bien al
reves".
Estos
atisbos de conciencia social ¿surgieron efectivamente en una niña
de menos de diez años o fueron reflexiones retrospectivas? Seria aventurado
adelantar una conclusion, si bien parece cierto que, pese a su corta edad,
Eva percibia la precariedad economica de su familia y el aislamiento en que
vivian, en un mundo hostil y extraño.
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