Tai chi chuan

 

BIOGRAFÍA DEL MAESTRO LIU CHEN YUAN

(CONTINUACIÓN)

 

Durante una práctica de Tui Shou, un personaje que aparecía por las clases de El Retiro de cuando en cuando, ansioso por demostrar su nivel marcial, aplicó a Liu un "lui" (un tirón hacia atrás y hacia abajo) por sorpresa y con todas sus fuerzas. Otros le habrían hecho pagar la osadía y la falta de respeto dejándole tendido en el suelo, como mínimo, pero Liu, que no mostró la menor sorpresa, simplemente cedió con un impecable "hua" sin que el tirón tuviese el menor efecto en su cuerpo y le empujó ligeramente en el pecho con el hombro haciéndole levantar un pie. Aquello bastó para que el incauto entendiera el mensaje.

En cierta época circuló entre sus alumnos un vídeo de un famoso maestro chino que enseña Shaolín y Taiji Quan en EE.UU., y llegaron al maestro Liu los comentarios sobre la demostración de enraizamiento que realizaba en el mismo. Nos parecía algo casi mágico y algunos sospechábamos que pudiera tratarse de un truco. Pero él dijo que no era tan difícil, y añadió que aún podía sujetarnos a cinco de nosotros con un solo brazo. Debió percibir cierto escepticismo, así que decidió demostrárnoslo:

Escogió a sus alumnos de mayor peso entre los habituales, a excepción del más veterano, que debía encargarse de cronometrar cinco segundos. Nos colocamos en fila uno detrás de otro. Sumábamos más de 350 Kg. Maliciosamente y para que no quedase duda del resultado, adoptamos la misma posición con el peso sobre la pierna derecha atrasada y empujamos todos a la de 3, para hacer un efecto seco y coordinado. Todos a una, dimos un empujón tremendo y el primero de nosotros, que era el más fuerte, quedó aplastado contra el antebrazo del maestros. El segundo iba doblando los brazos poco a poco ante la presión de los otros tres. Sentimos que habíamos empujado con todas nuestras fuerzas, pero intentamos mantener la presión hasta que el cronometrador contó cinco, y tras unos segundos más él cedió y caímos todos unos sobre otros entre risas.

Esto no es nada nuevo para quienes estén acostumbrados a ver demostraciones de Taiji Quan; pero hay que tener en cuenta que el maestro Liu tenía cerca de 70 años, estaba cojo y tenía que adoptar una posición muy corta.

Resulta paradójico que tras años de peleas callejeras, desafíos marciales y de sobrevivir a una guerra, fuese en un partido de baloncesto donde sufriese la mayor lesión de su vida: una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla, la misma que ha apartado a conocidos profesionales de este deporte.

Desde muy pequeño le apasionó el baloncesto, hasta el punto de que en su adolescencia creó junto con otros jóvenes el equipo "Jih-hsin" (Progresar día a día), que se entrenaba en el solar de una serrería abandonada de Tientsin. A pesar de no tener ni siquiera entrenador en sus principios, fueron ganando fama en torneos juveniles regionales hasta llegar a derrotar en 1933 a los ganadores del Trofeo Cinco Universidades de Pei-p'ing (Pekín).

 

En 1934 fue seleccionado para formar parte del equipo nacional de baloncesto, que aquel año quedó subcampeón de los X Juegos Deportivos de Asia Oriental (antecesores de los actuales Juegos Asiáticos). Con sólo diecisiete años de edad fue nombrado "As Nacional" y el campeón más joven de la selección de baloncesto China.

 

 

     

Volvemos a citar el libro "En memoria de Liu Chenyuan":

"No era alto, pero sus movimientos eran muy ágiles, tanto que los aficionados le pusieron el sobrenombre de 'el tigre bajito'. Sus movimientos eran elegantes, su fortaleza física excepcional, lanzaba a canasta con asombrosa precisión, regateaba y pasaba el balón con tanta habilidad como si fuera una persona de gran estatura. Su compenetración con sus compañeros era perfecta y cada vez que jugaba se le podía ver volar por toda la cancha. A duras penas podían marcarle entre dos jugadores contrarios. Merece ser considerado un personaje excepcional de nuestro baloncesto".

Tras jubilarse y venir a vivir a España, formó aquí un equipo de chinos residentes en nuestro país, a los que aún entrenaba a los setenta años.

En sus orígenes, todas las religiones pretenden dos cosas: hacernos mejores y prepararnos para la muerte. Los hechos demuestran que el maestro Liu era una persona verdaderamente religiosa.

Quizá, para terminar, sería conveniente aclarar una duda que posiblemente se plantee quien haya llegado hasta aquí: si Liu Chenyuan era un verdadero maestro y una persona tan extraordinaria, ¿por qué no fue más conocido?

Como suele ocurrir, hay muchas respuestas para cada pregunta. A esta le caben varias. Primero y de modo fundamental, porque no tenía ningún interés en ello. Ya jubilado y con una economía saneada, lo único que le movía era el amor a la enseñanza y el deseo de transmitir lo aprendido a lo largo de su vida.

La imagen del maestro Liu encajaba mal en nuestro mercado de las artes marciales. No se rodeaba del bombo necesario para impresionar a los que gustan de mitificar a sus a sus líderes. Si, como hacen otros, se hubiese vestido a la antigua y hubiese tratado a sus alumnos con soberbia hubiese impresionado más a los mentecatos. Y después de que un "alumno" utilizara una foto que se había hecho con él para incluirla en la solapa de un libro junto con un texto inventado en el que el maestro supuestamente le señalaba como un gran conocedor del Taiji Quan y le autorizaba a enseñar, Liu se mostró aún más reacio a prestar su imagen o a que se publicase nada sobre él.

Él se refería a uno de los maestros de su padre con una frase que bien podría ser su propio epitafio:

"HAY MAESTROS MUY CONOCIDOS, PERO A LOS VERDADERAMENTE GRANDES LOS CONOCEN MUY POCOS"