Por qué los carlistas no nos manifestamos este 3 de febrero

 

Luis Infante

 

 

Los carlistas no hemos acudido a la manifestación del Foro de Ermua en Madrid este sábado 3 de febrero de 2007. Sí ha habido carlistas en ella; de esta aparente contradicción nos ocuparemos luego. ¿Por qué no hemos participado? La Comunión Tradicionalista se había adherido a las manifestaciones de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. ¿No eran los mismos los motivos?

 

No. Pese a la insistencia política y mediática en identificar a la AVT con el Partido Popular, las víctimas del terrorismo se han mantenido en general al margen de la política partidista. En cambio el Foro de Ermua, en su «Declaración final manifestación 3-F: Por la libertad, derrotemos juntos a ETA. No a la negociación», se manifestaba, una vez más, en estos términos:

 

Con el brutal atentado de Barajas ETA ha puesto de manifiesto, una vez más, su naturaleza criminal y fascista. No es nada nuevo: desde hace decenas de años la banda ha venido ejerciendo la violencia con el único objetivo de obligar a los representantes políticos a sentarse a negociar bajo amenaza y chantaje e impedir que los ciudadanos podamos pensar, expresarnos y comportarnos libremente. Por eso el proyecto terrorista ataca directamente a la libertad, al Estado de Derecho y a la Constitución que pretende violar y por eso son la Constitución, el Estado de Derecho y la libertad los que requieren una defensa activa y comprometida de toda la sociedad.

 

Esos términos excluyen, en primer lugar, a aquellas víctimas de ETA que no fueron ni son partidarios de la Constitución de 1978. Excluyen radicalmente a los carlistas, asesinados y perseguidos por el separatismo vasco mucho antes de que éste dirigiera su acción también contra los defensores de la legalidad vigente (eso que llaman «el Estado de Derecho», bien distinto del estado de justicia). Y levantan, en palabras de Vázquez de Mella, tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias. Porque el nacionalismo vasco, del que ETA no es más que un apéndice, ha crecido en influencia y poder gracias a la Constitución de 1978 y al llamado Estatuto de Guernica.

 

Algunas iniciativas del Foro de Ermua merecen toda nuestra simpatía. Suyo es el mérito de haber llamado la atención sobre los miles y miles de exiliados de las Provincias Vascongadas y del Reino de Navarra. Pero sus «Comisiones de la Diáspora Democrática Vasca» están también lastradas por esa inserción, sectaria y voluntarista, del adjetivo Democrática. Vicios que se añaden al uso de símbolos y nombres del nacionalismo vasco, como la ikurriña o el neologismo Euskadi. E incluso al de terminología confusa y engañosa, con floración de términos que evitan referirse a ETA como marxista-leninista —a pesar de que lo sea clara y públicamente— o a todo el nacionalismo como partícipe de una misma ideología fundamental, violenta y bastarda.

 

La calificación de la acción de ETA/Batasuna es otra de nuestras discrepancias con los responsables del Foro de Ermua. Éstos afirmaban, en comunicado de 9 de enero de 2007:

 

España, y el País Vasco en particular, no tienen un problema de ausencia de paz, sino de falta de libertad. La acción criminal de un grupo terrorista que mediante el asesinato, la extorsión y los coches bomba pretende terminar con la vigencia del Estado de Derecho e imponer mediante el terror sus objetivos, afecta a la libertad de los ciudadanos, pero no supone que el Estado esté en guerra. Hablar en términos de guerra y paz sería un análisis más propio de grupúsculos ultraderechistas que defienden la aplicación de la legislación especial de guerra y la intervención del ejército, que de los defensores de la democracia. Por ello, consideramos que los ciudadanos debemos unirnos en defensa de una libertad garantizada por la Constitución y el Estado de Derecho y puesta en peligro por ETA.

 

Si la Constitución de 1978 de verdad garantizase la libertad, no serían necesarias las manifestaciones en su defensa. Si el Foro de Ermua habla de «grupúsculos ultraderechistas» está faltando a la verdad y está haciendo el juego a la propaganda gubernamental. Si se niega que lo que hace ETA es guerra (guerra terrorista, guerra ilegítima, guerra genocida, pero guerra), se miente. ETA y el nacionalismo vasco están en guerra: están en guerra contra España, están en guerra contra Vizcaya, contra Guipúzcoa, contra Álava, contra Navarra. Si fuese posible hacer la guerra contra abstracciones, estarían también en guerra contra la libertad.

 

La Comunión Tradicionalista, más próxima a la realidad y sin la costumbre de reinterpretarla, hace mucho que se refiere a la acción de ETA como guerra terrorista. Guerra que sólo un bando —el nacionalista— combate y, por lo tanto, va ganando. Lo ha hecho público muchas veces. Por su extraordinaria actualidad, vamos a reproducir un comunicado de hace casi veinte años:

 

 

ETA Y LOS OBISPOS VASCOS

 

NOTA DE LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA CARLISTA

 

 

El problema de la guerra terrorista que ETA tiene declarada a España no se puede comprender en toda su profundidad, si olvidamos que es un movimiento nacionalista y marxista. Y también hay que tener presente que liberalismo, nacionalismo y marxismo son tres etapas de una única evolución ideológica. A pesar de que entre ellos se den aparentes contradicciones.

 

La Comunión Tradicionalista Carlista declara que es una equivocación atribuir a los vascos la culpa del terrorismo etarra. España es una y el problema afecta a todos los españoles. El objetivo de la acción de ETA no es la imposible independencia del País Vasco, ni siquiera la alternativa KAS, sino la instauración en Madrid de un sistema político marxista. Por eso, ETA recibe apoyo fuera del País Vasco: de toda España y aún internacional. No olvidemos que ha sido por votos de toda España como Herri Batasuna ha logrado un eurodiputado.

 

El País Vasco es el primero que ha padecido la acción de ETA. La Comunión Tradicionalista Carlista recuerda los numerosos asesinatos de carlistas vasco parlantes y el exilio de miles de familias de estirpe vasca que se han visto obligadas a abandonar su tierra que tanto aman. Asesinatos y exilios que proceden de más de una década  y sobre los que la prensa, complaciente con los sucesivos gobiernos, guarda el más absoluto silencio.

 

La C.T.C. declara culpables del terrorismo etarra a todos los grupos y personas que, en el pasado, más o menos próximo, han apoyado al nacionalismo y al marxismo, en cualquiera de sus formas, de manera directa o indirecta. Y de esa responsabilidad participan grupos y personas que, por su calificación de derechistas o por sus alardes de españolismo, parece que tendrían que estar fuera de toda sospecha.

 

Al gobierno actual, por sus constantes ataques a la Iglesia Católica, por su desprecio de la moral tradicional (no matar, no fornicar, no robar, no mentir), por el apoyo que ha prestado al nacionalismo con quien mantiene pactos de gobierno, le corresponde una gran responsabilidad.

 

Por todo ello, la C.T.C. considera que los llevados y traídos pactos antiterroristas no son más que el afán del actual sistema de ocultar dos realidades:

 

1.      Que carece de principios que oponer a los que sustenta el movimiento etarra.

2.      Que es impotente para mantener la paz y el orden.

 

Finalmente, la Comunión Tradicionalista Carlista encarece a los obispos vascos para que se ocupen de su misión específica, que tienen descuidada, como lo demuestra el bajísimo nivel religioso de sus diócesis, que en otro tiempo constituían un ejemplo para toda España […]

 

La C.T.C. mantiene la bandera de la esperanza y convoca a los vascos y demás españoles a la difusión y puesta en práctica de los principios contenidos en su secular lema de Dios, Patria, Fueros y Rey. Sobre ellos se construyó España y sólo ellos pueden devolverle la paz y el orden, fundados en la justicia, indispensables para todo progreso.

 

 

Comunión Tradicionalista Carlista

Pamplona, diciembre de 1987

 

 

 

Frente a estas manifestaciones de realismo político e histórico, nos duele ver cómo el Foro de Ermua parece combinar una idea de lo vasco que se corresponde con la mitología nacionalista, reflejada en la Constitución de 1978 y en el Estatuto de Autonomía, con una idea de Estado deudora del jacobinismo. Así hace un año, el 21 de enero de 2006, se manifestaron en Pamplona, dando lectura a un titulado «Manifiesto por la unidad de España: Por la igualdad y la solidaridad de todos los españoles», que entre otras cosas decía las siguientes enormidades:

 

… la esencia del pensamiento reaccionario desde el Siglo XIX son esos sueños totalitarios que anteponen la supuesta patria a las personas y a sus libertades individuales; esos sueños que reclaman la limpieza etnocultural, el privilegio, la desigualdad ante la Ley; esos sueños que se fundamentan en un concepto de la Historia como fuente mítica e inapelable del derecho (los falseados y denominados "derechos históricos") oponiéndose así a los fundamentos democráticos de la sociedad moderna y de nuestro sistema constitucional.

 

Habían presentado así la manifestación. El falseamiento de la reciente historia de España sería de reír, si no fuera de llorar:

 

La Constitución de 1978 ha posibilitado el periodo más próspero, pacífico y solidario de la reciente historia de España. La Constitución garantiza la igualdad de todos los españoles y la solidaridad entre las regiones de España. En la concentración se presentará un Manifiesto por la Unidad de España, por la igualdad y la solidaridad entre todos, suscrito por las asociaciones cívicas convocantes de esta movilización.

 

Se manifestaron en Navarra contra los fueros del viejo Reyno, tan queridos por los navarros como odiados al alimón por nacionalistas vascos y españolistas liberales. Y mintieron: ni el pensamiento reaccionario es totalitario —sí lo es el revolucionario—, ni la «limpieza etnocultural» tiene nada que ver con el fuerismo, pues éste es antiestatal y los anhelos totalitarios y racistas precisan del poder estatal para realizarse (véase nuestro artículo «¡Por supuesto que los fueros son nuestra única Constitución!» en Tetralema ­– Bitácora Lealtad, http://montejurra.blogspot.com).

 

El millón y medio de españoles que se manifestaron en Madrid el sábado 3, contra ETA y en homenaje a sus dos últimas víctimas mortales, los ecuatorianos y compatriotas nuestros Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, no han entrado en las consideraciones que acabamos de hacer. En parte sí lo han hecho, en cambio, los medios y los políticos que generalmente cargan contra la Asociación de Víctimas del Terrorismo —sin cuya adhesión el Foro de Ermua no habría alcanzado ni de lejos esa cifra de manifestantes— y contra sus manifestaciones, que han sido mucho más prudentes al referirse a esta convocatoria. Porque en el fondo, y seguramente sin quererlo, el Foro de Ermua ha hecho el juego a los responsables y a los perpetuadores de la situación que critica, y excluye con sus declaraciones a muchas, muchísimas víctimas de ETA, del terrorismo y del separatismo.

 

Entre esos españoles que han participado sin pensárselo bien, nos duele ver que ha habido carlistas. Desde individuos despistados, hasta pequeños grupos que se han habituado a la desorganización, la indisciplina y la irreflexión. Si queremos derrotar al terrorismo, garantizar la unidad de lo que queda de España y restaurar sus fueros y libertades, sólo cabe la acción disciplinada bajo la bandera de la legitimidad. Como nos decía el Abanderado de la Tradición en su carta llamamiento de 23 de mayo de 2006:

 

La hora es grave, extremadamente grave. Nuestra responsabilidad histórica es enorme. Pido a todos que con esfuerzo militante, espíritu de sacrificio y sentido de urgencia, se agrupen en torno a la Secretaría Política que creé hace casi cinco años. Y lo hago con las mismas palabras que usé hace treinta, en mi Manifiesto de Irache: «En épocas como la pasada, cuando se ha perdido el norte, es natural que algunos, desorientados, hayan buscado el acomodo que su conciencia o las circunstancias parecían indicarle como aceptable. A nadie culpo, a nadie reprocho y a todos llamo para que juntos procuremos una vez más, servir lealmente los altos intereses de nuestra Patria».

 

 

 

 

 

© 2007 Agencia FARO

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