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El retorno de la inversión en proyectos
tecnológicos |
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13-10-2002.- Carlos Delso. Director general
de Enterasys Networks. |
La actual coyuntura del mercado ha provocado
que cada vez cobre más peso los criterios financieros y de retorno
de la inversión sobre los meramente técnicos. Esto es un hecho que
puede corroborar cualquier compañía del sector de las Tecnologías de
la Información. | 
Las reglas del juego son hoy día
diferentes a como eran en un pasado no muy lejano. Los
acontecimiento vividos han hecho cambiar las actitudes de las
empresas en cuanto a la forma de adquirir tecnología. Las empresas
siguen invirtiendo, puesto que saben que su supervivencia a medio y
largo plazo pasa por mantener la competitividad, y esto
necesariamente requiere inversión tecnológica, pero el proceso de
toma de decisiones es ahora mucho más minucioso y se tienen en
cuenta mayor número de factores.
Podríamos resumir en cuatro
puntos los cambios fundamentales que han tenido lugar, en relación
con la toma de decisiones de inversión:
- Mayor número de decisores en el proceso: La Dirección General
de las compañías y la Dirección Financiera se involucran cada vez
más en la toma de decisiones en este ámbito, para controlar el
proceso. Su criterio no estará vinculado en general a aspectos
técnicos, sino que atenderá a los flujos generados por la
inversión a acometer.
- Los criterios económico-financieros pesan cada vez más: al no
ser la decisión de compra tarea exclusiva de los responsables de
los departamentos de TI, los criterios estrictamente técnicos
dejan paso a criterios económico financieros, en concreto al
retorno de la inversión. Dicho de otra manera: hoy en día la
solución técnicamente más avanzada puede que no sea la finalmente
elegida, si existen otras posibilidades que ofrezcan una mejor
relación prestaciones/precio.
- Prolongación de los periodos de toma de decisiones. Si
anteriormente, los ciclos de toma de decisiones oscilaban entre
los tres a los seis meses, hoy estos plazos se han duplicado por
diferentes motivos: mayor análisis de los proyectos, mayor número
de oferentes, ofertas más complejas, etc.
La mejora
tecnológica no es por sí sola una razón para invertir: en un pasado
reciente, se han llevado a cabo inversiones cuya justificación
residía únicamente en las mejoras tecnológicas: mayor ancho de banda
disponible, conectividad remota, etc. Estas mejoras, por sí solas no
justifican la inversión. Hay que demostrar que repercuten
directamente en una mejora de la cuenta de resultados de la
empresa.
El imperativo del
ROI En los departamentos financieros se utiliza un
parámetro que permite evaluar cuales son los beneficios que una
inversión cualquiera aporta a la organización. Esta medida es la
tasa de retorno de la inversión, conocida por su acrónimo
anglosajón: ROI. El ROI se está utilizando cada vez más para
analizar también las inversiones en tecnología.
Esta tasa es
la medida más común para juzgar el atractivo de una inversión,
examinando cómo repercute una inversión en la cuenta de resultados
de la organización.
Esta tasa se calcula de la manera
siguiente: ROI= VA Beneficios/VA inversión. Es decir, el retorno de
una inversión sería el valor actualizado de la corriente de
beneficios generada por la inversión a lo largo de su vida útil
partido por el valor actual de la inversión realizada.
Otra
métrica muy utilizada y relacionada con la anterior es el periodo de
retorno de la inversión (payback en terminología inglesa), o tiempo
necesario para recuperar la inversión realizada. Por supuesto, una
inversión con menor periodo de retorno es preferible a una que
necesita más tiempo para amortizarse.
Áreas clave para incrementar el
ROI Cualquier inversión realizada en tecnología tiene que
incidir en tres áreas clave, de cara a incrementar los beneficios y
así maximizar el retorno de la inversión. Estas áreas son:
- Incremento de la productividad,
reduciendo el tiempo empleado por los trabajadores para realizar
sus tareas, e incrementando la eficacia de los procesos de
negocio. En el caso concreto de las infraestructuras de red, una
inversión debe redundar en una mayor disponibilidad de recursos y
aplicaciones, disminuyendo la latencia, y en facilitar la
movilidad de los trabajadores.
- Reducción de costes, reduciendo
los gastos generales, por un lado y ahorrando costes, en la medida
en que la mejora de la eficacia lo permite. En el caso de las
inversiones en infraestructuras de red, debe redundar en un ahorro
de tiempo al realizar tareas en red, que podrá ser utilizado en
otras tareas más productivas. Asimismo, las inversiones en
seguridad de red pueden traer ahorros de costes, impidiendo los
usos inadecuados de las mismas.
- Generación de ingresos:
creación de nuevas fuentes de ingresos, reduciendo el tiempo de
acceso al mercado y la pérdida de ingresos. Si se facilita la
movilidad y disponibilidad de los recursos de red dondequiera que
se necesiten, las empresas pueden abordar negocios que antes
estaban vedados por las limitaciones de las
comunicaciones.
Así pues, un gestor que se encuentre en la
tesitura de tener que valorar una inversión, debe atender a estos
tres elementos, y analizar en qué medida dicha inversión aporta
ventajas en cada uno de ellos: ¿puedo incrementar la productividad
de mi organización? ¿en qué procesos?, ¿me permitirá ahorrar costes?
¿qué nuevas oportunidades de negocio podría abordar?
Como
ejemplo de práctica de valoración, la firma de analistas IDC ha
desarrollado una metodología propia estandarizada que permite
evaluar y cuantificar la contribución de una inversión tecnológica a
la cuenta de resultados de una organización. Esta metodología se
basa en un estudio pormenorizado de la utilización de un nuevo
sistema por parte de una empresa y su comparación con la situación
anterior.
Se realiza entonces una cuantificación de los
beneficios aportados en términos monetarios, teniendo en cuenta los
costes directamente vinculados a la implantación de la tecnología,
con un plazo y unas tasas de descuento estándares y los costes
asociados al departamento de TI. A través de esta auditoría, se
alcanza una cifra de retorno de la inversión.
En conclusión,
hoy día se plantea el proceso de inversión en tecnología como
proceso colaborativo, no competitivo. El proveedor, si quiere
mantener una relación a largo plazo con el cliente debe aportarle
soluciones que le produzcan un beneficio real y cuantificable,
verdaderas soluciones para su negocio. No se trata simplemente de
hacer una venta, sino de alcanzar una alianza de la que ambos
—proveedor y usuario— salgan beneficiados. |
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