En todos los tiempos el hombre ha tenido
que dar respuesta a sus necesidades y por consiguiente, ha debido
disponer de bienes y servicios que le permitan satisfacerlas. Para
producir los bienes y servicios que desea consumir requiere de
recursos productivos, los que son limitados con relación a las
necesidades humanas. Esto significa que los recursos son
escasos y por lo tanto, se debe buscar y elegir la mejor
forma de usarlos y obtener el mayor bienestar posible con
ellos.
La satisfacción de necesidades contribuye a mejorar la
calidad de vida de los miembros de la sociedad y ello genera, a su
vez, la demanda creciente por el uso de recursos productivos que
permitan satisfacer estas necesidades. El aumento de la capacidad
productiva se logra a través de la inversión. Por otra parte, la
calidad de la inversión realizada está directamente relacionada con
la correcta asignación de los recursos disponibles; y la correcta
asignación de los recursos va a depender, entre otras cosas, de la
disponibilidad de los proyectos rentables.
La evaluación de proyectos se dirige a proporcionar un
marco racional para resolver la asignación
económica de recursos que optimice el resultado en función del
objetivo del decisor. El término "decisor" es definitorio de los dos
enfoques centrales del tema, la evaluación privada y la evaluación
social.
Mientras la "evaluación social" atiende las
prioridades de asignación conforme objetivos estratégicos de
política nacional, la "evaluación privada" busca la solución más
eficiente en cuanto al acrecentamiento del capital en el tiempo.
Ambas tienen un principio metodológico común, el resultado que se
obtiene en el futuro con recursos sacrificados en el presente, pero
divergen en los criterios de asignación de costos y
beneficios.
La evaluación de proyectos es una herramienta que
ayuda a la toma de decisiones que sólo le compete al inversor ya que
es él quien arriesga sus fondos o se compromete a devolver lo
prestado para obtener los beneficios del proyecto. No le asegura que
el proyecto sea rentable ya que nadie conoce el futuro. La
predicción perfecta es imposible debido a muchos factores entre
otros por la inestabilidad de la naturaleza, el entorno
institucional y la normativa legal. Pero, con la formulación y
evaluación de proyectos, se le permite al inversor disminuir la
probabilidad de equivocarse en comparación con aquél que no hubiera
hecho ningún estudio.
El evaluador, como responsable de este
trabajo, corre un doble riesgo:
• Decir que un proyecto es rentable, y que no lo
fuera •
Decir que un
proyecto no es rentable, y que sí lo
sea |
El proceso de formulación y evaluación
debe partir de observar, analizar e identificar el problema, para
así realizar un diagnóstico correctamente descriptivo de la
situación "sin proyecto". Luego, para formular y
evaluar el proyecto, previamente hay que determinar los supuestos
que se requieren para construir las hipótesis de escenarios en los
que el proyecto tendrá efecto, como requisito para obtener la
situación esperada "con proyecto". Las premisas y
supuestos deben nacer de la realidad misma en la que el proyecto
estará inserto y en el que deberá rendir sus beneficios.
Consecuentemente, es de la comparación entre ambas situaciones,
"con" y "sin proyecto", que se podrán medir y valorar los costos y
beneficios que le sean imputables.
Las series de ingresos y
egresos que caracterizan una inversión forman la base de todo
cálculo económico. La evaluación de un proyecto, en sí misma, se
sustenta únicamente sobre la forma de inversión y
no sobre la de la financiación que concurra al pago
de aquélla.
Toda decisión de inversión debe responder a un
estudio previo de las ventajas y desventajas asociadas a su
realización, y seis son los estudios particulares que deben
realizarse para evaluar un proyecto: los de la viabilidad comercial,
técnica, legal, de gestión, ambiental y financiera, si se trata de
un inversionista privado, o económica, si se trata de evaluar el
impacto en la estructura económica del país. Cualquiera de ellos que
llegue a una conclusión negativa determinará que el proyecto no se
lleve a cabo.
Debido a lo anterior los proyectos están
asociados interdisciplinariamente y requieren de diversas instancias
de apoyo técnico antes de ser sometidos a su aprobación.
El
proceso de un proyecto reconoce tres grandes etapas:
• Preinversión: estudios a nivel de Idea, perfil,
prefactibilidad y
factibilidad |
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• Inversión: ejecución del proyecto
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• Operación |
En el marco del proceso de
descentralización y modernización del estado quizás una de las
tareas más difíciles tiene que ver con el conjunto de funciones y
responsabilidades vinculadas a la gestión municipal. El desempeño
eficiente y equitativo de la administración local implica no sólo
dotar a las autoridades municipales de una dosis de autonomía sino
también replantear su forma de actuar, especialmente en lo
concerniente a la eficacia y eficiencia con que se distribuyen,
transfieren y utilizan los recursos de inversión.
Hay en
marcha un proceso creciente de traspaso de la responsabilidad de
hacer gobierno, desde el tradicional nivel central nacional a
niveles jurisdiccionales inferiores, lo cual lleva a una progresiva
participación de la sociedad civil en el diseño y ejecución de su
propio proyecto de futuro, participación ahora obligada a ser
eficiente y veloz. De estas dos últimas imposiciones, la primera se
deriva del proceso de descentralización y la segunda del proceso de
globalización.
Este nuevo entorno del desarrollo territorial
obliga a pensar toda propuesta de futuro en función del
posicionamiento en los mercados internacionales, en función de un
papel más significativo de la propia sociedad civil, en función de
un reparto más equitativo de las ganancias, con suficiente
flexibilidad para acomodar el territorio en diferentes ámbitos y
configuraciones territoriales, administrándolo como si fuese una
organización empresarial, gobernándolo de manera de crear poder
político, demandando al Estado una visión territorial de sí mismo, y
entendiendo que una gestión contemporánea requiere crear capital
social sin que ella se agote en el uso de los recursos materiales
tradicionales.
Con este contexto, y tanto para los ámbitos
público o privado, la evaluación de proyectos es un instrumento
sustantivo para analizar la racionalidad económica en que se
sustente la selección entre distintas alternativas de gestión y de
emprendimientos.

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