Bolivia y la gran ley de la lucha de clases

Los últimos acontecimientos del 12 y 12 de febrero, suscitados en nuestra nación oprimida, ilustran con suma evidencia la manifestación de la lucha de clases tan negada por aquellos intelectuales burgueses y por los detractores del marxismo y su desarrollo.

¿Qué es pues la lucha de clases y cuáles son sus principales manifestaciones?

En primer lugar debemos destacar que el marxismo consta de miles de verdades pero se sintetiza en que las masas hacen la historia y ¡la Rebelión se justifica! A partir de este axioma inferimos que la lucha de clases es gran y constante guerra de clases dirigida por la política y presenta dos manifestaciones:
1.- Lucha de clases INCRUENTA en la que la política se expresa como guerra sin derramamiento de sangre.
2.- Lucha de clase CRUENTA en la que la política se desencadena con derramamiento de sangre.

En consecuencia, tanto la lucha de clases incruenta como cruenta constituyen formas de esa gran guerra política; y, por supuesto, que signa el desarrollo de la contradicción: revolución - contrarrevolución.

Las formas incruenta y cruenta componen la gran ley de la lucha de clases. Esta es una ley ineludible.

Ya, Carlos Marx, Lenin, Stalin y el Pdte. Mao Tse-tung nos enseñaron que la política es guerra sin derramamiento de sangre y que al mismo tiempo es una guerra cotidiana, constante entre explotados y explotadores, opresores y oprimidos. Se tiene entonces que diariamente acontece esa guerra y como es de todos los días suele pensarse incorrectamente que es normal, y llegamos a pensar que únicamente hay guerra cuando se toman las armas y suceden enfrentamientos bélicos. Esta lucha de todos los días, como guerra de clases tiene sus vivas expresiones, si se observa por ejemplo la precaria situación de los obreros, mineros, etc., se concluye que existe elevado desempleo y si lo hay se da en condiciones miserables puesto que carecen de los más elementales derechos laborales.

Asimismo, si vemos la situación de la niñez, juventud, adultez y ancianidad arribamos a esbozar un catastrófico diagnóstico por las condiciones paupérrimas en que viven. En suma, todo eso es guerra de clases y se concibe que aquello es paz afirmando que solamente hay guerra cuando la matanza es obvia y se usa armamento.

En nuestro país mueren cerca de 20,000 mil niños antes de cumplir cinco años de edad y a nivel mundial son casi 20 millones; en ambos casos las causas son las mismas: miseria, hambre, enfermedades, epidemias. ¿Por qué se da esta cuestión? Lo que sucede es que esto queda oscuro, en sombras, es lo "normal", es lo cotidiano que se oculta debido a que no se presencian acciones armadas, es matar por hambre a lo que se llama paz, a la matanza silenciosa y escondida generada por este vil sistema. Preguntamos ¿Puede afirmar alguien que el mundo se encuentra hoy en día en paz? ¿Creen en la paz cuando el imperialismo Yanqui en medio de su lenta agonía marcha a su muerte inexorable y aplasta a los pueblos del mundo a sangre y fuego?¿Cuándo las pugnas y colusiones imperialistas se desenvuelven en función de un nuevo reparto del mundo? ¿Acaso los enemigos del proletariado internacional y los pueblos del mundo no hablan de paz y asesinan todos los días? ¿Cuándo los imperialistas y sus transnacionales invocan la paz y en los hechos meten a la tumba a centenares de millones de seres humanos por hambre y por su sistema de explotación y opresión? Ante ello sostenemos: lo que buscamos los comunistas es la paz perdurable, la paz en que la igualdad entre los hombres sea una realidad objetiva, la paz del reino de la libertad y pese a que aún a esa tendencia no hemos llegado marchamos férreamente a ella, pues los hombres serán realmente hombres cuando el comunismo brille sobre el planeta.

Los acontecimientos del 12 y 13 de febrero manifiestan en su estado germinal lo que entendemos por guerra cruenta, es decir la acción política que implica derramamiento de sangre. Pero la guerra cruenta tiene sus peculiares características y se ajusta a determinadas coyunturas y situaciones concretas. En nuestro caso lo que se dio fue una espontánea confrontación entre importantes sectores de la población y el caduco estado boliviano representado por sus genocidas fuerzas armadas.

Ciertamente, la confrontación de clases estuvo presente, ya que una vez más los de abajo se levantaron contra los de arriba y el hecho de que no haya sido un combate protagonizado por el proletariado o una vanguardia revolucionaria eso no quita en lo absoluto el carácter de la lucha entre las clases antagónicas, tal como algunos seudo analistas políticos y renegados del marxismo pretender negar. ¿Acaso los sectores participantes en las heroicas jornadas de febrero no forman parte del pueblo explotado y oprimido? ¿No es cierto que los de abajo están hartos del sometimiento de sus verdugos y ante la carencia de una organización comunista de nuevo tipo se desbordan para lanzar su grito y acción de rebeldía? Por supuesto que la respuesta tautológica no es otra que una seca afirmación.

El que hayan masacrado al pueblo, con un saldo de decenas de asesinados y centenares de heridos y detenidos, es un dato más que desenmascara el carácter genocida de esta coalición de gobierno (MNR, MIR, UCS, PS1, MBL, etc) que nuevamente no vacila en arremeter contra el pueblo desarmado. Además, el perfil de este estado opresor se asienta en un largo historial de matanzas contra el pueblo ejecutado por los diferentes gobiernos de turno, profundamente hambreadores, proimperialistas, narcotraficantes y fascistas.

Sin embargo, esa masacre se da en un contexto mundial de aguda pugna interimperialista por nuevo reparto del mundo, en medio de agresiones imperialistas contra las naciones oprimidas y con un firme despertar del proletariado y pueblos del mundo que en su caminar van construyendo Partidos comunistas maoístas (Irán, Turquía, etc.). En el escenario nacional, a su modo, se reproduce lo anterior, ahí tenemos la creciente y generalizada protesta popular, la lucha en el seno del pueblo por demoler a los falsos revolucionarios y a esas falsas organizaciones "izquierdistas y populistas" conocidas y la necesidad de construir una auténtica organización comunista que este a la altura de las exigencias históricas y no sólo procure dotar de correcta línea ideológica y política, programa, sino fundamentalmente de vanguardizar el combate por la demolición de este viejo estado y la construcción de la sociedad socialista. Esa es la lección que nos deja estos aleccionadores sucesos.

¿Qué planteamos nosotros? Que el pueblo en su largo caminar no solo lucha sin cejar contra los causantes de sus miserias y penurias, sino que debe forjar en el crisol de la lucha de clases, a sus mejores hijos y a su Partido Comunista de nuevo tipo que encarne su proyecto histórico y fundamentalmente lo viabilice enarbolando la violencia revolucionaria como partera de la historia y marche, así, a la tendencia histórica principal del tercer milenio: el socialismo rumbo al comunismo a través de sucesivas revoluciones culturales.

¡¡Proletarios y naciones oprimidas del mundo, uníos!!


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