LA GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL ES UN ASUNTO El comunicado de la XI Sesión Plenaria del VIII Comité Central se dirigía
claramente no sólo al pueblo chino sino a los proletarios revolucionarios
del mundo.
LA GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL ES UN ASUNTO DE PRIMORDIAL IMPORTANCIA QUE
ATAÑE AL DESTINO, LAS PERSPECTIVAS Y LA FISONOMÍA FUTURA DE NUESTRO
PARTIDO Y NUESTRO PAÍS, Y UN ASUNTO DE PRIMERA IMPORTANCIA RELACIONADO CON
LA REVOLUCIÓN MUNDIAL.[1]
En los últimos 16 años, ha habido una batalla tras otra en los frentes
ideológico y cultural, cada una más profunda que la anterior. Lejos de ser
fenómenos aislados y accidentales, estas batallas son manifestaciones de
la profundización de la lucha de clases en China y en el extranjero. Un
puñado de representantes de la burguesía, tratando en forma constante y
obstinada de manifestarse, se aferran desesperadamente a su recalcitrante
baluarte de ideología burguesa y se entregan a frenéticas actividades
anti-partido y anti-socialistas. Provocar disturbios, fracasar, provocar
disturbios de nuevo, fracasar de nuevo, y así hasta la ruina: ésta es la
lógica de todos los reaccionarios. Este puñado de representantes de la
burguesía no es, de ninguna manera, una excepción.
La experiencia histórica de la revolución proletaria nos dice que el
problema fundamental de la revolución es el poder. Vencimos al enemigo en
todo el país y nos apoderamos del poder con el fusil. El imperialismo, el
feudalismo y la clase capitalista burocrática pueden ser todos derrocados;
los millonarios, multimillonarios y archimillonarios pueden ser
derribados, sean quienes fueren. Y sus propiedades pueden ser confiscadas.
Sin embargo, la confiscación de sus propiedades no equivale a la
confiscación de las ideas reaccionarias de sus mentes. Todos los días y a
cada momento están siempre soñando con su restauración, en el
restablecimiento de su “paraíso” perdido. Aunque constituyen una
proporción minúscula de la población total, su potencial político es
considerable y su poder de resistencia es proporcionalmente mucho mayor
que su número.
La sociedad socialista emerge del seno de la vieja sociedad. No es fácil
liquidar la idea de la propiedad privada formada durante miles de años de
sociedad de clases, ni la fuerza de la costumbre ni la influencia
ideológica y cultural de las clases explotadoras asociadas a la propiedad
privada. Las fuerzas espontáneas de la pequeña burguesía de la ciudad y
del campo engendran constantemente nuevos elementos burgueses. A medida
que las filas de los obreros crecen en número y amplitud, se infiltran
algunos elementos impuros. Y después de conquistado el poder y viviendo en
un ambiente de paz, cierto número de personas en las filas de los cuadros
del partido y de los organismos estatales degeneran. Al mismo tiempo, en
el plano internacional, el imperialismo, encabezado por los EE.UU., y los
reaccionarios de los diversos países se esfuerzan por eliminarnos
empleando la doble táctica contrarrevolucionaria: amenazas de guerra y
“evolución pacifica”. El grupo revisionista contemporáneo, con la
dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) como su
centro, también procura derrocarnos por todos los medios posibles. Si en
estas circunstancias olvidáramos la lucha de clases y abandonáramos
nuestra vigilancia, correríamos el peligro de perder el poder y de dejar
que el capitalismo se restaure.
Nuestra lucha contra la burguesía es prolongada. El Presidente Mao nos
enseña: Cierto es que en China se han concluido ya básicamente las
transformaciones socialistas en lo que a la propiedad se refiere; y han
terminado, en lo fundamental, las grandes y tempestuosas luchas de masas
entre las clases, características de los periodos revolucionarios. Pero,
no obstante, perduran aún los restos de las clases derrocadas: los
terratenientes y los intermediarios del imperialismo extranjero, existe
aún la burguesía y la pequeña burguesía acaba de empezar a reeducarse. La
lucha de clases no ha terminado todavía. La lucha de clases entre el
proletariado y la burguesía, entre diferentes fuerzas políticas, y entre
el proletariado y la burguesía en el terreno ideológico, será aún larga y
tortuosa, y a veces incluso muy aguda.
El proletariado aspira a transformar el universo según su concepción del
mundo; la burguesía también tiende a transformarlo según la suya. Aún no
ha sido zanjada definitivamente la cuestión de quién vencerá a quién en
este terreno: si el socialismo o el capitalismo”
Nuestra lucha contra los representantes de la burguesía en los frentes
ideológico y cultural no es, de ningún modo, “polémicas en el papel” sin
grandes consecuencias, sino una lucha de clases entre la burguesía y el
proletariado, entre el camino socialista y el capitalista. Es una lucha de
quien vencerá a quien: el capitalismo o el socialismo; una lucha entre el
marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Tse-tung, por una parte, y la
ideología capitalista y revisionista por la otra; una lucha entre los
complots de la burguesía destinados a la restauración del capitalismo y
los esfuerzos del proletariado por frustrarlos. Esto no debe ser
subestimado en modo alguno ni debe haber la más mínima falta de vigilancia
a este respecto.
Las actividades anti-Partido y antisocialistas de los representantes de
los representantes de la burguesía en los frentes ideológico y cultural
tienen por objeto abrir el camino a la restauración del capitalismo.
La experiencia histórica del proletariado nos enseña que la burguesía
utiliza invariablemente dos tácticas para procurar su restauración
contrarrevolucionaria. Una es la represión armada de la revolución
proletaria. La primera dictadura del proletariado en el mundo, establecida
en 1871 por el proletariado de Paris, fracasó al final debido a la
represión armada contrarrevolucionaria. Después de la victoria de la
Revolución de Octubre, Rusia fue sometida a un ataque conjunto de catorce
países imperialistas capitalistas y a las contraofensivas de la Guardia
Blanca de los terratenientes y la burguesía del país, que intentaban su
restauración, y sólo al cabo de tres años de guerra, el recién nacido
régimen logró ser salvaguardado.
Los contraataques armados de la burguesía, sean aislados o en colusión con
las fuerzas reaccionarias internacionales, son una obvia forma militar de
realizar una restauración. Es relativamente fácil verlo y observarlo, y la
gente esta más alerta frente a esto. La otra forma de realizar la
restauración es la “evolución pacífica”. Comienza por operar en la esfera
ideológica a fin de preparar la opinión pública para la restauración, la
subversión y el golpe de Estado contrarrevolucionario. Cuando las
condiciones estén maduras, ellos tomarán el Poder y restablecerán la
dictadura de la burguesía. A menudo la gente no percibe esta forma, no la
nota y no está vigilante contra ella.
El papel de vanguardia en el incidente contrarrevolucionario de 1956 de
Hungría fue jugado precisamente por un grupo de hombres de letras
revisionistas del Club Petofi. La camarilla de Tito de Yugoslavia se dejó
arrastrar hace mucho mediante la “evolución pacifica”. El grupo
revisionista jruschovista utilizó el mismo método para realizar la
restauración del capitalismo en la Unión Soviética. Jamás debemos olvidar
estas lecciones históricas pagadas con sangre.
Métodos similares empleó también el puñado, ahora descubierto, de
representantes de la derrocada burguesía de China. Se empeñaban en tomar
en sus manos la ideología, la superestructura, el trabajo teórico y
académico, la literatura, el arte, etc. Se esforzaban en el frente
cultural para que en la escena predominaran los emperadores y reyes,
generales y ministros, letrados y beldades, para que predominaran los
ídolos extranjeros y los muertos, y hacían una propaganda anti-Partido y
antisocialista. Utilizando la táctica de roer, trataban de ir devorando
parte por parte nuestras posiciones en lo ideológico. Mediante sus
tácticas de infiltración querían contaminar de a poco nuestras mentes con
la ideología burguesa. Usaban triquiñuelas extremadamente encubiertas y
astutas. Durante largo tiempo controlaron cierto número de medios de
propaganda del Partido y levantaron la bandera roja para oponerse a la
bandera roja. Bajo el disfraz de relatar cuentos, comunicar conocimientos
y efectuar investigaciones académicas, lanzaban desenfrenados ataques al
Partido. Corrompían a la juventud con la idea burguesa de “hacer su propio
camino” y de lograr fama y carrera individuales, a fin ganarse a las masas
y a la joven generación arrebatándolas a nuestro Partido. Usurpando el
nombre del Partido, atraían a los monstruos de la sociedad a sus guardias
gangsteriles y realizaban frenéticas actividades contrarrevolucionarias.
Lo que hacían era preparar el terreno político, ideológico y organizativo
para la restauración del capitalismo. Los medios que empleaban, aunque
diferentes en los aspectos secundarios, fueron en lo esencial los mismos
que los del Club Pedofi de Hungría y los que había usado Jruschov. Sería
muy peligroso si no viéramos esto.
En consecuencia, con respecto a los artículos y folletos anti-Partido y
antisocialistas y las malas piezas teatrales y películas anti-Partido y
antisocialistas hechos por los “eruditos”, “especialistas” y “escritores”
burgueses, que estaban apoyados y protegidos por manipuladores entre
bambalinas, no debemos adoptar la actitud de que “cuando los letrados
planean una rebelión, no pueden tener éxito aunque se esfuercen durante
tres años”, o “unos cuantos pececillos no pueden agitar grandes olas no
volcar las embarcaciones”. Tampoco debemos considerar que, después de
tomar el Poder, todo marcha bien y podemos dormir a pierna suelta. Si sólo
prestamos atención a la construcción, la producción, la cultura y la
educación, si sólo pensamos en enfrentar a la pandilla de Chiang Kai-sek y
al imperialismo norteamericano y pasamos por alto el hecho de que la
burguesía aún puede empeñarse en la restauración y subvertirnos desde
dentro, y si nos embrollan las ideas y dejamos que los arribistas
burgueses logren éxito en sus maquinaciones, entonces la historia nos
juzgará como criminales.
Precisamente por esta razón, la lucha actual posee un gran significado
profundo y de largo alcance.
Primero: La gran revolución cultural proletaria tiene por objeto defender
la dictadura del proletariado.
Si no realizamos esta revolución y permitimos a los representantes de la
burguesía poner en práctica sus complots para la restauración del
capitalismo, ocurrirá algún incidente de tipo húngaro o algún golpe de
Estado contrarrevolucionario del tipo Jruschov. En tal momento surgiría la
posibilidad de que la pandilla de Chiang Kai-shek regresara al continente,
que gran número de terratenientes, tiranos locales y sus bandas armadas
nos lanzaran un contraataque de venganza, que nuestro Partido y nuestro
país se arruinaran, que nos mataran y retrocediera drásticamente la
historia. Estarían perdidos los frutos de las luchas revolucionarias
libradas por el pueblo chino desde hace más de cien años, años en los
cuales nuevas fuerzas avanzaron continuamente para tomar el lugar de
aquellos que cayeron derramando su sangre y sacrificando sus vidas. El
pueblo chino se convertiría una vez más en la bestia de carga del
imperialismo, la burguesía y la clase feudal.
Como ha señalado el Presidente Mao, “si se dejase surgir a los
terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos
nocivos y otros monstruos, y frente a esto nuestros cuadros cerraran los
ojos e incluso, en muchos casos, no distinguieran entre los enemigos y
nosotros, sino que colaboraran con ellos y quedaran corrompidos y
desmoralizados; si con ello nuestros cuadros fueran arrastrados al campo
del enemigo o el enemigo lograra colarse en nuestras filas, y si muchos de
nuestros obreros, campesinos e intelectuales fueran dejados indefensos
ante las tácticas blandas y las duras del enemigo, entonces no haría falta
mucho tiempo, tal vez sólo algunos años o una década, o varias décadas a
lo sumo, para que se produjera inevitablemente una restauración
contrarrevolucionaria en escala nacional, el partido marxista-leninista se
transformara en partido revisionista o fascista, y toda China cambiara de
color”.
Segundo: La gran revolución cultural proletaria está ejerciendo y ejercerá
un incalculable efecto profundo y de largo alcance en el mundo de nuestro
tiempo y del futuro.
El primer país socialista, la Unión Soviética, fue arrastrado por el
revisionismo jruschovista al camino de la restauración del capitalismo.
Ahora, todos los pueblos y naciones oprimidos del mundo ponen sus
esperanzas en la revolucionaria Nueva China. Bajo la dirección del Comité
Central del Partido, enarbolando la gran bandera roja del
marxismo-leninismo, del pensamiento de Mao Tse-tung, persistiendo en su
firme posición contra el imperialismo, el revisionismo contemporáneo y los
reaccionarios de los diversos países, aplastando recientemente la
arrogancia del enemigo y elevando en gran medida la moral popular, el
pueblo chino ha establecido un brillante ejemplo para los pueblos del
mundo entero. Nuestro país se ha convertido en la base de apoyo de la
revolución mundial. Nuestro Partido se ha hecho el abanderado de la
revolución mundial. El pensamiento Mao Tse-tung es el faro de la
revolución mundial. Si esos elementos anti-Partido y antisocialistas
hicieran cambiar de color a China, quién sabe cuantas personas más
tendrían que sufrir y cuantos años más demoraría la victoria de la
revolución mundial.
En sus actividades anti-Partido y antisocialistas, el puñado de
representantes de la burguesía actuaban de manera coordinada, en el plano
internacional, con el imperialismo, el revisionismo contemporáneo y los
reaccionarios de diversos países. Su desenmascaramiento fue un serio golpe
al enemigo de clase en el extranjero; removió una bomba de tiempo
escondida dentro de nuestro Partido. Con la profundización de la gran
revolución cultural de China, la maquinaria de propaganda de los
imperialistas, los revisionistas contemporáneos y todos los reaccionarios
se ha puesto a trabajar bombardeándonos con maldiciones. Como ejemplo
negativo, esto prueba el gran significado de esta lucha nuestra.
Tercero: La gran revolución cultural proletaria es para cada uno de
nuestros camaradas un adiestramiento práctico en la lucha de clases.
Esta lucha nos quita, una vez más, la tierra de los ojos y nos da una
comprensión aún más profunda de que la sociedad socialista es una sociedad
con clases y lucha de clases. La revolución socialista en el frente
económico y la transformación socialista de la propiedad de los medios de
producción no bastan por sí solos, ni dan solidez; debe llevarse a cabo
también una revolución socialista total en el frente político e
ideológico. Y se requerirá un largo, pero muy largo tiempo –décadas o
incluso siglos- para solucionar el problema de quien vencerá a quién en la
lucha entre el socialismo y el capitalismo en el campo político e
ideológico. Cuando una línea negra sea eliminada, podrá aparecer otra.
Algunos representantes de la burguesía han sido puestos al descubierto,
mientras otros, que no han sido desenmascarados, aún se anidan entre
nosotros. Puesto que el enemigo usa medios sumamente solapados y arteros
para restaurar el capitalismo, su desenmascaramiento por parte nuestra nos
desarrolla la capacidad para realizar la lucha de clases y nos hace
comprender la complejidad de esta lucha.
NOTAS
|
Publicaciones | Documentos | Bibliotecas | Enlaces |