ARTICULO 1

PROCESO HISTORICO ACERCA DE LA EVOLUCION DE

 LA ADMINISTRACION.

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ADMINISTRACION CHINA:

El gran filósofo Confucio sentó las primeras bases de un buen gobierno en China, a pesar de que nunca estuvo satisfecho de los que había aportado con tal fin en los diferentes cargos que desempeñó, desde magistrado local hasta primer ministro. Al retirarse de la vida pública escribió sobre aspectos políticos y gobierno, incluyendo su criterio sobre varias cosas.

Otros contemporáneos de Confucio se interesaron también en los asuntos administrativos y de ellos Micius o Mo-ti fundó, 500 años antes de Jesucristo, una rama de la misma escuela, que difería fundamentalmente en aspectos filosóficos más que en principios.

A través de varios siglos, los chinos tuvieron un sistema administrativo de orden, con un servicio civil bien desarrollado y una apreciación bastante satisfactoria sobre muchos de los problemas modernos de administración pública.

 ADMINISTRACION EGIPCIA:

Egipto tenía una economía planeada y, , un sistema administrativo bastante amplio, que ha sido clasificado por Weber como "burocrático". Debido a los medios de comunicación marítimos fluviales, así como el uso comunal de la tierra, fue necesario que tales servicios y bienes fueran administrados de manera pública y colectiva, a través de el gran poder del gobierno central.

La idea que prevaleció en el antiguo Estado egipcio durante la IV, XI y XVIII dinastías fue que debía haber una severa coordinación de los esfuerzos económicos de toda población, a fin de garantizar a cada uno de los miembros de la comunidad, y para ella la misma como un todo, el más alto grado de prosperidad.

El sistema de los ptolomeos tuvo gran influencia en la administración de Filadelfia, puesto que en ella también la agricultura, el pastoreo, la industria y el comercio fueron conducidos dentro de iguales marcos de rigidez. Durante el Imperio Otomano (1520-1566 d. J.) se organizó una excelente administración de personal público, a pesar de que estaba concebida como un sistema de castas.

Tantas las formas burocráticas egipcias como sus seguidores levantinos tuvieron gran influencia en los criterios de gobierno e la región.

 ADMINISTRACION ROMANA:

Después de varios siglos de monarquía, ejercida por soberanos etruscos, la república es instaurada en 509 a. J. C. En lo sucesivo, todos los ciudadanos forman el populus romanus, que se reúne en unas asambleas, los comicios. Cada año eligen unos magistrados encargados de gobernar el país: Cuestores (finanzas), ediles (administración), y pretones (justicia). En la cumbre, dos cónsules ostentan el poder ejecutivo, dirigen al ejército y realizan las funciones de jefes de estado. Acceder a estas diferentes funciones, una después de otra, constituye el curus honorum. Por ultimo, todos los antiguos magistrados componen el senado, que controla la política interior y dirige la política exterior.

Conquistadores atrevidos, cultivadores y comerciantes prudentes, los romanos manejan con igual ardor la espada que el arado. De esta manera engrandecen sus territorios e implantan una administración encargada de fomentar su desarrollo. Cada uno de los pueblos sometidos les suministra un importante contingente de soldados y esclavos. Los ciudadanos van abandonando progresivamente a estos últimos, cada día mas numerosos, la mayor parte de sus tareas. Este sistema subsistirá durante varios siglos y permitirá que los romanos lleven a cabo una obra gigantesca y múltiple en los límites de su inmenso imperio: construcción de incontables monumentos, carreteras y acueductos; explotación de minas y canteras, irrigación. Pero también les quitará el sentido a la lucha y el esfuerzo, dejándolos finalmente desarmados ante las invasiones de los bárbaros, que acabarán con su poderío a partir del siglo IV de nuestra era.

El espíritu de orden administrativo que tuvo el Imperio Romano hizo que se lograra, a la par de las guerras y conquistas, la organización de las instituciones de manera satisfactoria. El estudio de estos aspectos se puede dividir en la dos etapas principales por las cuales pasó la evolución romana, a saber; La República y el Imperio. Sin embargo, deben estudiarse también la monarquía y la autocracia militar. La primera época de la República comprendió a Roma como ciudad y la segunda a su transformación en Imperio mundial, y es justamente este último período el que puede ser de mayor interés de estudio por el ejemplo administrativo que ha dado. Cuando vino el Imperio, y éste extendió sus dominios, el sistema consular tuvo que transformarse en el proconsular que trató de lograr una prolongación de la autoridad del cónsul. Fue así como éstos y los pretores recibían una extensión del territorio bajo su tutela, después de un año de trabajo y pasaban así a tener jurisdicción sobre una provincia, bien como cónsules o como pretores.

 Años más tarde, al comienzo de la Era Cristiana, vino otro cambio de gran importancia, al convertirse el imperio Romano en una autocracia militar establecida por Julio Cesar y mantenida luego por sus antecesores. Correspondió a Diocleciano (284-205 después de Jesucristo) reformar la autoridad imperial; eliminó los antiguos gobernadores de provincias y estableció un sistema administrativo con diferentes grados de autoridad. Fue así como debajo del emperador venían los prefectos pretorianos. Najo ellos los Vicario o gobernantes de la diócesis, y subordinados a ellos los gobernadores de provincias hasta llegar finalmente a los funcionarios de menor importancia.

Entre las limitaciones mayores que se le apuntan a los sistemas administrativos romanos están la era de ampliación que tuvo la forma de gobierno de la ciudad de Roma al Imperio, y también la reunión de las labores ejecutivas con las judiciales, a pesar de que se reconoce que fueron aislados los conflictos de autoridad que se presentaron por equivocadas concepciones entre los derechos y los deberes particulares. Ello se subsanó por la disciplina que tuvieron en su organización jurídica, la cual ha servido de pilar fundamental a la concepción del derecho.

 

 

 ADMINISTRACION DEMOCRATICA GRIEGA:

 La administración gubernamental griega tuvo cuatro pasos evolutivos, puesto que sus estados tuvieron:

·                     Monarquías

·                     Aristocracias

·                     Tiranías

·                     Democracias

Con la única excepción de Esparta, en donde siempre hubo una aristocracia.

 La monarquía ateniense fue su primer sistema de gobierno y tuvo relativamente poca importancia desde un punto de vista administrativo; en tanto que el período aristocrático, que duró hasta el siglo y ante de Jesucristo, y el democrático si tuvieron una gran transcendencia. Mientras la democracia, el sistema de gobierno griego consistió en una asamblea popular denominada la eclesia, en el cual residía la autoridad máxima, y en ella participaban directamente todos los ciudadanos. Fue así ésa la primera manifestación que tuvo del concepto de gobierno de la mayoría y de que la soberanía del Estado la tiene el pueblo. En la eclesia se encuentran en buena parte las bases de nuestros sistemas democráticos actuales, con algunas limitaciones y diferencias. En la eclesia se discutían los asuntos y se formulaban las políticas a través de decisiones en las cuales tenían participación todos los ciudadanos.

 LA ADMINISTRACION EN LA EDAD MEDIA:

 El feudalismo y los señores feudales

La Edad Media de Europa se caracterizó básicamente por un sistema político original: el feudalismo. Los reyes sólo disponían de un poder limitado: no eran mas que la cabeza de toda una jerarquía de señores, vinculados entre ellos por lazos de vasallaje. El señor feudal vivía en su castillo, administraba la justicia, dirigía la policía, recaudaba los impuestos y acuñaba la moneda. Su autoridad y, en ciertos casos, su papel de protector se ejercían sobre sus vasallos y sobre la masa de campesinos, que constituían en ese entonces el elemento esencial de la población. Entre estos últimos, algunos eran libres, (los llanos) y otros dependían directamente del señor (los ciervos).

 La Edad Media se caracterizó pro las formas descentralizadas de gobierno y como reacción de lo que había sucedido en el Imperio Romano, y aun en el gobierno democrático griego, que fueron altamente centralizados. Fue así como apareció el feudalismo bajo el cual los antiguos ciudadanos y habitantes del caído Imperio Romano se agruparon alrededor de personajes importantes en busca de protección. Durante la época medieval hubo una notable evolución de los sistemas organizativos como resultado del debilitamiento del poder central durante los últimos días del Imperio Romano. La autoridad pasó al terrateniente, el cual tenía poderes extraordinarios para fines tributarios de policía dentro de su dominio o saltos. Se extendió también la commendación o entrega voluntaria de tierra a algún príncipe poderoso, de parte de un pequeño terrateniente que continuaba viviendo en ella como precarium, con el objeto de que se protegiese de por vida. Es decir que pasaba de terrateniente a arrendatario. También en esta época, floreció y se consolidó también la Iglesia Católica y Apostólica Romana. El estudio de su organización ha de interesar a quien se inicia en las disciplinas administrativas, cualquiera que sea su credo religioso, porque ella tiene características muy particulares que inclusive en algunos aspectos obedecen a una concepción distinta del patrón clásico.

 LA ADMINSITRACION EN LA EDAD MODERNA:

El más importante, ejercido por la asamblea de representantes elegidos, consiste en hacer las leyes. El poder ejecutivo el cual es el gobierno, se encarga de la aplicación y de la ejecución de las leyes. El poder judicial, por último, tiene un doble cometido: por una parte castigar las violaciones de la ley cometidas por los individuos el cual es la jurisdicción penal, y por otra parte dirimir los conflictos entre los ciudadanos (jurisdicción civil).

Montesquie fue la persona que dio a conocer una teoría que estuvo inspirada en las experiencias tenidas en el Imperio Romano y en la Constitución de Inglaterra. El Ensayo sobre el gobierno civil, de John Locke y la estancia de Monstesquieu el Estado tiene tres clases de órganos; el legislativo, el ejecutivo y el judicial ( que él llama también el "ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil"). Según su teoría:

El legislativo es el que hace las leyes o deroga las existentes.

El ejecutivo tiene la responsabilidad de aplicarlas.

El judicial es el poder que castiga los delitos y tiene a su cargo la interpelación de las diferencias entre las personas.

Montesquieu tenía una concepción distinta a la que se sustenta hoy día en los países democráticos, sobre los cuáles han de ser las condiciones de selección que deben satisfacer esos tres órganos. El consideró conveniente que los miembros del Judicial fueran transitorios y salidos "de la masa popular", en tanto que para los poderes legislativo y ejecutivo podrían ser permanentes "porque no ejercen particularmente contra persona alguna". A pesar de ello, lo fundamental de su teoría de la separación funcional se mantiene actualmente como la base formal de la independencia relativa de los tres órganos. Lo más importante es, sin embargo, no la separación sino la coherencia de sus funciones para que el Estado, actúe con unidad.. Esa misma teoría funcionalista ha influido también para que en la empresa privada de cierto tamaño y características, como las sociedades anónimas, las de responsabilidad limitada, etc., haya un cierto deslinde de funciones, de suerte que las determinativas o legislativas de le conceden, por delegación de la asamblea general de accionistas, a la junta directiva, las ejecutivas, aplicativas o administrativas a la gerencia y las interpretativas o judiciales internas son ejercidas por órganos especiales o en parte por los otros dos cuerpos, puesto que en ese sector no hay esa división relativa de esas funciones, como si sucede en la administración pública.

A partir del siglo XIII, el sistema feudal se debilitó. Las ciudades, cuya importancia no cesaba de aumentar, adquirieron su independencia, se organizaron en municipios y se gobernaron por sí mismas. Finalmente, los reyes lograron imponer, de una manera progresiva, su autoridad y hacerse obedecer por los grandes señores feudales.

SINTESIS:

Las actuales concepciones administrativas son la resultante de un proceso iniciado en los mismos albores de la humanidad y que ha venido evolucionando y adquiriendo sus propios perfiles a través de diferentes épocas y etapas.

Dicho proceso administrativo se inició como un hecho obligado cuando dos individuos tuvieron que coordinar sus esfuerzos para hacer algo que ninguno de ellos pudo hacer por sí solo y evolucionó hasta convertirse en un acto previa y cuidadosamente planificado y racional que permite alcanzar los objetivos con los menores esfuerzos posibles y con las mayores satisfacciones para los individuos.

El estudio histórico de esa evolución administrativa nos muestra los enfoques que tuvo esta ciencia en Egipto, China, Grecia y Roma, y la influencia que tuvieron ciertos procedimientos utilizados en esos lugares sobre algunas prácticas actuales en el campo, entre ellas de la organización funcional de los poderes del Estado.

El conocimiento de la organización de la Iglesia Católica Apostólica Romana es también muy interesante para conocer la importancia que tiene en administración el adoctrinamiento para la prosecución de un objetivo, a pesar de que las estructuras y procedimientos puedan no satisfacer todos los principios teóricos administrativos.

Se adquiere un mejor entendimiento de la transformación que tuvo la ciencia de la administración; ella viene a consolidarse en la Edad Contemporánea con los valiosos estudios de Woodrow Wilson.

Las teorías y experiencias de Fayol y de Taylor marcaron una nueva etapa en la evolución de esa ciencia y la Administración científica, que postularon ellos y continuaron sus discípulos viene a ser uno de los medios más efectivos para la tecnificación de las industrias nacientes en el presente siglo; esa tecnificación ha influido grandemente también en el desarrollo económico y el mejoramiento de muchos país por su aplicación en el sector público.

DEFINICION DE ADMINISTRACION.

La administración se define como el proceso de crear, diseñar y mantener un ambiente en el que las personas, laborar o trabajando en grupos, alcancen con eficiencia metas seleccionadas. Es necesario ampliar esta definición básica. Como administración, las personas realizan funciones administrativas de planeación, organización, integración de personal, dirección y control.

·                     La administración se aplica en todo tipo de corporación.

·                     Es aplicable a los administradores en todos los niveles de corporación.

·                     La meta de todos los administradores en todos los niveles de corporación.

·                     La administración se ocupa del rendimiento; esto implica eficacia y eficiencia.

LAS FUNCIONES DE LA ADMINISTRACIÓN:

Muchos académicos y gerentes han descubierto que el análisis de la administración se facilita mediante una organización útil y clara del conocimiento como primer orden de clasificación del conocimiento se han usado las cinco funciones de los gerentes:

·                     Planeación.

·                     Organización.

·                     Integración de personal.

·                     Dirección.

·                     Control.

Esta estructura se ha utilizado y ha sido sometida a prueba desde la primera edición de esta obra en 1955. Aunque existen diferentes formas de organizar, el conocimiento administrativo, la mayoría de los autores han adoptado esta estructura u otra similar, incluso después de experimentar a veces con otras formas de estructurar el conocimiento.

Algunos académicos han organizado el conocimiento administrativo en torno a los papeles de los administradores. En realidad, se han hecho alguna contribución valiosa ya que este enfoque también se concentra en los que hacen los administradores y son evidencia de planeación, organización, integración de personal, dirección y control. Sin embargo este enfoque basado en los papeles tiene ciertas limitaciones.

Aunque se ponen de relieve las tareas de los Administradores deben operar en el ambiente externo de una empresa, así como en el ambiente interno de los diversos departamentos dentro de una organización.

CONCEPTO DE ORGANIZACION

La organización es una unidad social coordinada, consciente, compuesta por dos personas o más, que funciona con relativa constancia a efecto de alcanzar una meta o una serie de metas comunes. Según esta definición, las empresas productoras y de servicios son organizaciones, como también lo son escuelas, hospitales, iglesias, unidades, militares, tiendas minoristas, departamentos de policía y los organismos de los gobiernos locales, estatales y federal. Las personas que supervisan las actividades de otras, que son responsables de que las organizaciones alcancen estas metas, con sus administradores (aunque en ocasiones se les llama gerentes, en particular en organizaciones no lucrativas).

PRINCIPIOS DE LA ORGANIZACION.

El propósito de la organización: El propósito de la organización es ayudar a lograr que los objetivos tengan significado y contribuyan a la eficiencia organicional.

Principio de la unidad de objetivos

La estructura de una organización es eficaz si le permite al personal contribuir a los objetivos de la empresa. Principio de la eficiencia organicional. Una organización es eficiente si esta estructurada para ayudar al logro de los objetivos de la empresa con un mínimo de consecuencias o costos no deseados.

Causa de la organización: La causa básica de la estructura organicional es la limitación del tramo de la administración. Si no existiera esa limitación, una empresa no organizada podría tener un solo gerente.

Principio del tramo de administración

En cada posición administrativa existe un limite al número de personas que pueden manejar con eficacia una persona, pero el número exacto depende de la repercusión de diversas variables subyacentes.

La estructura de la organización: autoridad: La autoridad es el adhesivo de la estructura de la organización, el vínculo que la hace posible, los medios mediante los cuales se pueden colocar grupos de actividades bajo el mando de un administrador y se puede fomentar la coordinación de las unidades organicionales. Es la herramienta con la que el administrador esta en posibilidad de ejercer su discrecionalidad y de crear un ambiente para el desempeño individual. Algunos de los principios más útiles de la organización están relacionados con la autoridad.

Principio escolar

Cuanto más clara sea la línea de autoridad desde el puesto administrativo más alto de una empresa cada puesto subordinado, más clara será la responsabilidad para tomar decisiones y más eficaz la comunicación organicional.

Principio de delegación por resultados esperados

La autoridad delega a todos los gerentes individuales debe ser adecuada para asegurar su capacidad de cumplir los resultados esperados.

Principio del carácter absoluto de la responsabilidad

La responsabilidad por la acciones no puede ser mayor que la implícita en la autoridad delegada, ni debe ser menor.

Principio de unidad de mundo

Mientras más completas sean las relaciones de dependencia de un solo superior, menor será el problema de instrucciones opuestas y mayor la sensación de responsabilidad personal por los resultados.

Principio de nivel de autoridad

El mantenimiento de la delegación requiere que las decisiones propias de la autoridad de los administradores individuales deben tomarlas ellos en lugar de hacerlas ascender por la estructura de la organización.

La estructura organicional: actividades departamentalizadas: La organización incluye el diseño de una estructura departamental. Aunque hay varios principios en esta área uno de ellos es de gran importancia.

Principio de la definición fundamental

Mientras más clara sea la definición de un puesto o un departamento sobre los resultados esperados, las actividades a realizar y la autoridad de organización delega y la comprensión de las relaciones de autoridad e informales con otros puestos, la persona responsable podrá contribuir en forma más adecuada al logro de los objetivos de la empresa.

El proceso de organización: Los diversos principios de delegación de la autoridad y de la departamentalización son verdades fundamentales del proceso organicional. Se relacionan con fases de los dos aspectos primarios de organizar: la autoridad y los agrupamientos de actividades.. Existen ortos principios que se refieren al proceso de organizar, a través de cuya aplicación los gerentes obtienen un sentido de proporción o una medida del proceso total de la organización.

 Principio del equilibrio

En toda estructura existe la necesidad del equilibrio aplicación de los principios o técnicas debe estar equilibrada para asegurar eficacia global de la estructura para cumplir los objetivos de la empresa.

El principio del equilibrio es común a todas las áreas de las ciencias y a toda las funciones del administrador. Las ineficacias de extensos tramos de administración se deben equilibrar con las ineficacias de largas líneas de comunicación. Las pérdidas ocasionadas por el mando múltiple se deben equilibrar con las ganancias provenientes de la pericia y la uniformidad para delegar la autoridad funcional en los departamentos de "stall" y de servicios. Los ahorros de la especialización funcional en la departamentalización se deben equilibrar con las ventajas de establecer departamentos responsables de utilidades, semi independientes por el conducto o por territorio. De nuevo resulta evidente que la aplicación de la teoría de la administración depende de la situación específica.

Principio de flexibilidad

Mientras más increíbles se tomen para otorgar mayor flexibilidad a la estructura de una organización, mejor podrá ésta cumplir con su propósito. En cada estructura se deben incorporar procedimientos y técnicas para anticipar y reaccionar ante el cambio. Toda empresa avanza hacia su meta en un ambiente cambiante, tanto externo como interno. La empresa que sufre de inflexibilidad, tanto si se trata de resistencia al cambio, procedimientos demasiado complicados o líneas departamentales demasiado rígidas, se arriesga a ser incapaces de hacer frente a los retos de los cambios económicos, técnicos, biológicos, políticos y sociales.

Principio de facilitación del liderazgo

Puesto que la gerencia depende en alto grado de la calidad del liderazgo de quienes se encuentran en puestos gerenciales, es importante que la estructura organicional contribuya a crear una situación en la que el administrador pueda dirigir con mayor eficacia. En este sentido, la organización es una técnica para fomentar el liderazgo. Si la asignación de autoridad y los arreglos estructurales crean una situación en la que exista la tendencia a que los jefes de departamentos sean considerados como líderes y en el cual se les ayude en sus tareas de liderazgo la estructuración organicional habrá cumplido una tarea esencial.

IMPORTANCIA DE LA ORGANIZACION EN LA VIDA PERSONAL Y OCUPACIONAL DE TODA PERSONA.

En 1965 se hizo una encuesta de los lectores de la revista Harvard Business Review para determinar sus actitudes hacia las mujeres a las organizaciones lucrativas. Cerca de la mitad de los hombres y mujeres (y no había una gran diferencia entre ello) pensaban que las mujeres raras veces esperan lograr o incluso ni desean puestos de autoridad. Veinte años después, en 1985, los resultados mostraron que las actitudes hacia las mujeres en las empresas habían cambiado significativamente. Sólo el 9% de los hombre y el 4% de las mujeres en la encuesta pensaban que la mujer no aspiraba posiciones altas. Además se descubrió que ahora los hombres ven a las mujeres mucho más como colegas competentes y al mismo nivel. Sin embargo más del 50% de las personas encuestadas pensaban que las mujeres nunca serían aceptadas por completo en los negocios. Este puede ser desalentador en verdad para aquellas mujeres que aspiran a puestos gerenciales de alto nivel. Sin embargo hace 20 años muy pocas personas hubieran esperado el progreso hacia la igualdad que se ha hecho desde 1965.

Cierta evidencia indica que las mujeres si tienen dificultades para llegar a la cúspide. Por ejemplo, no hay mujeres camino del puesto de presidente en las 500 corporaciones de la revista Fortune (1985). Este criterio era para 1985, afortunadamente esta mentalidad ha cambiado.

Sin embargo, por ahora podemos concluir que para que una organización tenga buen funcionamiento, uno mismo tiene que adaptar ciertos fundamentos para lograr la armonía que esta necesita, es decir que uno mentalmente debe organizarse muy bien para operar en los trabajos que uno haga en la vida diaria, ya sea laboral o casero.

Ejemplo de ello, entre muchos aspectos que debe tener una organización, es la lealtad dentro de ella, el cual ella es también una resultante del establecimiento de adecuadas relaciones humanas y de la constitución de un buen espíritu de cuerpo con alta moral y equidad. Podría definirse como: la identificación con los objetivos sociales de una empresa o institución y con los individuos y grupo al cual se pertenece, dentro de un marco de moral y equidad.

La lealtad se logra a través del espíritu de cuerpo, porque él permite establecer un sentimiento de propósito y de participación colectiva y de reconocimiento y apreciación sobre el esfuerzo que cada uno da para materializar los propósito de la empresa o institución. La lealtad no se puede comprar sólo con incentivos económicos, pero se puede obtener adicionalmente de ellos a través del desarrollo de un verdadero sistema de identificación entre el individuo, su grupo informal y la organización.

 En toda organización humana existen jerarquías de lealtades, según el grado de identificación de sus componentes con las unidades administrativas, o con otros individuos. Algunas veces hay también conflictos entre esas lealtades, cuando existen discrepancias entre los propósitos de unos y otros. Un primer nivel se presenta en los estratos bajos, en donde hay generalmente lealtad hacia el propio grupo, por sobre la que se pueda tener a otros sectores de la organización formal.

Otro nivel de lealtad es aquel que tienen ciertas personas hacia el organismo como un todo y no a su propio grupo. Este tipo de lealtad no es muy común, pero se presenta entre las personas poco sociables "...insensibles a las actividades de su grupo o compañeros de trabajo, que creen que su progreso personal y fines personales resultan mejor definidos si defienden antes que nada al organismo en vez de al grupo inmediato de trabajo en el cuál se encuentran".

El tercer grupo es aquel constituido por las personas que desempeñan cargos directivos y que por lo tanto desarrollan su lealtad fuera de un grupo particular, puesto que pertenecen a varios y equitativamente la distribuyen entre ellos, pero teniendo como meta primordial de sus actuaciones la lealtad hacia la propia empresa o institución, enmarcadas dentro de las políticas de la misma.

 Trabajo realizado por:

Christian Gerald De Freitas H.

cgdf@cantv.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ARTICULO 2

EL ENFOQUE EMPRESARIAL DE LA PLANIFICACIÓN

ESTRATÉGICA TERRITORIAL.

 

http://imagourbis.unq.edu.ar/seminario_virtual_2004/Enfoque%20empresarial_Pancorbo_Amaury.doc

 

 

José Armado Pancorbo de Sandoval*

Amaury Hevia**

 

 

Abstract:

En este artículo se estudia el enfoque empresarial de la planificación estratégica territorial. Se parte de la tesis de que la nueva estrategia modernizadora de la gestión urbana debe centrarse, ante todo, en lo que es su nueva legitimidad: la prestación de servicios, y por ello adoptar las técnicas de gestión que persiguen una mejora de la calidad de éstos, además de incorporar algunas de las alternativas o puntos de vista propios de otras estrategias de tipo empresarial desarrolladas hasta ahora.

Este enfoque empresarial surge como consecuencia, entre otros motivos, de la ampliación de la relación con los demandantes de la gestión urbana, por una parte como titulares de derechos y garantías que el Estado debe respetar y proteger y, por otra, como usuarios de los servicios públicos.

 

Keywords: gestión urbana- planificación estrategia - desarrollo urbano-localización

 

 

Introducción

 

Según estudios de la onu para el año 2025 el 63% de la población mundial vivirá en las ciudades; en América Latina, Asia y muchos otras partes del mundo estos porcentajes ya están sobradamente superados. El mundo vive un acelerado proceso de urbanización como consecuencia del proceso de industrialización que se realiza en las ciudades, el cual demanda verdaderos ejércitos de “mano de obra” barata, proveniente del campo y por ser la ciudad el lugar donde se concentra toda la infraestructura de servicios públicos, con

excepción de las actividades primarias como la agricultura, la minería, etc., base y sustento de la industria.

El comercio, formador de vías y origen de la mayoría de nuestras ciudades, hoy más fácilmente global, internacional, con la facilidad e inmediatez de las comunicaciones ayudado por los avances en la cibernética y la telemática, promueve el planeta como una “aldea global”; acabará con las ciudades tal como hoy las conocemos, dando paso a “asentamientos urbanos” unidos entre sí por medio de un corredor vial de comunicación; sin un perímetro urbano definido y, por consiguiente, sin un “centro” establecido, trascendiendo aun otros países; como verdaderos polos de desarrollo. En algunos sitios donde confluyan el crecimiento económico y el demográfico, como sucede en el Asia, tal concentración urbana dará lugar, por razones de la propiedad y del uso especulativo de la tierra, a verdaderas ciudades verticales como Kuala Lumpur, en Malasia, o Tokio, en el Japón. Si se estudian los ranking más recientes de ciudades, como el publicado por la revista América Economía en el año 2002, se hace evidente la actual mutación de las ciudades de meros escenarios urbanos a protagonistas en el desarrollo económico internacional, pasando a ser productos demandados de acuerdo con diferentes parámetros en el mercado urbano.

Por lo tanto, las ciudades han pasado a ser protagonistas de su propio destino y a convertirse en un importante valor diferenciador para lograr ventajas competitivas a mediano y largo plazos para las empresas, por ejemplo.

En este artículo se estudia el enfoque empresarial de la planificación estratégica territorial. Se parte de la tesis de que la nueva estrategia modernizadora de la gestión urbana debe centrarse, ante todo, en lo que es su nueva legitimidad: la prestación de servicios, y por ello adoptar las técnicas de gestión que persiguen una mejora de la calidad de éstos, además de incorporar algunas de las alternativas o puntos de vista propios de otras estrategias de tipo empresarial desarrolladas hasta ahora.

Este enfoque empresarial surge como consecuencia, entre otros motivos, de la ampliación de la relación con los demandantes de la gestión urbana, por una parte como titulares de derechos y garantías que el Estado debe respetar y proteger y, por otra, como usuarios de los servicios públicos.

En el segundo epígrafe se presentan algunas de las implicaciones estratégicas en la gestión urbana. La conclusión general de este epígrafe es que para la promoción del bienestar urbano, los gobiernos locales deben, por todos los medios, utilizar una estrategia global para capitalizar todo el potencial del que disponen y, al mismo tiempo, no pueden ignorar las relaciones existentes entre los elementos del sistema urbano. Para un desarrollo estratégico son indispensables, una política equilibrada y orientada al mercado, y la creación de sociedades estratégicas con otras ciudades.

En este sentido, la planificación estratégica trata de establecer un conjunto de objetivos, a largo plazo, de una organización territorial (en nuestro caso, de una ciudad o un conjunto de ayuntamientos) y definir las actuaciones que permitirán alcanzar los objetivos, teniendo en cuenta el comportamiento probable del entorno exterior en el que compite la ciudad. El epígrafe tercero se refiere precisamente a la importancia de la planificación estratégica territorial en la creación y desarrollo de una nueva cultura en la ciudad, para mejorar la capacidad de respuesta de sus habitantes y poner en marcha el potencial de desarrollo existente en la ciudad, que conduzca, a medio y a largo plazos, a una mejora de su posicionamiento competitivo que favorezca el nivel de vida de los ciudadanos. Se exponen, además, los principales desafíos que enfrenta la planificación estratégica territorial, desde el punto de vista del marketing en el actual contexto mundial.

A continuación se presenta nuestra visión sobre el enfoque empresarial de la planificación estratégica territorial, de las premisas a considerar en este sentido y de las analogías entre la ciudad y las organizaciones empresariales que pueden llevar al extremo de identificar paralelismos conceptuales. Se presentan, también, los elementos que integran la nueva planificación urbana desde el punto del enfoque empresarial.

 

 

1. Un nuevo enfoque del desarrollo urbano

 

La actual evolución de las ciudades es el resultado de la yuxtaposición y la combinación de fenómenos sociales económicos, donde se entrecruzan las decisiones individuales y movimientos colectivos y dinámicos de mercados e intervenciones públicas.

Garantizar la perpetuidad del desarrollo de la ciudad o luchar contra su decadencia y mejorar la calidad de vida diaria de las personas, facilitando la vida de las empresas, aportar los servicios que están incluidos en la necesidad o por elección de una responsabilidad colectiva no pasaron a ser menos que las misiones fundamentales de la gestión pública urbana, el primer mandato de todo cargo de directivo local.

El cambio en la gestión urbana, es decir, la aparición de una dirección territorial apoyada en una visión estratégica y pluralista de la ciudad, se caracteriza por los siguientes aspectos:

– La realización de los objetivos públicos no puede estar garantizada por la única puesta en acción de los medios públicos;     

– El desarrollo de una ciudad tiene relaciones demasiado complejas y frágiles entre “contenedor” y “contenido”, y entre “interior” y “exterior”, para ser orientada provechosamente por una planificación dogmática y sectorial.

Esta es la razón por la que la adaptación urbana, la realización de infraestructuras y de equipamientos colectivos, la construcción inmobiliaria, la puesta en acción de servicios colectivos y el estímulo al desarrollo de servicios múltiples indispensables para la vida diaria y para las actividades económicas, estas acciones, que juntas constituyen el ámbito del desarrollo urbano, no son componentes solamente centrales de la dirección urbana. Forman también el ámbito donde la cuestión de la relación entre acción pública y economía de mercado se vuelve la más permanente, la más difícil y la menos asegurada.

Cuestión permanente porque, de una parte, entre la limitación y la reorientación de los recursos públicos y, de otra, la liberación de numerosas actividades de servicio colectivo, el acondicionamiento y la gestión de la ciudad y de sus servicios no pueden ya efectuarse en la oposición del burocratismo político oportunista y de operadores privados sin escrúpulos.

Cuestión difícil porque las solicitudes se individualizan cada vez más; mientras que las respuestas parecen no poder encontrarse sino a escalas colectivas, tanto por razones de coherencia como por razones de costo; así, por ejemplo, los ciudadanos solicitan mejoras de infraestructura vial o del sistema de telecomunicaciones para mejorar el ancho de banda de internet.

Los ámbitos de acción que cubren el desarrollo urbano son más antiguos que la prospección de empresas o del turismo urbano. El desarrollo urbano debe responder a la demanda de hacer de la ciudad el espacio colectivo por excelencia, no como espacio normativo donde se sitúan a los individuos y a grupos indiferentes (personas o empresas), sino como multiplicador común de los intereses particulares de quienes ahí viven y como espacio de solidaridad. Por eso, en la ciudad son necesarios los mercados dinámicos, una vida pública activa y mecanismos eficaces de reglamento tanto de acción pública como de acción privada.

En este contexto, el primer papel del marketing urbano es contribuir a adaptar mejor la oferta de infraestructuras, equipamientos y servicios que la ciudad propone a las personas y a las empresas. Adaptarlo mejor en su contenido, en su calidad y en las condiciones económicas de su producción y de su entrega. El marketing urbano interviene, aquí como en otros ámbitos, en los bienes y servicios que están regulados por la decisión pública pero que se sitúan más o menos en un marco competitivo.

Más allá, el marketing urbano desempeña también un papel que se podría calificar de contextual, encaminado a fomentar, facilitar o promover la capacidad de todos los protagonistas locales, maximizar sus informes mutuos y contribuir así al desarrollo del territorio donde viven. La cooperación de la colectividad pública con los órganos asociativos o representativos de los medios económicos y de consumo son esenciales (cámaras consulares, asociaciones comerciales, clubes de empresas...).

La dinámica pública tradicional de desarrollo urbano es fiscal. Las empresas y las personas presentes en el territorio están encargadas de aportar por el impuesto los recursos que permiten prestarles los equipamientos y los servicios necesarios. El poder de atracción tiene también un componente fiscal: disminución de impuestos y ayudas públicas que contribuyen a convencer a la empresa, al inversor o al ciudadano de venir y permanecer.

La eficiencia, la coherencia y la limitación razonable de la lógica fiscal deben ser un imperativo imprescindible de toda gestión pública, al mismo tiempo que son un factor esencial de adhesión a la noción de interés general para las personas y para las empresas. La fiscalidad es portadora de un sistema de valores cívicos (políticas y sociales), económicos y éticos.

Los mercados urbanos están constantemente amenazados por crisis –de suelos, de infraestructuras, de equipamientos, agua o aire puro, etc.–, por tanto no pueden ser producidos en cantidad siempre creciente en un momento dado y un perímetro dado. Es por eso que la oferta está fácilmente en posición de fuerza respecto a la demanda, ya sea esta oferta pública o privada.

Los conocimientos de que se dispone sobre los usuarios de la ciudad, es decir, sobre los consumos mercantiles y no mercantiles del espacio, de los servicios y de los bienes urbanos, provienen, en lo esencial:

– de ciencias humanas aplicadas al medio urbano, que comprenden los comportamientos en sus dimensiones sociales y sicológicas que propiamente económicas;

– del análisis de los equipamientos y de los servicios públicos, considerados en ellos mismos o en el seno de una oferta sectorial;

– del análisis de los mercados que hacen los profesionales de cada sector (inmobiliario, servicios...), que es en realidad muchas veces un simple análisis de la oferta y de las reacciones de la demanda a esta oferta.

La ciudad no es un mercado único para el ciudadano o para la empresa. No hay un consumo de la ciudad, sino múltiples consumos que la componen. La ciudad no es un mercado más, no es un objeto ni un sistema. Describir una ciudad en todos sus componentes no agota lo que es identificar los mercados que la componen, no agotan sus efectos. La práctica de la ciudad se hace de prácticas múltiples; unas y otras se encienden mutuamente; pero no se confunden. La unicidad del ciudadano o de la empresa se segmenta en la diversidad de sus consumos en la ciudad sin que estos últimos hagan sistema. Las intervenciones públicas crean segmentaciones de mercados que se imponen tanto a los consumidores como a los que proceden de sus elecciones.

Introducir el planteamiento estratégico en la gestión urbana, es plantear la cuestión del desarrollo urbano en términos de orientación y reglamento, y no en términos de planificación.

Enfocar el planteamiento de marketing hacia la acción pública del desarrollo urbano es invitar a las empresas y los ciudadanos a tomar conciencia de las relaciones existentes  entre sus distintas elecciones y pensar como consumidores de la ciudad la coherencia de  sus elecciones –elección de los ciudadanos para las personas, elección de agente económico dependiente para las empresas–. Acercar a ofertas y demandas en el espacio urbano, espacio colectivo por excelencia, llamar a discutir las expectativas y responsabilizar los comportamientos.

Ante los mercados de la ciudad, la administración urbana se plantea dos cuestiones complementarias: ¿cuáles son las intervenciones públicas que pueden orientar el presente y el pasar a ser de la ciudad sin romper sus dinámicas de transformación y renovación?, y ¿cómo favorecer una expresión coherente y responsable de las expectativas de las personas y empresas en los mercados de consumo de la ciudad, es decir, una expresión basada en valores diferenciados y discutidos?

Para responder a estas cuestiones, es necesario dar los medios de conocer mejor las expectativas y los comportamientos de los ciudadanos y empresas.

 

1.1. Los enfoques de la localización

 

El estudio de los comportamientos de localización de las empresas recurre a métodos de conocimiento variados que revisten aspectos desigualmente operativos: teóricos puros, empíricos o también analíticos.

Desde el punto de vista teórico, los economistas trataron de oponerse a la idea de neutralidad de espacio en que se funda el modelo de equilibrio neoclásico. La empresa debe tener en cuenta para su localización no solamente los factores de producción que influyen sobre sus costos (búsqueda de maximización del beneficio de todas las cosas iguales), sino también del medio ambiente existente en el entorno urbano en que se encuentra la empresa en cuestión.

Desde el punto de vista empírico, se trata generalmente de jerarquizar factores supuestos de decisión de las empresas.

La mayor parte de los estudios de mercado sistemáticos relativos a los bienes y servicios urbanos son esencialmente constataciones estadísticas de la oferta existente y las ventas efectuadas, o de los análisis de solicitudes cautivas. Se refieren más a productos específicos (infraestructura principalmente) que a su localización . La oferta urbana está aún muy desamparada para hacer frente a las expectativas de las empresas. La valoración de los comportamientos de decisión de las empresas está incluida sobre todo en la “experiencia”, en la capacidad de peritaje de profesionales cuyo funcionamiento es todavía muy artesanal.

 

1.1.1. Comportamientos y decisiones                                                          

 

Con la localización, el ciclo de vida influye sobre la naturaleza y la importancia de las infraestructuras necesarias, elementos más importantes cuando las empresas, como hoy, tienden a gestionar a corto plazo la rentabilidad del metro cuadrado ocupado. Desde el punto de vista de la oferta de la ciudad, lo que está en juego es al menos, pues de responder perfectamente a la demanda de un momento dado, que es ofrecer la garantía de una evolución fácil, a veces al mismo lugar, a veces de un lugar al otro de la ciudad. La diversidad de la oferta urbana debe responder a una doble diversidad de expectativas, diacrónica –las empresas no tienen todas las mismas solicitudes– y sincrónico –las solicitudes de una misma empresa evolucionan en el tiempo de la ciudad.

 

Comportamiento de las empresas

 

En los comportamientos de localización se encuentran al menos el interés de la economía espacial, la adaptación urbana y la prospección de empresas. Por el contrario, las relaciones socioeconómicas que una empresa mantiene con el territorio donde se sitúa el objeto aún no se ha hecho de ningún enfoque sistemático. Estas relaciones son ciertamente demasiado distintas, como la propia ciudad, para que se pueda dibujar un esquema único y exhaustivo, o hacer un balance cuantitativo absoluto.

La Figura 1 es un esquema que expresa cuánto la diversidad de las relaciones de la empresa en el territorio es grande y deja suponer cuánto son a menudo confusas y mal definidas.

Todas las relaciones de la empresa en un territorio están sujetas a información, a sensibilización y a debate, con el fin de desarrollar el diálogo entre la empresa y las autoridades locales, y entre la empresa y los otros protagonistas económicos y sociales. Todas estas relaciones no son, sin embargo, similares y no están incluidas en el mismo enfoque para la gestión urbana. Algunos se interesan directa o indirectamente en la comercialización urbana (comportamientos de consumo en los mercados de la ciudad, comportamientos preferiblemente territorial en las relaciones económicas...), otros no tienen ningún carácter económico donde deben inscribirse en el marco de preocupaciones empresariales (mecenazgo, participaciones profesionales...).

 


Fuente: adaptado de Marketing de localidad de Noissite y Vallerugo. Instituto de Estudios Urbanos, París, 2000.

 

Estas relaciones no son muy percibidas por la empresa como tales, es decir, en su dimensión territorial y como manteniendo relaciones directas o indirectas las unas con las otras. El territorio está percibido como parámetros concretos independientes (fiscalidad, infraestructuras, disponibilidades de propiedad de la tierra...), sea como entorno económico y social. Este segundo aspecto se evalúa esencialmente en términos de imagen, de niveles de precio (nivel local de los precios y salarios) y de medio sociocultural (calificaciones y empleo, prácticas de trabajo...).

 

Comportamiento de las personas

El enfoque del comportamiento de las personas para el marketing urbano es al mismo tiempo similar y diferente del comportamiento de las empresas. Es similar porque considera a los ciudadanos como agentes económicos consumidores de los espacios, de las infraestructuras, de los equipamientos y de los servicios que les aporta la ciudad, y como influyente por sus elecciones de inversión y consumo en las actividades locales. Como la empresa, la persona se localiza –se habla entonces más que de buen grado de comportamiento residencial, de comportamiento de localización–. Como la empresa, la persona es a menudo realmente un colectivo de toma de decisiones, en este caso una familia.

El enfoque es también diferente, en varios sentidos:

– Aún porque si las empresas no son “ciudadanas”, las personas lo son. Su relación de clientes de la ciudad se duplica, en una relación de poder de decisión, o más bien se inscribe en esta relación. A través de su representante a cargo electo, el ciudadano es de una determinada manera su propio interlocutor. La distinción entre la cara fiscal y la cara tarifada de los servicios urbanos es más difícil de establecer y de discutir que con la empresa, pero puede ser más esencial todavía, porque la captación del interés general en favor de intereses particulares es más fácil para los ciudadanos que para las empresas.

– Luego, porque los ciudadanos viven la ciudad según dos modalidades diferentes, una profesional (empleo) y la otra personal (vida familial y social). Los objetivos, las dificultades, las oportunidades o los imperativos pueden ser contradictorios entre dos decisiones concomitantes o incluso para una misma decisión. La empresa se refiere no a la ciudad, pero sí a su espacio económico. La persona no es más homogénea como lo es la ciudad. Por esta razón, es también más bien informada relativamente a los objetos y a las consecuencias de las elecciones que debe hacer: tanto elementos, tanto factores heterogéneos se cuestionan que la información adecuada es difícil de producir, orientar, comunicar.

– Por último, porque las personas se sitúan en la ciudad en mercados que les son mucho menos fluidos que para las empresas, es decir, en el seno de los cuales sus elecciones son menos libres.

En estos dos ámbitos, profesionales y personales, las personas tienen generalmente una menor capacidad a dominar sus elecciones que las empresas. Las migraciones interurbanas son determinadas ampliamente por la inercia de la oferta y los efectos de límite máximo disuasivos entre una categoría de alojamientos y otro. El uso de los equipamientos colectivos obedece a normas de localización y a menudo de accesos discriminantes. Los costos urbanos están menos al alcance de las personas que de las empresas; para el ciudadano es menos libre satisfacer en la ciudad sus intereses que la empresa.

Los conocimientos que se tiene de los comportamientos de las personas en la ciudad son múltiples, tanto la sociología urbana, como la política, la promoción inmobiliaria, etc., se interesan. Y con todo, está menos disponible todavía a un enfoque marketing que de las que se dispone sobre las empresas, por dos razones mayores: porque se dedican raramente a la formación de las preferencias y a los procesos de decisión; y porque se inscriben en el contexto de una larga historia de subordinación de los ciudadanos a las ideologías del municipalismo y la planificación urbana.

El conocimiento necesario para la gestión pública, en efecto, no es el mismo; si este conocimiento piensa a los cuales va dirigido como administrados, como usuarios, como electores, como ciudadanos o como consumidores, si los piensa en el espacio de la ciudad o solamente en el perímetro del municipio.

Bajo las nuevas condiciones actuales, la competencia se desarrolla en un contexto global e interactivo, lo que ha derivado en un nuevo sistema económico. En este contexto, los gestores urbanos contemplan las transformaciones económicas y sociiales asociadas a las nuevas tecnologías de la información y a la globalización como una oportunidad de revitalización.

Esta nueva visión conceptualiza a la ciudad como una empresa, como una organización que produce y gestiona bienes y servicios, y compite con otras ciudades en los mercados nacionales e internacionales.

Al analizar los problemas económicos, sociales e institucionales, a los que se enfrentan las ciudades desde mediados de la década de 1970, se percibe que la problemática es análoga a la de las organizaciones empresariales. Se ha ido abriendo camino la idea de que su solución es más viable si se aplican criterios estratégicos, criterios y metodologías que utilizan las organizaciones empresariales exitosas desde mediados de la décadas de 1960 (Cotorruelo, 1992).

La aplicación de los instrumentos necesarios para una gestión urbana adecuada exige a las ciudades considerar planteamientos tradicionales de gestión de una forma más consciente, con un mayor conocimiento de sus límites y dentro de un marco más amplio basado en el enfoque económico.

La hipótesis de partida de nuestra visión empresarial de la planificación territorial es que todas las comunidades territoriales tienen un conjunto de recursos (económicos, humanos, institucionales y culturales) que constituyen su potencial de desarrollo, que deben ser administrados y rentabilizados. A este conjunto de recursos locales es a lo que Vázquez Barquero (1996) denomina desarrollo endógeno.

El enfoque empresarial considera que la distribución de la renta y de la riqueza, y el crecimiento económico no son dos procesos que surgen y toman forma de manera paralela, sino que adquieren una dinámica común debido al hecho de que los actores públicos y privados toman decisiones de inversión orientadas a resolver los problemas locales, los problemas de las empresas y de la sociedad. Lo local es un espacio en el que las iniciativas de los diversos sectores de la sociedad organizada se hacen realidad (Vázquez Barquero, 1996; Castells, 1997).

De tal modo, y de acuerdo con varios autores (Osborne y Gaebler, 1994; Kotler, Haider y Rein, 1994; Dumont, 1995; Noisette y Vallerugo, 1996), este nuevo enfoque de la planificación estratégica territorial debe considerar las siguientes premisas:

Descentralización de las competencias urbanísticas. La creación o el refuerzo de los gobiernos regionales ha dado lugar en numerosos países a la transferencia de las competencias urbanísticas de los gobiernos centrales a los periféricos. Esta situación ha favorecido la adaptación de la legislación urbanística a las peculiaridades de cada región, debilitando la planificación normativa y centralizada.

Irrupción de los agentes de desarrollo económico en las decisiones urbanísticas. Los diversos agentes públicos y privados que actúan en el ámbito económico directamente, mediante sus actividades productivas, o indirectamente, mediante el desarrollo de infraestructuras, influyen de forma relevante en las decisiones estratégicas.

Creciente peso de los movimientos sociales en el urbanismo. Igual que los agentes económicos, la sociedad civil comienza a intervenir en el proceso de desarrollo urbano. En particular, los movimientos sociales canalizan con creciente efectividad las preocupaciones y deseos de los grupos ciudadanos en lo que respecta a calidad de vida.

Agravamiento del componente rivalidad entre ciudades. La creciente rivalidad entre ciudades para atraer o retener actividad económica obliga a sus dirigentes a utilizar todos los instrumentos a su disposición, incluidos los relativos a la planificación urbanística, para aumentar la competitividad y el atractivo de sus urbes.

Incorporación de innovaciones tecnológicas a la gestión urbanística. El perfeccionamiento de los sistemas de información geográfica (sig) y la automatización de los procedimientos administrativos están permitiendo gestionar el proceso urbanístico con instrumentos cada vez más sofisticados que facilitan la toma de decisiones sobre operaciones urbanísticas con un elevado grado de complejidad (cotec, 1996).

Mayor exigencia de transparencia. Los ciudadanos ya no admiten que los procesos de planificación y gestión urbanística sean elaborados y ejecutados por un grupo reducido de técnicos y agentes económicos, y exigen en cambio tener información y participación en la toma de algunas decisiones del desarrollo local (bid, 1997).

 

La posibilidad de adoptar el enfoque estratégico para intervenir en la dinámica de las ciudades está asociada con las analogías y el paralelismo que se dan entre empresa y ciudad y entre los sistemas de ciudades y los grupos de empresas, tal y como se muestra en la Figura 2. Como se observa en esa figura, el proceso reflexivo y creativo da lugar a una serie de estrategias para que la empresa expanda su crecimiento, su rentabilidad o su eficiencia, teniendo en cuenta los puntos fuertes y débiles presentes así como los retos y las oportunidades futuras, lo cual incidirá en la imagen y en la misión que se establecerá.

 

Figura 2

Visión de la estrategia desde el punto de vista empresarial y urbano. Factores determinantes de la estrategia de una empresa.

 


 

Fuente: Noissete y Vallerugo (1996, p. 78).

 

Si se considera a la ciudad como un sistema complejo, que actúa guiado por sus propios intereses, y se relaciona con las demás ciudades del sistema urbano de forma competitiva, es posible hacer un diagnóstico estratégico de la ciudad que permita diseñar y poner en marcha acciones estratégicas que mejoren la posición competitiva frente a las demás ciudades.

La ciudad produce, gestiona y vende bienes y servicios, y se comporta como una organización de producción y de intercambio, en continua transformación (véase Figura 3). Es una organización que tiene puntos fuertes y débiles, que se interrelaciona con su entorno externo y con unos mercados que cambian y que presentan, en todo momento amenazas y oportunidades, retos y desafíos. Se podría concebir a la ciudad como una organización que de forma continua evalúa sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, con el fin de definir las estrategias de actuación que le permitirán enfrentar los desafíos y alcanzar sus objetivos en las cuestiones de interés para los ciudadanos y empresarios (Kaufmann y Jacobs, 1987).

 

Figura 3


Visión de la estrategia desde el punto de vista empresarial y urbano: factores determinantes de la estrategia de una ciudad

 

Fuente: Noissete y Vallerugo (1996, p. 79).

 

Las analogías entre la ciudad y las organizaciones empresariales se pueden llevar al extremo de identificar paralelismos conceptuales como los siguientes (Cotorruelo, 1992):

– La alta dirección de la ciudad estaría formada por el ayuntamiento, las organizaciones económicas y sociales (asociaciones de empresarios y sindicales) y los demás agentes socioeconómicos que desempeñan el papel de líderes y cuyas decisiones tienen un carácter estratégico para la ciudad. A través de la alta dirección se establecen las relaciones estratégicas de cada ciudad con su entorno.

– La propiedad de la ciudad estaría representada por los conciudadanos y las empresas localizadas en su territorio; estos propietarios, como sucede en el caso de las empresas, esperan que la gestión de la ciudad que se lleva a cabo desde la alta dirección, conduzca a la satisfacción de sus necesidades y expectativas en términos de patrimonio y obtención de beneficios. Persiguiendo estos fines, los propietarios ejercen relaciones de poder e influencia.

– Los productos de la ciudad son los bienes que comercializan sus empresas, los servicios que proporcionan las organizaciones públicas y privadas, así, como los atractivos que se ofrecen a los ciudadanos, inversores y visitantes. La producción da a la ciudad la capacidad de realizar intercambios beneficiosos con el sistema de ciudades. Sus ventajas competitivas definen su posicionamiento en el sistema de ciudades, del que forma parte.

– Los clientes de la ciudad son, por tanto, los ciudadanos que residen en ella, los agentes económicos que invierten sus capitales, las demandas de los servicios y los visitantes y turistas que satisfacen directamente sus necesidades en la ciudad. El sistema de ciudades en el que se integra y en el que realiza sus intercambios constituye su mercado potencial. Las actuaciones de la alta dirección tienen una incidencia directa en el posicionamiento de la ciudad en los mercados y por tanto, en la ampliación y fidelización de su clientela, ya que sus actuaciones van dirigidas a comercializar todos los productos de la ciudad.

– La competencia de la ciudad estaría formada por las demás ciudades, vecinas o lejanas, que operan en los mismos mercados y que compiten con ella para atraer a los mismos clientes mediante sus propias estrategias competitivas. El conocimiento de la competencia y la adopción de estrategias adecuadas, que incluyan alianzas estratégicas, permitirán a la ciudad ser más competitiva, e influenciar su posicionamiento en el sistema de ciudades.

Por tanto, según nuestra opinión, este concepto de gestión urbana, podemos entenderlo como el grado en el que una ciudad o grupo de ellas pueden, bajos condiciones de mercado libre y justo, producir productos y servicios que desarrollen los mercados nacionales e internacionales, mientras simultáneamente, gestionan y satisfacen las necesidades y deseos de los ciudadanos y demás segmentos que demandan sus servicios.

 

Cuadro 1. Paralelismo entre empresa y ciudad

Aspectos

Empresa

Ciudad

Alta dirección

Consejo de administración

Ayuntamiento, sindicatos, patronales

Propiedad

Accionistas

Ciudadanos y empresas

Productos

Productos manufacturados

Servicios y atractivos

Clientes

Consumidores

Inversores, visitantes y ciudadanos

Competidores

Otras empresas

Otras ciudades

 

Fuente: Precedo Ledo (1995, p. 17).

 

La amplia variedad de perfiles que presentan las ciudades en materia de desarrollo económico dificulta, en muchas ocasiones, la realización de análisis comparativos y la obtención de las conclusiones correspondientes. En otras palabras, las simples estadísticas económicas sólo nos muestran datos sobre la composición sectorial de la base económica, el empleo, la participación en el Producto Interior Bruto, etc., pero con independencia de este análisis, es necesario conocer cómo se ha producido y ha evolucionado esa realidad con el fin de obtener una perspectiva dinámica de la situación estudiada. Todo ello aconseja la formulación de un paradigma que permita discriminar entre las distintas tipologías de desarrollo económico que pueden observar las ciudades.

Entre estas tipologías de desarrollo económico se pueden citar a las siguientes: innovación tecnológica (Pavitt, 1980); competitividad empresarial (Porter, 1980); desarrollo local (Vázquez Barquero, 1988), y desarrollo de estrategias concertadas entre el sector público y el privado (Fernández Güell, 1997).

Independientemente de la dificultad para realizar un estudio sobre el comportamiento de la planificación estratégica territorial en una determinada ciudad, se puede hacer referencia a algunos elementos que de una forma u otra integran a la nueva concepción de planificación urbana y que se intentará exponer a continuación.

 

1.2. Elementos que integran la nueva planificación urbana

 

La aplicación a la gestión de las ciudades de instrumentos como la planificación estratégica, los modelos de análisis y gestión empresarial y las técnicas de marketing, han reforzado el proceso de flexibilización de la regulación a nivel urbano y el desarrollo de un nuevo concepto de planificación urbana que considera los siguientes elementos (véase Cuadro 2).

 

Cuadro 2: Elementos que integran la nueva planificación urbana

 

Elemento

Características

1. Visión a largo plazo y carácter plurilegislativo

Se deben considerar las necesidades de un municipio a largo plazo y su integración en los planes de una región y de acuerdo a las normas establecidas por la Unión Europea. La razón principal para la no existencia o mal funcionamiento de una administración regional en muchas regiones urbanas es la falta de cooperación entre los municipios de la zona y la falta de coordinación con planes nacionales e internacionales a mediano y largo plazos.

2. Consideración del entorno

Establece que las instituciones locales y los actores locales (privados como los consorcios de empresas, y públicos, como los órganos de administración) podrían intervenir para fortalecer los elementos de éxito (y para reducir los puntos débiles) del sistema productivo local, a través de la introducción de herramientas específicas que apoyan la economía local y que resuelven por ejemplo, los problemas surgidos por los fallos del mercado.

3. Identificación de la ventaja competitiva

Es importante para los gestores urbanos detectar las ventajas comparativas y las ventajas competitivas del municipio y establecer a partir de ellas las estrategias de planificación territorial más adecuadas.

4. Visión integral de la realidad urbana

Se parte de la evaluación de un sistema de indicadores urbanos y de encuestas periódicas que posibiliten considerar las necesidades de todos los sectores de la vida política, económica y social de la ciudad.

5. Flexibilidad decisional

Se debe lograr la configuración del gobierno local como el que debe agrupar todas aquellas competencias y funciones que no requieran inexcusablemente ser atribuidas otras instancias superiores.

6. Concentración en temas críticos

Debe orientarse las acciones a resolver las principales dificultades que frenan el desarrollo del municipio, para lo cual se pueden emplear las técnicas de marketing para la realización de estudios del mercado urbano con la finalidad de detectar los problemas más relevantes de la urbe.

7. Orientación a la acción

La operatividad del plan se concreta en acciones que tengan en cuenta tanto a los posibles agentes financiadores como a los impulsores, que serán revisadas de forma periódica. La razón de estas revisiones se basa en el hecho de que un plan estratégico no constituye un fin en sí mismo, sino el inicio de un proceso permanente de comprensión profunda y guía de actuación sobre la ciudad vista en su conjunto.

8. Fomento y coordinación de la participación de todos los agentes sociales

Este es uno de los aspectos centrales en la concepción de la planificación estratégica: la firme convicción de la necesidad de abordar el proceso desde una óptica de participación y consenso del mayor número posible de agentes sociales y económicos, y con el objetivo en la fórmula de calidad de vida -competitividad y cooperación - complementariedad entre territorios y ciudades.

9. Modernidad de la administración

Se debe considerar la implementación de medidas que posibiliten el desarrollo de estrategias de colaboración entre la administración municipal, las empresas y los ciudadanos, de aplicar las técnicas de gestión empresarial en la solución de los problemas administrativos con la finalidad de reducir la burocracia y elevar la calidad del servicio al ciudadano y a los demás segmentos que demandan de los servicios municipales.

 

Fuente: Adaptado de Fernández Güell (1997)

 

a) Visión a largo plazo y carácter plurilegislativo

 

Una decisión estratégica que implica modificar el rumbo de una comunidad resulta costosa en tiempo y recursos; su marco temporal puede llegar a extenderse décadas enteras, por tanto debe constituirse como un proyecto común de toda la comunidad para que pueda desarrollarse a lo largo de varias legislaturas con independencia del partido político que gobierne.


b) Consideración del entorno

 

El entorno de la ciudad puede definirse como el conjunto de acontecimientos, procesos y agentes externos a la misma, que ejercen una fuerte influencia, en ocasiones inevitable, sobre su devenir (Fernández Güell, 1997: p. 43).

Se hace énfasis en los factores externos, que son a menudo pasados por alto por la planificación tradicional, evita el error de concentrar las acciones en lo que se debería hacer en lugar de prestar atención a lo que se puede hacer (Kotler, Haider y Rein, 1994).

Ante todo hay que considerar que algunos de los imperativos necesarios para obtener una ventaja competitiva constituyen un conjunto de ideas que no está presente en muchos diseños de planificaciones territoriales. En un sentido más amplio, tiene mucho que ver con el entorno al que está expuesta, las fuentes de información de las que dispone y consulta, y los tipos de retos que decide abordar. De aquí, podríamos hacer algunas observaciones: esta transformación estructural, estos efectos territoriales de los nuevos modelos de crecimiento económico no pueden funcionar si no tienen agentes económicos y sociales, y no desarrollan perspectivas estratégicas relativamente claras (Porter, 1991; Kay, 1994).

El ambiente con el que se relaciona la gestión urbana, hoy en día, sería el “unwelt”, es decir, el entorno que rodea a la ciudad y del que recibe estímulos y mensajes que le traen información y significado del mundo exterior y que le sirven para determinar su comportamiento al tener que adaptar su actividad a las modificaciones de su entorno. El unwelt define, pues, todo lo que puede denominarse “macroentorno”, en el que el marketing de ciudad se inserta en un mutuo intercambio de información como son los sistemas políticos, culturales, económicos, tecnológicos, sociodemográficos y medioambientales.

A nuestro juicio, se necesita del desarrollo de una nueva visión, integrada por organizaciones de propiedad y control privado y público, pero cuya existencia tiene por finalidad la satisfacción de necesidades públicas o sociales y no la acumulación de riqueza privada: la asociación pública–privada.


c) Identificación de la ventaja competitiva

 

Es el momento en que entra a actuar de forma directa el marketing de ciudad en el intento de mejorar la posición competitiva de una ciudad evaluando los cambios en sus mercados y su competencia y, a partir de esta evaluación, tomando medidas para mejorar sus posiciones apoyándose en sus puntos fuertes y atenuando los débiles. Aunque muchas ciudades no se plantean esta competencia, lo cierto es que cada vez que una familia, un turista o una empresa decide cambiar de localidad, las ventajas competitivas intervienen en la decisión (Fernández Güell, 1997).

Es importante en este sentido aclarar dos conceptos que pueden ofrecer cierta confusión en el lector: ventaja comparativa y ventaja competitiva (Fernández Güell, 1997).

El término ventaja comparativa, en un contexto de gestión urbana, hace mención a la ventaja inicial que ha disfrutado histórica o inercialmente una ciudad, puede derivar de diversos elementos como son la historia de la urbe, sus condiciones climáticas, su posición geográfica respecto a otros centros de población importantes y a los mercados externos, su proximidad a las materias primas, su ubicación en la confluencia de las rutas comerciales, su industrialización original y la localización del gobierno.

Estos elementos se traducen en factores de crecimiento más dinámicos (poder económico, tamaño del mercado, economías externas y oportunidades visibles para inversiones productivas), que con el transcurso del tiempo tienden a expandirse.

En cuanto al término ventaja competitiva, éste hace referencia a aquellos atributos que desarrolla y forja la ciudad por sus propios medios para mejorar su posicionamiento económico y social dentro de su área de influencia. Generalmente el desarrollo de ventajas competitivas requiere la formulación de una estrategia previa que establezca las prioridades en la distribución de inversiones y recursos para alcanzar la posición deseada en los sectores económicos seleccionados.

Desde el punto de vista del marketing de ciudad podríamos definir la competitividad como la capacidad de los municipios para aumentar, comparativamente con otros municipios, los recursos urbanos y proveer servicios de calidad con una adecuada productividad. Este incremento de la productividad debe traducirse en un mejor aprovechamiento, cualificación y uso de los recursos, así como una aplicación adecuada de la nueva tecnología.


d) Visión integral de la realidad urbana

 

Un plan estratégico, no considera sólo la dimensión física del territorio, sino que también contempla la complejidad socioeconómica y política de la comunidad analizada, minimizando así las contradicciones y fracturas operativas habituales en las planificaciones sectoriales. En la Figura 4 se puede apreciar las relaciones que se establecen entre la gestión económica y política en el desarrollo de la actividad urbana.

 

Figura 4


Gestión política y gestión económica

 

Fuente: Noisette y Vallerugo (1996, p. 134).

 

e) Flexibilidad decisional

 

Los planes urbanísticos presentan una rigidez que choca con el proceso político que requiere flexibilidad para abordar problemas muy complejos con un alto grado de incertidumbre. Por el contrario, los planes estratégicos pueden proveer un puente entre los requerimientos legales relativamente rígidos y las decisiones políticas que demandan flexibilidad (Informe Anual de Progreso, 1994; Bilbao Metrópoli-30, 1994; Noisette y Vallerugo, 1996; Fernández Güell, 1993 y 1997).


f) Concentración en temas críticos

 

La planificación estratégica se centra en temas críticos, oportunidades y problemas que afronta una comunidad, de acuerdo a las peculiaridades de cada región o localidad. (Informe Anual de Progreso, 1994; Bilbao Metrópoli-30).


g) Orientación a la acción

Se persigue desde el primer momento asegurar la viabilidad de sus propuestas, identificar recursos para su ejecución e involucrar a los responsables de tomar decisiones (Pascuali Esteve y Forni Foxá, 1995).


h) Fomento y coordinación de la participación de todos los agentes sociales

 

Considera como primordial la asociación con todos los agentes locales, incluyendo el propiciar la cooperación entre lo público y lo privado (Osborne y Gaebler, 1994; Bilbao Metropoli-30, 1994; Fernández Güell, 1997).

En la Figura 5 se puede observar las relaciones que se producen entre las empresas municipales y el mercado urbano.

 

i) Modernidad de la Administración

 

Parte de la base de considerar la necesidad de una nueva cultura de la administración, tanto de los políticos como de los técnicos, representada por un alto grado de motivación y cualificación, un talante poco burocrático y capacidad para coordinar y dinamizar las fuerzas de la ciudad.

La nueva estructura modernizadora de las administraciones públicas, y las locales en particular, debe centrarse, ante todo, en lo que es una nueva legitimidad: la prestación de servicios, y por ello adoptar las técnicas de gestión que persiguen una mejora de la calidad de éstos, además de incorporar algunas de las alternativas o puntos de vista propios de otras estrategias modernizadoras desarrolladas hasta ahora (López y Gadea, 1995).

 

Figura 5

Relaciones entre las empresas y el mercado urbano

 


Fuente: Noisette y Vallerugo (1996, p. 135).

 

La política de desarrollo de la visión empresarial aplicada a la planificación territorial, considera la necesidad de una gestión descentralizada, que se hace operativa a través de las organizaciones intermedias que prestan servicios reales y financieros a las empresas y a las organizaciones. No se trata de facilitar fondos a las empresas, sino de dotar a los sistemas productivos con los servicios que las empresas demandan para mejorar su competitividad en los mercados, y a la sociedad con los medios que favorezcan una mejor calidad de vida (Vázquez Barquero, 1996).

En resumen, la visión empresarial de la gestión urbana sería la siguiente: promover la competencia entre los proveedores de servicios, capacitar y facultar a los ciudadanos para desplazar el control fuera de la burocracia y colocarlo en la comunidad, medir el rendimiento de sus agencias no en función del gasto, sino de resultados, inspirarse en metas, objetivos o misiones, no regirse por reglas y regulaciones. Redefinen a sus usuarios o consumidores como clientes y les ofrecen opciones (entre escuelas, entre programas de formación, entre tipos de vivienda), etc. Prevenir los problemas antes de que se presenten, en vez de limitarse a proporcionar servicios con posterioridad. Invierten la energía en ganar dinero, no simplemente en gastarlo. Descentralizar la autoridad por medio de la gestión de la gestión participativa. Preferir los mecanismos de mercado a los mecanismos burocráticos. Y no se dedican meramente a suministrar servicios públicos, sino a catalizar todos los sectores (públicos, privados o voluntarios) en la acción para resolver los problemas urbanos (Barius, 1994).

No obstante, una planificación territorial no puede ser tampoco considerada exclusivamente desde la visión empresarial ya que la empresa y el gobierno municipal son instituciones fundamentalmente distintas. A los líderes de empresa los mueve el beneficio, a los líderes del gobierno los mueve el deseo de ser reelegidos. Las empresas obtienen de los clientes la mayor parte del dinero; los gobiernos obtienen su dinero principalmente de los contribuyentes y del Estado. Habitualmente, las empresas se ven impulsadas por la competencia; en general los gobiernos emplean monopolios.

El principio mismo de la visión económica de la planificación territorial es promover una visión a largo plazo, anticipándose a las necesidades y no concentrarse únicamente en la corrección de desequilibrios nacidos de otras coyunturas socioeconómicas que pertenecen al pasado.

Para ello, es necesario elaborar estrategias que persigan dinamizar el potencial endógeno de toda la nación, generando nuevas potencialidades que permitan la revalorización de las ciudades, regiones y comarcas de cualquier tamaño. Y será preciso que el entramado económico empresarial se comprometa con el mismo territorio. De igual manera, será preciso que este compromiso se inscriba en un proyecto a medio y largo plazos (Álvarez del Manzano, 1997).

Por tanto, se requiere de unas adecuadas directrices estratégicas de planificación territorial que posibiliten preparar al territorio a los cambios esperados, dotándoles de la flexibilidad necesaria y suficiente como para ser capaces de integrar aquellos nuevos factores que vayan surgiendo a lo largo del tiempo.

El planteamiento estratégico tiene como blanco la creación o aprovechamiento de oportunidades del lado de los objetivos y del lado de los recursos, elegidos por su función catalítica o para proporcionar sinergias favorables a las opciones elegidas como estratégicas.

 

A modo de  Cierre

 

Kotler, Haider y Rein (1994) plantean cuáles son los principales desafíos que enfrentan las localidades en la actualidad, a las que se han añadido otras que, en nuestra opinión, son también parte de ese desafío que aguarda a la gestión urbana en un futuro inmediato.


Primer desafío

 

Las empresas cambian de ubicación no sólo en busca de costos más bajos, sino también porque son superadas respecto a la demanda.

Las empresas locales que antes tenían mercados asegurados, ahora enfrentan una dura competencia de compañías multinacionales con mayor fuerza y que ofrecen productos a precios más bajos, digamos, grandes superficies como Continente, Pryca, y otros que compiten en precios con el comercio tradicional.

La excesiva movilidad de la industria se debe principalmente a avances dinámicos en la comunicación, el transporte y los sistemas de información. Esto a su vez, ha facilitado el movimiento de bienes, servicios, tecnología y capital más allá de las fronteras nacionales. El resultado es una drástica reducción en distancias a través del tiempo y espacio. Los lugares ya no pueden esperar retener a todas sus principales industrias y negocios. Deben estar preparados para abandonar a los que decaen o no son competitivos, reemplazándolos con negocios nuevos de mayor valor.

Mientras que los factores clásicos de producción cada vez son más asequibles debido a la mundialización, la ventaja competitiva en sectores avanzados se ve determinada de forma creciente por los conocimientos, aptitudes y capacidad de innovación encarnados en el personal especializado y las rutinas de las organizaciones en una determinada localidad. El proceso de creación dde técnicas y las importantes influencias sobre el ritmo de mejora e innovación son intensamente locales.

La actual escasez de capital ha obligado a muchas ciudades a redefinir su estrategia y buscar fuentes de financiamiento para poder hacer frente a las necesidades que se le demandan; por otra parte, el rápido ritmo de urbanización ha forzado los recursos limitados del sector público en todos los países en desarrollo. Las principales fuentes de capital (Estados Unidos de Norteamérica, Alemania, Japón) enfrentan enormes demandas de capital para satisfacer sus propias necesidades internas (Dumont, 1995).

El punto fundamental es que las fuerzas externas cambian con rapidez y con frecuencia, transformando, a su vez, el destino de las ciudades; si a esto se le añade los desniveles de la producción industrial, de las políticas de comercio y la fluctuación de las divisas, se puede comprender el funcionamiento de las ciudades en un escenario turbulento (Kotler, Haider y Rein, 1994; Noisette y Vallerugo, 1996).


Segundo desafío

 

Un riesgo cada vez mayor de decadencia como resultado del proceso normal o de la evolución humana.

En el periodo actual muchas ciudades han evolucionado de ciudades industriales a ciudades de servicios. A medida que esto ocurre, el área periurbana se satura de residentes que intentan alejarse del ruido, de la delincuencia, de los gastos excesivos que generan las ciudades con una alta demanda, todo lo cual provoca lógiicamente el deterioro de la infraestructura y la falta de servicios se hace notar. Así, en ciudades como Madrid, se observa que en treinta años su población ha cambiado de 86% (que vivía en la ciudad) a 61%, calculándose que de 1991 a 2006 la ciudad perderá 230.000 habitantes (según datos el Instituto de Demografía) debido a dos razones: desde el próximo año habrá más defunciones que nacimientos, y la emigración a la periferia, donde la vivienda es más barata, será más numerosa, calculándose que 100.000 capitalinos se trasladan a lo que se denomina área periurbana (Bilbao Metrópoli-30 y onu, 1997; bid, 1997).

Unido a lo anterior, las innovaciones tecnológicas destruyen la competencia establecida, convirtiéndola en obsoleta desde el punto de vista tecnológico y social, conmocionando a la estructura de la gestión urbana.

La fragmentación de la Administración, debido a estos cambios tecnológicos y políticos, trae consigo un gran peligro: que no se ubique adecuadamente a la ciudad en los nuevos flujos económicos y sociales, y esto signifique un atraso, quizás irreversible, tanto para la ciudad como para todo su entorno geográfico de influencia.


Tercer desafío

 

Un número creciente de competidores en sus esfuerzos crecientes por atraer recursos escasos.

La ciudad es un ejemplo óptimo, según Perulli (1995), de escasez posicional, en la medida en que concentra más que ningún otro lugar el crecimiento económico, la competencia para adquirir cuotas relativas y el enrarecimiento de bienes como el suelo, la residencia (y los mismos bienes colectivos, desde la zona verde pública por habitante a la calidad del aire).

El descenso de los costes de las comunicaciones y el transporte y la reducción de las barreras al comercio y la competencia internacional hacen todavía más significativas las ventajas derivadas de la ubicación para la innovación sectorial, porque las empresas con auténticas ventajas competitivas tienen más capacidad para penetrar en otros mercados.

Los servicios que emanan de este tipo de sociedad, y por ende de una ciudad informacional (Castells, 1997), son agentes de innovación y de difusión de nuevas técnicas y conocimientos legislativos que contribuyen al desarrollo del sector local en la perspectiva de internacionalización de la economía.

En torno a la mercancía “información” surgirán a largo plazo muchas profesiones y puestos de trabajo nuevos. La idea de considerar la información como un objeto de comercio, y por ende como una innovación que debe tener en cuenta cualquier plan estratégico de marketing de ciudad, no es novedad de la sociedad de la información. Sin embargo, sí resulta revolucionario el valor añadido de esa información, gracias a las nuevas tecnologías. La caída de los precios de los equipos terminales (pc, módem, teléfono, etc.) y programas informáticos acelera la expansión de las tecnologías y aumenta así el número de usuarios, pero a la vez, el progreso tecnológico se erige en agente de cambio y destructor de valores, pues puede promover la igualdad de ingresos y de oportunidades, o servir para bloquear las tecnologías sistemáticamente, de ahí que no sólo influya en la sociedad, sino que se imponga límites a la selección y desarrollo de tecnologías (Castells, 1997; Borja y Castells, 1997; Cornella, 1997).

Las ventajas de considerar la sociedad de la información en el contexto del plan de marketing–mix son evidentes, desde la creación de nuevos productos (informáticos) y mercados, a una mejor distribución del producto-ciudad al descongestionar el medio ambiente puesto que no precisan carreteras, las regiones periféricas se unen con el centro sin necesidad de aumentar el tráfico y las nuevas posibilidades de adquirir conocimientos permiten encontrar respuestas innovadoras a las cuestiones que plantea el futuro, pero sin olvidar las exigencias que exige el mantenimiento de sus capacidades competitivas en sus mercados actuales.

Los riesgos posibles estriban en que los consumidores no aprovechen las ofertas tecnológicas, que trabajadores y empresarios no lleguen a un acuerdo sobre las nuevas formas de organización laboral (teletrabajo y otras modalidades), que se trasladen empleos a terceros países en los que los costes de funcionamiento de la empresa y el nivel de protección de datos son más bajos, que existan diversos niveles de acceso a la información en los países pertenecientes a la Unión Europea y que se viole el derecho a la intimidad de las personas al registrarse información confidencial sin la previa autorización del ciudadano.


Cuarto desafío

 

Una dependencia cada vez mayor de sus propios recursos para enfrentar la competencia creciente.

Las tendencias y las fuerzas empujan a los negocios, al igual que a las ciudades, en dos direcciones simultáneamente: pensar globalmente, actuar localmente (Borja y Castells, 1997). Esto representa el nuevo paradigma al que se enfrenta la gestión urbana. Las naciones, estados y ciudades están unidos por los imperativos de los bloques comerciales y la necesidad de reglas comunes, mas están separadas por los intereses locales y necesidades provinciales.

Ese paradigma requiere primero la comprensión de lo que tiene o pueda tener y que alguien más necesite o desee y, segundo, una traslación de esas ventajas a mayores audiencias. Lo que las ciudades necesitan hacer para ser más competitivas puede diferir en grado y clase de lo que las naciones, estados o industrias específicas y negocios deben hacer para el mismo objetivo. Su base de recursos actual o potencial pone en movimiento una combinación de factores que difieren de uno a otro lugar.

En vista de las nuevas fuerzas que cambian la forma del mundo, como la competencia global, la aceleración tecnológica que da lugar a la sociedad de la información y a la división política, las ciudades simplemente no tienen otra alternativa que ser más estratégicas y “empresariales” al dirigir su futuro. Debido a que muchos gobiernos están preocupados por una enorme carga de deudas, son menos capaces de proporcionar ayuda directa y sustancial a las comunidades locales en la lucha competitiva. Incluso cuando tales recursos existen, la habilidad de los gobiernos para seeleccionar y ajustar recursos específicos para satisfacer necesidades individuales de los segmentos de mercado que “utilizan” a la ciudad, está atestada de consideraciones distributivas y de equidad. Por otra parte, las uniones a nivel internacional son inevitables y se dilatan en consolidarse, como en el caso del Tratado de Maastricht (Sassen, 1991; O’Brien, 1992; Yip, 1993; Servicio de Estudios bbv, 1996; Freije y otros, 1997).

Debido a esta situación, las ciudades necesitan hoy promocionarse internacionalmente, tienden a integrarse en sistemas o ejes transnacionales, forman parte de redes y organizaciones regionales o mundiales de ciudades y autoridades locales, multiplican sus relaciones bilaterales y multilaterales. Sería una paradoja que los actores privados de la ciudad (cámaras de comercio y empresas, universidades y organizaciones profesionales y sindicales, entidades culturales, etc.) tuvieran proyección y presencia internacional y no la pudieran tener los gobiernos locales.

Al contrario, corresponde a los gobiernos nacionales facilitar esta presencia de varios modos (Dumont, 1995; Borja y Castells, 1997): a) apoyo político y financiero a las actividades de promoción exterior de las ciudades, así como de las actuaciones encaminadas a atraer sedes y eventos internacionales públicos o privados; b) facilitar la constitución de ejes y redes entre ciudades que permitan a las ciudades del país reforzar suus posiciones en el continente y en el mundo, teniendo en cuenta la competencia creciente entre territorios; c) acción ante los organismos intergubernamentales (Naciones Unidas en primer lugar), pero también, organismos regionales, económicos, etc., para que las ciudades y sus organizaciones sean reconocidas como partners; reconocimiento del derecho de los gobiernos locales para acudir al crédito internacional y para gestionar los créditos y subvenciones de los organismos internacionales.

En general, reconocimiento a los gobiernos locales de la capacidad de actuar como sujetos políticos en la vida internacional y ante los organismos hasta ahora exclusivamente intergubernamentales, siempre que se trate de cuestiones de su interés o competencia.

 

 

 

 

 

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* Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de León (España). Docente Investigador en la Universidad de Matanzas, Cuba. Especialista en Márketing Urbano y Turístico. Se desempeña como especialista en gestión urbana para el gobierno municipal y provincial de Matanzas. <jose.pancorbo@umcc.cu>

** Licenciado en Economía (Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos). Imparte asignaturas relacionadas con la macroeconomía en la UMCC. Actualmente se encuentra cursando la Maestría de Administración de Empresas, en el perfil de Administración de Negocios (UMCC).  <amaury.hevia@umcc.cu>