Red Iberoamericana de Investigadores Sobre Globalización
y Territorio
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“El proceso de subcontratación de las grandes empresas de la confección localizadas en la zona metropolitana de la ciudad de México”. (Gt 5.11) Autores: Concepción Alvarado Rosas, Antonio Vieyra Medrano.
Introducción El fenómeno de la globalización económica ha incidido directamente en la forma de actuar de las grandes empresas, mismas que buscan maximizar los beneficios aprovechando las ventajas generadas por los nuevos adelantos tecnológicos y las nuevas condiciones flexibles en las que se lleva a cabo la producción (Scott, 1988 y 1994; Méndez, 1997; Soja, 1991), dicha flexibilidad ha hecho posible la descentralización de ciertos procesos productivos o fases de estos hacia territorios con mayores ventajas comparativas (Fornengo, 1992; Benería, 1991; Dicken, 1992; Hoffman, 1985; Vieyra, s/f), y además de ello el sistema global de intercambio en las nuevas relaciones de producción conllevan a una nueva división internacional del trabajo (Fröbel, 1980; Piore y Sabel, 1984; Faegin and Smith, 1991). En este sentido, los actuales mecanismos de intercambio han conducido a las grandes empresas ha establecer ciertas estrategias como la subcontratación que permite la descentralización productiva y, por tanto, la segmentación de las labores, así como la reducción en los costos de producción, incremento en las ganancias y una desvinculación de los riesgos que se desprenden de esta actividad. En el caso de la industria de la confección los mecanismos de subcontratación son inherentes y permiten a las empresas mantenerse en dicho proceso mediante la descentralización de sus actividades. Esta descentralización implica para las firmas desligarse del segmento donde se requiere de un uso intensivo de la mano de obra y sí dominar la fase inicial que se refiere al diseño de la prenda y la etapa final que es la distribución y comercialización del producto. Estas dos etapas son generadoras de un mayor valor adicional, las cuales están controladas por las grandes empresas del sector tanto nacionales como internacionales. Este trabajo analiza el proceso de subcontratación que llevan a cabo las grandes empresas de la confección para encarar la reestructuración productiva, producto de la globalización económica, que se efectúa, sobre todo, en las grandes ciudades de países en desarrollo, como es el caso de la Ciudad de México. Para fines de este estudio, se entiende por subcontratación: el contrato que hace una empresa a otra para que ésta realice determinadas actividades dentro de un proceso productivo. Con este objetivo el trabajo queda dividido en seis secciones: primera, enmarca el proceso de reestructuración productiva dentro de la globalización. Segunda, se detalla la subcontratación que llevan a cabo algunas industrias para sobrevivir en el proceso productivo y encarar la férrea competencia a la que están sometidas, para permanecer en un mercado competitivo a escala nacional e internacional. Tercera, después de explicar el proceso de subcontratación, se aborda el tema de la fragmentación que se presenta en la industria de la confección. Cuarta, posteriormente, se describen de manera general, las conexiones entre la industria textil y de la confección en el proceso productivo. En la penúltima sección se expone un breve marco histórico de la industria de la confección en México. Finalmente, se identifican algunas características generales de las grandes empresas de la confección dentro de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) en el año 2001. Esta última sección se elaboró con base en una encuesta que se aplicó a 16 grandes empresas localizadas en la ZMCM; en dicha encuesta se identificaron varios temas, en este caso, sólo se enfocó al proceso de maquila y/o subcontratación. Este proceso ha sido un mecanismo sistemático que han adoptado las grandes empresas de la confección para permanecer en el proceso productivo y mantenerse con un margen de ganancia importante dentro de los mercados que cada día se encuentran más globalizados y, por lo tanto, más competitivos. I. Reestructuración productiva El crecimiento de las ciudades ha ido a la par con el desenvolvimiento de la industria y con el paso del tiempo, las relaciones fabriles y urbanas se fueron intensificando hasta caracterizar el desarrollo de las sociedades avanzadas. Las ciudades representaban, en primer lugar, los centros de acumulación del capital y, en segundo, un control y concentración de los mercados. Estas ventajas comparativas que ofrecían las ciudades contribuyeron a que las empresas se localizaran en ellas y aprovecharan las economías de aglomeración, ya que los espacios urbanos fueron los más valorados por las grandes empresas. Según Méndez (1996: 257), las ciudades representaban para las empresas la cercanía con otras unidades fabriles y servicios complementarios a la producción, como: los financieros, los jurídicos, los comerciales y los publicitarios. Además de estas ventajas, la industria se encontraba próxima a la infraestructura y el equipamiento, así como a la mano de obra y a los mercados de consumo que eran muy amplios y diversificados, lo que permitía estar en contacto con la información e innovación que se generaba en estos centros urbanos. Sin embargo, los servicios que ofrecían las principales ciudades y los nuevos procesos económicos que se estaban gestando en el ámbito internacional condujeron a una reestructuración de estos espacios, principalmente en aquellos de gran tamaño. La reestructuración económica presentada en las principales metrópolis implicó: i) el cierre de establecimientos industriales que se encontraban relacionados con la industria textil, automotriz y petroquímica, entre otros; ii) la apertura de establecimientos industriales como: los sweatshops, es decir, grandes talleres que ocupan mano de obra de baja calificación y remuneración; ejemplo de éstos se encuentran en la confección de ropa y la electrónica; iii) el desarrollo de servicios, como los bancarios, financieros y de seguros relacionados con las nuevas oficinas que se establecen en los espacios urbanos que han modificado su estructura y funcionamiento, y iv) la expansión de corporaciones de las áreas centrales hacia espacios semi-periféricos o periféricos (véase Aguilar, 1993: 33; y Feagin y Smith, 1991: 3-34). De este modo, la reestructuración económica ha afectado a un número considerable de empresas y ha modificado su proceso productivo, lo que les ha permitido competir con otras empresas a escala global. Los efectos de la reestructuración han actuado en forma diferencial en los sectores y, muy particularmente, en aquellas actividades tradicionales, como las industrias de confección, textil, juguetería, madera y alimentos, las cuales han experimentado los estragos de la globalización económica. Una de las estrategias que han establecido algunas grandes empresas para modificar su proceso productivo es la subcontratación que se realiza de grandes o medianas empresas formales con otras de menor tamaño o, inclusive, con empresas no formales que permiten a las primeras obtener menores costos de producción y aumentar sus rendimientos. La subcontratación además de que sigue ciertos códigos de operación, necesita de ciertos espacios donde desarrollar sus actividades, ejemplo de estos espacios son los sweatshops, las maquiladoras, los talleres informales y el trabajo a domicilio. Cada una de estas modalidades actúa de manera similar, aunque con algunos matices. Sin embargo, todas en su conjunto han permitido que las empresas se reestructuren. Los procesos de reestructuración económica han provocado la absorción de las áreas periféricas, lo que ha conducido a que estos espacios concentren cada vez más la actividad industrial, sobre todo aquella de tipo marginal, como es en algunos casos la subcontratación. Sin embargo, en las ciudades centrales desaparece la actividad industrial y da paso a la instalación de servicios avanzados a la producción; es decir, aquí se concentran las actividades anteriores a la fabricación, como la gestión, la planificación, la investigación y el desarrollo (I+D), y las posteriores a la fabricación como el diseño, la ingeniería, el control de calidad, la comercialización y los servicios posventa (Méndez, 1996: 268). Dichas actividades, que se encuentran divididas antes y después de la producción, se realizan en las ciudades centrales, ya que por sí mismas recuperan su inversión; sin embargo, las actividades propiamente designadas a la producción están siendo descentralizadas y, en muchos casos, muy fragmentadas (subcontratación). Algunos de los factores más importantes que fomentan la descentralización y reindustrialización en las áreas periféricas han sido la presencia de suelo urbanizable y relativamente barato, bajos o nulos controles urbanístico-ambientales. Los menores costos de reproducción social en las áreas periféricas, unidos a la frecuente multiactividad en el trabajo a domicilio, se han conjugado para que la mano de obra, predominantemente femenina, tenga bajos salarios. Este tipo de dinámica se observa en ramas como la confección, calzado, alimentos, electrónica y juguetería, donde se presenta una explotación de la mano de obra que se traduce en una infravaloración y una ausencia de alternativas laborales. Todas estas características las convierte en una mano de obra cautiva que no puede elegir y, por tanto, que ha de aceptar las condiciones impuestas por la lógica de la economía global y del capitalismo (Méndez, 1996: 284). En este caso se hará referencia a la industria de la confección como una actividad industrial que ha tenido que reestructurarse por medio de la modernización en sus procesos, sobre todo, en lo que se refiere al diseño y corte, así como la distribución y comercialización de los bienes producidos. En estos segmentos -diseño, corte, distribución y comercialización- las empresas han invertido grandes cantidades de recursos económicos para automatizar electrónicamente sus procesos y descentralizar la etapa intermedia, donde se lleva a cabo la subcontratación, y así controlar la fase inicial y final de toda la transformación. II. El proceso de subcontratación
En el proceso de subcontratación existen dos niveles, el internacional y el nacional, cada uno de ellos presenta características particulares, pero relacionadas entre sí (Diagrama 1).
La subcontratación internacional.- Entre los diferentes tipos de relaciones que se establecen entre los países capitalistas desarrollados y los países en desarrollo se presenta la subcontratación internacional, gracias a ella algunas empresas importantes pueden reducir sus costos de producción y permanecer en el proceso productivo para competir en un mercado mundial. La subcontratación es un proceso muy demandado en la reestructuración económica y particularmente en la confección, por ejemplo, Hoffman (1985: 381) menciona que en Estados Unidos ha aumentado la subcontratación internacional a partir de la década de los setenta, puesto que diez de las grandes firmas más importantes del país sumaron 20% de la producción bajo este esquema y en los últimos cinco años han crecido mucho más rápido que todo el sector de la confección en su conjunto. Además, desde la década de los sesenta y setenta, se ha encontrado que algunas grandes firmas estadounidenses y japonesas trabajan con procesos de subcontratación. En particular, las estrategias que establecieron las empresas estadounidenses para enfrentar la intensa competencia internacional de los países de la cuenca del Pacífico estuvieron dirigidas en dos direcciones: concentraron sus esfuerzos en los mercados y en la producción. Estos esfuerzos los encaminaron a satisfacer las necesidades en la demanda de la moda, así como a orientar las inversiones hacia la disminución de los costos y el aumento en la productividad por medio de la subcontratación. Por otro lado, las firmas japonesas establecieron sus nexos de subcontratación internacional en Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur y Singapur y su producción estuvo dirigida básicamente a satisfacer las necesidades de los mercados latinoamericano y, más tarde, el estadounidense. Para el caso de la industria de la confección es importante hablar de países, pero en el contexto de la globalización económica, donde el flujo de capital no tiene nacionalidad y las nuevas formas de operar de las grandes empresas conllevan a definir los territorios, es más relevante referirse a las firmas. Un ejemplo concreto es la empresa manufacturera de los "jeans" Levi Strauss. Esta transnacional es la empresa más reconocida en la confección de pantalones vaqueros de mezclilla, y para tener una idea del poder de facturación que tuvo a escala mundial, esta multinacional a finales de los años setenta vendió 50 millones de dólares por año (Dicken, 1994: 260). Una de las estrategias que estableció fue la subcontratación internacional que llevó a cabo en países localizados en Europa, América Latina y Asia. La descentralización de las actividades la realizó con la finalidad de tener el liderazgo en la elaboración de jeans a escala mundial, por medio de la reducción de los costos de producción. Esta estrategia estaría sustentada en la práctica de la subcontratación que le permitiría obtener el liderazgo internacional. Sin embargo, en 1992 y 1993 Levi Strauss tuvo problemas con algunas empresas que subcontrataba por la excesiva explotación que hacía de los trabajadores, tal fue el caso que la multinacional canceló toda relación con las empresas en los países de Birmania, Perú y China. Además de esta subcontratación internacional también existe otra que se enfoca a una escala menor, la nacional, pero que indudablemente se encuentran relacionadas (Diagrama 1). La subcontratación nacional.- En algunos países el proceso de subcontratación que se presenta al interior de cada uno de ellos puede ser el tradicional y el de especialidades (Villavicencio, 1994: 765). El primero, cuando la gran empresa confiere un segmento del proceso productivo a otra empresa más pequeña que tiene menores costos de producción que la empresa subcontratista, en esta relación se presenta un beneficio exclusivamente económico. El segundo, el de especialidades, aquella donde existe además de un beneficio de tipo organizativo y tecnológico, una especialización en algún segmento de la producción; asimismo, reorganiza su estructura productiva interna para incorporar una parte importante de las innovaciones tecnológicas, tanto en la gestión como en la producción, y adopta prácticas como las de justo a tiempo y de calidad total. Las empresas modernas que asumen como parte de su proceso productivo la subcontratación de especialidades, deben concebir un cambio o una retroalimentación de conocimientos y de tecnología, lo que contribuirá a que las empresas que subcontratan y son subcontratadas se desarrollen adecuadamente bajo los lineamientos que cada una de ellas hayan establecido, para continuar con el proceso productivo imperante de la primera década del siglo XXI. Cabe mencionar que dentro de una subcontratación nacional, al igual que la internacional, también se presenta la subcontratación tradicional y/o de especialidades y no es privativo únicamente de las empresas a escala internacional. Las empresas que tienen una cobertura nacional también hacen uso de estos dos tipos de subcontratación, dependiendo del sector y/o rama de la cual se trate; no es lo mismo hablar del sector automotriz que del de la confección, puesto que cada uno de ellos tiene procesos y formas productivas muy particulares. Según Benería (Cit. pos. Bustos, 1994: 21), existe una subcontratación que afecta la industria tradicional y surge como un tipo de relación que se establece entre el subcontratante y el subcontratista: a) articulación directa, b) articulación mediada, y c) articulación mixta (Diagrama 1). En la articulación directa no se presenta un intermediario, sino que la empresa entrega parte de su producción a los pequeños talleres. Esta articulación directa es menos dañina para la mano de obra que trabaja a domicilio, ya que no existe un agente intermedio que las explote más todavía. Entre más actores o agentes participen en la cadena de producción menos ganancias obtendrá el eslabón más vulnerable, que finalmente realiza la actividad más pesada de todo el proceso. En la articulación mediada, como su mismo nombre lo dice, existe una persona que sirve de enlace entre el empresario y el trabajador a domicilio. Seguramente aquí sí existe una mayor explotación de la mano de obra, simplemente por la existencia del intermediario. En la articulación mixta los productores venden los bienes en la tienda, y en este mismo lugar se realizan las labores de costura de manera clandestina. El trabajo a domicilio es aquella labor de ensamblado que se desarrolla en el domicilio del trabajador y constituye una extensión de la fábrica o taller, por tanto, su casa se vuelve un departamento externo de armado, bordado, alforzado, pre-costura, marcado, deshilado y planchado de las prendas. Este tipo de trabajo se conoce comúnmente como maquila y no se encuentra concentrada en un sólo espacio físico, ni lo lleva acabo exclusivamente un productor, sino que el proceso se encuentra muy fragmentado, y más aún este trabajo está asociado a sectores de la población más marginada (Peña, 1994: 195-196) . Hasta este momento, se han identificado los diferentes niveles de subcontratación que existen en la industria de la confección, desde el internacional hasta el trabajo a domicilio, este último como la manera más elemental donde se desarrolla y representa la expresión más segmentada que hay del trabajo. Entre las diferentes modalidades de subcontratación que se presentan en la industria de la confección, un agente activo es la mano de obra que desempeña un trabajo que puede ser realizado en su hogar o en la fábrica, y representa un vínculo entre el modo de producción formal y el informal. A continuación, se describe de manera concisa la fragmentación que se presenta dentro del proceso de la confección para identificar los segmentos donde hay un mayor uso intensivo de mano de obra y, por tanto, una subcontratación. III. Fragmentación del proceso productivo de la confección En la confección de prendas se presenta una fuerte demanda de la subcontratación, como resultado de la fragmentación de todo el proceso productivo. Para explicar cuáles son los niveles de dicha fragmentación que tiene la confección es necesario ejemplificarlo de la siguiente manera (Diagrama 2):
Cinco niveles constituyen un esquema usual del proceso productivo de la confección de prendas, desde el diseño hasta la distribución del producto. En los niveles uno, dos, cuatro y cinco (Diagrama 2), no se requiere un uso tan intensivo de mano de obra, no así en el tercer nivel que se utiliza de manera intensiva; es decir, no existe una fragmentación del proceso como tal, sino al contrario una concentración, la gran empresa que subcontrata es la que controla el inicio y final de la cadena productiva, tiene los derechos de la idea de la prenda, diseño y corte del modelo para que, posteriormente, sea armado por otras empresas. Al finalizar el ensamblado de la prenda, ésta retorna a la empresa subcontratista para que sea distribuida en los diferentes canales, donde ya se encuentran una serie de agentes que se encargan de la venta del producto, finalmente llega al consumidor, después de haber sido objeto de un vaivén dentro de todo el proceso productivo de la confección de la prenda. Como se observa en el diagrama anterior, en la confección se genera una sub-fragmentación en el tercer nivel, donde la mano de obra femenina es importante por dos razones: la primera, por el uso intensivo que se hace de ella en las diversas labores de la confección; y la segunda, por la docilidad que presenta para recibir y seguir instrucciones en las labores, así como de contar con cierta destreza para realizar actividades que requieren precisión y facilidad para contratarse en empleos temporales. Todos estos rasgos convierten a la mano de obra, sobre todo femenina, en una fuente inagotable y vulnerable para los agentes que subcontratan. Además se da de esta fragmentación al interior del proceso productivo de la confección, otra a escala territorial; es decir, al momento que una mediana o gran empresa decide utilizar la subcontratación está promoviendo una descentralización espacial de la producción, porque contratan a otras de menores dimensiones localizadas muchas veces en áreas intermedias o periféricas de los centros urbanos (Alvarado, 1999: 185). La subcontratación se presenta, predominantemente, de las grandes unidades fabriles hacia las micro o pequeñas empresas, sin olvidar, que la practican con las medianas y/o grandes empresas. IV. Conexiones entre la industria textil y la industria de la confección Al hacer referencia a la industria de la confección no puede dejarse de lado las conexiones que mantiene con la industria textil, puesto que proporciona la principal materia prima, la tela. Del total de tela que genera la industria textil, 50% está destinada a la industria de la confección y el resto se dirige hacia los productos industriales y para el hogar (Diagrama 3).
A lo largo de la cadena textil y de la confección se hallan segmentos del proceso que resultan importantes por el valor agregado que se genera en cada una de ellas. En la industria textil la fabricación del hilo y el acabado de la tela generan mayor valor, factor determinante en la calidad y precio del producto; sin embargo, es aquí donde la cadena textil es muy vulnerable por los problemas identificados en el parque industrial, como la tecnología de proceso y en la estructura del sector (Cetré, 1994: 106-111). El parque industrial que se encuentra en la mayoría de los países en desarrollo es muy antiguo; contrario a lo que ha ocurrido en los países desarrollados donde la modernización ha sido enorme en comparación al primer grupo de países. Por otro lado, en la industria de la confección los segmentos donde se genera un mayor valor agregado es en el diseño de la prenda, así como en la distribución y la comercialización que en México están controlados por un número importante de grandes empresas. Dicho control que tienen estas grandes empresas son por el nivel de tecnología que utilizan, ya que les permiten, por un lado, tener un control preciso del proceso y, por el otro, obtener un mayor valor añadido que se traduce en un incremento considerable de ganancias. Si estas ganancias se suman al valor generado por medio de la subcontratación-maquila, las grandes empresas se fortalecen y entran a un amplio mercado competitivo y diversificado que no sólo está enfocado a una demanda nacional, sino que trasciende las fronteras para ahora tener una cobertura internacional. Después de identificar la fragmentación del proceso productivo, a continuación se enmarca históricamente a la industria de la confección a escala nacional para posteriormente, abordar la subcontratación que realizan las grandes empresas de la confección en la ZMCM. V. Marco histórico de la industria de la confección en México Para esta sección es importante destacar ciertos periodos en el desarrollo de la industria de la confección. En la década de los veinte la elaboración de las prendas de vestir se realizaban en el hogar y, principalmente, por las mujeres. Sin embargo, con el correr de los años y la incipiente urbanización que trajo consigo la Revolución Mexicana, hizo posible que por primera vez fuera factible la producción de ropa en forma masiva (Hanson, 1992: 312). Las personas que se dedicaban a la producción masiva de ropa fueron, principalmente, inmigrantes libaneses y judíos, estos fabricantes-comerciantes agruparon sus negocios alrededor del centro de la Ciudad de México, el cual se convirtió en el principal distrito del vestido en el país. Distrito que fue utilizado como la base desde donde llevar a cabo las negociaciones con los proveedores de textiles y los revendedores. El otro aspecto que provocó, de manera indirecta, el desarrollo de la industria de la confección fue la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto bélico estimuló el crecimiento de ciertos lugares del país a través de la expansión y creación de nuevos pequeños talleres, lo que representó la posibilidad de exportar la producción hacia otros países, sobre todo, hacia los Estados Unidos. Al concluir la guerra, el mercado nacional se contrajo, pero para este momento, se presentó otro hecho que impulsó enormemente el progreso de la industria de la confección en el país: el crecimiento del mercado urbano. Este crecimiento fue resultado de la fuerte inmigración de las ciudades que iniciaban su desarrollo económico en el territorio nacional y estimuló la fabricación de ropa en grandes volúmenes, ya que cada vez más se incorporaba un mayor número de individuos a la vida económica del país, este hecho impulsó, nuevamente, la demanda de las prendas de vestir en los centros urbanos. Dicho comportamiento representó para los empresarios un mercado muy prometedor, debido a que se abría un abanico muy amplio y potencial para los empresarios dedicados a la confección. En la década de los cincuenta, los antiguos empresarios que iniciaron esta actividad dieron paso a las nuevas generaciones, lo que representó un nuevo giro en la industria de la confección, porque los nuevos industriales se preocuparon por introducir modernas tecnologías y formas de organización, lo que permitió el incremento de la productividad y de las utilidades. En esta década también fue muy importante el uso de las fibras sintéticas, que se empezaban a utilizar en el mundo, lo cual representó para los empresarios costos de producción menores a lo que estaban acostumbrados. A partir de 1960, los pequeños productores se transformaron en medianos empresarios, lo que implicó, por un lado, la adquisición de equipos modernos y, por el otro, la articulación de las grandes o medianas empresas con las de menor tamaño. A finales de los sesenta y mediados de los setenta, otro factor que impulsó a la industria fue el uso intensivo de la mezclilla, lo que provocó que las grandes y medianas empresas lograran exportar hacia los Estados Unidos, y en menor grado a Europa (Laison, 1985: 199). La Ciudad de México concentró, a nivel nacional, la mayoría de la producción de ropa, así como la distribución y comercialización, por ejemplo, en 1960, 59.8% de los empleos generados por la manufactura de ropa se localizaban en el Distrito Federal, entidad federativa donde se encuentra la Ciudad de México (Hanson, 1992: 312-313). Sin embargo, en la década de los setenta la producción de ropa empezó a descentralizarse de la ciudad hacia nuevas aglomeraciones especializadas en ropa exclusiva, como resultado de las diferencias regionales que se establecieron en los costos de producción entre la capital del país y las áreas rurales. Estos empresarios reubicaron por completo el aparato de producción, de manera que las operaciones de diseño y ensamblado se localizaron en el interior del país. No obstante, la actividad de comercialización de la Ciudad de México permaneció intacta, lo cual provocó que los productores en las nuevas aglomeraciones rurales siguieran dependiendo para la venta y distribución de sus mercancías de los comerciantes ubicados en el Distrito Federal. De 1970 a 1980, el Distrito Federal disminuyó el número de empleos de la industria de la confección de 55.4% a 44.7% y a 12.7% para 1997. A pesar de que la participación porcentual del empleo en el Distrito Federal ha disminuido con los años, es importante mencionar que todavía esta entidad mantiene el primer lugar en la concentración de mano de obra y número de establecimientos de la industria de la confección en todo el país. VI. El proceso de subcontratación de algunas empresas de la confección en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México
En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México para el año 2001 habían 1,419 empresas de la industria de la confección, veinte fueron grandes unidades fabriles de más de 500 trabajadores (Gráfica 1). Del total de las grandes empresas, 50% se localizó en el Distrito Federal y el resto se encontró en los municipios metropolitanos de la Ciudad de México.
Las grandes empresas localizadas en la ZMCM concentraron alrededor de 25.5% del personal ocupado de toda la rama y su nivel de ventas aproximadamente 80% de ellas, ascendió a más de un millón de pesos. En cambio, como un dato comparativo, 58% de la microindustria se aglutinó en el rango de menos de un millón de pesos (Cuadro 1) y absorbió sólo 12.4% de toda la mano de obra.
Cuadro 1
Se encuestaron a 16 de las veinte empresas establecidas en la ZMCM, es decir 80%, puesto que el resto se mostraron renuentes para hacerles una visita. Maquila y subcontratación Antes de entrar a explicar los mecanismos de subcontratación o maquila que se presentan en la industria de la confección es importante mencionar cuales son los insumos utilizados por la mayoría de las grandes empresas localizadas en la ZMCM. La mayoría de los insumos fueron nacionales, 63.7% y del 36.3% restante se tuvo que de Estados Unidos provino 40%, le sigue en importancia América Latina, 24%, Europa, 23%, y Asia, 13%. Es importante apuntar que los insumos que llegaron del exterior en su mayoría procedieron de Estados Unidos y la menor proporción llegó de Asia. Sin embargo, en esta última región se tuvo una mayor diversidad en relación con el número de países participantes, Taiwán, Indonesia, India, Pakistán y Japón. Las empresas de la confección que importaron insumos presentaron una cierta vulnerabilidad, ya que la cotización del peso frente al dólar no es muy favorable. Esta desventaja de la paridad del peso frente al dólar que enfrentan las empresas de la confección no puede soslayar su importancia, ya que esta es una causa relevante por la que algunos insumos nacionales, desafortunadamente, no logran competir en precios y calidad con los del exterior. Entre los insumos más importantes de procedencia nacional y extranjera se encontraron la tela, hilo, botones y cierres, los cuales fueron esenciales para asegurar un producto de buena calidad, sobre todo, si gran parte de ellos fueron para distribuirse en tiendas departamentales y satisfacer necesidades de la población de ingresos medios. Las grandes empresas buscaron que los insumos fueran de buena calidad y con los costos más bajos. No obstante, hubieron algunos casos donde se presentó que un proveedor era el único en el mercado para abastecer el producto, por lo que no tenían opción de escoger. Además de estos factores, es importante mencionar que las empresas, generalmente, no mostraron tener dificultades para la adquisición de los insumos; en cambio, de manera mínima, algunos mencionaron problemas en el tiempo de entrega y en la disponibilidad. Particularmente, lo que se refiere al proceso de subcontratación se observó que alrededor de 56% de las grandes empresas de la confección se encontraron bajo este esquema (Gráfica 2), donde dos unidades fabriles fueron nacionales y siete extranjeras (Gráfica 3), en este último grupo destacaron empresas de Miami, California, Nueva Jersey y Nueva York. Es decir, nueve empresas realizaron actividades de maquila y el resto se enfocaron a la elaboración de diferentes prendas, desde el inicio y final de la cadena productiva; es decir, desde el diseño y corte hasta el empaquetado final y la distribución, pasando por el armado de la prenda.
La mayoría de las empresas subcontratadas se negaron a contestar desde cuándo lo eran, sin embargo, de las que sí contestaron, una mencionó que lo realizaban desde 1970, otra fue a principios de la década de los ochenta y dos más mencionaron 1995 y 1999. Ahora bien, el tamaño de las empresas que las subcontrataron fue predominantemente grande, las cuales se encontraron en Estados Unidos (16) y Europa (2). Alrededor de 72.5% de la producción de las empresas que fueron subcontratadas, fue para maquilar, lo que significó estar sujeta a las normas de calidad impuestas por la empresa para las cuales trabajaron. El resto de su producción se enfocó a la elaboración de otras prendas, permitiéndoles sobrevivir, cuando en algún momento no hubieran tenido ropa que maquilar; es decir, que la diversificación fue una manera de mantenerse en el proceso productivo. En algunas ocasiones las empresas subcontratadas por las grandes industrias necesitaron los servicios de otras unidades fabriles para cumplir y entregar la producción en los tiempos establecidos, 62% de las empresas que fueron subcontratadas estuvieron en este caso (Gráfica 4). Las razones por las cuales los empresarios contrataron a otras empresas fueron variadas fundamentalmente para cubrir incrementos en la demanda, donde seis empresas (37.5%) lo realizaron. Además, existieron tres empresas (18.8%) que solicitaron dicha actividad, porque representó costos más bajos, mano de obra accesible y personal más especializado. Otro empresario mencionó que la combinación de todas estas razones contribuyeron para emplear los servicios de la maquila, ya que mostraron una gran ventaja para su empresa al momento de no manejar un número importante de personal ocupado en las labores de ensamblado, así como la desvinculación de toda responsabilidad laboral, que se establece entre el empresario y la fuerza de trabajo. Las dimensiones de las grandes empresas que subcontrataron los servicios de maquila en la ZMCM fueron muy diversas, emplearon a micros (44), pequeñas (52), medianas (1) y grandes empresas (5). La mayoría de estas unidades fabriles subcontratadas se localizaron, predominantemente, en los estados de México, Hidalgo, Tlaxcala y Puebla. La mayoría de dichas entidades federativas pertenecen a la región centro del país.
Las industrias que se encontraron maquilando para las grandes empresas lo han venido realizando desde hace algunos años, como se observa en el cuadro 2. Estos datos demostraron, en cierto sentido, que las empresas nacionales que utilizaron a su vez los mecanismos de subcontratación fueron más diversificadas, es decir, no sólo se enfocaron a un tamaño, sino consideraron a toda la escala productiva de la industria de la confección. Las empresas subcontratadas para realizar las labores de maquila tuvieron cierta experiencia en esta labor, lo que permitió garantizar la calidad de los productos ensamblados. Cuadro 2
La diversificación mostrada por las grandes empresas nacionales que subcontrataron a otras de menores dimensiones, evidencian la integración presentada por algunas empresas que se encontraron dentro de la rama de la confección, pero este nivel de encadenamiento es sólo para la maquila, porque no trasciende, debido a que las empresas subcontratadas proporcionan los insumos y todos los accesorios necesarios para llevar a cabo el ensamblado de las piezas. En este nivel se podría manejar o hablar de una subcontratación tradicional, donde sólo se da una remuneración económica por el ensamblado y no se presenta una retroalimentación entre la empresa que subcontrata y es subcontratada. También, lo menciona Bustos (1994), se genera una articulación directa, porque la mayoría de las empresas contrataron directamente los servicios de la maquila con la empresa y no fue necesario utilizar intermediarios. Otra parte importante dentro del proceso de la industria de la confección, además de los insumos y la subcontratación, es el destino de los productos que se elaboran por estas industrias. Se observó que las grandes empresas de la confección la mayoría de sus productos fueron terminadas; es decir, 87.8% (49) de las prendas tuvieron un acabado final y sólo 12.2% fueron bienes que se dirigieron a la empresa matriz para proporcionarles los toques finales. Es interesante mencionar que de todos los bienes producidos por estas grandes empresas, aproximadamente, la mitad se destinó al consumidor final y el resto se dirigió a ser almacenado para un futuro cercano llegar al consumidor nacional e/o internacional. Ahora bien, las empresas que consumieron o almacenaron estas prendas fueron diversas en cuanto a su tamaño, puesto que los principales clientes fueron las grandes empresas 45% y, aunque parezca extraño, el segundo cliente de las empresas productoras son las micro industrias (26%) y el resto se distribuyó entre las pequeñas y medianas empresas (Gráfica 5). Además de conocer los canales de distribución de las prendas fue interesante conocer que el mercado final de estos productores fundamentalmente fue el mercado nacional, 68.5% de la producción permaneció en el país y el resto se dirigió a la demanda del mercado externo, destacando Nueva York, California, Miami, Nueva Jersey, Venezuela y Santo Domingo. Las empresas señalaron que tanto el mercado nacional como el extranjero eran rentables. Los principales lugares de venta de los productos en nuestro país y en el extranjero fueron las tiendas departamentales, para el caso de México, Liverpool, Palacio de Hierro, Sears y Suburbia. En el caso de las empresas extranjeras una mencionó Wall Mart, pero ésta no es una tienda departamental, sino de autoservicios, sin embargo, otra mencionó maquilarle a la firma J. C. Penny.
Las empresas destinaron 51.7% de su producción al mercado externo y al momento de realizar esta actividad no tuvieron problemas, 10 de ellas (62.5%) la catalogaron como buena, sólo dos (12.5%) la calificaron de regular y el resto (25%) no mencionó nada. La exportación ha sido muy aceptable lo que ha conducido a los industriales, alrededor de 81% de las empresas, del ramo a tener grandes posibilidades de expansión de sus productos en el mercado nacional e internacional durante los dos próximos años. Las grandes empresas esperan aumentar el valor de la producción en un 24.2% en promedio, con respecto al año 2000, para ello será necesario la adquisición de nueva maquinaria durante los dos últimos años. Sin embargo, los empresarios que actualizaron y modernizaron el equipo, mencionaron el beneficio en el aumento de la producción, así como en la buena calidad de los bienes producidos y en la reducción de los tiempos. Conclusiones El proceso de reestructuración económica presentado, principalmente, en los centros urbanos ha modificado su estructura al grado que las actividades económicas se distribuyen diferencialmente en su espacio, es decir, la dirección o control de las empresas se localizan en la ciudad central y las actividades marginales en las áreas periféricas. Esta distribución ha dado como resultado que exista una diferenciación sectorial, además de espacial. Particularmente, la industria de la confección, en sus inicios, se localizó y concentró en la Ciudad de México y después se descentralizó de la ciudad hacia otras áreas urbanas periféricas, y en algunos casos, especializadas en ropa exclusiva, resultado de las diferencias regionales en los costos de producción que se dan entre la ciudad central y el resto del territorio nacional. Sin embargo, la Ciudad de México aún sigue concentrando a la industria de la confección y es el centro desde donde se controla la distribución y comercialización de esta actividad, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Ante este nuevo escenario que se presenta en las ciudades es importante reconocer cuáles han sido las estrategias establecidas por algunas grandes empresas de la confección para permanecer en el proceso productivo. Una de estas estrategias ha sido, sin duda, adoptar procesos de subcontratación que les permita, por un lado, disminuir los costos en la producción y, por el otro, descentralizar una de las actividades con un uso intensivo de mano de obra, como el ensamblado de las piezas (maquila). Del total de las empresas de la confección encuestadas que se localizaron en la Ciudad de México y en su zona metropolitana 56% se dedicaron a maquilar, y sólo 44% fueron empresas que se enfocaron a elaborar prendas desde el inicio de la cadena hasta el final; es decir, el diseño, corte, ensamblado de la prenda, acabado, empaquetado final, distribución y comercialización. Las empresas que no fueron subcontratadas, predominantemente, se dedicaron a satisfacer la demanda del mercado nacional, lo que significa, por un lado, que los productores nacionales de los insumos se activaron desde el momento que consumieron una parte importante de sus bienes; sin embargo, las empresas que fueron subcontratadas por empresas extranjeras utilizaron un mínimo de insumos nacionales. Con base en las empresas encuestadas puede afirmarse que dentro de la industria de la confección localizada en la ZMCM, se distinguen tres tipos de grandes empresas, el primer grupo no está dentro de algún esquema de subcontratación y los otros dos fueron los que sí están llevando a cabo esta actividad. En estos dos últimos grupos se observaron diferencias, puesto que unas fueron subcontratadas por grandes empresas extranjeras y las otras por grandes empresas nacionales. Se observó que las empresas nacionales que subcontrataron a otras lo realizaron con una variedad de tamaños, puesto que se encontraron micros, pequeñas, medianas y grandes empresas realizando alguna labor de ensamblado para las empresas nacionales que las subcontrataron. ¿De estos tres tipos de empresas cuáles fueron las más benéficas para la economía nacional? Según los datos que arrojaron las encuestas, las empresas nacionales fueron las más benéficas, ya que utilizaron un mayor número de insumos nacionales, hubo una mayor integración entre los diferentes tamaños de empresas y su mercado estuvo dirigido hacia la población de ingresos medios, tanto nacional como internacional. Otro aspecto importante fue que las grandes empresas de la confección que se localizaron en la ZMCM mantuvieron relaciones productivas con otras unidades fabriles que se establecieron en algún estado de la región centro del país. Dentro de un esquema de centro-periferia, la Ciudad de México funciona como el centro donde las grandes empresas se emplazan y subcontratan a otras de menores dimensiones para realizar las actividades propias de maquila, su localización se encuentra, predominantemente, en los estados de México, Hidalgo, Tlaxcala y Puebla. Además de estos nexos de maquila, se establecieron otros flujos como el de las prendas terminadas; es decir, éstas tuvieron una influencia en el mercado local y nacional, y también transcendieron más allá de las fronteras del país al dirigirse hacia Estados Unidos, Europa y Sudamérica. El modelo de centro-periferia se puede extrapolar a uno internacional, al momento que la Ciudad de México, junto con su zona metropolitana, sería la periferia de las grandes empresas estadounidenses y europeas que subcontratan a otras dentro del territorio nacional. Los esquemas de subcontratación que presentan las grandes empresas de la confección que se localizan en la ZMCM, y en todo el territorio nacional, son interesantes, pero serían todavía más al identificar casos particulares que proporcionen un peso destacado en el nivel de ventas, así como su aporte al producto interno dentro de toda la rama. Esta información serviría de gran ayuda para reconocer, de una manera más detallada, los mecanismos de subcontratación que mantienen estas empresas y la repercusiones que tienen en toda la cadena productiva, donde existe un amplio rango de actividades involucradas en el diseño, producción y comercialización de los productos, además de conocer y evaluar más a fondo las repercusiones que se presentan en la mano de obra que se emplea dentro de la rama. Bibliografía
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