Enero 15, 2.000

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EMPRENDEDORES
Outsourcing potable

La Operadora Clearwater, C.A., propietaria de la marca Cup of Water y filial de Expressway de Venezuela, es un claro ejemplo de optimización de costos sustentados en el outsourcing. Aunque genera poco más de seis empleos directos, la firma no tiene empleados fijos y coordina las actividades de producción de envases, llenado y comercialización de copas de agua mineral desechables.

Inversión inicial: 30 millones de bolívares
Capacidad de llenado: 15 mil
unidades cada 24 horas
Capacidad de producción de copas:
14 mil a 20 mil diarias
Llenado actual promedio: 3.000 diarias
Stock de copas sin llenar: 20 mil unidades
Facturación: 300 millones de bolívares anuales
Costos operativos: 65 por ciento
Margen de utilidad: 25 por ciento

La Operadora Clearwater, C.A., propietaria de la marca Cup of Water y filial de Expressway de Venezuela, es un claro ejemplo de optimización de costos sustentados en el outsourcing. Aunque genera poco más de seis empleos directos, la firma no tiene empleados fijos y coordina las actividades de producción de envases, llenado y comercialización de copas de agua mineral desechables. Por ejemplo, su planta de llenado se encuentra en la sede de un socio estratégico, la embotelladora D’Evien, que provee de agua de manantial y horas/hombre para la producción. Otros proveedores se dedican a la producción de las copas de acuerdo con los moldes provistos por la Operadora Clearwater y de la impresión del envase de acuerdo con las peticiones del cliente.

Esto, según el director gerente de la firma, Gustavo Queremel-Castro, le ha permitido mantener en 65 por ciento sus costos operativos, que incluyen el personal, costo de las copas, tapas, troqueles, cajas, guantes, pvc bruto, transporte, pérdidas y depreciación de los equipos. El margen de utilidades se mantiene en un piso de 25 por ciento. "Este tipo de organización es algo que aprendí de los norteamericanos", reveló Queremel-Castro. De esta forma, mantiene en almacén alrededor de 20 mil unidades de forma que pueda atender pedidos de última hora.

Como la demanda del mercado –aún incipiente– ha fluctuado entre 80 mil y 100 mil unidades por mes, Queremel ha considerado poco pertinente la inversión en una planta y manantial propios. Actualmente, solo en la conformación de un centro de producción tendría que invertir un mínimo de 500 millones de bolívares. Sin embargo, la expansión masiva de la demanda podría conducirlo a la ejecución de desembolsos de ese volumen.

De momento, su facturación se mantiene en el orden de 25 millones de bolívares mensuales, producidas en un solo turno de trabajo en la planta de llenado, lo que desemboca en alrededor de 300 millones de bolívares al año. Esta cifra incluye los ingresos procedentes de la exportación del producto a puntos del Caribe, como Aruba. En este terreno, encontró una fórmula para consolidarse en ese mercado caribeño: exporta, vía ferry, desde el estado Falcón, lotes de 100 cajas –con 50 unidades cada una– a través de un proveedor de servicios de transporte. Actualmente negocia con firmas hoteleras de Santo Domingo, Aruba y Cancún, la compra de lotes del producto.

Copa mineral. Todo comenzó un día, en una fiesta ofrecida en su casa, Queremel-Castro vio la posibilidad de abrir un nuevo negocio. En esa oportunidad entregó como presente a sus invitados una copa de vidrio para tomar agua. Pronto comentó a su hijo Héctor que sería interesante que existiera en el mercado una presentación similar, esta vez en material plástico, para el agua mineral. El producto podría estar identificado con las señas del negocio que lo expendiese y con ello servir de vehículo publicitario. Un detalle que aumentaría su atractivo y extendería su mercado. De aquella conversación surgió en firme la intención de desarrollar un proyecto de tal naturaleza. Para no olvidar nunca cómo surgió la idea, su hijo propuso que la copa se pareciese a la que regalaron como recuerdo en el sarao. Luego armó en barro un modelo tentativo para los moldes.

De allí en adelante, las tareas de padre e hijo se dividieron. El primero viajó a Estados Unidos, a la ciudad de Clearwater, para contratar el diseño y realización de una máquina especial para el llenado y etiquetado de las copas, así como los moldes, basados en el diseño desarrollado por su hijo. El envase, finalmente, sería una copa en poliestireno cristal con apariencia de vidrio escarchado, con una base en color negro de polipropileno y capacidad de 250 ml; características que pueden modificarse de acuerdo con las necesidades de los expendedores finales. Esta primera fase se llevó ocho meses de trabajo y una inversión inicial por el orden de 30 millones de bolívares que dio lugar a la creación de la firma Operadora Clearwater y la fabricación de la máquina de llenado.

Los Queremel-Castro trataron de patentar el prototipo creado por Héctor, y, aunque no fue aceptado, lo presentaron, todavía sin agua ni logos, a su mercado potencial: hoteles y restaurantes. Después de un largo período de prueba, en el que se realizó el registro de la marca Cup of Water para el producto final, proceso que consumió alrededor de año y medio, han logrado su primer período de operaciones en firme con resultados positivos. Subsistir sin la patente de la copa modelo representa un riesgo y un reto para Gustavo Queremel-Castro, director gerente de la firma. Durante el proceso de adaptación vendían las copas sin agua, identificadas con el logo del cliente a hoteles, como el Maremares de Puerto La Cruz, entre otros hoteles de la misma categoría. Hoy el producto se expende a más de 15 clientes fijos que demandan más de 50 mil unidades mensuales. El proceso le ha demostrado a Queremel-Castro que si bien este negocio le absorbe más tiempo que su anterior actividad (importador de insumos para la industria farmacéutica), tiene un elevado potencial que generará competencia.

La oferta básica del producto apunta a ofrecer higiene confiable con un toque de elegancia en el segmento restaurantes, cafés y hoteles del mercado de agua mineral. Para diferenciarse de otras presentaciones y afianzar la idea de higiene, el producto llega en cajas plásticas a los comercios, con un guante desechable para el personal que lo va a manipular en el tramo del vendedor final. El tratamiento previo del envase incluye lavado a presión con detergentes, el paso por un túnel de rayos ultravioleta, llenado y cierre hermético con etiquetas de aluminio plastificado. La máquina de llenado pasa por un tratamiento igualmente meticuloso: limpieza de tuberías con cloro, lavado con agua mineral, prueba de dortolinina para verificar calidad y, finalmente, se procede al llenado y termosellado. Este proceso garantiza que el agua, previamente pasada por un filtro de 0,01 micrones, esté libre de seudomonas.

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