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              TABLÓN: El artículo de hoy
               
              Cena de 
              Navidad 
              Frei Betto 
              
              Alai-amlatina 
              Se dio por celebrada la Misa del 
              Gallo en la madrugada del 25 de diciembre. El padre Alfonso se 
              dejó contagiar por la aflicción de los fieles, ansiosos por 
              regresar a sus casas y disfrutar de la cena antes de que se 
              acostaran los niños. Abrevió la homilía, se saltó algunas 
              oraciones, deseó a todos una Feliz Navidad y les dio la bendición 
              final. Una decena de feligreses se juntó en la sacristía para 
              darle a él también las felicitaciones. Los regalos se fueron 
              juntando en un rincón: camisas, calcetines, libros… esas cosas 
              apropiadas para un hombre de Dios. 
               
              Despojado de los ornamentos, el padre Alfonso se vio solo. 
              Miserablemente solo, en plena noche de Navidad. El celibato es un 
              don y él creía haberlo recibido. A lo largo de veinte años de 
              sacerdocio le sobrevinieron muchas tentaciones. Sin embargo no era 
              el atractivo de las mujeres lo que le llevaba a dudar de su 
              consagración. Las admiraba, se sentía gratificado de encontrarlas 
              bellas y atractivas. Señal de que había en él un macho, lo que 
              íntimamente le envanecía. Le perturbaba la conciencia del padre 
              que nunca fue. Muchas veces sentía la nostalgia de los hijos que 
              no tenía. 
               
              Le atormentaba verse solo en la mesa del comedor. Comer es 
              comunión, compartir, mezclar el yantar con el diálogo ameno y 
              alegre. El alimento le caía insulso, y con frecuencia se 
              sorprendía soñando con los ojos abiertos en una mesa rodeada por 
              su familia imaginaria. 
               
              En aquella noche la soledad le golpeó fuerte. Una soledad con una 
              punta de amargura adherida a una expectativa frustrada. La sentía 
              en la boca del alma. Ninguno de los feligreses había tenido la 
              gentileza de convidarle a cenar. 
               
              El padre Alfonso revisó los paquetes de colores brillantes y 
              encontró lo que deseaba: un pastel y una garrafa de vino. Los 
              metió en la bolsa donde llevaba los sacramentos a los enfermos y 
              se dirigió a la zona bohemia. 
               
              Shirley tenía los ojos hinchados, el pecho sofocado, el corazón 
              encogido. Desde la caída de la tarde había llorado copiosamente al 
              recordar las navidades de su infancia. Se acordó de la familia que 
              la repudió, del marido que la abandonó, del hijo que se 
              avergonzaba de ella. Sintió odio contra la vida, contra el 
              infortunio a que se vio condenada. Confundida, tuvo miedo y deseo 
              de sentir odio también contra Dios. 
               
              Si pudiera no trabajaría aquella noche, pero no le quedaba 
              alternativa. Las deudas la obligaban a salir a la calle y esperar 
              el dinero ocasional que llegaba escondido tras la fantasiosa 
              excitación de su fortuita clientela. 
               
              Miró al hombre con la bolsa en la mano, camisa sin corbata, 
              zapatos oscuros. Quizás viniera del trabajo. Lo encuadró en la 
              tipología adquirida en tantos años de callejear: tenía el aspecto 
              ingenuo de los que sólo buscan aliviarse y, a la hora del pago, 
              prefieren ser generosos antes que enfrentar a una prostituta 
              enojada dispuesta al escándalo. 
               
              Intercambiaron miradas y ella se esforzó por esbozar una sonrisa 
              seductora. El se paró y le preguntó; ella señaló el hotel de paso 
              de la esquina. Caminaron juntos en silencio, ella sobreponiendo su 
              profesionalismo a los sentimientos rotos, él aprensivo ante el 
              recelo de poder ser reconocido. Subieron las escaleras escasamente 
              iluminadas, en cuyos peldaños las cucarachas se desviaban ariscas. 
               
              Al desabrocharse el primer botón ella intentó decir algo, pero él 
              se le adelantó; le explicó que no estaba allí en busca de sexo 
              sino de compañía. Pero que le pagaría lo acordado. Le habló de su 
              sacerdocio y de su soledad, y le preguntó si ella estaría 
              dispuesta a orar con él y a compartir la cena. 
               
              Shirley se sentó en la cama, metió la cara entre las manos y 
              estalló en llanto. Pero ahora era un lloro de alivio, de gratitud 
              por algo que no sabía definir, casi de alegría. Luego habló de sus 
              navidades en el campo, del pesebre de tamaño natural que su padre 
              armaba en un rincón de la casucha, del pavo engordado durante 
              meses para la ocasión, del local bendito cedido por una vecina a 
              falta de iglesia y de sacerdote en aquellas lejanías. 
               
              El padre Alfonso propuso hacer una oración. Ella se arrodilló y él 
              la tomó de la mano e hizo que se sentara de nuevo. Él ocupó la 
              única silla que había en el cuarto. Abrió el evangelio de Lucas y 
              leyó pausadamente el relato del nacimiento de Jesús. Después le 
              preguntó si le gustaría recibirla eucaristía. Shirley pareció 
              sentirse golpeada. ¿Cómo ella, una puta, podría recibir la hostia 
              sin haberse confesado siquiera? El sacerdote leyó el texto de 
              Mateo 21,28: “Las prostitutas les precederán en el reino de Dios”. 
              Y pensó que debiera ser él, y esa sociedad cínica, injusta y 
              desigual los que debieran confesarse con ella y pedirle perdón por 
              haberla obligado a una vida tan degradante. 
               
              Después de la comunión el padre Alfonso sacó dos vasos de la 
              bolsa, los llenó de vino y partió el pastel. Amanecía ya cuando 
              los dos seguían conversando animadamente acerca de sus vidas. 
               
              - Frei Betto es escritor, autor de “Tipos típicos. Perfiles 
              literarios”, Premio Jabuti 2005, entre otros libros. 
               
              Traducción de J.L.Burguet  | 
             
            
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              Nota de/para los amigos que me escriben:
          
               De: @DIN
              Agencia Digital Independiente 
              de Noticias 
              Asunto: En las relaciones entre Uruguay y Argentina hubo épocas 
              peores  
               
              Por Alfredo López Peries  
               
              Con motivo de la crisis producida por la instalación de la empresa 
              Botnia en Fray Bentos, se afirma que las relaciones entre Uruguay 
              y Argentina atraviesan por el peor momento de la historia 
              contemporánea. Sin embargo, hubo épocas y circunstancias más 
              graves y tirantes que las actuales, algunas registradas hace 
              muchos años y otras en épocas recientes. 
               
              En 1932 fracasó en la Argentina un alzamiento contra el gobierno 
              del general José Félix Uriburu que, dos años antes, había 
              derrocado al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen. 
               
              Según se recuerdan los historiadores, los hermanos Pomar y Kennedy 
              (complotados contra Uriburu) organizaron desde Salto actividades 
              sediciosas en el litoral argentino. 
               
              El 7 de julio de 1932 buscó refugio en el crucero de guerra 
              oriental Uruguay, atracado en el puerto de Buenos Aires con motivo 
              de los festejos patrios por el nuevo aniversario de la 
              independencia argentina, el general Tornazo, uno de los líderes 
              del movimiento contra el régimen de facto. 
               
              Las autoridades argentinas inspeccionaron el navío y de inmediato 
              la cancillería uruguaya anunció, en Montevideo, por ese atropello 
              el rompimiento de relaciones diplomáticas. 
                
              Aclaradas las cosas, los presidentes Uriburu y Gabriel Terra 
              decidieron restablecer en poco tiempo los vínculos diplomáticos. 
               
              Junio de 1955 
               
              Mucho más dramáticos fueron los sucesos producidos en Buenos Aires 
              cuando aviones de la marina de guerra y de la aeronáutica militar 
              bombardearon Plaza de Mayo y otras zonas de la capital argentina 
              en procura de matar al presidente Juan Domingo Perón. 
                
              A 52 años de los bombardeos, donde 28 aviones de la Armada 
              arrojaron 13.800 kilogramos de explosivos, no se sabe con 
              exactitud los daños producidos a la población. En la mayoría de 
              los aparatos figuraba la leyenda “Cristo vence”. 
               
              Perón había sido excomulgado por el Vaticano a raíz de la 
              expulsión de la Argentina de dos sacerdotes. Entonces no sólo la 
              jerarquía de la Iglesia Católica apoyó el bombardeo sino que 
              destacados políticos, como el socialista Américo Ghioldi, el 
              radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Adolfo Vicchi, 
              Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, participaron de la 
              conjura y obtuvieron sus réditos tras el derrocamiento de Perón, 
              en septiembre de 1955 o en otros gobiernos de facto. 
               
              Unas fuentes señalan que por los bombardeos hubo 300 muertos y mil 
              heridos; el empresario Jorge Antonio, amigo de Perón, calculó que 
              se registraron entre 2.800 y 3.000 víctimas fatales.  
               
              Luego de los bombardeos, el presidente del colegiado Luis Batlle 
              Berres autorizó el aterrizaje de los aviones militares argentinos 
              en Colonia del Sacramento, Carrasco y la base militar Boiso Lanza.
               
              Conforme relata Daniel Cichero en su libro Bombas sobre Buenos 
              Aires, los tripulantes de las aeronaves (un centenar de oficiales) 
              fueron recibidos en Uruguay como héroes, se les brindó asilo y, de 
              acuerdo con ese escritor, se los proveyó de documentación y ropa 
              de primera calidad comprada en una sastrería de la montevideada 
              avenida 18 de Julio. 
               
              Cichero puntualiza que Batlle Berres le dijo a uno de los 
              asilados: “No se imagina lo que he rogado para que saliera bien 
              (la revuelta) y mataran al atorrante ese (por Perón), que nos 
              tiene a Uruguay bajo el zapato”. 
               
              Pero casi veinte años después, en 1973, Perón impulsó durante su 
              breve tercera presidencia (falleció en 1974 , el Tratado del Río 
              de la Plata que firmaron los cancilleres Juan Carlos Blanco 
              (Uruguay) y Alberto Vignes (Argentina). José María Bordaberry era 
              el jefe del Estado uruguayo. 
  
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            Otro punto de tensión en las relaciones binacionales se registró 
            cuando el presidente Jorge Battle afirmó, frente a las cámaras de la 
            CNN, que “los argentinos son todos una manga de ladrones” y 
            pronosticó el triunfo, en las elecciones de 2003, de su amigo Carlos 
            Saúl Menem. 
             
            Como colorario: la actual situación de los vínculos oficiales 
            uruguayo-argentinos no es la peor de la historia aunque nadie 
            descarta que si la cuerda se sigue tensando es posible que haya una 
            ruptura de relaciones diplomáticas. Quienes más perderán, como 
            sucede ahora, son las comunidades de las dos orillas del río 
            Uruguay. 
             
            Los puentes sobre tres puentes sobre el río Uruguay fueron 
            construidos para facilitar la comunicación entre ambos pueblos. Por 
            eso no se explica que las autoridades argentinas permitan la acción 
            de los piqueteros que provocan que aquellas monumentales inversiones 
            hoy sirvan para muy poco. 
             
            Del Blog "Uruguayólogo entre dos ríos" 
            De:
            Emilio del Barco, 
            Agüimes, Gran Canaria 
            Asunto: Artículo "Vida privada" 
             
            Quienes se dedican a entrometerse en la vida privada de los 
            demás, para explotar económicamente la información conseguida, es 
            que carecen, ellos mismos, de vida interior. Están vacíos, muertos, 
            y, sólo vampirizando la vida de otros, pueden seguir. La noticia que 
            no se cuenta, no existe. Valorar como mercancía la vida privada de 
            la gente es, no sólo erróneo, sino destructivo en sí. La envidia 
            tiene también bastante que ver con estos investigadores de miserias 
            ajenas. Supongo que deben sentir esa satisfacción insana de quien, 
            careciendo de felicidad propia, experimenta placer, destruyendo la 
            armonía de otros. Si, espiar el ir y venir de la vecina del tercero, 
            o del vecino del quinto, se convierte en nuestro eje vital, más vale 
            que nos muramos. Físicamente, porque anímicamente lo estábamos ya.
             
             
            Se ha difundido la noticia sobre la mujer norteamericana que ha 
            perdido su puesto de trabajo por fumar en su casa. Los empleadores 
            se lo habían prohibido. Las guerras contra los herejes, durante la 
            Edad Moderna, no son hechos muy distintos, ni distantes en su 
            génesis. La aplicación de la intolerancia. Tales hechos se basan en 
            querer forzar reglas propias en vidas ajenas. El origen de los 
            problemas es tan importante, o más, que su trama, desarrollo y 
            solución. Las pretendidas nuevas leyes contra el terrorismo, pueden 
            aparentar ser inocuas para el ciudadano de buena fe, pero encierran 
            una bomba de relojería, cuyo punto de activación queda en manos de 
            los gobernantes. Bastaría que transcurriesen unos años y que un 
            gobierno autoritario, que siempre surgen en tiempos de crisis, 
            quisiera usarlas con carácter más amplio: Las puertas de todos los 
            ciudadanos estarían abiertas para lo que quisieran mandar los 
            regidores. No olvidemos la utilización nefasta que, durante tantos 
            años, se hizo en España de la derogada, en tiempos de Felipe 
            González, Ley de Vagos y Maleantes franquista. A la que, durante el 
            Gobierno de Adolfo Suárez, apenas se le maquilló el nombre, para 
            convertirla en la Ley de Peligrosidad Social. Aplicada, con criterio 
            de chicle, durante la dictadura franquista, hasta bien entrada la 
            democracia.  
             
            De ser una ley concebida para reprimir la pequeña delincuencia, 
            durante la Segunda República, se transformó, con algunos retoques, 
            en una maquiavélica norma represora. En ella cabían todos los que 
            pudieran resultar molestos al poder: gitanos, homosexuales, 
            pordioseros, prostitutas, escritores y políticos no afectos. El 
            papel inquisidor lo cumplían con largueza, y fidelidad 
            inquebrantable al Caudillo, los inefables Jueces de Vagos y 
            Maleantes, que Dios tenga en su gloria.  
             
            Emilio del Barco  | 
             
          
            
              | 
                  Mensajes 
                desde Cuba: 
                
 De: M. 
                Arencibia 
                Asunto: La sociedad como discurso, lo individual como interés: 
                Otra forma de simulación contra el socialismo 
                Nuestra sociedad 
                está urgida de remodelar la administración de la vida económica 
                con la participación efectiva de su fuerza de trabajo y de la 
                vida social y política con la inclusión terminante de sus 
                ciudadanos en la toma de decisiones y en discusión de sus 
                destinos. 
                Maximiliano 
                Trujillo Lemes (Para Kaos en la Red) 
                 
                Tomar el pulso a la movilidad de la ideología entre cubanos, es 
                otro de los entuertos que nos deja la experiencia de la 
                escritura compartida. ¡Bien diferente de lo que nos descubre la 
                interacción sistemática con los hombres y las mujeres de a pie! 
                Esta última experiencia suele develar menos simulaciones. 
                 
                Se atempera la expresión de ideas, diluida entre la masa amorfa 
                de la cotidianidad, tendiéndola a ser mucho más sincera, porque 
                no se oculta de ningún poder visible, ni defiende intereses 
                infinitesimales o tangibles apócrifos, como suelen hacer los 
                trasnochados defensores de sí mismos y sus espurios intereses, 
                ante la revelación pública de parte de los conflictos que duelen 
                a esta isla. 
                 
                Que empequeñecidas vergüenzas tienen los que aducen armas 
                pueriles para acallar el sentido de la responsabilidad social, 
                cuanta grandeza en los que discrepan desde la palabra aguerrida 
                y comprometida con los destinos de la patria. ¡Vengan de donde 
                vengan los criterios y muévanse en las tendencias en que se 
                muevan! Solo es imprescindible para que sean honestos, que no 
                trabajen para poderes extranjeros o defiendan intereses; es 
                diferente defender principios que intereses. Los intereses 
                siempre están vinculados al egoísmo de lo propio frente al 
                destino de todos. 
                 
                Fueron hijos de dueños de grandes latifundios los que 
                encabezaron el esfuerzo heroico de procurar una patria nueva sin 
                latifundios hace ya casi medio siglo, en el único lugar de 
                América donde la lógica presuponía no se podría romper jamás con 
                la dependencia al vecino poderoso de arriba. 
                 
                Solo que además de la solución al problema impostergable de la 
                tierra y otros esenciales, se requería construir poder desde 
                abajo para evitar las manipulaciones de los burócratas, y las 
                cíclicas represiones de los gendarmes del interés privado contra 
                el espíritu de libertad funcional que anunció y estimuló la 
                alborada del 59, hecho que solo ha quedado en lo fundamental en 
                intento. Y eso no basta!  
                 
                Construir poder desde abajo implicaba convertir a la propiedad 
                real en propiedad social y a la superestructura estatal, en 
                proceso tendiente a su extinción y no en fuerza alienante 
                controlada por una burocracia irredenta de todo control popular. 
                Así lo pensó Marx, y desde mi ignorancia, única fuente desde 
                donde se llega a la sabiduría si hay responsabilidad con el 
                conocimiento, tengo la certeza que lo pensó como espiral de un 
                proceso que debía tender a esa tierra hoy fértil por inalcanzada 
                y que es el comunismo, pero que debía empezarse a edificar en su 
                etapa iniciática, a la que desde la vieja tradición europea de 
                liberación, se ha conceptuado como socialismo. 
                 
                Afirmaba el sabio alemán: “Sí en la lucha contra la burguesía el 
                proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si 
                mediante la revolución se convierte en clase dominante, suprime 
                por la fuerza las viejas relaciones, suprime, al mismo tiempo, 
                que estas relaciones de producción, las condiciones para la 
                existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, 
                y, por tanto, su propia dominación como clase”[1] Para entonces 
                y desde entonces empezar a crear una sociedad donde se garantice 
                el libre desenvolvimiento de cada uno, como garantía del 
                desenvolvimiento de todos, asunto que de postergarse 
                indefinidamente convertiría al hipotético socialismo en su 
                propia negación.  
                 
                No obstante, no es el destino, las virtudes o los presuntos 
                defectos de un individuo o de dos o de muchos, los que cuentan 
                en la batalla por repensar la dialéctica de la sociedad cubana 
                actual, sino el destino de todos y cada unos de sus ciudadanos, 
                de esos ciudadanos que ven en Cuba su fin, y no pretexto para 
                lucrar desde su limitado o gran infortunio. 
                 
                Los que se adscriben a la vergüenza del látigo como respuesta, 
                como intención o de soslayo, simplemente están autoproclamándose 
                fuera de juego. Han desestimado el sentir de los millones que no 
                quieren un retorno a los maniqueos status del modelo de 
                capitalismo dependiente que ya otros sufrieron, pero tampoco 
                quieren seguir en el futuro, esperando por otro futuro que se 
                posterga en las veleidades de discursos muchas veces enajenados 
                ya de las exigencias y aspiraciones de vida de un individuo que 
                luego del sacrificio vivido no quiere la inutilidad de un 
                sacrificio perpetuo. 
                 
                Nuestra sociedad está urgida de remodelar la administración de 
                la vida económica con la participación efectiva de su fuerza de 
                trabajo y de la vida social y política con la inclusión 
                terminante de sus ciudadanos en la toma de decisiones y en 
                discusión de sus destinos. 
                 
                Esperemos que el llamamiento de Raúl Castro, para discutir con 
                “libertad y sinceridad” los más acuciantes problemas de nuestra 
                cotidianeidad, no se convierta en un nuevo handicad de solución 
                baldía a nuevas y viejas frustraciones de más del 85 % de 
                nuestros conciudadanos. 
                 
                Los que desde una sabiduría mesiánica e incontrastable, nos 
                hablan de perfección y no de perfectibilidad, son un ejército de 
                bandidos de la manipulación, que hacen de sus intereses 
                personales las presuntas virtudes de la nación y el único camino 
                posible que se debería andar.  
                 
                Cómo les molesta que pensemos que el camino también se hace al 
                andar, castran el bien más importante que tienen los pueblos: su 
                derecho a decidir por si mismos cómo construir la sociedad de la 
                que todos somos deudores, porque ella y desde ella se 
                alimentarán los estómagos y las vergüenzas de nuestros hijos.
                 
                 
                [1] C Marx y F: Engels: El 
                Manifiesto del Partido Comunista, Obras Escogidas en tres tomos, 
                Tomo 1, Editorial Progreso, Moscú, 1986. 1 Pág. 130 
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                De: M. Arencibia 
                Asunto: La Rosa Roja del Siglo XX  
                Fue la rosa roja del socialismo del siglo XX y voló -como bien 
                lo dijera V. I. Lenin- alto como las águilas  
                Narciso Isa Conde (Para Kaos en la Red) 
                 
                Rosa Luxemburgo (1876-1919), venciendo los impedimentos de 
                su condición de mujer y los límites de su época, se convirtió en 
                una de las principales dirigentes del socialismo alemán y 
                mundial. 
                 
                Fue la rosa roja del socialismo del siglo XX y voló -como bien 
                lo dijera V.I. Lenin- alto como las águilas. 
                 
                Teorizó con profundidad y certeza, combatió, construyó fuerza 
                revolucionaria y dirigió la insurrección de los trabajadores 
                alemanes en 1918 y 1919. 
                 
                Su vista de águila le permitió hablar de la primera guerra 
                mundial, como si lo estuviera haciendo de las guerras 
                imperialistas del presente. Veamos: 
                 
                “El socialismo es el primer movimiento popular del mundo que se 
                ha impuesto una meta y ha puesto en la vida social del hombre un 
                pensamiento consciente, un plan elaborado, la libre voluntad de 
                la humanidad. Por eso Federico Engels llama a la victoria final 
                del proletariado socialista el salto de la humanidad del reino 
                animal al reino de la libertad. Este paso también está ligado 
                por leyes históricas inalterables a los miles de peldaños de la 
                escalera del pasado, con su avance lento y tortuoso. Pero jamás 
                se logrará si la chispa de la voluntad consciente de las masas 
                no surge de las circunstancias materiales que son fruto del 
                desarrollo anterior. El socialismo no caerá como maná del cielo. 
                Sólo se lo ganará en una larga cadena de poderosas luchas en las 
                que el proletariado, dirigido por la socialdemocracia, aprenderá 
                a manejar el timón de la sociedad para convertirse de víctima 
                impotente de la historia en su guía consciente.” 
                 
                “Federico Engels dijo una vez: “La sociedad capitalista se halla 
                ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie”. 
                ¿Qué significa “regresión a la barbarie” en la etapa actual de 
                la civilización europea? Hemos leído y citado estas palabras con 
                ligereza, sin poder concebir su terrible significado. En este 
                momento basta mirar a nuestro alrededor para comprender qué 
                significa la regresión a la barbarie en la sociedad capitalista. 
                Esta guerra mundial es una regresión a la barbarie. El triunfo 
                del imperialismo conduce a la destrucción de la cultura, 
                esporádicamente si se trata de una guerra moderna, para siempre 
                si el periodo de guerras mundiales que se acaba de iniciar puede 
                seguir su maldito curso hasta las últimas consecuencias. Así nos 
                encontramos, hoy tal como lo profetizó Engels hace una 
                generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y 
                provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua 
                Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso 
                cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha 
                consciente del proletariado internacional contra el 
                imperialismo, sus métodos, sus guerras. Tal es el dilema de la 
                historia universal, su alternativa de hierro, su balanza 
                temblando en el punto de equilibrio, aguardando la decisión del 
                proletariado. De ella depende el futuro de la cultura y la 
                humanidad. En esta guerra ha triunfado el imperialismo. Su 
                espada brutal y asesina ha precipitado la balanza, con 
                sobrecogedora brutalidad, a las profundidades del abismo de la 
                vergüenza y la miseria. Si el proletariado aprende a partir de 
                esta guerra y en esta guerra a esforzarse, a sacudir el yugo de 
                las clases dominantes, a convertirse en dueño de su destino, la 
                vergüenza y la miseria no habrán sido en vano.” 
                 
                 
                A la luz de lo que pasa en Irak y Afganitan, a la luz de la 
                doctrina Bush sobre las guerras preventivas, de las amenaza 
                contra Irán, de la guerra contra el pueblo palestino y del 
                diseño de guerra global por las elites estadounidenses, estas 
                palabras de Rosa Luxemburgo retumban con renovada fuerza y 
                trascendente certeza. 
                 
                Pero su grandeza no se quedó ahí, sino que abarcó otras esferas 
                del pensamiento y la práctica socialista. Su espíritu critico, 
                siempre apegado a una profunda lealtad a la revolución y el 
                socialismo, junto a su enorme capacidad teórica, le permitió 
                contradecir el propio Lenin en otros temas trascendentes, en los 
                cuales la vida terminó dándole lamentablemente la razón: 
                 
                “... libertad- afirmó la Luxemburgo- sólo para los partidarios 
                del gobierno, sólo para los miembros de un partido -por muy 
                numerosos que ellos puedan ser- no es libertad en absoluto. 
                Libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa 
                diferentemente... Lenin y Trotsky han establecido los soviets 
                como la única representación verdadera de las masas 
                trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el 
                conjunto del país, la vida en los soviets debe de llegar a estar 
                también cada vez más mutilada. Sin elecciones generales, sin 
                irrestricta libertad de prensa y reunión, sin un libre 
                enfrentamiento de opiniones, la vida se extingue en cada 
                institución pública, llega a ser una mera apariencia de vida, en 
                la que sólo la burocracia permanece como el elemento activo.” 
                (R. Luxemburgo. La Revolución Rusa contenida en la compilación 
                “Habla Rosa Luxemburgo”; Pathfinder Press, New York, 1970, pág. 
                391). 
                 
                Cuantas verdades contienen estos párrafos y cuan necesario es 
                tenerlo bien presentes ahora que en nuestra América ha tomado 
                actualidad el debate sobre el nuevo socialismo y el tipo de 
                democracia en el tránsito hacia él. 
                 
                No tenemos dudas: el pensamiento socialista del Siglo XXI deberá 
                nutrirse también de esta hermosa rosa roja “siglovente”, con 
                mirada y vuelo de águila. 
 
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