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                  Mensajes
                desde Cuba: 
                
 De: Miguel 
                Arencibia Daupés 
                Asunto: ¿Socialismo? De sus modelos y “etiquetas” 
                  
                Alguien dijo que “el socialismo es un buen guión pero una mala 
                puesta en escena”. La pregunta que se desprende es: ¿se habrá 
                podido contemplar la “obra” o sólo iniciales (y, en la mayoría, 
                frustrados) “ensayos”?   
                 
                El demasiado extendido uso del término.- 
                 
                Es interesante como durante los últimos tiempos se ha acentuado 
                en los ámbitos nacional e internacional, por diversas 
                organizaciones y personalidades, la disposición a 
                “identificar”lo que es SOCIALISMO, resultando sumamente 
                importante tomarla en cuenta porque esa amplificada intención va 
                desde la búsqueda de la escurridiza verdad (jamás absoluta), 
                pasando por la involuntaria confusión y llegando hasta los más 
                aviesos designios de “ etiquetar” como tal lo que no es 
                socialismo, por parte de sus enemigos declarados o encubiertos, 
                entre los que se encuentran los oportunistas con sus 
                manipulaciones. 
                 
                Antes de continuar, aceptemos que las argumentaciones que cada 
                expositor hace tienen asentamientos en tentativas conscientes o 
                involuntarias de “traer el agua para su costal”; ineludible 
                actuar del cual (“nada humano me es ajeno”) me confieso no 
                excluido. 
                 
                En el transcurso del siglo XX, el sustantivo socialismo 
                ha sido empleado –de diversos modos y variadas intenciones- para 
                designar desde la forma del gobierno fascista de Mussolini 
                (conceptuada por determinados autores como “socialismo de 
                estado” ), pasando por el nacional-socialismo de la 
                monstruosidad nombrada Adolf Hitler, hasta el llamado Socialismo 
                Real (también, rotulado por otros como el genuino “socialismo de 
                estado”; deformidad por la que se originara el –como lo 
                denominara Lenin- “estado obrero burocratizado”; instaurado en 
                la URS a consecuencia primordialmente de la desfiguración del 
                centralismo democrático propugnado por Vladimir Ilich sobre la 
                base de postulados de Engels. (“Para Engels el centralismo no 
                excluye en lo más mínimo esa amplia administración autónoma 
                local que, con la defensa voluntaria de la unidad del Estado por 
                las "comunas" y las regiones, elimina en absoluto todo 
                burocratismo y todo "mando" desde arriba..”. (*).  
                 
                Aquella deformidad provocó al final -como vaticinara nuestra 
                entrañable Rosa Luxemburgo- la dictadura del Secretario General 
                del partido, con los consiguientes métodos autoritaristas, 
                preñados de voluntarismo; que con Stalin se consolidaron en la 
                URSS y respecto a los cuales, Javier Biardeau escribiera: 
                “Desde entonces, el secretario general dominó al buró político, 
                el aparato liquidó al partido, el partido-aparato a la clase y 
                al conjunto del pueblo. Luego, los partidos comunistas de todo 
                el mundo fueron sometidos a la asfixiante tutela del 
                partido-aparato soviético.” 
                 
                Así, esa estructuración y tales métodos y estilos nos fueron 
                “exportados” a otros países; no gratuitamente, dados los “costes 
                contabilizados”, básicamente en democracia y libertad, de esos 
                “insumos”.  
                 
                 
                Los regímenes históricos. 
                 
                Ante todo, imitando a Perogrullo, hagamos una acotación al 
                margen para aclarar que no es posible tomar un instrumento y con 
                él hacer un corte a la historia donde quede bien distinguido, en 
                un momento determinado, la conclusión de un régimen y el inicio 
                de otro. Así no se dan las cosas. Pero a lo que sí se deberá 
                atender para clasificar a un nuevo régimen como tal es que, si 
                bien el factor económico no es el único determinante, debe 
                reafirmarse que «...Según la concepción materialista de la 
                historia, el factor que en última instancia determina la 
                historia es la producción y la reproducción de la vida real.”
                 
                 
                Debido lo señalado en el párrafo precedente, la clasificación de 
                los regímenes que en el mundo han sido y son, se ha hecho a 
                partir del modo de producción imperante, no obstante que en cada 
                estadio permanezcan, por un tiempo más o menos extenso, 
                reminiscencias, vestigios, restos del o los anteriores. Siendo 
                lo económico, fundamentalmente las relaciones de produccionesy, 
                dentro de ellas,las de propiedad sobre los medios de producción, 
                más extendidamente actuantes, las que han determinado que, para 
                su rápida caracterización, se denominen de una forma u otra 
                aquellos sistemas; no obstante que, de esos fundamentos 
                identificadores, emerjan características específicas y de suma 
                importancia en lo político, ideológico, social, cultural, ético, 
                con sus concomitantes interrelaciones, al ser cada uno 
                causa-consecuencia simultáneamente.  
                 
                Ejemplifiquemos diciendo que España es capitalista aunque tenga 
                todavía monarquía (típica del feudalismo); cuente con un número 
                de entidades cooperativas, que son (volveremos sobre esto más 
                adelante) genéricamente socialistas; e, incluso, sea hoy 
                gobernante el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). 
                 
                Modelos dentro de los regímenes.- 
                 
                En otro orden, convengamos que, dentro de cada régimen 
                histórico, se dan -partir de las condiciones propias de los 
                distintos países y períodos- determinadas características que 
                pueden conformar modelos.  
                 
                En el esclavismo, por ejemplo, coexistieron en el tiempo la 
                esclavitud personal o modelo ateniense-romano, el prototipo 
                germánico y la esclavitud generalizada o modo de producción 
                asiático (aunque éste también se dio, en determinado período, en 
                Esparta, así como dentro de las comunidades de los primeros 
                pobladores de nuestra América).Igualmente, esto se produce en la 
                Modernidad, en los estados capitalistas, donde “cohabitando” en 
                el mismo régimen modelos que podrían calificarse de “duros”, 
                surge -después de la Segunda Guerra Mundial y para contrarrestar 
                a la URSS y sus países adjuntos del llamado “bloque socialista”- 
                el muy nombrado y socialdemócrata estado de bienestar, con 
                consideraciones y aplicaciones de corte paternalista, claro que 
                sólo con relación a algunos aspectos (los de educación, salud, 
                prestaciones por desempleo, etc) de beneficio social. Y, 
                posteriormente, el modelo neoliberal, mediante el que el Estado 
                es aceptado, sólo que como mal necesario, un regulador en lo 
                político-social; cual, de frente a la sociedad civil, coadyuva a 
                garantizar la actuación sin límites del mercado y preservar los 
                intereses, principalmente, de las transnacionales. Señalemos que 
                lo enunciado no agota la clasificación de los modelos en 
                cuestión, incluso, por lo que diremos en los próximos párrafos.
                 
                 
                En razón de lo explicitado, Lenin de manera muy acertada, 
                calificó como capitalismo de estado el modelo vigente durante la 
                dictadura del proletariado (entender por “proletario” no sólo a 
                los obreros fabriles, sino todos los desposeídos, que venden su 
                fuerza de trabajo). Un tipo de dictadura de los obreros en 
                estratégica alianza con el campesinado y en conjunción con otros 
                sectores humildes de la sociedad, que puede conducir el tránsito 
                del régimen capitalista al socialista.  
                 
                Si hemos comprendido lo anterior, tendrá que parecernos muy 
                negativo el que se trate de “rotular” como propios del 
                socialismo modelos que, en procesos de corte popular, 
                corresponde al estadio de ese tránsito del capitalismo al 
                socialismo. Lo que se quiere lograr constituye un deseo, una 
                meta, pero aún no es la meta o el objetivo en sí.  
                 
                En los correspondientes países, esos modelos tendrán intrínsecas 
                características, unas u otras formas de hacer, de encauzarse. 
                Podrían ser procesos, como el cubano, antiimperialista, de 
                independencia y soberanía nacional, solidarios, 
                internacionalistas, con marcada tendencia a la consecución 
                paulatina de determinado grado de justicia e igualdad sociales; 
                signados por el pensamiento autóctono y más preclaro de 
                determinada región del orbe. En Latinoamérica, entre tantos, de 
                Martí, Mella, Villena, Juárez, Bolívar, Mariátegui, Sandino. Que 
                los impregnan de una imprescindible reafirmación identitaria 
                cultural. Sin embargo, no por ello sería imperante aún el 
                régimen del socialismo en tales procesos.  
                 
                Puede aceptarse que, en sentido absolutamente academicista, se 
                “sentencie” que el período transicional forma parte primigenia 
                de la construcción socialista, la que en esa “fase”, como se ha 
                evidenciado, tiene alta potencialidad de frustración. Incluso, 
                no puedo obviar que destacados politólogos extranjeros y 
                cubanos, algunos de los cuales me resultan afectivamente 
                cercanos, presenten sus argumentos para convencer de que en Cuba 
                impera hoy el socialismo; pero éste el pueblo tiene que 
                “somatizarlo más que pensarlo”; y nuestro pueblo siente que 
                vamos en pos del mismo, pero que todavía no ha comenzado, 
                porque…  
                 
                 
                 
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                Requisitos para declarar (o mejor: sentir) el surgimiento y 
                existencia del socialismo 
                 
                En un proyecto arquitectónico se puede estar construyendo la 
                zapata y la cisterna, pero no será todavía un edificio. 
                Podríamos decir que esta es la etapa transicional en que se 
                pretende algo, se sabe qué pero no se ve el edificio, no está. 
                Seguidamente, se elevarán los pisos y, aún así continuará siendo 
                un proyecto en ejecución, todavía sus potenciales destinatarios 
                (que en el caso del tránsito hacia el socialismo son los propios 
                constructores) no disfrutan como deberían del inmueble.  
                 
                Concluirán las obras, entonces, sí será una edificación, lista 
                para las funciones a que se destina; no obstante que la misma 
                sea proclive a que, en el futuro, se realicen mejoras; lo cual 
                sería el proceso de su perfeccionamiento. Es igual con todo 
                régimen. Es así con el Socialismo hasta llegar al comunismo. 
                 
                Para declarar la vigencia y, por ende, disfrute -en país y 
                momento determinado- del socialismo, es inexorable que se 
                materialicen tres premisas:  
                 
                · En la actividad de creación de bienes y servicios, la 
                socialización (propiedad común: directa mediante la 
                cooperativización -propugnada como genérica forma socialista por 
                Marx(1878) y Lenin(1923)- o, al menos, con autogestión de los 
                trabajadores) sobre los medios; lo que no es sinónimo de la 
                estatización con que se le ha intentado caracterizar, y en la 
                cual, al no lograrse sentido de pertenencia por parte de los 
                trabajadores, se desvía los recursos de sus oficiales destinos y 
                cunde la ineficiencia por doquier; cuando para el socialismo es 
                preciso tener éxito en la tarea de la producción.  
                Fidel, en su reflexión “Regalo de reyes”, del 14.01.08, 
                aconseja: “Cuídense en especial de los que inventan empresas del 
                Estado con cualquier pretexto y administran después las fáciles 
                ganancias cual si hubiesen sido capitalistas toda la vida, 
                sembrando egoísmo y privilegios.” 
                 
                Es interesante recordar que en El Estado y la Revolución, Lenin 
                señala que los socialdemócratas confundían el capitalismo 
                monopolista de estado -dada su actividad de planificación 
                centralizada- con el socialismo, cuando en realidad no lo es. Y 
                añadimos que no lo es “únicamente” porque, además de faltarle la 
                socialización a que aludimos, sufriría la omisión de las otras 
                dos premisas inalienables que seguidamente señalaremos, no sin 
                antes agregar que el Comandante en Jefe, en la citada reflexión, 
                expresa: “En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve 
                ni como instrumento. Es como un árbol con raíces podridas del 
                que sólo brotan las peores formas de individualismo, corrupción 
                y desigualdad".  
                 
                · En la apropiación de las riquezas surgidas del trabajo 
                creador, deberá establecerse sin cortapisa alguna el axioma 
                marxista “De cada cual, según su capacidad. A cada cual, según 
                su trabajo”. Teniendo en consideración que en el Manifiesto 
                Comunista los fundadores del marxismo focalizan el salario como 
                la condición de existencia del capital; ya que es el “precio” de 
                la compraventa de una “mercancía”: el trabajo realizado por los 
                proletarios.  
                Fidel (ibídem), con relación a aquella proposición marxiana, 
                acota: “Tampoco debe regalarse nada a los que pueden producir y 
                no producen o producen poco. Prémiese el mérito de los que 
                trabajan con sus manos o su inteligencia.” 
                 
                · La democracia deber ser cierta y ejercida con entera libertad, 
                participativa e inclusiva y esto quiere decir que comprenda por 
                igual a todos los sectores sociales. Como señalara Rosa 
                Luxemburgo (ayer se cumplieron 89 años de su asesinato) en “La 
                Revolución rusa”: "El sistema social socialista sólo deberá ser, 
                y sólo puede ser, un producto histórico, surgido de sus propias 
                experiencias, en el curso de su concreción, como resultado del 
                desarrollo de la historia viva, la que (al igual que la 
                naturaleza orgánica, de la que, en última instancia, forma 
                parte) tiene el saludable hábito de producir siempre junto con 
                la necesidad social real los medios para satisfacerla, junto con 
                el objetivo simultáneamente la solución. Sin embargo, si esto es 
                así, resulta evidente que no se puede decretar el socialismo, 
                por su propia naturaleza, ni introducirlo mediante un "ukase".
                 
                “Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, 
                lo positivo, no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la 
                experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida 
                sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e 
                improvisaciones, (subrayo:) saca a la luz la fuerza creadora, 
                corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida 
                pública de los países con libertad limitada está tan gobernada 
                por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, 
                precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las 
                fuentes vivas de toda riqueza y progreso espiritual. (...).Toda 
                la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el 
                socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios 
                oficiales por una docena de intelectuales" 
                 
                En el sentido que he subrayado, Fidel (texto ya citado), que 
                convoca a “Ser dialécticos y creadores.”, seguida y 
                concluyentemente agrega: “No hay otra alternativa posible.” 
                 
                Si Uds. coinciden en lo antes explicado, convengamos entonces 
                que cualquier otra cosa puede parecerse pero no por ello se 
                transmuta en socialismo, sucedería como con la Alquimia 
                medieval, con la que nunca se pudo transformar el plomo en oro, 
                por mucho que se intentara. Tenemos un refrán popular aplicable 
                al caso, al decir que no aceptemos que “nos den gato por liebre” 
                . 
                 
                Es natural que en esta parte los amables lectores me precisen a 
                una taxativa relación de los restantes elementos que 
                caracterizan al socialismo. A ellos digo que varios autores, 
                entre otros, un buen amigo mío, Pedro Campos -con los sobrados 
                argumentos de sus conocidos trabajos, publicados en Kaosenlared 
                (tal vez el más esclarecedor al respecto: “Qué es Socialismo”)- 
                me relevan de abundar en las características del socialismo, del 
                genuino, del no “etiquetado”, del que anhelan los trabajadores y 
                los demás componentes de la población. Como ya he dicho en otros 
                trabajos: désele o no apellidos o antepóngasele adjetivos (como 
                “del Siglo XXI” o Proyecto Nuevo Socialismo); lo cual, de 
                cualquier manera, creo útil para distinguirlo aún más de los 
                “plagios” acaecidos principalmente en la pasada centuria y los 
                remanentes, persistentes en la actual.  
                 
                Consecuencias de “etiquetar” como socialismo lo que no es 
                 
                Como expresara en un reciente artículo Armando Hart(**) “Nos 
                corresponde a nosotros, a partir del desarrollo concreto de 
                nuestras sociedades y de la tradición intelectual y política de 
                nuestra región, encontrar de manera creadora las vías y formas 
                más adecuadas que abran cauce a ese socialismo verdadero (Nota: 
                es mío el subrayado) del siglo XXI al que aspiran nuestros 
                pueblos.” Y, por ello, al comienzo de estas notas enuncié que 
                resulta muy importante el tema (nada elitista, contrariamente a 
                como lo han querido conceptuar, incluso teóricos de profesión), 
                puesto que el socialismo -se ha constatado de sobra- ni se 
                decreta ni se “etiqueta”, se construye muy complejamente y con 
                infinitos esfuerzos por los trabajadores y los demás sectores de 
                la sociedad, no elitistamente.  
                 
                Trágico resulta que millones de personas, ante las deficiencias 
                e insuficiencias de determinados modelos de tránsito, rotulados 
                como socialismo, rechacen a éste; e, incluso, en una comparación 
                con el capitalismo, “por votación de todos los jueces”, lo 
                declaren perdedor; cuando esto, en puridad, no es la lógica de 
                la determinación histórica de última instancia, como así la 
                adjetivaran Marx y Engels en su momento.  
                 
                Llamarle socialismo a aquello que no lo es tiende -a ex profeso 
                o no- a confundir al pueblo y desmovilizarlo de su rol de 
                inobviable primerísimo actor de esa construcción (a que me 
                referí en un párrafo anterior) y ello muy fácilmente puede 
                conllevar a que se desvíe la misma, culminando la edificación en 
                un condominio para el solaz exclusivo de una nueva clase de 
                privilegiados, mientras al pueblo sólo se le destine las 
                precarias y desechables “facilidades temporales”. 
                 
                16 de Enero de 2008 (Inmerso en el “Año Guevariano) 
                 
                * El Estado y la Revolución, V. I. Lenin 
                 
                ** Qué es el socialismo? Periódico Granma, 8 de septiembre de 
                2007.  |