El 7 de mayo de 2000 se consumaba en Oviedo el descenso a Segunda división. Esta fecha marcará un antes y un después en la historia del Atlético de Madrid. La afición respondió sobrepasando los límites de la racionalidad y tras dos años en el infierno, el Atlético volvió al lugar que le corresponde. El Atlético de Madrid abandonó el "infierno" de la Segunda División después de 721 días y 80 partidos en la categoría de plata y lo hizo con la aportación del Leganés, que venció al Recreativo en Huelva y de esa forma saldó la deuda que mantenía con el club rojiblanco después de que la pasada campaña no pudiese hacer lo mismo con el Tenerife. El sentimiento rojiblanco recuperó así su protagonismo. Apagado durante dos años en el 'infierno' de Segunda División, el sentimiento de la afición colchonera, al que apelan los seguidores del sufrimiento y de las efemérides más insospechadas, están de enhorabuena, después de que el Atlético de Madrid retornara a la categoría de oro del fútbol español de la mano de un histórico: Luis Aragonés, y de una envidiable trayectoria deportiva en el último año. LAS LÁGRIMAS DE PENA SE TORNARON DE ALEGRÍA Aquellos que el 7 de mayo de 2000 presenciaron en Oviedo, con lágrimas en los ojos, como su club se hundía en el fango, culminación de un caótico proyecto deportivo, salpicado de escándalos judiciales, mantuvieron la fe en que el equipo retomaría la categoría al año siguiente, pero una vez más, el Atlético de Madrid no fue fiel a la lógica. Doce meses después y tras una primera primera vuelta impecable le condenó al éxito fruto de su carácter indomable. La sufrida afición rojiblanca al fín podía sonreir. Jesús Gil aprendió la lección de la temporada 2000-2001, aunque necesitaba un 'salvador', y ese no podía ser otro que el santo y seña del sentimiento rojiblanco, Luis Aragonés, un jugador portentoso y un entrenador soberbio. Jesús Gil empapeló sus problemas anteriores con el 'Sabio de Hortaleza', y encomendó el duro camino del ascenso al que fuera su buque insignia, Paulo Futre, un portugués, habilidoso y escurridizo sobre el césped, al igual que flemático y que enganchó siempre con... el sentimiento rojiblanco. El luso traspasó su habilidad en el terreno de juego a los despachos y construyó un equipo sobre el deseo expreso de Aragonés. El tándem fructificó. Los primeros resultados no tardaron en llegar y el único objetivo de todo el club se culminó el 28 de abril de 2002, exhausto por el sufrimiento de los dos últimos años, pero ansioso de que comience el próximo curso futbolístico para devolverle a los aficionados, con ilusión, juego y títulos, el apoyo masivo que le han prestado al club, reivindicando su... sentimiento rojiblanco. Para Paulo Futre, el ascenso del conjunto rojiblanco a Primera División ponía fin a la ansiedad: "Por fin. Hemos sufrido muchísimo. Han sido dos años muy malos en los que tanto la afición como nosotros lo hemos pasado muy mal. Ahora ya podemos decir adiós a la ansiedad. A la intranquilidad". Su presidente, Jesús Gil, era más rontunda y afirmaba que "soy el hombre más feliz del mundo. En estos momentos me acuerdo de la afición, que ha sido uno de los grandes artífices del ascenso, junto a Luis Aragonés y a los jugadores