El
incendio en la discoteca: las consecuencias políticas en la ciudad
Creen que el jefe de gobierno ya superó el foco de la crisis
Hubo temor por la gobernabilidad
Ayer
hubo una reunión entre Ibarra y el nuevo secretario de Seguridad,
Juan José Alvarez
Duhalde responsabilizó a Chabán y a la gestión local
Crece la inestabilidad interna en el ibarrismo
A pesar de las marchas con creciente cantidad de manifestantes, de algunas
críticas de Eduardo Duhalde, del malestar interno por las decisiones
políticas resueltas tras la tragedia, de la aparente cesión
de una parte sensible del poder local a los líderes peronistas,
del embate de la oposición y de las protestas frente a la casa
del primer mandatario de la ciudad, en el gobierno porteño creen
que pasó ya el foco de la crisis para Aníbal Ibarra, tras
la peor semana en la carrera política del dirigente.
Allegados
al jefe de gobierno confiaron que en el círculo íntimo del
líder frentista se temió por la gobernabilidad luego del
incendio en República Cromagnon. Entre el malestar y la bronca
de familiares y amigos de las víctimas, la presión opositora
y el sugestivo silencio que mantuvo el presidente Néstor Kirchner
durante los días posteriores a la tragedia, el poder de Ibarra
se debilitó tanto que la ciudad tambaleó entre la interpelación,
los pedidos de juicio político y algunas renuncias sensibles.
A
la efervescencia externa se le sumó, inmediatamente, la inestabilidad
interna. Casi todo el gabinete local presionó para que Ibarra pidiera
la renuncia de Juan Carlos López, secretario de Justicia y Seguridad
Urbana, ex concuñado y amigo del líder. El jefe de gobierno
cedió y pidió la renuncia de López, referente del
sector interno que responde a Vilma Ibarra.
Esto
provocó el enojo del grupo que lidera la senadora porteña,
con escasa representación en el gabinete. Una inmediata asociación
hizo que esta rama del ibarrismo acusara de una operación al jefe
de Gabinete, Raúl Fernández, referente del otro espacio
interno.
El
poder prestado
Al mismo tiempo, alejado de las rencillas de sus seguidores, Ibarra resolvió
"ampliar la base de sustentación política" de
su gobierno, de acuerdo con la definición de varios de sus seguidores.
La lectura de la decisión resulta clara: con el poder reducido,
el jefe de gobierno buscó apoyo en los líderes peronistas.
Pidió
ayuda a Alberto Fernández, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner,
en ese orden. Aunque primero creyó que podría instalar como
sucesor de López a un dirigente que le respondiera directamente,
luego vio que necesitaría el aval de la Nación para un área
que debe encaminar el traspaso de la Policía a la ciudad.
Aquellos
tres dirigentes peronistas que aceptaron socorrerlo aprobaron el nombre
de Juan José Alvarez para ocupar la Secretaría de Justicia
y Seguridad Urbana. El ex ministro de Justicia durante la presidencia
de Duhalde habló personalmente con Kirchner antes de hacerlo con
Ibarra y, cuando asumió, resolvió sin oposiciones el despido
de 27 funcionarios, muchos de ellos con "padrinos políticos"
a los que la crisis recortó la influencia.
¿Una
intervención virtual?
La cesión de tanto poder al peronismo fue analizada como "una
virtual intervención" en la ciudad. Así lo confiaron
a LA NACION, coincidentemente, tres secretarios del Estado porteño,
un funcionario local, un allegado al ibarrismo, tres legisladores y dos
funcionarios de la Nación. Demasiados actores políticos
para una opinión subjetiva.
¿Se
conformará el poder peronista, ahora, con sólo ofrecer un
poco de ayuda para salvar al socio político Ibarra? ¿A cambio
de nada?
La
pata porteña del kirchnerismo asegura que no olvidó lo que
en ese sector se describió como un "gesto de ingratitud"
de Ibarra tras las últimas elecciones, cuando éste sólo
concedió una secretaría de gobierno al peronismo (Descentralización,
conducida por Héctor Capaccioli, cuya referencia es Alberto Fernández),
a pesar del apoyo que el Presidente y el jefe de Gabinete nacional le
habían dado para derrotar a Mauricio Macri. Esto significa que
esta vez le exigirán "algo más". Dos influyentes
funcionarios porteños confiaron que el ibarrismo no desconoce esto
y que varios de los dirigentes locales están preocupados por su
futuro político.
En
el grupo más cercano al jefe del gobierno porteño, sin embargo,
creen que el foco del conflicto fue superado y que en las próximas
semanas el líder del distrito debería recuperar la estabilidad,
aunque no niegan que esta vez podría haber un alto condicionamiento
de parte de los líderes peronistas.
Duhalde,
por ejemplo, dejó ayer una crítica para el gobierno porteño.
"En primer lugar, creo que la responsabilidad en la tragedia es del
dueño del boliche, pero después está la falta de
control del gobierno de la ciudad. Entiendo que aquí la cadena
de responsabilidades toca menos al que está en la cúspide,
aunque Ibarra debe hacerse cargo de su responsabilidad y debe ir a la
Legislatura. No creo que deba renunciar", dijo a LA NACION.
El
ex presidente aprovechó para elogiar a Alvarez, cuyo nombramiento
él ya había "bendecido": "Me preguntaron
por él y dije que es un hombre que tuvo una actividad brillante.
Me alegro de que se haga cargo de la función".
Alvarez
y quien será su secretario de Seguridad, Diego Gorgal, se reunieron
ayer con Ibarra y Raúl Fernández, con quienes acordaron
que incrementarán la cantidad de inspectores y que los primeros
objetivos por controlar serán los boliches, las estaciones de servicio
y los hoteles. Ibarra tiene un objetivo fuerte para reencauzar su gobernabilidad.
Por
José Ignacio Lladós
La Nacion, Domingo 9 de enero de 2005 |