Daisuk
Miura vivió casi 17 años en Nagasaki. Al momento
de la explosión, aún no había cumplido
un año. Todos los detalles que contó fueron
comentarios que recolectó de su familia. Ahora tiene
62 y a pesar de su reservada personalidad se puso a recordar.
-¿Qué
sabe del momento previo a la bomba?
Todo lo que puedo decir lo sé por lo que me contaron
mis hermanas. Nosotros vivíamos a tres kilómetros
del centro de Nagasaki, en la casa de mi abuelo materno.
La bomba explotó en el centro de la ciudad, a las
once de la mañana, justo antes de que empezáramos
a almorzar.
-¿Y
luego del estallido?
En ese momento se escuchó una explosión estruendosa.
Hubo varios destellos y se rompieron todos los vidrios de
la casa. Nadie se imaginaba qué era lo que estaba
ocurriendo. Después, comenzó a soplar el viento
muy fuerte, apareció en el cielo un hongo de humo,
se nubló y empezó a llover agua contaminada.
-¿Cómo
resultó afectada su familia?
Como la ciudad tiene muchas montañas, y estábamos
bastante alejados del centro, la energía y el calor
de la bomba no afectaron. La fuerza de la bomba y la radiación
no nos provocaron daños físicos importantes.
No obstante, tuvimos muchos amigos y conocidos que murieron
evaporados instantáneamente o luego de sufrir quemaduras
terribles.
-Tras
la explosión, usted continuó viviendo en Nagasaki.
¿Cómo recuerda ese período?
Había mucha pobreza. Yo era muy chiquito y no llegué
a pasar hambre, pero mi familia sí. No había
vestimenta, y el principal problema era que la comida escaseaba.
En la escuela primaria todos mis compañeros estaban
en una situación complicada. Me acuerdo que allí,
durante los almuerzos, nos daban leche que paradójicamente
era donada por el gobierno norteamericano. Y, para adquirir
comida, cada familia tenía una libreta alimenticia,
que permitía adquirir un poco de arroz.
-¿Por
qué decidió venirse a vivir a Argentina?
Nos vinimos con toda la familia en 1962, justo cuando el
país comenzaba a reactivarse. Mi papá quería
vivir en un país más grande que Japón.
Nosotros teníamos un tío en Paraguay, y él
nos hizo el contacto para que pudiéramos llegar.
En un principio, el destino fue Misiones. Allí nos
dedicamos al cultivo del tabaco. Pero de a poquito nos fuimos
mudando hacia Buenos Aires.