Este
mundo es como una manzana.
¿Una manzana?
No exageremos, es muchisimo menos: es un grano de arena flotando
en la desmesurada desolacion del cosmos.
A
este mundo tan pavorosamente insignificante lo habitamos,
entre otros, hombres y mujeres, animales racionales, seres
humanos.
Los
asi autodenominados saben infinidad de cosas, pero poco
y nada saben acerca de la condicion humana.
La
condicion humana sigue siendo una pregunta irreparable.
Ni
Shakespeare, ni cien millones de Shakespeare podrian, en
este agosto del año 1995 despues de Cristo, dar respuesta
a la perpetua pregunta.
Al
mundo le vienen pasando horrores que renuevan el interrogante
sobre la condicion humana.
Las
guerras, perfectamente organizadas, devoran millones de
vidas que nacieron para vivir.
A
todo esto, los hacedores de las guerras tienen la bendita
costumbre de salir sanitos, ilesos y coleando.
Y aqui estamos, aqui estamos, aqui estamos.
Hace
cincuenta años la humanidad hizo un ensayo de apocalipsis.
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La
exacta hora del Apocalipsis: El reloj de Kengo Futagawa
(59) marca la hora del destino fatal de Hiroshima
al cruzar el puente de Kannon (a unos 1600 metros
del estallido de la bomba atomica en bicicleta. La
onda lo derribo y, sufriendo terribles quemaduras
retorno a su hogar. Murio el 22 de agosto de 1945,
a consecuencia de las heridas. |
Fue
en Hiroshima.
Fue el lunes 6 de agosto de 1945.
Fue
a las ocho y cuarto de la mañana.
En el pestañeo de unos segundos, mas de cien mil
humanos dejaron de gozar, de sufrir, de respirar, de soñar.
Otros
miles iniciaban una atroz agonia.
La
bomba, arrojada desde el bombardero norteamericano B-29,
cumplio su milenario cometido en unos 28 segundos.
El
coronel Paul Tibbets, a cargo de la mision, escribio el
nombre de Enola Gay en la trompa del avion.
Enola
Gay se llamaba su señora mama.
El mismo Tibbets sanciono con su enojo al ametralladorista
de cola, quien al ver el hongo dijo en voz alta: "¡Pero
que hemos hecho, Dios mio!".
Tres
dias despues otra bomba atomica fue arrojada sobre Nagasaki,
ciudad mucho menos famosa y recordada porque los humanos
solo somos sensibles a las novedades.
Otra
vez decenas de miles de muertos, de agonizantes y demutilados.
Pero en este caso el copiloto, Paul Bregman, decidio suicidarse
una semana antes de cumplirse el 40º aniversario.
Hay
toda una discusion sobre si hacer o no hacer memoria sobre
los horrores.
La desmemoria cancela todo aprendizaje.
Los
argentinos lo sabemos en carne y en vida propias.
La memoria es aprendizaje.
La memoria debe ser la semilla para un futuro donde los
humanos no mueran de muerte contra natura.