|
|
Es
la tarde del 1 de julio de 1896. Mientras la pequeña Manuela, a
punto de cumplir tres meses de edad duerme plácidamente en su cuna
acunada por mamá Justa quien arrulla dulces melodías infantiles
a su oído; un hombre de 54 años, amargado y desengañado
toma un carruaje y pide al cochero dirigirse hacia el Club El Progreso
en la calle Cuyo allí ha convocado a sus seis discípulos
predilectos. Es una voluntaria cita con la muerte y antes de llegar, cumple
aquel firme propósito que esa misma mañana se había
propuesto «Para vivir estéril, inútil y deprimido,
es preferible morir. Sí, que se rompa, pero que no se doble...»
es el 1 de julio de 1896 y Leandro N. Alem, a 50 kilómetros de
distancia, acaba con su vida de un disparo.
Dña.
Manuela Boyer, radical "confesa" de toda la vida, nunca dejó
de votar aún hasta su avanzada edad. En la foto, la vemos rodeada de
militantes y dirigentes radicales, Mónica Ochoa de Pin, Estela Ramírez,
Héctor Adán Gómez, César Dino y Jorge Pin.
|