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Acta fundacional del Hospital Vicente Lopez y Planes |
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¿Será posible defender lo que muchos afirman ser todo lo contrario? ¿Será posible intentar hablar en favor de las Damas de Beneficencia sin caer en el ridículo? Si no lo fuera, podríamos, de simple rebelde o renegado que uno es, intentarlo... Las celebérrimas Damas de Beneficencia están condenadas, como Prometeo al águila, a ser devorados sus hígados por toda la eternidad. Ridiculizadas en caricaturescas viñetas históricas, están condenadas a transitar por una eterna pasarela envueltas en sus pieles y emplumados sombreros soberbias y arrogantes pisando despreciativamente las cabezas de los humildes. Y hay mucho de cierto y merecedor de ello en ellas, en muchas de ellas. Porque muchas de ellas, no dudamos, fueron arrogantes y soberbias; obstinadamente ignorantes, prejuiciosas y conservadoras. Pertenecieron a un mundo muchas veces miope y egoísta; fueron simples engranajes de un estructurado y rígido sistema de vida, que no pudieron modificar, porque no pudieron, no quisieron o no supieron. Sin embargo, hubo muchas de ellas que, más allá de los juicios sobre la naturaleza de su desempeño (mera caridad, asistencialismo, etc.) entregaron el tiempo de sus vidas, bien o mal utilizado, en ayudar al próximo. Conscientes que el destino les había sonreído y dotado de comodidad, educación y oportunidades, tuvieron la íntima convicción en devolver a la sociedad -insistimos, bien o mal, suficiente o insuficientemente- algo de lo que la fortuna les había prodigado tan generosamente. Muchos de sus hijos se referían a su niñez con dolorosa amargura, casi con resentimiento: prácticamente fueron inexistente durante su infancia, siempre dedicadas a obras de esta naturaleza. Sí, es verdad, fueron arrogantes y soberbias, y débiles, sin la fortaleza y valor de aquella que habría de devolverles algún día humillaciones. Sin embargo, hay un punto que no siempre se ha considerado, y acaso sea el temor de pasar el ridículo al hablar en su favor, lo que lo ha relegado: Ellas hacían beneficencia con su propio dinero. Cierto es que por entonces pertenecían a una clase poderosa y dominante y mucho de su patrimonio se debía a esta situación. Hoy en día nos preguntamos -no sin ingenuidad- como es que muchos de los políticos, siempre empleados estatales, dedicados exclusivamente a la política han acumulado inmensos bienes de la nada, mientras que gente de su misma edad que ha trabajado toda su vida apenas subsiste; ¿Serán acaso más inteligentes, más despiertos que los demás? Muchos de ellos han conformado una casta poderosa, indestructible, impune e impudorosa; arrogante y soberbia con los demás que, a diferencia de aquellas vapuleadas y ridiculizadas damas, confundiendo derechos de los ciudadanos con graciosas dádivas disponen de dineros públicos a su antojo, pero jamás el de ellos. Y sin embargo cuando se dispone irresponsablemente de lo ajeno se es héroe y se exige pleitesía y se permiten burlarse de ellas, ¿hay precisamente diferencia alguna? Los nietos de muchos políticos ni siquiera deberán preocuparse en trabajar, tienen asegurado su futuro; mientras que la gran mayoría de sus contemporáneos continuarán soportando la afligente hipoteca por sus ascendientes contraída. Si las damas de beneficencia, que tanto motivo de risa nos brindaron durante un siglo, tuvieran acaso un punto a favor; ¿cuantos tendrán los actuales y esforzados mártires de la función pública actual? Hubo muchas de estas damas de beneficencia que, compasivas y solidarias, elevaron hospitales e instituciones de bien público, repetimos, con su propio dinero. Sometidas a su destino, hicieron lo que pudieron y es hacia todas ellas que rendimos, a un siglo de distancia, nuestro recuerdo y agradecimiento. El 11 de noviembre de 1905, se publicaba un articulo en la revista Caras y Caretas, informando la inaguracion de dos nuevos pabellones en la "Casa de Expositos" realizada por la Sociedad de Beneficencia. Unas imagenes de aquel acontecimiento nos facilitaran evocar aquel 3 de mayo de 1916 en que tuvo lugar la del Hospital Vicente López y Planes. Para ver el articulo, por favor, haga clic aca
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