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Poderoso imperio fundado por el pueblo de los hititas, que surgió en Anatolia entre los siglos XVIII y XII a.C. En realidad hubo dos imperios hititas, el llamado Antiguo Reino Hitita, y el Imperio Hitita propiamente. Los fundadores del Imperio Hitita fueron los nesitas, habitantes de la ciudad de Nesa. El rey Anitta sometió la ciudad de Hattusas hacia el año 1700 a.C. y se proclamó Gran Rey, con lo que adquirió un cierto ascendiente sobre el resto de las tribus. Sus sucesores harían de Hattusas precisamente la capital del Imperio, y el nombre de Hatti pasaría a denominar tanto al pueblo como al imperio mismo. Después de algunos reyes más o menos insignificantes, Labarna inició una espectacular serie de conquistas, imponiéndose a todos los reyezuelos de Hatti y fundando el Reino Antiguo. La clave del éxito de Labarna fue la adopción del carro de combate como arma de guerra. Su nombre más o menos deformado daría origen al título de Tabarna, que significa más o menos lo mismo entre los reyes hititas que el de César entre los romanos, o el de Zar entre los bizantinos y rusos. Su hijo, Hattusil I, íngresó con sus tropas en Siria, y fundó la ciudad de Alepo. Su sucesor, Mursil I, debió afrontar una sublevación generalizada en los comienzos de su reinado, pero no sólo se impuso a los reyezuelos rebeldes, sino que invadió Mesopotamia y saqueó Babilonia, hacia el año 1595 a.C., si bien este éxito militar no tuvo consecuencias políticas de importancia para Hatti. Los sucesores de Mursil I se vieron ahogados en una marea de conspiraciones que provocaron la decadencia del Reino Antiguo. El último gran resplandor vino con el rey Telepinu o Telebino, que contuvo en parte la decadencia gracias al Rescripto de Telepinu, un cuerpo normativo que intentó regular la sucesión y el Derecho público hitita. La historia de los sucesores de Telepinu es virtualmente desconocida, y coincide con un agudo período de decadencia; el hecho de que cronológicamente estos eventos sean contemporáneos al surgimiento y caída del poderío de los hicsos en Siria y Egipto, hacen pensar que hubo un intenso movimiento de pueblos, y los hititas terminaron en la penumbra por bastante tiempo. La obra de los reyes Dujalia II y Hattusil II llevó al Imperio Hitita a una nueva época de grandeza. Tras el imprudente reinado de Dujalia III, Shubiluliuma asumió el poder. Este rey inició una serie de guerras que terminó por quebrar el poderío de Mitanni, un reino rival de Hatti que se había instalado en Siria, consiguió saquear por segunda vez Babilonia desde los tiempos de Mursil I, y además enfrentó militarmente el poderío egipcio, que estaba extendiéndose por la región. Parece ser que Shubiluliuma se vio obligado a hacer finalmente las paces con Egipto, y el tratado de paz subsiguiente (hoy perdido) fue la base e inspiración del Tratado de Kadesh, que sí se conserva. En general los hititas atravesaron una buena época en lo internacional cuando Egipto se debilitó mortalmente, durante el reinado de Eknatón. Sin embargo, la llegada de Horemheb al trono egipcio desató una cruenta guerra, que prosiguió bajo el reinado del joven Ramsés II. Este faraón enfrentó armas con el rey hitita Muwatalis en la decisiva Batalla de Kadesh (hacia el año 1295 a.C.). Aunque ésta tuvo resultados indecisos, las hostilidades parecen haber continuado en muy baja escala, y culminaron finalmente en el Tratado de Kadesh, conocido también como la Paz Perpetua, y firmado el año 1278 a.C. Desde entonces el Imperio Hitita afrontó una intensa decadencia. Hacia el oeste, su tradicional alianza con las regiones occidentales se rompió debido a las turbulencias de la zona del Mar Egeo, conmocionado por la destrucción de la civilización cretense y la caída de Troya (probable aliado de Hatti); a este nuevo foco de inestabilidad ayudó no poco el propio Imperio Hitita, que se extendió militarmente hasta el Mar Egeo y cargó así con la responsabilidad de detener las invasiones marítimas, en circunstancias que nunca habían sido un pueblo navegante. Además, en Siria y la Alta Mesopotamia estaban surgiendo nuevos imperios: los principados arameos por una parte, y el Imperio Asirio por la otra. Hacia el año 1190 a.C. los hititas se enredaron en una fatal guerra contra un grupo de invasores llamados los Pueblos del Mar, los cuales al parecer no eran tanto un ejército de invasión como una fuerza de ocupación (más o menos como los bárbaros germanos cuando colonizaron el Imperio Romano). Esto fue aprovechado por los gasgas, eterno enemigo de los hititas, para forzar la ciudad de Hattusas y reducirla a cenizas. Esto marcó el final del Imperio Hitita. Sobrevivieron en Siria algunos reinos independientes que mantuvieron la cultura hitita, y por esto se los llama los Reinos Neohititas. Sin embargo, éstos cayeron el siglo VIII a.C., ante la arremetida de los asirios. De esta manera los hititas desaparecieron como pueblo independiente en la Historia, y su cultura se desvanecería con el paso de los siglos. |