La historia de la Merindad de Valdivielso está ligada a las órdenes religiosas, ya que en el siglo IX se establece en el valle un grupo de eremitas cuya influencia social no dejará mucha huella debido a su solitaria condición. Por el contrario, los monjes de San Pedro de Tejada, en Puentearenas, controlan pequeños núcleos campesinos, crean parroquias y favorecen la repoblación.
En el siglo XIII, el monasterio de San Salvador de Oña extiende su dominio al valle. A partir de ahí formará parte del Concejo Mayor de las Merindades de Castilla la Vieja. Sus regidores, fieles a costumbres paganas, se reúnen en la dehesa de Quecedo bajo la encina que ilustra el escudo consistorial.