El buen soldado

Ford Madox Ford

 

Traducción de José Luis López Muñoz

Editorial Edhasa

 

La casualidad de la escritura hizo que su nombre capicúa apareciese firmando algún libro junto a Joseph Conrad. El azar le llevó a ser el protagonista de todo un capítulo de París era una fiesta y tal vez un día ésas serán las páginas más recordadas de Ernest Hemingway. Editó a Hardy, Lawrence, Wells, Joyce, Cummings, Pound y Anatole France y Graham Greene dijo que, en Panamá o en Londres, nunca dejaba de releerle con pasmo. En las fotos que se conservan aparece gordo, con bigote, y la mala dentadura con la que no nos sonríe es la irremediable consecuencia del consumo cotidiano de cigarrillos Gauloises. Pero pretender que en esa mera enumeración de accidentes biográficos esté lo único que justifique la lectura de este libro de Ford Madox Ford sería un tropiezo, una infamia, un pecado por el que cualquiera merecería conocer la agria eternidad de las tinieblas. Así que comencemos.

"Esta es la historia más triste que jamás he oído", nos dice el narrador en la primera línea. Y nosotros somos un solo lector que le escucha en el salón silencioso de una casa apartada en una noche oscura. Allí nos cuenta, muerta su esposa y el amante de su esposa, enloquecida una muchacha, destruidos ya todos, las relaciones ácidas de dos matrimonios, el suyo y el de los Ashburnham, durante las nueves temporadas que pasaron juntos en la intimidad infiel de Nauheim y, más tarde, en los años de las verdades, el odio, los secretos desvelados y la amargura. Se habían conocido todavía jóvenes, razonablemente ricos, llegados unos de Nueva Inglaterra y los otros de una guarnición polvorienta de la India. Y eran una mujer mentirosa, bella y con el corazón delicado; un capitán atractivo que se pregunta si demasiadas lecturas no serán malas para un buen jinete; una esposa católica, culta y enferma; el último Dowell, el marido engañado y locuaz. 

En la página 209 explica: "Me consuelo pensando en que se trata de una historia verdadera y en que, después de todo, la mejor manera de contar una historia verdadera es hacerlo como quien se limita a contar una historia". Y El buen soldado parece haber sido escrita para sonrojar a ciertas vanguardias que comenzaban a asolar la literatura de Dublín y de Francia durante la segunda década del siglo pasado. Al fin Ford Madox Ford era inglés pero escribió como si fuera un escritor norteamericano que aspirase a parecer europeo. Quizá por eso el narrador es de Filadelfia y el lector piensa que de este libro gozarían los incompatibles lectores de Henry James y de Francis Scott Fitzgerald.

Y si nada de lo que les he explicado de la novela le ha despertado el interés, entonces volvamos al principio y digamos que fue amigo y escribió libros junto a Joseph Conrad y etc., etc., etc.

Antonio Campoy Martínez