Manuscrito encontrado en
Zaragoza Jean Potocki
Traducción, prólogo y notas de Mauro Armiño Editorial Valdemar, Gótica 24 |
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Todo lector debe aprender a sufrir
la nostalgia de las obras que sabe que jamás leerá. No hablo de esos
interminables estantes cuyas páginas nadie completa, sino de los libros
que no existen porque nunca han sido, porque ya han muerto. Por ejemplo,
el tomo que George Elliot imagina que está escribiendo el señor Casaubon
en Middlemarch. Por ejemplo, los mil autores inventados por Borges
y su The Anglo-American Cyclopaedia. Por ejemplo, la versión
de la historia de Tristán e Isolda que escribió Chrétien de Troyes y
que hemos perdido. Por ejemplo, esas crónicas en las que dicen que se
narra el indigno canibalismo en el que cayeron los cruzados. Por eso, quizá, las primeras páginas
del Manuscrito encontrado en Zaragoza se confunden con la más
agradable ilusión. Este libro no debería existir. Tendría que seguir
siendo una leyenda de la que nos hablarían las notas de eruditos o de
escritores viajeros. Estamos en Sierra Morena y el
continente acaba de girar la vista hacia España buscando los paraísos
románticos y el evocador sonido de la aventura. Deudora del Decamerón
y de las muñecas rusas, esta obra es el compendio de las historias que
le cuentan a un joven de 19 años, Alfonso Van Worden, oficial de la
Guardia Valona. Historias que se bifurcan y nos llevan de África al
Norte de Europa, de Cleopatra a Hernán Cortés, de Felipe V a Jesús,
de los infieles a las casas más nobles, del ermitaño al geómetra, del
honor a los padres a la lujuria de un muchacho que goza con dos bellísimas
hermanas. Entre múltiples narradores el
principal es un misterioso Jefe Gitano que, interrumpido cada poco por
los implacables deberes de su cargo, mantiene en vilo al resto de los
alucinantes personajes con recuerdos en las que aparecen personajes
que cuentan otros recuerdos en las que otros personajes cuentan recuerdos.
No se asusten. La dificultad de la lectura no está nunca por encima
del placer. Es un laberinto por el que pronto uno desea perderse. Los
lectores de Italo Calvino que sepan de su obra El castillo de los
destinos cruzados ya habrán asentido. Los impacientes, al final
del libro, hallarán respuestas y conocerán los secretos de una vieja
familia partida en dos. Finalmente el tono nos remite
a Mutis y a la literatura oriental y nos sopla un cierto aroma fantástico.
El de la biografía del Capitán Burton. El de la Granada oculta. El de
las religiones perseguidas. Sorprende la facilidad con la que se suceden
las escenas humorísticas y las épicas, el lirismo, la magia. Deja perplejo
el absoluto dominio del estilo. En mi opinión emparienta a Jean Potocki
con Dante o el Homero de la Odisea. Y aquí me paro porque no
quisiera acabar cayendo en la hipérbole.
Antonio Campoy Martínez
PD. También existe
edición de esta obra en otra colección de la Editorial Valdemar (El
Club Diógenes), en la Editorial Palas Atenea y, en una versión recién
publicada, en la Editorial Pre-Textos. |
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