Este cuento es bonito y sencillo. Todo pasa en el corazón o en una ciudad
que se parece al corazón y se llama Turín. Todo pasa entre cafés y bailes
y calles con soportales para esconderse cuando llueve y paseos en barca
con las camisas abiertas como una sonrisa y estrellitas de perlas en
el pelo y colinas que tocan el cielo llenas de vino y canciones y luces
y muchachos borrachos de luna que hablan de poesía y bicicletas por
las orillas del Po. Es un cuento de aquellos tiempos en los que siempre
era fiesta y dormir era una estupidez y por el aire iba y venía esa
tonta sensación de libertad que llenaba los pulmones de felicidad. Los
chicos y las chicas respiraban hondo y la tristeza siempre pasaba de
largo. Parece increíble que la persona que escribió este cuento en 1940
y la persona que se suicidó en 1950 fueran la misma, pero a veces los
veranos son tan bellos que es imposible vivir sin ellos. Cesare Pavese
lo vio venir así, en un verso, como se ven venir las cosas de verdad:
"La vida será bella mientras haya nubes sobre Turín". Este
cuento es como un beso. Dice las cosas más importantes del mundo sin
esfuerzo y dura en el recuerdo para siempre.
Marcos González Mut
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