Risa en la oscuridad

Vladimir Nabokov

 

Traducción de Javier Calzada

Editorial Anagrama, Compactos 244

El resumen de esta novela está en las cuatro líneas que abren el Capítulo Primero. "Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre".

Vladimir Nabokov se describe en el final del segundo párrafo. "Los detalles siempre se agradecen".

Ahora enfoquemos.

Albinus, efectivamente, vivía en Berlín y era un hombre rico. También ejercía de crítico de arte y de experto en pintura y quería rodar una película. Estaba casado con una mujer a la que jamás amó. Su matrimonio era fruto más de la desidia que de la esperanza en una vida radiante. Ella se llamaba Elisabeth y no era hermosa. Tuvo una hija. Esa hija enferma y muere y su padre, cobarde y solo, no asiste al entierro.

La amante se llamaba Margot Peters y la conoció en un cine cuando ella abrió una cortina para dejarle pasar. Era un joven de belleza algo vulgar que quería ser actriz y que para ello se había entregado a un par de hombres que no cumplieron sus promesas. Su familia era desdichada y el hermano participaba en oscuras asociaciones de trabajadores anarquistas y más tarde jugará al chantaje. Por ella, por la ilusión de amor arrebatado que le daba, Albinus abandonó el tacto de sus libros y el calor de las noches familiares.

En una cena de artistas se les unió Axel Rex, dibujante, copiador de cuadros famosos, presunto amigo de Albinus y antiguo amante por el que un día había enloquecido Margot. Esa noche y en esa reunión, bajo los faldones del mantel, cuando ella sintió en sus rodillas desnudas el contacto de dos manos masculinas y opuestas, comenzaron las mentiras a tres, la habitual distancia entre los años luminosos que se imaginan y los que con cierto cinismo se acaban viviendo; los guiños, los engaños crueles, la avaricia, los inevitables celos.

Acabaron en una casa de montaña, en los Alpes. Albinus había tenido un accidente y sus ojos ya no veían. Margot le hacía creer que le adoraba. Axel se paseaba desnudo y en secreto, jugando con los sentidos y el horror y la firma temblorosa de un ciego que poco a poco se empobrece.

Después el cuerpo de alguien se enfría.

Y el amor es una ilusión triste. Y en Europa, ejércitos de hombres y mujeres cultos, sin guerras que los enfrenten, sin enfermedades malditas que los devasten, se duelen en las estepas por que una noche soñaron.

 

Antonio Campoy Martínez


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