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Dentro de la literatura de Administración de Empresas,
los conceptos de Aprendizaje Organizativo, Gestión del Conocimiento, y
Medición del Capital Intelectual, se han convertido en el centro de
interés. Sin duda, constituye un campo de investigación novedoso, y
complejo, cuya gestación se inició a principios de los años noventa en
países como Suecia y Estados Unidos. Según Brooking (1997), el capital intelectual no es nada
nuevo, sino que ha estado presente desde el momento en que el primer
vendedor estableció una buena relación con un cliente. Más tarde, se le
llamó fondo de comercio. Lo que ha sucedido en el transcurso de las dos
últimas décadas es una explosión en determinadas áreas técnicas clave,
incluyendo los medios de comunicación, la tecnología de la información y
las comunicaciones, que nos han proporcionado nuevas herramientas con las
que hemos edificado una economía global. Muchas de estas herramientas
aportan beneficios inmateriales que ahora se dan por descontado, pero que
antes no existían, hasta el punto de que la organización no puede
funcionar sin ellas. La propiedad de tales herramientas proporciona
ventajas competitivas y, por consiguiente, constituyen un activo. Nuestro entorno competitivo demanda cambios, la velocidad
con que nacen, compiten y mueren nuestras ideas nos lleva a la necesidad
de gestionar las organizaciones de forma muy distinta a cómo lo hacíamos
hace sólo 4 u 5 años. La necesidad de generar nuevas ideas, de forma más
rápida, ha facilitado que el valor de la información y del conocimiento
cotice al alza. Prueba de ello son los sectores que están directamente
relacionados: las telecomunicaciones, internet, la informática en general,
la formación, etc. Por lo tanto, se reconoce la necesidad de lograr
que las personas acepten invertir todo su talento en la organización, con
un nivel de participación e implicación mucho mayor. En esta línea han
surgido una serie de modelos de gestión que reconocen el valor del
conocimiento y que pretenden promoverlo, estructurarlo y hacerlo operativo
o válido para la empresa. Algunos de estos modelos son: el capital
intelectual, la gestión del conocimiento, el aprendizaje permanente, el
liderazgo facilitador, el empowerment, etc. Todos estos enfoques pasan por: a) Valorar la importancia de la información y del
conocimiento. b) Facilitar el aprendizaje en las organizaciones. c) Valorar la aportación de las personas. El coaching, mediante una metodología estructurada, lleva
a cabo aproximaciones que nos permiten trabajar en la mejora del
rendimiento y en el desarrollo del potencial de las personas. Las organizaciones que apuestan decididamente por
el desarrollo del capital intelectual, encuentran en el coaching un modelo
valioso, para llegar hasta la persona. En casi todos los foros sobre dirección, liderazgo,
capital intelectual, gestión del conocimiento, competencias, etc. se está
aludiendo a la necesidad que tienen las organizaciones de que el rol del
jefe evolucione hacia el de facilitador. Este rol orientado a resultados
pero también a personas, está mucho más acorde con las organizaciones que
apuestan por el aprendizaje permanente. En esta era post industrial, de conocimiento intensivo,
hipercompetitiva, en la que se explotan mercados globales, una compañía
debe saber cuidar y desarrollar su capital intelectual para conseguir una
ventaja frente a sus competidores. Dentro de la literatura se clasifica a los activos en dos
tipos: tangibles e intangibles. Tradicionalmente los activos tangibles
(capital físico y financiero) constituían el activo más preciado de las
empresas. Sin embargo, en los últimos años del siglo XX esta idea ha dado
paso a la consideración de la categoría de activos intangibles (Ventura,
1996, 1998) como clave para competir en entornos dinámicos. El
conocimiento organizativo (Ordóñez, 1999) se ha convertido en "el recurso"
(Drucker, 1992) por excelencia. Este activo intangible satisface los
requisitos (Dierickx y Cool, 1993) para ser considerado estratégico: 1) no
comercializable, desarrollados y acumulados dentro de la empresa, 2)
fuerte carácter tácito y complejidad social, 3) surge a partir de las
habilidades y aprendizaje organizativo, 4) es inmóvil y esta vinculado a
la empresa, y 5) su desarrollo depende de los niveles de aprendizaje,
inversión, stocks de activos y actividades de desarrollo previas. El
conocimiento organizativo se mide a través del capital intelectual de la
organización. El Capital Intelectual lo podemos definir como el
conjunto de Activos Intangibles de una organización que, pese a no estar
reflejados en los estados contables tradicionales, en la actualidad genera
valor o tiene potencial de generarlo en el futuro ( Euroforum, 1998 ). Otra definición de Capital intelectual: es la suma y la
sinergia de todos los conocimientos que reúne una compañía, toda la
experiencia acumulada en sus integrantes, todo lo que ha conseguido en
términos de relaciones, procesos, descubrimientos, innovaciones, presencia
en el mercado e influencia en la comunidad. Para Edvinsson y Malone (1997) el capital intelectual se
divide en:
Steward (1997) divide el capital intelectual en tres
bloques:
Para Euroforum (1998), el Capital Intelectual se compone
de:
Según William Miller, autor de un libro titulado Cómo
inspirar creatividad donde trabajamos, el capital intelectual tiene
cuatro componentes –capital humano, capital de renovación, capital
estructural y capital relacional– que corresponden a las cuatro formas de
crear ventaja sostenible y de convertirse en líder del ramo. Basándose en esos componentes, los ejecutivos tienen la
responsabilidad de expandir la inteligencia, fomentar la innovación y
ejercer integridad: tres competencias centrales del capital
intelectual. El conocimiento es un aspecto del capital intelectual
pero no es lo mismo que inteligencia. Conocimiento es una síntesis de la
información, mientras inteligencia es lo que hace falta para crear
conocimiento. Inteligencia implica que existen las habilidades necesarias
para aprender, transferir conocimiento, razonar, ver lo que es posible,
encontrar nuevas interpretaciones, generar alternativas y tomar decisiones
sabias. Al expandir la inteligencia se genera capital intelectual
creando nuevo conocimiento, o sea la "materia prima" que permite a las
personas innovar creando nuevos productos, servicios, procesos y métodos
gerenciales. El capital intelectual prospera en las relaciones con
alto nivel de integridad. En realidad, la integridad es el fundamento de
la ventaja estratégica porque la creación de conocimiento, la innovación y
la colaboración del cliente dependen de ella. Integridad significa unicidad. A nivel de la empresa,
quienes quieren desarrollar capital intelectual y manejar conocimiento
deben ser personas íntegras y colaboradoras, dos condiciones esenciales
para crear y transferir nuevo conocimiento y crear e implementar
innovación. Con ese fin, un ejecutivo debe ejercer la integridad en
tres niveles: a) consigo mismo, para actuar a la vez según su corazón,
su mente y su objetivo; b) con otros, para comunicar con autenticidad e interés;
y c) con la humanidad, para vivir de acuerdo a los valores
humanos fundamentales. El conocimiento se crea y se transfiere a través de la
conversación, y los líderes deben dominar el arte de fomentar el diálogo
entre los miembros del equipo. Diseñar el credo organizacional significa seleccionar el
nivel del compromiso y de la confianza de los trabajadores y por supuesto
comprender claramente sus esperanzas, sus sueños y sus aspiraciones. Esto
se logra con mejores resultados si en la organización hay trabajadores de
1ª. Lo importante es identificar y seleccionar los componentes básicos
para medir la productividad de los trabajadores y de las personas que
ocupan cargos en los niveles gerenciales y supervisorios, de igual forma
determinar la arquitectura organizacional necesaria e indispensable para
brindar apoyo a dichos grupos, y posteriormente ir caminando hacia nuevos
horizontes en el futuro reciente, identificando los cambios a medida que
vayan sucediendo y establecer técnicas y herramientas comunes para poder
mensurarlos. Herramientas de medición del capital
intelectual El modelo de Skandia En 1991, Skandia AFS contrató a Leif Edvinsson para diseñar una forma
de medir el proceso de creación de activos en la empresa. Edvinsson
desarrolló una teoría del "Capital Intelectual" que incorpora elementos de
Konrad y del «Balanced Score Card» (Kaplan y Norton, 1992, 1993). En los modelos económicos tradicionales se utiliza normalmente el
capital financiero únicamente, pero la empresa sueca Skandia propone el
"Esquema Skandia de Valor", donde se muestra que el capital intelectual
esta formado por: 1) capital humano, y 2) capital estructural, que se
divide en capital de cliente y capital organizativo, es decir, todo
aquello que permanece cuando los empleados se han ido a casa, sistemas de
información, bases de datos, software de tecnologías de información, etc.
El capital organizativo puede descomponerse en capital de procesos
(procesos que crean valor y procesos que no crean valor), cultura y
capital de innovación (derechos intangibles, marcas, patentes, receta de
conocimiento y secretos empresariales) (Skandia Capital Prototype Report,
Skandia 1998). El capital intelectual surge en un proceso de creación de valor
fundamentado en la interacción del capital humano y estructural, donde la
renovación continua -innovaciones- transforma y refina el conocimiento
individual en valor duradero para la organización. Es importante que el
capital humano sea convertido en capital intelectual. Por tanto, es
importante que los líderes de la organización proporcionen métodos de
trabajo para facilitar la conversión de las competencias individuales en
capital organizativo, y por tanto, desarrollar los efectos multiplicadores
dentro de la empresa Otras herramientas desarrolladas por Skandia son: 1)
Dolphin, un sistema de software de control empresarial y de información.
Está basado en el «Skandia Navigator» y permite que el usuario elija el
enfoque bajo el cual quiere observar una operación, y además permite
realizar simulaciones; 2) IC-Index ™, son indicadores del CI y de sus
componentes, los cuales se pueden consolidar para formar una medida que
pueda describir dinámicamente el CI y su desarrollo a lo largo del tiempo.
También permite realizar comparaciones entre cambios en el capital
intelectual de la empresa y cambios en el valor de mercado de la
misma. El Cuadro de Mando Integral o Marcador Equilibrado Como señala Ulrich (1997) el Cuadro de Mando Integral ha sido
desarrollado por Kaplan y Norton (1992, 1993, 1996) y se utiliza como
herramienta de medición y gestión en empresas como AT&T, Eastman
Kodak, American Express y Taco Bell. Cada organización tienen múltiples «stakeholders» o grupos de
individuos con los que interacciona para desarrollar sus negocios, y como
señala Kaplan y Norton (1993) en los últimos años los modelos de
«stakeholders» (grupos de personas que tiene interés en la empresa, como
los empleados, clientes e inversores) se han traducido en marcadores
equilibrados. Como señala Kaplan y Norton (1992, 1993 y 1996) la premisa
sobre la que se construye el Cuadro de Mando Integral es que para tener
una organización con éxito se deben satisfacer los requisitos demandados
por tres grupos de individuos: 1) los inversores, que requieren
rendimientos financieros, medidos a través de la rentabilidad económica,
el valor de mercado y cash flow; 2) los clientes, que exigen calidad,
medida a través de la cuota de mercado, el compromiso y retención del
cliente, por ejemplo; 3) los empleados, que desean un lugar de trabajo
próspero, que se puede medir como las acciones de los empleados y la
organización. Añade, junto con las medidas financieras, medidas para los
clientes, los procesos internos y la innovación. El Cuadro de Mando
Integral recoge las medidas del grupo de empleados, el más difícil de
medir, a través la productividad, las personas, y los procesos. El Monitor de Activos Intangibles Esta herramienta constituye una teoría de flujos y stocks (Sveiby,
1999) cuyo objetivo es guiar a los directivos en la utilización de activos
intangibles, identificación de flujo y renovación de los mismos, así como
evitar su pérdida. Se centra en tres activos intangibles (Activos de
estructura externa, activos de estructura interna, y activos de capacidad
de las personas), aceptando los indicadores financieros existentes. Una empresa que utiliza esta herramienta en la medición de sus activos
intangibles es la empresa sueca Celemi, cuya actividad se centra en el
desarrollo y venta de herramientas a nivel global. El Monitor de Activos
Intangibles de Celemi tiene por objetivo (Sveiby, 1997b) determinar si sus
activos intangibles están generando valor y si se utilizan eficientemente.
El denominado "Balance Invisible" de Celemi clasifica estos activos bajo
los siguientes títulos: 1) "nuestros clientes", que se refiere a una
estructura externa de relaciones con clientes, proveedores, marcas,
contratos, reputación e imagen. Los empleados de Celemi son los que crean
esta estructura, 2) "nuestra organización", es la estructura organizativa
constituida por patentes, conceptos, modelos de contratos con proveedores
y sistemas informáticos y de apoyo, 3) "nuestra gente", que son las
capacidades combinadas de los empleados de Celemi. El Informe Anual de
Celemi de 1995, afirma que para conocer el impacto de los clientes, la
empresa calcula la proporción de ventas procedentes de tres categorías de
clientes: 1) aquellos que incrementan la imagen, es decir, la estructura
externa, 2) aquellos que aumentan la organización, mejorando por tanto la
estructura interna, 3) aquellos que incrementan la capacidad, permitiendo
que los empleados de Celemi aprendan de ellos. Celemi ha desarrollado diferentes herramientas que permiten a las
empresas valorar y comprender mejor sus activos intangibles. Entre ellas
esta Tango™, la primera simulación empresarial de la organización del
conocimiento, desarrolladas conjuntamente por Klas Mellande, Celemi y
Sveiby. Como señala Barchan (1997), es una herramienta de simulación que
permite identificar los activos intangibles claves de la empresa,
medirlos, y gestionarlos en coordinación con los activos tangibles. Los
activos intangibles se estudian a diferentes niveles: 1) crecimiento y
renovación, 2) eficiencia, y 3) estabilidad de diferentes parámetros de la
empresa. Modelo de Dirección estratégica por Competencias: El Capital
Intelectual El Modelo de Dirección Estratégica por Competencias (Bueno, 1998) está
integrado por cuatro bloques (Capital organizativo, capital humano,
capital tecnológico y capital relacional), que reflejan los tres pilares
básicos de la Dirección Estratégica por Competencias: 1) Conocimientos
(Co), 2) Capacidades (Ca), y 3) Actitudes y Valores (A), que constituyen
la competencia básica distintiva. Technology Broker Annie Brooking, fundadora y directora de la Consultoría The Technology
Broker (Reino Unido), líder en servicios de desarrollo del Capital
Intelectual, desarrolla un modelo de medición de activos intangibles que
se recoge bajo el nombre de Techonology Broker en su libro Intelectual
Capital (1996). Las medidas de Capital Intelectual son útiles (Brooking,
1996) por las siguientes razones: 1) validan la capacidad de la
organización para alcanzar sus metas, 2) planificar la investigación y
desarrollo, 3) proveen información básica para programas de reingeniería,
4) proveen un foco para educación organizacional y programas de formación,
5) calculan el valor de la empresa, y 6) amplían la memoria
organizativa. El Capital Intelectual esta formado por cuatro categorías de activos
(Brooking, 1996): activos de mercado (marcas, clientes, imagen, cartera de
pedidos distribución, capacidad de colaboración, etc.) activos humanos
(educación, formación profesional, conocimientos específicos del trabajo,
habilidades), activos de propiedad intelectual (patentes, copyrights,
derechos de diseño, secretos comerciales, etc.) y activos de
infraestructura (filosofía del negocio, cultura organizativa, sistemas de
información, bases de datos existentes en la empresa, etc). Al igual que
en el Modelo de Skandia, el Modelo Technology Broker supone que la suma de
activos tangible más el Capital Intelectual configuran el valor de mercado
de una empresa. Este modelo, a diferencia de los anteriores, revisa una
lista de cuestiones cualitativas, sin llegar a la definición de
indicadores cuantitativos, y además, afirma que el desarrollo de
metodologías para auditar la información es un paso previo a la
generalización de la medición del Capital Intelectual. La empresa no solo debe gestionar su conocimiento eficientemente sino
cuantificarlo mediante herramientas de medición del capital intelectual
organizativo. Estas mediciones son de interés tanto desde el punto de
vista interno (posibilita la mejora de la eficiencia organizativa) como
externo (los "stakeholder"- grupos interesados en la empresa- obtienen una
valoración más completa de la empresa). http://www.uch.edu.ar/rrhh/Recursos%20Humanos/Gestion%20del%20Conocimiento/ http://www.arearh.com/coaching/CCI.htm http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/070802negocios.html http://www.injef.com/revista/empresas/pop_991217.htm
Olivia Itzel López Rojano Publicación enviada por Olivia Itzel López
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