La gerencia en tiempos de crisis
Fernando Chumaceiro
Una cosa es gerenciar desde el sector privado y otra cosa es gerenciar desde el sector público. Una cosa es gerenciar en abundancia y otra muy distinta es gerenciar la escasez. A quienes han cumplido y cumplen funciones de gerencia en los tiempos presentes, les ha tocado gerenciar la crisis. Una crisis que se manifiesta en el déficit fiscal, es decir, la población aumenta, los problemas se profundizan y los recursos no alcanzan. Una crisis que tiene causas estructurales y no sólo coyunturales. En consecuencia, en el corto plazo se inician procesos de cambios, pero sus efectos positivos no se verán sino más adelante. Por eso, los acólitos del efectivismo y del inmediatismo piensan que nada se está haciendo. Gerenciar en crisis significa también que los problemas se multiplican a una velocidad mayor que las soluciones. Es como tener que achicar un bote al cual le entra tanta o más agua como la que se logra sacar. Quienes observan el esfuerzo dirán que se es ineficiente, sin embargo, es lo que impide que el bote se haya hundido.
La gerencia pública se realiza desde tres niveles, el nacional, estadal y municipal. La crisis es común a todos y es necesario gerenciarla con estos factores: problemas a resolver, tiempo con que se cuenta y recursos disponibles. Los problemas son muchos y muy viejos. El tiempo es corto, máximo cinco años y mínimo tres. Los ingresos no son suficientes.
Toda la crisis se resume en un solo concepto: el empobrecimiento de la población. Es decir, a medida que el tiempo pasa, crece el número de personas que viven en estado de pobreza. Además de crecer, la pobreza se degrada, por eso ahora hay varias categorías de pobres. En consecuencia, la gerencia pública debe actuar conforme a prioridades. Así como en una nave en emergencia todos tienen derecho a salvarse, el orden en la emergencia establece que debe dársele prioridad a los niños, a las mujeres y a los ancianos, porque se supone que los adultos están en mejores condiciones para sobrevivir, asimismo, en la situación de crisis, la gerencia pública, sin dejar de ser una gerencia para toda la población, debe darle prioridad a los sectores más vulnerables, es decir, a los niños, a las mujeres en situación de abandono, a los ancianos, a los enfermos, en fin, a aquellos miembros de la comunidad que se encuentran ubicados -no por propia voluntad- en la categoría de pobreza.
Un aspecto fundamental de la gerencia pública, en cualquier tiempo, pero especialmente en tiempos de crisis, es la gerencia social, cuyos beneficios se miden en términos humanos de sobrevivencia. Los economistas no entienden estas cosas. Los hedonistas tampoco. Sin embargo, el problema de la pobreza no es sólo un problema social, económico y político, es también un problema ético. La pobreza de unos es problema de todos, como las epidemias, que no son sólo un problema de quienes la sufren sino de todos a quienes amenaza. La pobreza en los índices escandalosos que alcanza en América Latina, amenaza tanto el crecimiento económico de la comunidad como a la estabilidad política de la democracia. El dilema que enfrentamos los venezolanos es que, sin progreso social no habrá democracia y sin estabilidad democrática no habrá progreso social. Para salir de la situación de empobrecimiento que tiene el país es necesario lograr una combinación de crecimiento económico, progreso social y estabilidad política, elementos todos ellos indispensables para encauzarnos en un auténtico proceso de desarrollo.
La primera trinchera de lucha en el combate contra la pobreza está en los municipios. Allí es donde la democracia se juega, todos los días, su legitimación social, porque la pobreza no tiene nacionalidad, ni edad, sexo, religión o raza, pero sí tiene residencia. La pobreza reside en los municipios. Allí es donde deben llegar las políticas distributivas, las medicinas, los alimentos y los empleos, entre otras obras y servicios.
Si no entendemos esto no saldremos nunca de la trampa en la cual nos ha metido el modelo universal de "desarrollo". Porque, ¿qué desarrollo puede ser ése que se mide por índice de crecimiento económico registrado en países donde la población se hace cada vez más pobre porque el crecimiento económico lo disfruta un sector minoritario de sus habitantes?
Con frecuencia la pobreza no es producto tanto de la falta de recursos, como de la ausencia de voluntad política por parte del Estado y falta de solidaridad social por parte de la comunidad. Por eso vemos que existen países con modestos recursos y mejores resultados en términos humanos, mientras hay otros con elevados índices de crecimiento económico, pero con empobrecimiento generalizado de su población.
Si Venezuela quiere lograr un verdadero progreso, debo descentralizar sus políticas sociales, no con discursos sino con acciones concretas.

http://historico.notitarde.com/1998/06/30/opinion/fernando_chumaceiro/index.html