Recomendaciones para manejar las crisis

1. Resumen
2. Recomendaciones
RESUMEN
Un denominador común del mundo contemporáneo es aquella situación en la que, como anotaba Gramsci, algo que está muriendo, no acaba de fenecer, y algo que está naciendo, no ha nacido plenamente aún. Es decir, hablamos de la crisis, que en un sentido estricto se genera en el espacio conflictivo entre lo que aún no ha muerto, pero tampoco ha nacido.
En otras palabras, la crisis no debe ser vista desde la óptica del arrasamiento, desde la perspectiva de la negación total o desde el precepto de la ruptura definitiva con paradigmas, parámetros o modelos previos; en realidad, la crisis se genera y se siente en ese espacio epistemológico de la interpretación y toma de sentido entre lo que es y lo que debe ser. Una vez resuelto el dilema, una vez ha muerto por fin determinada situación para permitir el alumbramiento de otra, la crisis desaparece, por lo menos en su manifestación primigenia.
Estamos enfrentados a una profunda crisis, que aunque algunos la ven como algo coyuntural, la percibimos como profundamente estructural y cuyas predicciones y consecuencias están todavía por conocerse. Somos victimarios y víctimas de ella en todos las áreas del desarrollo y del conocimiento, como ya lo anticipada Toffler, en su clásico texto sobre el choque del futuro.
Hay crisis en la economía, en la ciencia, en las religiones, en las estructuras sociales, en las instituciones. Los modelos económicos aplicados están perdiendo vigencia pero no se vislumbran otros que den solución eficiente y efectiva a los retos de la globalización; la profundidad de los avances científicos se enfrentan a graves dilemas éticos y la velocidad de los tecnológicos vuelven obsoleto cualquier artefacto en el instante en que sale al mercado; las religiones históricas se ven amenazadas por movimientos eclécticos, normalmente ideados como sectas, que cada día les roban fieles en esa carrera desesperada del ser humano por encontrar respuesta metafísica a sus agonías; las revoluciones sociales y políticas se dan dentro de bandazos radicales y giros de 180 grados que hacen imposible la estructuración de una eticidad política e ideológica mejor sustentada; el descreimiento generalizado en las instituciones o aparatos organizativos (iglesia, estado, justicia, ...) confunden a los ciudadanos y los obligan a aislarse.
Ante estas manifestaciones, no podemos ser indiferentes y menos podemos dejar que nos apabullen, así sea cierto que es muy poco lo que podemos hacer de modo solitario para encontrar soluciones válidas y confiables. Por ello, presentamos un decálogo de recomendaciones muy simples para que estos problemas no nos agobien; estos ‘consejos’ se derivan de las situaciones cotidianas y, por ello, su posible aplicación también se da dentro de este marco.
En síntesis, el propósito de este artículo no es el de presentar alternativas para la superación de la problemática social y económica mundial; simplemente, busca ofrecer pequeñas estrategias para que de modo individual podamos enfrentar las situaciones críticas, sin ahogarnos en tal tarea. Es casi seguro que con su aplicación no todos los problemas se solucionen; pero es también casi seguro que al hacerlo no nos ‘suicidará la sociedad’.

RECOMENDACIONES

Primera recomendación:
Reconozca la existencia y magnitud del problema. El requisito indispensable para poder superar un obstáculo , limitación o problema, no importa su índole, es reconocer su existencia de manera objetiva, esto es, en sus verdaderas dimensiones, sus causas y consecuencias. Del análisis de sus dimensiones, depende la importancia que le demos y el esfuerzo que debamos hacer para considerar alternativas viables de solución; del reconocimiento de sus causas, podremos definir si estas pueden ser controladas por nosotros o nos son ajenas, lo que determina la estrategias a seguir y de la visualización de sus consecuencias, tendremos la oportunidad de generar una especie de ‘planes de contingencia’ efectivos o, por lo menos, no tan traumáticos. Pero, insistimos, el primer paso es reconocer que estamos mal debido a una situación específica que nos afecta.

Segunda recomendación:
Démosle paso a la reacción. En psicología, se habla mucho de ‘hacerle el duelo’ a una situación traumática y es eso, precisamente, lo que se propone aquí. De la misma manera en que no nos da miedo expresar nuestras alegrías y satisfacciones, debemos actuar con nuestras tristezas, preocupaciones o frustraciones. Sentir rabia, tristeza, miedo, no son –bajo ninguna circunstancia- actitudes negativas, pero tampoco se deben convertir en óbice para no perder de vista el horizonte y buscar soluciones.
Desde los antiguos griegos, se plantearon las nociones de ‘efecto catártico’ y ‘efecto mitridático’. El primero, (la catarsis, manifestada en las obras de teatro) es la liberación de nuestros temores, ansiedades, rabias, deseos, insatisfacciones a través de desfogues emocionales en donde el espectador se identifica con las situaciones o personajes "buenos" o "malos" representados en la obra y se desahoga con ellos, en un proceso de limpieza o purificación de todo aquello que nos agobia, sin necesidad de llevar a cabo acciones desesperadas o que causen más dolor, a sí mismo o a otros. El segundo efecto, nace de la leyenda del rey Mitridates, que temeroso de ser envenenado por alguno de sus súbditos, comenzó a ingerir pequeñas dosis de veneno, que fueron aumentadas paulatinamente, hasta adquirir un alto nivel de tolerancia que, en la práctica, lo hizo inmune al efecto del veneno.
Aunque presentado en sentido metafórico, lo que se propone es en esencia eso: la importancia de permitirnos reaccionar, pues toda crisis que no se elabora, se voltea y nos ataca con más virulencia y deja huellas ( a veces cicatríces) difíciles de pasar por alto posteriormente.

Tercera recomendación:
Comente sus problemas. No se trata aquí de estar pregonando a los cuatro vientos y a toda hora, en un coro de plañideras, los problemas que se tienen, lo difícil de la situación, la impotencia para buscar soluciones y la culpa que tenemos o tienen otros en la generación de la situación crítica. Pero, precisamente para cumplir con lo señalado atrás, es positivo comentar tal situación con alguien de su entera confianza; se trata de lo que psicológicamente ha sido denominado como la ‘búsqueda de redes de apoyo’, o sea, personas con las cuales compartir sus problemas. Lo más probable es que, en la mayoría de los casos, estas personas no le den la fórmula que soluciona su crisis, pero cuando compartimos lo que se siente y se piensa, hacemos menos grave la magnitud y las repercusiones del problema.

Cuarta recomendación:
Mantenga una actitud más positiva. A pesar de todo lo negativo que digamos o pensemos, de los sentimientos de impotencia que nos acompañan, del deseo de tirar todo por la borda, de acorazarnos bajo capas ficticias de dolorosa indiferencia, como seres humanos somos competitivos y nos consideramos triunfadores. Esta convicción íntima es, en resumen, la que nos sostiene y nos permite creer en nosotros mismos y en los demás y posibilita el desarrollo de ideas más benéficas. Para nuestra desgracia, nos hemos acostumbrado a calificar a todo y a todos por igual, de acuerdo con la primera experiencia negativa que se tiene; así, por ejemplo, no todos los taxistas son ‘tumbadores’; no todos los políticos son corruptos; no todos los conductores son agresivos; no todos los jueces son venales. En otras palabras, la existencia de casos como estos, no significan que obligatoriamente abarcan la totalidad. En definitiva, dos de las cosas que más nos complica y agrava los estados de crisis es el pesimismo y el escepticismo; por ello, nuestro llamado es a mantener una actitud más positiva, que no implica ocultar los problemas existentes.


Quinta recomendación:
Si está desempleado, no se culpe ni se deprima. En estos momentos de severa crisis económica, quedar cesante no siempre obedece a un desconocimiento de las capacidades laborales o profesionales que se tienen; por ello, abrigar sentimientos de culpa por tal situación, no conduce más que a agravar la crisis, puesto que la culpa, por naturaleza, nos bloquea y conduce a estados de depresión e irritabilidad que pueden llegar a ser inmanejables. En el caso de las parejas en las que una de ellos queda cesante, una solución válida se basa en la comprensión y ayuda doméstica. Lo que se propone es no convertirnos en una carga, sino de hacer un esfuerzo, asumido positivamente, para ser útil, ya sea ayudando en la cocina, arreglando la casa, acompañando a los niños al colegio.
Es muy posible que la situación genere incomodidad pues se deben asumir oficios para los que no se está preparado o no se quieren asumir, por algún reato de dignidad, rabia o frustración. Sin embargo, la experiencia nos dice que muchas veces, de estas situación críticas, se descubren y desarrollan habilidades que no habían sido exploradas. En resumen, se plantea la necesidad de no convertirse en una carga incómoda.

Sexta recomendación:
Lea, medite. Para nadie es un secreto que la lectura es un recurso económico y fácil que nos permite maravillarnos, distraernos y nos deja enseñanzas, insospechadas muchas veces. De igual modo, el desarrollo de la espiritualidad es clave para lograr estados menos traumáticos; no se intenta decir que debamos refugiarnos con desespero en la religión, sino que –al margen del precepto religioso que se tenga- es importante establecer un diálogo íntimo, personal en que se valoren las cosas positivas y se comprenda que no estamos solos, que la idea de ‘un cielo protector’ nos acompaña. Tanto la lectura como la meditación, producen tranquilidad, mejoran el estado anímico, relajan y descansan.

Séptima recomendación:
Búrlese, ocasionalmente, de sí mismo y de la situación. Ello no significa quitarle al problema su aspecto crítico; es más bien una terapia de humor que nos sirve de antidepresivo y nos permite pensar con algo de fina ironía sobre lo que está pasando.

Octava recomendación
: Tenga una alimentación adecuada. Muchas investigaciones médicas apuntan a señalar la existencia de una relación entre la dieta alimenticia seguida y la generación de estados anímicos más o menos acentuados, así es como se habla de alimentos ‘antidepresivos’ –como el chocolate y las pastas. Por otro lado, es muy frecuente que los estados críticos conduzcan a comportamiento radicales en el consumo de alimentos, ya sea por la presencia de una anorexia nerviosa o por una gula ansiosa. Cualquiera de los dos extremos es peligroso y debe hacerse un esfuerzo para mantener un balance adecuado, lo cual es igualmente aplicable al consumo de cigarrillos, tinto y alcohol o drogas.

Novena recomendación:
Trate de dormir tranquilamente. Aunque a veces es muy difícil conciliar el sueño cuando se tienen problemas, debemos tratar de dejarlos en su fuente, es decir, no llevarlos a casa, ni mucho menos dormir con ellos; esto no es justo, ni con las personas que lo rodean, ni con usted mismo. Asuma su descanso como un tiempo precioso, único, una oportunidad que nada ni nadie debe obstaculizar.

Décima recomendación:
Consulte al médico. Algunas personas llegan a tal nivel de tensión por estados de crisis, que comienzan a sentir mareos, pérdida de equilibrio, dolores musculares, migrañas, taquicardias, irritabilidad exagerada o depresión profunda. Si esto sucede, vaya al médico y evite complicaciones posteriores. Si bien es cierto que el manejo de una crisis debe partir de una voluntad personal para superarla o por lo menos darle un tratamiento lo menos traumático posible, en algunas ocasiones el asunto se sale de nuestras manos y es recomendable acudir al médico para que ayude en el proceso de tensión, a través de fármacos.

Carlos J. Martínez G
cajamar@usco.edu.co
Mag. Desarrollo Social,
Director General de Investigaciones,
Universidad Surcolombiana

http://www.monografias.com/trabajos11/recomcris/recomcris.shtml