ESCENARIO
En el futuro la industria pesquera de Alaska tendrá
que enfrentar decisiones difíciles. Un estilo tipo "fiebre de oro" ha
impulsado demasiados barcos de pesca detrás de demasiados pocos peces. Se ha
enfatizado la velocidad y el volumen. El derroche ha sido enorme y también las
tentaciones de pescar lo que está prohibido. Las estaciones para poder pescar
se están volviendo cortas y los pescadores están luchando para sobrevivir
económicamente. Aumenta la presión para que se permita pescar cada vez más.
Los reguladores pronto tendrán que escoger entre
proteger los recursos que proveen casi la mitad del producto pesquero de Estados
Unidos o una industria que emplea miles de personas de la costa occidental de
ese país.
"No hay más peces" dicen los expertos y
esto es alarmante en cuanto las aguas de Alaska le brindan a la flota pesquera
de Estados Unidos las tres cuartas partes de su producto, lo cual proporciona a
la economía estadounidense un millardo de dólares.
Las previsiones son tan graves que los reguladores
están considerando cambiar la flexibilidad y apertura de las regulaciones
anteriores de la pesca en los mares de Alaska. Se está pensando transformar un
recurso público en una propiedad privada para garantizar a un número limitado
de pescadores un porcentaje de pesca cada año.
Está siempre presente en el trasfondo la historia de
la pesca exagerada que llevó a la devastación biológica de la costa oriental y
especialmente la del estado de Nueva Inglaterra, arruinada por gerentes
cobardes y pescadores codiciosos.
Muchos tipos de peces han sido sobre
explotados en los criaderos de Nueva Inglaterra, por ejemplo pez espada,
salmón y bacalao y sus poblaciones han venido disminuyendo durante los últimos
15 años. Los biólogos dicen que los criaderos de Alaska están saludables pero
que son susceptibles a la enfermedad de Nueva Inglaterra.
"En Alaska, los criaderos están en expansión,
pero están dadas todas las condiciones para una dinámica del desastre como
ocurrió en Nueva Inglaterra" advirtió en una entrevista reciente el
biólogo marino William Fox, director del Servicio
Nacional de Criaderos Marinos.
Las aguas de Alaska están sintiendo el esfuerzo:
"Existiría una posibilidad para nosotros en
Alaska" dijo Doug Gordon,
director de la Asociación Americana de industrias pesqueras de alta mar
"pero desgraciadamente todo el negocio está manejado con codicia".
Cadenas de restaurantes y compañías pesqueras fueron
a Alaska en diciembre pasado para solicitar la puesta en práctica de un sistema
más razonable que les asegurara peces para todo el año y terminara con períodos
de pesca cada vez más cortos. "Hoy en día los mostradores están vacíos con
muy pocos productos del mar" se queja un ejecutivo de una compañía
pesquera, "Está claro que si no podemos confiar en una cantidad razonable
de productos que nos lleguen de Alaska, no tendremos otra salida que comprar en
el extranjero" .
La esencia de la gerencia del gobierno federal es
simplemente decirle a los pescadores: "Ahí están los peces, vayan a
pescarlos mientras duren". El gobierno federal considera que los peces
dentro de la zona de 200 millas de la costa de Estados Unidos son propiedad de
los ciudadanos estadounidenses que deben tener un acceso igual a los recursos.
Es una filosofía sin precedentes del gobierno federal.
A los críticos le gusta decir que si los bosques
federales fueran gerenciados de la misma manera, a
cada persona que pudiera agarrrar un hacha o una
sierra le estaría permitido ir a los bosques a una hora determinada y tumbar
tantos árboles cuantos le permitiera una cuota establecida por el gobierno
federal.
El Servicio Nacional de Criaderos Marinos establece
reglas para pescar y sus científicos ayudan a decidir cuánto de cada especie
puede ser recolectado de manera segura. Los Consejos a través de todo el país
idean planes de pesca en las diferentes regiones y establecesn
políticas. El resultado a menudo no es muy ordenado. "La situación es
terrible y es una desgracia para los recursos de Estados Unidos" dijo Keit Jefferts, presidente de la
Fundación para el manejo de las industrias pesqueras, un grupo que ha estado
luchando por cambios en la manera en la cual se regula la pesca.
Por ejemplo, Jack Knutsen, un pescador de halibut
de Seattle, describe un día de trabajo de las
empresas pesqueras de la siguiente manera:
"Ellos hacen las cosas más rápidamente de lo que
deberían en un solo día. La velocidad no les permite hacer las cosas que pienso
deberían hacer (proteger los peces pequeños que deben ser devueltos al mar).
Pero no se puede culparlos. Cada año la estación de pesca es más corta, ellos
sólo tratan de obtener su parte".
"Pescar se ha transformado en una carrera para
obtener lo que uno quiere, sin importar el futuro" afirma James Crutchfield, profesor de la Universidad de Washington que
ha estudiado la economía de la pesca durante 35 años. "Es el mismo caso de
tres niños que beben con tres pitillos un mismo refresco. Si uno no chupa con
fuerza, los otros niños se lo tomarán todo".
En ninguna otra parte la carrera ha sido tan furiosa
como en Alaska, donde el número de permisos para pescar peces de fondo ha
crecido 700% en 10 años.
Los pescadores estadounidenses un tiempo no querían
pescar este tipo de peces de menor valor. Diez años atrás, las flotas
extranjeras pescaban y procesaban casi todo el pescado. Pero el cambio llegó
rápidamente impulsado por mejores precios, crédito fácil y la fuga del gobierno
federal y de los pescadores del colapso de la pesca del cangrejo.
Las primeras empresas llegaron a estos mares en 1980
para producir filetes congelados de bacalao. Diez años después había por los
menos 60 empresas que representan una inversión de más de un millardo de
dólares y una capacidad de producción de más de 300.000 toneladas de producto
terminado. Sus pagos de deuda están estimados en $ 67 millones, de los cuales
casi $ 47 millones van a acredores extranjeros. El
economista Daniel Hupper predijo en 1988 que debido
al crecimiento de la industria ésta iba hacia la sobrecapitalización y hacia
momentos económicos muy difíciles. "Lo que hablamos hace dos años ha
sucedido todavía más rápido de lo que suponíamos" dijo Huppert,
"es una verdadera amenaza, los períodos de pesca se harán cada vez más
cortos y mucha gente pronto estará en problemas"
Los problemas económicos no son nada nuievo para los pescadores de Alaska. Ellos se han vuelto
ricos y luego han quebrado varias veces. No obstante, hoy en día, los criaderos
de la "Ultima Frontera" debe afrontar
también posibles dificultades biológicas. Cifras oficiales estiman que más del
3% del halibut pescado en el Pacífico Norte es
desperdiciado. Cerca del 20% es el resultado de pesca accidental. Pescadores
que tratan de agarrar el pez aguja azul, rastreadores y otro tipo de pescadores
a veces pescan toneladas de halibut por error. El año
pasado la pesca por error fue de 34 millones de kgs.
Los problemas de la pesca por error persisten a
medida que la población del halibut declina debido a
los ciclos biológicos. Pesca por error de cangrejos y salmones es también un
problema creciente.
Las presiones para agarrar peces son lo
suficientemente fuertes para lograr que muchos pescadores infrinjan la ley. El
año pasado, en Alaska, el Servicio Nacional de Criaderos Marinos investigó 607
casos de pesca ilegal. También confiscó peces y barcos por un valor de más de $
6 millones. "Las tentaciones pueden ser irresistibles, sobre todo para los
pescadores que tienen muchas deudas" dijo el pescador de halibut, Paul Clampitt.
Recordó que él estaba manejando su bote cerca de Kodiak,
el año pasado, tres días después de la apertura de la estación para la pesca de
halibut. Se veían claramente las luces de otros
barcos que se apagaron apenas se acercó. Paul está
seguro que se trataba de pescadores ilegales. "Si uno tiene una familia
que alimentar y cuotas del barco que pagar, ¿qué más puede hacer?".
Para más colmo, se sospecha que barcos extrajeros entran en aguas de Estados Unidos para pescar.
La primavera pasada, la Guardia Costera descubrió barcos pesqueros japoneses y
rusos, que fueron multados por más de $ un millón.
No está claro si la gerencia de la pesca y los
problemas correlativos están produciendo daños biológicos. Los pescadores y los
biólogos del gobierno dicen que las poblaciones son todavía grandes y fuertes.
Pero algunos ambientalistas consideran que existen signos de peligro en el
océano. Ellos dicen que la disminución de la población de mamíferos marinos y
aves en Alaska señala que hay problemas en el ecosistema. El Club Sierra y los
Greenpeace han estado luchando en contra de las regulaciones que este año
permiten el doble de la cuota de pesca de mero en el Golfo de Alaska, afirmando
que eso constituye una sobrepesca y puede ser dañino
para los leones marinos, que han sido declarados en peligro de estinción.
No se sabe además si la pesca pesada de bacalao y
mero durante la época de la reproducción puede causar daños a largo plazo. Está
claro que se pueden estinguir especies, aún en las
remotas aguas de Alaska. En los años ’60, pescadores sobre todo extranjeros,
pescaban en el Océano Pacífico hasta 125.000 toneladas de percas
cada año. Esta pesca intensiva redujo 99% de las poblaciones de percas para el año 1979.
"El resto de las poblaciones de peces de Alaska
están muy saludables", dice William Aron, que dirige en Alaska el centro de
investigaciones de la pesca del gobierno federal, pero añade "Mi mayor
temor es que podríamos repetir la historia de la costa oriental. Espero que en
esta parte del mundo seamos más fuertes. Pero esto puede significar pérdidas
económicas importantes".
Para hacerle frente a estos retos, los gerentes están
considerando ponerle fin al acceso libre a la pesca. Por meses, los gerentes de
pesca de Alaska han estado meditando sobre una moratoria en los nuevos permisos
comerciales. La fecha de corte de esta propuesta sería el 15 de septiembre de
1990. Sólo los barcos que han estado pescando desde antes de esta fecha podrían
continuar haciéndolo, con algunas excepciones.
La decisión sobre la moratoria ha sido retrasada a
favor de una solución más radical que consiste en crear derechos de propiedad
privada en el mar. Se establecería un sistema de cuotas individuales, basadas
sobre el record de pesca de cada pescador. A los pescadores calificados se le asignaría un monto de peces que podrían pescar cada año.
Debido a que los pescadores tendrían un derecho de propiedad, tendrían también
un interés en el futuro de las poblaciones de los peces y en su preservación.
Los propietarios de pequeñas cuotas terminarían seguramente vendiéndolas,
disminuyendo el número de barcos y reduciendo la sobrecapitalización.
El Consejo del Pacífico Norte tiene intención de
adoptar cuotas individuales para la pesca del pez espada en Junio y del halibut en Septiembre. El sistema podría iniciarse en 1993.
Es posible que las cuotas individuales sean aplicadas a todas las empresas
pesqueras de Alaska que están bajo control federal, con gran alegría de muchos
pescadores. "Es la manera americana. Es capitalismo. Es el sistema de
propiedad privada" dijo Clampitt, pescador de halibut de Seattle.
No obstante, el sistema de las cuotas individuales
requeriría un esfuerzo masivo para hacer cumplir la ley en el mar. Algunos
pescadores que no han estado pescando por suficiente tiempo no tendrían cuota
alguna o una muy pequeña. Grupos que representan miembros de tripulaciones
están preocupados porque los dueños de pocos barcos podrían adquirir la mayoría
de las cuotas si estas pudieran ser alquiladas o vendidas. Esto crearía casi
monopolios y dejaría docenas de miembros de tripulaciones sin trabajo.
Algunos pescadores de Alaska, sobre todo los de Kodiak, se oponen a la idea de poner fin al acceso libre a
la pesca. "Se ha llegado a la situación de enfrentamiento de ricos y
pobres" dijo Rob Wurm
de la Asociación de dueños de barcos de Kodiak,
"Van a permitir a los ricos poseer un derecho divino sobre los
peces".