Coaching para Gerentes: ¿una nueva meta competencia? |
El creciente uso de la expresión
business coaching o coaching empresarial, ejecutivo o
gerencial refleja la fuerza que el aprendizaje de ésta meta
competencia estratégica está adquiriendo también en nuestro medio.
De hecho muchos ejecutivos de avanzada -no iniciados en la jerga de
ésta disciplina- se interesan cada vez más en conocer su
significado, utilidad e importancia. No menos intensa es la
inquietud de ellos acerca de como se aprende o domina ésta meta
competencia gerencial. Éste artículo pretende tanto satisfacer éstas
necesidades e inquietudes como servir de iniciación en el tema.
Introducción al
Coaching
Coaching es la actividad que
lleva a cabo un coach con un coachee o grupo de coachees.
La palabra coach es muy
utilizada en el campo deportivo.
En nuestro medio se la asocia a entrenador, pero la expresión
va mucho más allá de eso. No todo entrenador tiene competencias de
coach, aún cuando le resultaría muy útil tenerlas y usarlas, para
poner a valer -al máximo- a su(s) entrenados(s).
Esto es extensivo -en todos los
campos- a todo profesor, instructor, etc. que desee adquirir
maestría en el arte y ciencia de la facilitación dinámica de
procesos individuales y/o colectivos de aprendizaje. Y a todo empresario, directivo,
ejecutivo o gerente que desee lograr éxito colectivo, esto es un muy
alto desempeño grupal con prosperidad y
felicidad.
Coaching es -literalmente- la
actividad que lleva a cabo un cochero, para llevar a un pasajero -en
un coche especial- a un lugar mutuamente convenido. Al cochero lo podemos asociar con
un coach, conductor, guía, líder, etc. Al pasajero lo podemos
asociar con un coachee, pasajero, guiado, etc. Al coche especial lo podemos
asociar con los medios especializados que el coach utiliza, para
intentar llevar al coachee al lugar convenido (o situación que
mutuamente se desea alcanzar).
Al coaching lo podemos asociar entonces con la actividad
conducente a lograr el avance o desplazamiento del coachee hacia la
situación deseada.
El grado de éxito del coaching
se mide tanto por el grado en que se logra el avance o
desplazamiento buscado como por el grado de sostenimiento -de dicho
avance- en el tiempo: los grados de avance y sostenimiento dependen
tanto del coach como del(os) coachee(s).
El destacado coach de nuestro
prestigioso Galárraga, no necesita ser él mismo un campeón del
beisbol, para ser un excelente coach: lo que importa es que él sea
capaz de ver las fortalezas y debilidades de Galárraga y hacérselas
ver a él en relación con las oportunidades y amenazas que
conjuntamente puedan visualizar en el entorno presente y futuro,
para ver como lograr lo que Galárraga quiere lograr... y mantener en
alto lo ya logrado y que le interese sostener (evitando dormirse en
los laureles: primer síntoma de anquilosamiento).
Nadie puede lograr que un
caballo tome agua si él no quiere tomarla. Nadie puede enseñar nada a nadie
que no quiera aprender: no hay profesores que enseñen sino alumnos
que aprenden (los seres humanos somos sistemas de información
cerrados, Maturana).
El ejecutivo o gerente -para
convertirse en coach gerencial- requiere adquirir maestría en
aquellos aspectos que más allá de sus competencias técnicas y
gerenciales le habiliten como business coach en un contexto
de liderazgo transformador de grupos humanos: esto es
liderazgo de sistemas humanos configurados por seres humanos,
cultural y emocionalmente interrelacionados, por múltiples y muy
complejas redes conversacionales -verbales y no verbales- que
intentan lograr objetivos individuales y
colectivos.
Un gerente, candidato a líder
transformador, requiere tanto entender a fondo lo que esto significa
como también aprender a ejercer influencia idealizada,
generar motivación inspiradora, lograr estimulación
intelectual, y prestar consideración individualizada (
las 4 i´s de Baas).
De allí que al gerente para
actuar como coach -en un contexto de liderazgo transformador- no le
basta con incrementar sus competencias puramente lingüísticas
o cognitivas -necesariamente perfectibles- sino que requiere
-además- dominar competencias emocionales y corporales
que le faciliten a él -y a los grupos a cargo- alcanzar
situaciones de óptimo desempeño individual, grupal y
organizacional, conducentes al logro de elevados niveles de
prosperidad y felicidad.
La felicidad -a diferencia de
cualquier otra finalidad humana- es un fin final: nunca es un medio
para otro fin, es el único fin en si mismo. De allí la necesidad del ejecutivo
de lograr -incluso- confortabilidad espiritual: claridad y
tranquilidad. Esto implica no
eludir los aspectos éticos relacionados con los valores: a la
inversa, implica afrontarlos con fuerza, valentía e ingenio (en
concordancia con todos y cada uno de los demás aspectos
organizacionales relevantes: símbolos, sistemas y estructuras,
personas y competencias, y asignación de responsabilidades y
recursos).
Los atributos gerenciales, para
ejercer liderazgo con éxito, son hoy mucho más exigentes que los de
antes: las exigencias que demanda el cambiante entorno son ahora
mayores y muy diferentes, como lo es el tipo de liderazgo utilizable
y lo que él involucra.
Mucho más allá de los enfoques
-progresivos- de benchmarking, calidad total y mejoramiento continuo
de procesos y productos que han desvaído imágenes y disminuido
márgenes -y de aquellos más recientes como coopetencia e
hipercompetencia, contradictorios entre sí- nos encontrábamos en un
mundo global de tecnología informática e innovación
-radical- en productos y
negocios que generaba imágenes distintivas y márgenes sin
parangón, en tiempo record (Hamel).
¿ Cambiará esto lo ocurrido el 11.9.01 ?: aparentemente sí, y
en forma notable, y por lo menos durante un largo tiempo. Pero probablemente el nuevo tipo
de confrontaciones en curso generará también nuevos desafíos y
nuevas maneras de afrontarlos con éxito, de todo lo cual esperamos
que toda la humanidad salga fortalecida y beneficiada.
Lo que
no cambiará es que para alcanzar y mantener un éxito
sostenido no basta con tener persistencia y deseos de lograrlo, es
necesario también tener un hilo conductor, un modelo, una guía. La acción conduce con más calidad,
efectividad y eficiencia -esto es productividad- al logro del éxito
buscado si se dispone de una visión sistémica de lo que se quiere
alcanzar en diferentes entornos, pero -lograrlo- requiere disponer
además de una guía, para trascender
el pasado y -desde el presente- diseñar, construir y recorrer
un camino y un proceso, para alcanzar y formar parte del porvenir
deseado... pese a los escollos previsibles y no
previsibles.
Sin un método, para afrontar la
complejidad de los negocios actuales -grandes, medianos o pequeños-
ella nos puede sobrellevar y convertir en improvisados bomberos
apaga fuegos, más preocupados de resolver lo urgente que ocupados de
acometer lo importante: innovar radicalmente en la manera de
hacer negocios liderando con éxito a la gente, creando capital
humano e intelectual.
El líder estratégico dispone hoy
de más y mejores herramientas, instrumentos, técnicas, conceptos,
sistemas y filosofías gerenciales, más adaptables a diferentes
entornos y situaciones.
Entre ellas predomina el enfoque
de Gerencia Estratégica que -sintetizando más de 10 escuelas
de pensamiento (Mintzberg)- pretende hacer de los gerentes
estratégicos gerentes más exitosos: son más exitosos los que más
frecuentemente logran los objetivos que se
plantean.
El Coaching Gerencial aislado de
otras competencias gerenciales no rinde los frutos esperados, cómo
muchas personas han podido apreciar a través de su experiencia en
programas de coaching con débil barniz en lo referente a gerencia,
liderazgo, estrategia, y negocios.
En cambio el business coaching en un contexto de gerencia
estratégica genera efectos sinérgicos
sorprendentes.
Hacer avanzar a una persona,
grupo u organización, desde la situación en que se encuentra a la
que desea alcanzar es un problema estratégico mayor: no es posible
lograrlo sin un diseño estratégico ingenioso -impecablemente
llevado a cabo- que indague
perspicazmente en el entorno del coachee y en el coachee
mismo. Ello implica tomar en
consideración tanto las oportunidades y amenazas derivadas de las
eventuales movidas de aliados, oponentes e indiferentes como de las
fortalezas y debilidades derivadas de las competencias y recursos
del propio coachee -frente a ese entorno- y según él se de cuenta o
no de ello... y actúe o no en consecuencia... con o sin la
contribución de su coach...
Un gerente que quiera actuar
como coach, pero que no disponga de competencias organizacionales,
estratégicas y de liderazgo adecuadas o suficientes, no podrá
hacerle ver al coachee todo lo que sería deseable y que haría viable
su avance hacia la situación deseada: probablemente basará su
actividad de coaching en la superación y desarrollo personal del
coachee, sin esperanza alguna de hacerlo salir victorioso en el
complejo -y a veces cruel e inmisericorde- campo de batalla
organizacional... es posible que incluso algunos coaches sin
experiencia en negocios anulen las bienvenidas inquietudes
competitivas de sus coachees e incluso debiliten sus sanos
propósitos de gobernabilidad objetando sus iniciativas tendientes a
lograr el control de los procesos a cargo... con ejemplos traidos de
los cabellos, en el campo de los negocios.
A la inversa un gerente
ostensiblemente experto en gerencia y estrategia de negocios -sin
formación en coaching- puede ignorar todo lo relativo al manejo
efectivo y emocionalmente inteligente de las personas a cargo y -no
obstante su prestancia ejecutiva y glamour estratégico- anular la
iniciativa y creatividad de estas personas, generando unos niveles
de desidia o stress, individuales o grupales... dañinos y
contraproducentes en el logro de lo que se persigue... sin provecho
para nadie.
Cuando el libre y transparente transcurrir de la existencia individual o colectiva se ve interrumpido, por acontecimientos positivos o negativos de trascendencia, ese tranquilo devenir nos lleva a expresar con sonoras interjecciones la sorpresa que ellos nos generan: ¡ cáspita !, ¡ recórcholis !, etc. Esto es lo que usualmente acontece cuando ganamos el premio mayor de la lotería o nos despiden de nuestro trabajo o nos falla el carro en plena autopista, a la hora pico y justo cuando íbamos hacia el evento más importante de los últimos tiempos, o cuando nos avisan que inesperadamente acabamos de ganar la más importante de las licitaciones en juego o perder al ser más querido o al cliente más importante. Es usual también que a continuación iniciemos conversaciones privadas -con nosotros mismos- que pretenden hacernos asimilable lo acontecido... pero a veces nos quedamos empantanados en ellas y no salimos... persistimos en felicitarnos o felicitar a otros o exhibir nuestra buena suerte, culpabilizarnos o culpabilizar a otros o a la injusticia o a la mala suerte... en el quiebre producido nos sobrecoge de tal modo que no atinamos a salirnos de él... no actuamos pro activamente en consecuencia con lo sucedido... y volvemos una y otra vez sobre lo mismo... a veces quiebres contingentes se hacen recurrentes...
Dinamizar la acción
requerida -en
forma efectiva, para lograr los resultados esperados- implica
coordinar y liderar la acción en forma coherente con lo previamente
planificado y organizado: ello representa una vía necesaria pero no
suficiente, para lograr exitosamente lo
perseguido.
Dinamizar requiere -además-
COMPETENCIAS EMOCIONALES específicas, para poder generar
estados de ánimo y emociones que predispongan, a las personas a
cargo, a llevar a cabo oportunamente las acciones necesarias y
suficientes, para poder alcanzar productivamente los resultados
estratégicamente planificados -organizada y coordinadamente-
actuando en consecuencia, con alegría y energía... pese a las
dificultades y eventuales quiebres.
Difícil será que el gerente
pueda lograr esto sin repertorio ni competencia para
reconocer sus propias emociones y las de los demás,
interpretar los signos corporales que permiten
identificarlas, asociando gesticulaciones, posturas y forma de
respirar, interpretar lo que se siente y lo que dan ganas de hacer o
no en tales o cuales emociones, reproducir a voluntad las
emociones o los signos y darse cuenta de lo que se siente,
cambiar de una emoción a otra por si mismo y lograr que otros
también lo logren, anclar neuro lingüísticamente las
emociones recurrentes que se requieren, etc.
Ahora bien, nuestro cuerpo
representa todo lo que nuestro ser bio-físico-químico nos permite,
cuerpo y psiquis se influencian mutuamente; la misma interacción
sistémica se da entre lo corporal, lingüístico y emocional. Lo espiritual no es ajeno a éstas
interacciones.
El gerente como coach -en su
incesante búsqueda de una óptima situación de desempeño- debe
conocer esto y hacerlo manejable: debe saber respirar y
mostrar a otros como respirar profundamente, relajarse y
mostrar a otros como relajarse científicamente, centrarse y
mostrar a otros como centrarse como un aikidoka,
sincronizarse consigo mismo y con otros y mostrar a otros
como ir al mismo ritmo, energizarse y mostrar a otros como
energizarse según las circunstancias, y actuar con presencia
física y contacto humano y mostrar a otros como cautivar
desplegando empatía: COMPETENCIAS CORPORALES.
Los
gerentes con formación en business coaching, al
integrar con destreza sus competencias lingüísticas con las emocionales y
corporales,
aumentan en alto grado sus COMPETENCIAS COMUNICACIONALES, lo
que les permite -entre muchas otras cosas- lo
siguiente:
en el logro exitoso y sostenido
de lo ambicionado, pese a las dificultades y la eventual escasez de
recursos, con:
Complementariamente, la
formación de los gerentes en business coaching incrementa en
alto grado sus COMPETENCIAS
EN LA COORDINACIÓN DE ACCIONES (Flores)-previamente planificadas y
organizadas- facilitándoles el proceso,
para:
I.
detectar anticipadamente las necesidades e inquietudes a
satisfacer (con el resultado de las actividades),
y
II.
decidir explícitamente cuáles
necesidades e inquietudes, y cuándo, requerirían ser
satisfechas,
III.
contextualizar seductoramente sobre el
particular con los elegidos para satisfacerlas, antes de
solicitarles satisfacerlas (el ideal es lograr que nos ofrezcan lo
que vamos a pedir, sin pedirlo), y
IV.
pedir oportunamente a ellos la
satisfacción de ellas, especificando las condiciones de satisfacción
requeridas, y
V.
negociar efectivamente las
condiciones, posposiciones, negativas, etc. que ellos planteen para
satisfacer la petición (o llevar a cabo las acciones requeridas),
hasta
VI.
comprometer efectivamente el mutuo
cumplimiento de todo lo convenido; para después
VII.
monitorear periódicamente el grado
de avance, y
VIII.
renegociar efectivamente -y en
consecuencia con los resultados que se vayan obteniendo- la asunción
de las responsabilidades pertinentes en caso de abandono,
cancelación, revocación, atraso, etc.), para
finalmente
IX.
recibir amablemente lo que se entregue
(si se entrega algo), junto con
X.
agradecer
sinceramente lo que se haya recibido (o
reclamar lo que no se haya recibido a tiempo),
y
XI.
evaluar acuciosamente el grado de satisfacción... y
después de detectar y decidir los ajustes necesarios,
para satisfacer las condiciones previas y/o las que nuevas
circunstancias ameriten,
XII.
retro
alimentar
contextualmente a los responsables, reiniciando así un nuevo
ciclo de coordinación de acciones.
Un buen dominio de la
coordinación de acciones permite al gerente como coach un constante
aprendizaje estratégico o aprendizaje de doble
lazo (Argyris): es a través de ciclos sucesivos de ensayo y
error -y debida consideración del impacto de las defensas
organizacionales que impiden tocar ciertos temas, confrontar ciertas
opiniones y apreciar abiertamente lo que sucede- le permite poner a
valer de manera distintiva y efectiva sus esfuerzos para lograr
gobernabilidad: incremento efectivo de las
posibilidades de lograr lo que se quiere lograr, por medio de la
organización a cargo.
La importancia de la
gobernabilidad -objetivo también del ya anticuado control
tradicional de la gestión, denominado ahora nuevo control gerencial
o aseguramiento de la gestión- deriva de la necesidad de los líderes
de lograr más gobernabilidad (la finalidad), pese a las
circunstancias que se presenten (los factores exógenos) y al
grado de sofisticación de los sistemas de planificación y control de
la gestión (los medios): pero incrementar la gobernabilidad
implica resolver más un problema político de poder que uno
instrumental de tecnología.
A diferencia de la autoridad
formal el poder no es una cosa que se otorga o se compra, es
un juicio acerca de la mayor o menor capacidad de acción autónoma de
un ente (Echeverría). Los juicios -hijos de la
declaraciones y al igual que ellas- son actos lingüísticos
que pueden ser válidos o inválidos, dependiendo ello de la autoridad
o fuerza en que ellos se apoyen.
Pero los juicios -a diferencia de las declaraciones-
requieren además ser evaluados en cuanto a si están o no
fundamentados, y esto depende tanto de la pertinencia de las
inquietudes detrás de los juicios emitidos, de los ámbitos en
relación a los cuáles se formulan, y de los estándares de referencia
utilizados, como de la fuerza de las afirmaciones a favor del
juicio, y la fuerza comparativa de las sustentaciones en contra de
él.
Ésta incursión en el ámbito de
las COMPETENCIAS LINGÜÍSTICAS fue con el definido propósito
de -dando un ejemplo- acotar la importancia de los actos
lingüísticos en el business coaching, sin entrar aquí en mayores
detalles... pero adelantando que otros actos lingüísticos -que es
importante que el gerente como coach maneje con destreza- son las
peticiones y las ofertas, puesto q una vez que ellas
son aceptadas se convierten en promesas que se cumplirán o
no... dependiendo de la competencia lingüística de las partes, pero
afectando inevitablemente el desempeño... y la confianza: detrás de
cada acto lingüístico hay un compromiso social que podemos cumplir o
no, y éste cumplimiento o incumplimiento reiterado irá configurando
inevitablemente nuestra imagen pública.
Recordemos que en las
organizaciones las actividades se desarrollan por medio de un
intenso intercambio conversacional, lo que implica competencias para
diseñar y efectuar conversaciones que permitan lograr -con
mayor o menor efectividad- cosas con palabras, recurriendo al
lenguaje verbal -escrito o hablado- y al lenguaje no verbal. Toda conversación se desarrolla
con varios trasfondos, el más visible es el emocional: nuestros
cuerpos pueden reflejar nuestras emociones con mayor o menor
nitidez y delatarnos frente a observadores perspicaces, pero también
el uso competente de nuestros cuerpos puede catalizar las
reacciones emocionales de otros
y provocar o no los efectos buscados.
El gerente como coach debe
dominar el diseño de varios tipos de conversaciones, y ser muy
versátil en cuando a las modalidades del habla a utilizar en
cada caso -inquisitiva o sugestiva- junto con distinguir nítidamente
lo que se dice, del acto lingüístico implícito en lo que se dice, y
de lo que se persigue con lo que se dice (Austin): escucha
interactiva.
El manejo diestro de estas
modalidades es fundamental en relación al arte del preguntar
perpicaz -típico del coaching- para que el coach logre que el
coachee se de cuenta -el mismo- de lo que le permitirá superar
exitosa y sostenidamente los quiebres contingentes y recurrentes,
individuales y colectivos, en que se encuentre
inmerso.
El
lenguaje no es pasivo ni inocente, permite crear y cambiar
situaciones, maneras de ser, realidades, etc.
El gerente estratégico que se
forma en business coaching -en un contexto de liderazgo- adquiere
especiales COMPETENCIAS EN LIDERAZGO TRANSFORMADOR, para
poder generar un mayor grado de compromiso, participación, lealtad y
desempeño -con un menor grado de stress- pese a las contingencias,
emergencias, conflictos, o crisis imprevistas o previsibles, y según
las circunstancias poder reforzar o cambiar la cultura y política
organizacional, en forma más participativa o más directiva, y en
concordancia con su rango y status (Bass). Ello implica aprender a:
El liderazgo
transformador no es tan sólo el paradigma en boga -en cuanta
liderazgo- sino el único que permite medir -instrumentalmente- el
grado en que mejora el desempeño y el grado de satisfacción de
líderes y liderados.
Adicionalmente se ha demostrado que permite lograr niveles de
desempeño y satisfacción en más alto grado que las diferentes
modalidades de liderazgo
transaccional (en base a recompensas que generan refuerzo
contingente positivo o negativo: gerencia por excepción activa o
pasiva), o de liderazgo de laissez-faire (estilo en el que no
se toman decisiones, las acciones se postergan, las
responsabilidades en cuanto a liderazgo se ignoran, la autoridad no
se usa, etc.). En todo caso
la práctica mundial muestra que todos los grandes líderes utilizan
-en diferentes situaciones- diferentes mezclas de todos
ellos.
La formación en business
coaching o coaching gerencial
-en un contexto de gerencia estratégica y liderazgo transformador-
amplía en forma importante las competencias del gerente, ejecutivo o
directivo, para afrontar estratégicamente el liderazgo de personas,
grupos y organizaciones, con la finalidad de mejorar radicalmente
los niveles de desempeño y satisfacción.
Ellos implica lograr una
situación de óptimo desempeño individual y colectivo, a través de
potenciar las competencias en gerencia estratégica y aprender nuevas
competencias lingüísticas, emocionales, y corporales, junto con
otras de carácter integrador: competencias en comunicación, en coordinación de
acciones y en liderazgo transformador.
Todo esto con el propósito de
lograr un mejor desempeño y una mayor satisfacción, estimulando un
mayor grado de compromiso, participación y lealtad -con menor stress y pese a las
eventualidades- e incluso, según las circunstancias, intentar
reforzar -o cambiar- la cultura y política organizacional, en forma
más participativa o más directiva.
El ejecutivo o gerente -para
convertirse en coach gerencial- requiere adquirir maestría en
aquellos aspectos que más allá de sus competencias técnicas y
gerenciales le habiliten como business coach en un contexto
de liderazgo transformador de grupos humanos: esto es en el
liderazgo de sistemas humanos configurados por seres humanos,
cultural y emocionalmente interrelacionados, por múltiples y muy
complejas redes conversacionales -verbales y no verbales- que
intentan lograr objetivos individuales y
colectivos.
Acerca de Victor Dezerega Cáceres Profesor Adjunto del IESA, Presidente del Instituto Venezolano de Coaching (IVC), y de Dezerega y Asociados Consultores Gerenciales C.A. (DyA), Miembro de VENAMCHAM, AVE y CATO (fractal de Society Of Learning (SOL), creada por Senge): Temas: Coaching, Innovación País de residencia: Venezuela Contacto: |