Honorable
Presidente de la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos.
Honorables hermanos Académicos,
Venerables Hermanos,
Señoras y Señores:
Hace
algún tiempo, enfrascados en la tarea de reunir material suficiente para
disertar sobre la militancia masónica de José Martí, nos encontramos con la
poco estimulante realidad de la escasez de fuentes bibliográficas que faciliten
a los interesados en tan importante faceta del Maestro, aspecto que tanto honra
y prestigia a nuestra Institución, el conocimiento adecuado de los textos
demostrativos de esa militancia.
Si
bien es cierto que en aquélla oportunidad dimos cumplimiento a la tarea trazada,
no lo es menos, que quedó nuestro ánimo dispuesto a una búsqueda más intensa
en que pudiéramos reunir, si no todas, por lo menos las principales “Fuentes
Bibliográficas para el conocimiento de la Militancia Masónica de José Martí”.......
.....“La
primera en el tiempo de las referencias a la militancia masónica de nuestro Apóstol,
es la que en los días 19 y 20 de mayo de 1908 publicara Fermín Valdés Domínguez
en el periódico “El Triunfo”, de esta capital, bajo el título “Ofrenda
de hermano”. En esta ofrenda al hermano, hermanos en ideales, hermano en
patriotismo, hermano en masonería, vierte Fermín todo su caudal afectivo por
José Martí y relata, con devoción y respeto casi místicos, las actividades
del mismo durante su destierro en España.
De
este artículo copiamos solamente las reveladoras afirmaciones con respecto a
las actividades fraternales del Maestro. Dice Fermín:
“Las noches - en los días de tregua en el estudio, que eran muy pocos-
los dedicaba a los teatros o a la logia masónica, aquélla logia “Armonía”,
que presidía el general Pierrat o el músico notable Max Marchal, en la que
Martí era el orador; lugar aquel en el que semanalmente se daban cita todos los
cubanos jóvenes que estaban en Madrid, y donde también iban muchos notables
literatos y periodistas españoles. Era la logia templo de amor y caridad; ella
auxilió más de una vez a los cubanos presidiarios de Ceuta, y así como atendía
a las necesidades de los pobres de cualquier país, seguía al cubano al
hospital o a su casa. Aquélla logia fundó el colegio de niños pobres del que
era director y único maestro el español –deportado por infidencias- don
Amelio del Luis y Vela de los Reyes. Visitaban muchos hermanos, de noche, aquélla
escuela. Martí lo hacía con frecuencia; hablaba a los niños con todo
el cariño del alma, y les dejaba dulces y libros”.
Este
escrito del “Hermano del alma” del Apóstol, lo recogió Gonzalo de Quesada
y Aróstegui en el volumen XII de las Obras de Martí, publicadas en La Habana
en 1913.
Alfonso
Hernández Catá, el novelista y cuentista cubano, nacido en Salamanca, España,
publicó en la Editorial Renacimiento, de Madrid, en 1929 “Mitología de Martí”.
Esta obra, pletórica de alegorías en que se funden el pensamiento martiano y
la prosa poética del gran escritor, dedica todo un capítulo, titulado “Tenida”
a escribir la intimidad de una sesión masónica en la logia “Armonía”:
“Vientos gélidos caen de las nieves del Guadarrama, y vientos de fronda
de los mentideros políticos. La reacción tiene cabeza de ofidio y ojos de
Argos, y el liberalismo, timidez de corza y bizantinismos incapaces de resistir
la confrontación con la realidad. Por eso los masones, a pesar de no ser
conspiradores de peligro, se resguardan contra las inclemencias de la noche y
contra las miradas que puedan espiar desde la sombra”.
Y después de poner en los labios del Apóstol un emocionado y bello
discurso lleno de virilidad y sapiencia, Catá termina este extraordinario capítulo
de su mitología de Martí con las siguientes líneas:
“No, no habrá Caínes.
Entre su arrebato y la repudiación de sus hermanos no mediará la quijada del
asno, más sí la prudente reserva. Saldrá solo, lo mismo que entró, en tanto
que otros, ya fatigados de solemnidades se irán de a dos, a favor de la noche
inverniza, sin que la excesiva prudencia consienta cuajar para el protagonista
de la velada ni siquiera una de esas amistades de adulación que surgen en todos
los triunfos. Y Ya en la calle, el joven de la palabra de fuego se abotonará el
abrigo de tela endeble, confesándose que siente un poquito de frío en el
pecho, hacia el lado del corazón”.
El
siempre recordado con admiración y respeto Capitán del Ejército libertador,
el Ilustre Hermano Ángel E. Rosende y de
Zayas, publicó un folleto de 28 páginas,
en 1931, titulado El Francmasón de la República de Cuba y su hermano José
Martí y Pérez. Rosende recogió de forma sencilla y amena la vinculación del
Apóstol con nuestra institución y brindó además, una relación de logias,
capítulos, bibliotecas, escuelas o cualquier tipo de actividad masónica bajo
la advocación del prestigioso y querido nombre de José Martí. En la página
15 del referido folleto, entre otras cosas se refiere a las joyas masónicas del
Apóstol.
Dice: “Fe Masónica”,
nuestra Logia Amada, ha instituido el homenaje u ofrenda perenne, cada mes, por
una logia de la Obediencia, cadena hermosa que sigue su curso de honor y
glorificación al recuerdo de ese noble hermano caído. Recopila las poesías
dedicadas a él para publicarlas oportunamente. Ambos acuerdos, a iniciativa del
h. René Acevedo, ex Maestro del Taller, guarda en su Oriente las joyas mandil y
collarín de los grados 18 y 30 con los que trabajara en los Valles Masónicos
de España. Martí los dejó al Dr. Fermín Valdés Domínguez (fallecido); su
viuda, la Sra. Asunción del Castillo, Vda. de Valdés Domínguez, Coronel del
E. L. y Jefe de Despacho del Generalísimo, las donó a los hermanos galenos
Domingo y Solano Ramos que vieron la luz masónica en la Logia que lleva el
nombre del gran masón, su padre, Solano Ramos y luego afiliados a Fe Masónica
y estos dos buenos masones, también siguiendo la senda del autor de sus días
las traspasaron al Dr. Federico Torralbas, Venerable Maestro del Cuadro, en esa
época, año 1924, quien las cedió altruistamente a su taller y en solemne sesión
fueron recibidas oficialmente por la Logia y entregada luego el 27 de noviembre,
de ese año ante la Estatua del Apóstol, en pleno parque de Martí, acto que
revistió gran resonancia y eficiente exteriorización masónica que fue cerrado
con la peregrinación hasta la Punta, donde se levanta erguidamente, el mausoleo
del lugar, donde fueran inmolados los estudiantes del 71”.
Es
en 1937 que se edita un minucioso y valioso trabajo: Martí Masón, del hermano
Miguel Ángel Valdés; se trata de una conferencia leída en la sesión martiana
celebrada en la Respetable Logia Bartolomé Masó, la noche del 27 de mayo de
1932, en la serie llevada a cabo a iniciativas de la Respetable Logia Fe Masónica,
adicionada con datos obtenidos con posterioridad. Esta publicación de 32 páginas,
dedicada al inolvidable Don Aurelio Miranda Álvarez, es el más serio estudio,
hasta esa fecha, sobre la militancia masónica de José Martí.
Miguel
Ángel Valdés hizo innumeras gestiones con hermanos y Grandes Logias
extranjeras, en afanosa búsqueda de documentos que atestiguaran el paso de
nuestro Apóstol por aquellos Orientes; y aunque el empeño fue infructuoso, su
trabajo recoge datos interesantísimos. En la página 5 leemos: “De
la respetable Logia “Armonía”, el citado hermano Martínez de León, nos ha
proporcionado algunos datos curiosos, de los que entresacamos como más
importantes algunos, tales como éstos: en 20 de julio de 1870 se encontraba
instalada esa Logia, siendo su Venerable Maestro Agustín Panner. La Logia
“Armonía” fue inscrita en el cuadro general, en el año 1870, con el número
52, no habiéndose encontrado el documento de instalación. Por su instalación
pagó solo $18.00 ignorándose los motivos de ese beneficio. Según el Rito
Francés y desde 6 de diciembre de 1871 a 20 de marzo de 1873, efectuó 10
iniciaciones, 25 afiliación y regularizaciones, expidió 24 diplomas de grado 3°,
9 del 4°, 5 del 5°, 2 del 6° y 8 de Rosa Cruz. Dos veces fue suspensa, de
septiembre de 1871 a 1874, por falta de pago de sus contribuciones.
Probablemente,
las logias de Madrid “Discusión No. 49”, “Caballeros Cruzados No. 50” y
“Armonía No. 52” fueron envueltas en la onda que arrastró a las que Bañares
fundó en esa ciudad.
Por
las reliquias masónicas que de Martí se conservan parece ser que fue grado 18°,
Soberano Príncipe de Rosa Cruz y llegó a obtener el Grado 30°. Y
termina diciendo M. A. Valdés en su interesante trabajo: Luego
consideraremos como estos dos grados debieron influir notablemente en su propósito
tenaz, que poseía ya de niño, de combatir “por la libertad de la palabra”,
según manda el primero y “contra la tiranía”, como ordena el segundo.
Raúl
García Martí, sobrino del Apóstol (hijo de Amelia Martí), publicó en 1938
el libro “Martí. Antología familiar”, lleno de pasajes triviales sobre la
vida de su ilustre tío. Este sobrino, metido a biógrafo, no consigue con su
libro rebasar las fronteras de la mediocridad. No obstante ello, en la página
106 nos dice: “Como muchos de sus
destacados amigos están afiliados a la masonería, Martí se inicia en la
Respetable Logia “Armonía”. Aprovecha las tenidas masónicas para dentro
del secreto inescrutable de las mismas, laborar por el bien común y la
fraternidad universal, desarrollándose, en este hermoso ambiente de compañerismo,
ideales en pro del mejoramiento de los pueblos bajo las formas liberales de
gobierno. Estas ideas predominantes en la Masonería, que venían a ser las
mismas que Martí sustentaba, hacen crecer su entusiasmo y su elocuencia
alcanzaba tal magnitud, que logra imponer sus ideales, los cuales eran expuestos
en sus pláticas en forma tan clara y precisa, que dificultábase rebatirlos.
Como siempre, Martí aprovecha este libre ambiente para desarrollar sus propias
ideas de la independencia de Cuba. Y muchas veces son tan calurosas sus
expresiones que los Grandes y demás Venerables miembros de la Logia – que
aunque de ideas avanzadas, son españoles nativos- estiman que aquel joven
hermano va demasiado lejos en sus prédicas, y le llaman al orden en varias
ocasiones”.
En
1940, aparecen tres biografías sobre el Apóstol. Una en México y las
restantes en nuestra Patria.
La mexicana, obra del periodista y escritor azteca
Mauricio Magdaleno, es de poco valor por la ampulosidad del lenguaje y hasta por
algunas inexactitudes. Él la tituló Fulgor de Martí. Recoge en este breve párrafo
la actividad masónica del biografiado: “Tras
el desastre de las innobles dinastías perjuras que llevaban trescientos años
de bailotear sobre el destino de España y de encanallarlo, los hombres honrados
inclinábanse a considerar el advenimiento de la República como la única
posibilidad que quedaba de virar en redondo. Para los insurgentes de Cuba,
significaba la única esperanza. Y Martí afilióse a las peñas de los demócratas
y a la logia, entre cuyas columnas conspiraban los radicales de aquella hora”.
Las
otras dos biografías fueron: “Martí, místico del deber”, de Félix
Lizaso;
y “Martí, hombre”, de Gonzalo de Quesada y Miranda.
El libro de
Lizaso es ameno y fácil, escrito con pulcritud, se lee con entusiasmo sin que
decaiga el interés. Lizaso, al reflejar el carácter masónico en Martí, lo
hace de esta forma: “Y no son
solo los teatros, las tertulias o los salones lo que constituyen, además del
estudio, la vida de Martí; hace tiempo que emplea sus noches libres en visitar
la Logia Armonía, que presiden el General Pierrat o el notable músico Max
Marchal, y en esa Logia ha llegado a ser el orador. Allí se dan cita
semanalmente todos los cubanos jóvenes que están en Madrid, y asisten también
notables literatos y periodistas españoles. De aquí parten auxilios frecuentes
para muchos necesitados de la caridad. La Logia ha fundado su colegio nocturno
para niños pobres, del cual es director y único maestro el español don Amelio
del Luis y Vela de los Reyes, deportado por infidencia. Esta escuela es muy
visitada por los hermanos de la Logia. Martí lo hace con frecuencia y habla a
los niños con palabra conmovedora, dejándoles en el alma un rastro de luz”
El
libro de Gonzalo de Quesada y Miranda, “Martí, hombre”, es sin dudas, uno
de los más valiosos sobre el inmortal cubano. Escrito ateniéndose únicamente
a hechos comprobados, libre de retoricismos literarios, en lenguaje sencillo,
directo, todo el trasunta devoción y respeto. El hijo del discípulo predilecto
del Apóstol, conservador del valioso archivo martiano y continuador del culto a
Martí, a través del Seminario Martiano de la Universidad de La Habana, que
desde hace más de veinticinco años dirige, logró en esa biografía exponer en
forma narrativa e interesante la vida del gran hombre. Al H. H. Presidente de
esta Academia, Dr. Antonio Iraizós, el libro de Gonzalo de Quesada le mereció
el siguiente juicio, según lo publicado en su obra “Libros de Autores
Cubanos”, en 1956. Dice Iraizós: El
libro de Quesada y Miranda es una contribución que ya nunca podrá desdeñarse,
digna de los mayores encomios, para el mejor conocimiento de Martí, como
realmente fue, no como el cariño y la fantasía populares lo han ido
transfigurando. Acaso las mismas aristas duras que el bregar de todo luchador de
estirpe presenta, ha convenido que no las lime para que el bloque humano, con
todas sus asperezas se pueda acariciar por la mano buena y comprensiva. Así
estará siempre más cerca de nuestro propio corazón, transido de amarguras, de
decepciones, de burlas y de iras”.
Gonzalo
de Quesada y Miranda es breve,
conciso, al referirse al Martí masón. Dice:
“En las noches de descanso, cuando los estudios son menores, van a la
Logia masónica Armonía, que presidía el General Pierrat o el conocido músico
Max Marchal. Ahí, en medio de cubanos exiliados y amigos comprensivos, Martí
levantaba la voz para pedir ayuda para Cuba y sus compatriotas necesitados o
visitaba el colegio para niños pobres, fundado por la Logia y dirigido por
Amelio del Luis y Vela de los Reyes, español también deportado por infidente.
No obstante su pobreza, evocando su niñez sin calor, colma a los pequeños
alumnos de bondad y afecto y les regala dulces y libros”
.
El
escritor que primero escribió y publicó una biografía de José Martí,
precisamente en España fue el ilustre Hermano Manuel Isidro
Méndez. Llegado a
Cuba en diciembre de 1896, este español-artemiseño ha sido siempre devoto de
la vida y obra del Apóstol y crítico severo de los que nos han querido ofrecer
a un Martí falso, desnaturalizado. En 1941, Isidro Méndez publicó en Cuba su
“Martí, Estudio Crítico Biográfico”, obra seria, profunda en el análisis;
acertada en el enfoque; recoge a través de 312 páginas la trayectoria del
Maestro. Don Isidro, al estampar la etapa masónica del Apóstol, prefiere
transcribir literalmente lo escrito por Fermín Valdés Domínguez, que ya
ofrecimos en este trabajo y desde luego, obviamos repetir.
Luis
Rodríguez Embil, publicó en el mismo año 1941, “José Martí, El Santo de
América”. Está de más comentar el adjetivo que utiliza Rodríguez Embil
para calificar al Apóstol de las libertades. Limitémonos pues, a divulgar el párrafo
que interesa al objeto de nuestro estudio. “Otras ocupaciones habían entrado
en su vida. Leía mucho y bien. El idealismo Krausiano había tocado, sobre
todo, fibras profundísimas de su ser. Fue introducido por amigos cubanos y españoles
republicanos, en la Logia “Armonía”. Mas ya era Cuba su obsesión y en las
tenidas de la Logia, más de una vez hubo de ser llamado reiteradamente al
orden, por parte de .... benévolo, el hermano arrebatado por su fervor patriótico.
Al menos obtenía ... de todo.. el auxilio secreto de la Logia a la campaña en
pro de la abolición de la esclavitud y subsidios a hermanos desterrados".
También
en 1941 el estudioso y ya desaparecido historiador Emilio Roig de Leuchsenring,
en el Capítulo X de su obra “Martí y las Religiones”, afirma: “Ya
hemos visto como Martí, por su heterodoxia, su laicitud y su anticlericalismo,
se coloca desde muy joven, franca y abiertamente fuera y en contra de la Iglesia
Católica, por la soberanía y la libre determinación. Martí además, fue masón
y por serlo, se encontraba excomulgado, anatematizado por la Iglesia Católica y
arrojado de ella hasta tanto no hubiese abjurado de su militancia masónica, de
la que no abjuró nunca. Y la masonería cubana y universal se enorgullecen de
haber unido el nombre de Martí al de otros centenares de esclarecidos
libertadores de pueblos que al amparo de las logias pudieron desenvolver mejor
sus campañas y labores independentistas. No cabe duda alguna que Martí militó
en la Masonería, iniciándose, posiblemente, durante su primer destierro en
España (1871-74) en la Logia “Armonía”, a la que Fermín Valdés Domínguez
compañero de exilio de Martí en Madrid, dedica las noches cuando los estudios
se lo permitían, y en la que era Martí el orador”.
La
biografía de Martí que mas divulgación, tanto en lo nacional como en lo
internacional logró, fue Martí, El Apóstol, de Jorge Mañach, alcanzando
varias ediciones en la prestigiosa editorial Espasa-Calpe Argentina. Esto que
ahora transcribimos está tomado de la tercera edición de 1946: “Los
republicanos de El Jurado Federal le habían ya conquistado para la Masonería,
pensando acaso que ésta se encargaría a su vez de conquistarlo para la República
Española. Martí probablemente tenía sus propios cálculos. En la Logia
“Armonía”, a la que se afilió, otros cubanos fraternizaban solemnemente
con españoles de varias jerarquías y condiciones. Martí llevó a ella, con
sus disertaciones románticas sobre el Amor Universal, la protesta velada contra
el odio y la iniquidad que una tercera ceguera mantenía en Cuba. Los
fraternales varones fruncían alguna vez el ceño en las tenidas al escuchar
aquellos párrafos encendidos, que los estatutos no permitían, y que además,
dejaban la causa de la integridad tan maltrecha, que no parecía conciliable ni
siquiera con el futuro federalismo. Y mientras el músico Max Marchal se embebía
en la cadencia de los párrafos sonoros, el General Pierrat acudía
frecuentemente al mallete para recomendar discreción al hermano Martí. Pero el
cubano solía adelantar sus designios en lo inmediato, logrando cuando menos,
que la logia acordara socorrer a algún cubano desvalido, mandar auxilio a los
compatriotas presidiarios de Ceuta o prestarle secretos apoyos al proyecto de
abolición de la esclavitud que se iba a presentar en las Cortes”.
En
1939, con motivo de traer a la Habana un busto en bronce de Benito Juárez, el
Benemérito de las Américas, para ser colocado en el Gran Templo de la entonces
Gran Logia de la Isla de Cuba, vinieron a nuestra capital los licenciados Camilo
Carrancá Trujillo, Raúl Cordero Amador y el Coronel Mercado Monroy; los tres
distinguidos miembros de la Masonería en México.
Aprovechando
esa visita y dado los lazos de fraternidad que siempre unieron al hermano
Carrancá Trujillo con los miembros de la logia “América”, que estaba
dirigida por el V. H. Pablo Rodríguez Silverio, el 3 junio de dicho año, el
referido hermano Carrancá, en una Tenida Blanca organizada al efecto, dio
lectura a una conferencia intitulada “Martí en la Masonería” que,
posteriormente en 1946, fue editada por la misma logia.
Esta
conferencia es importantísima para el conocimiento de la militancia masónica
de José Martí, pues en ella se dio a conocer la polémica que sostuvo nuestro Apóstol
en la prensa mexicana, a través del periódico “Revista Universal” con
“El Federalista”, por motivo de la celebración de unos bautizos o adopción
Lowaton y las supuestas violaciones del secreto masónico al divulgarse por el
Apóstol en artículo periodístico lo ocurrido en aquel acto público.
Lo
extraordinario del aporte de Carrancá Trujillo al conocimiento de Martí como
masón activo en México fue tal que dos masones, los HH. HH. Académicos Enrique
Gay Galbó y César Rodríguez Expósito publicaron sendos trabajos en la prensa
de esta capital.
Enrique
Gay Galbó escribió en su sección "Libros en Revista, Revista Bimestral
Cubana”, numero julio-agosto de 1946, entre otras cosas, lo siguiente:
“Nunca se ha dudado de que José Martí fuera masón y esto lo conoció
bien el gran amigo de Cuba, Camilo Carrancá Trujillo, de quien se puede decir
que dedicó lo mejor de sus últimos años al estudio y a la investigación de
la vida y obra de Martí en México. De las búsquedas pacientes en archivos y
colecciones de periódicos salió esta conferencia, dedicada a probar los
arraigados sentimientos masónicos del incansable y apostólico organizador de
la revolución cubana por la independencia. Martí
fue un buen masón desde que conoció los fines de la institución fraternal en
la Logia española “Armonía”, junto a los directores del pensamiento
liberal y republicano en España”.
Y
César Rodríguez Expósito, desde su popular columna “Entre Libros”, del
periódico “Avance”, el 28 de junio de 1946, comentaba: “Martí
en la Masonería” de Camilo Carrancá y Trujillo, en un trabajo interesantísimo,
porque ofrece una nueva faceta de la vida del Apóstol, aportando no solamente
el dato de la labor de Martí en el seno de las distintas logias a las que
perteneció, sino que toma de la fecunda producción periodística martiana, las
distintas opiniones que emitió sobre la masonería, entre ellas cuando
afirmaba: Obrar irreprochablemente, perfeccionar el ejercicio de la libertad,
preparar a los ciudadanos a la vida pública, y ayudar al logro de toda noble
idea”.
Y
termina diciendo Rodríguez Expósito:
“Ampliamente es estudiada en este ensayo, la personalidad de Martí como
masón y en el mismo se observa que manteniendo los principios de esta
fraternidad, sin embargo, el punto fundamental que guiaba al Apóstol en todas
sus actuaciones era uno: la libertad de Cuba”.
Como
es sabido, las obras completas de José Martí fueron recogidas en 27 tomos por
el gobierno cubano, pero sin aparecer en ellas esta interesantísima polémica
de íntegro carácter masónico. Me es grato informar que, próximamente,
aparecerá un tomo adicional a estas obras completas, el tomo 28, en que se
recogerá entre otros materiales del Apóstol, aparecidos recientemente, la
referida polémica en la prensa mexicana, quedando así salvada la anterior
omisión. Débese esto a la constante y patriótica labor de los Drs. Gonzalo de
Quesada y Miranda y Enrique H. Moreno Plá
En
el año del centenario del nacimiento del Apóstol, 1953, vio la luz
pública numerosa literatura sobre Martí. De ella señalaremos dos
libros y tres folletos, con alusiones al tema que hemos venido desarrollando.
Los libros son: "Martí en Santo Domingo", de Emilio Rodríguez Demorizi y la
biografía “Nueva y humana visión de Martí", de Carlos Márquez
Sterling.
El
libro de Rodríguez Demorizi es exhaustivo en cuanto a las actividades de Martí
en la hermana República Dominicana y el mismo recoge artículos, documentos,
testimonios del paso del hombre de “la estrella y la paloma” por la hermosa
tierra quisqueyana.
Aparece
en este libro la conferencia ofrecida por el cubano radicado durante muchos años
en Santo Domingo, el Hermano Juan E. Bory, en la Respetable Logia “Unión
Hispanoamericana”, la noche del 23 de mayo de 1931.
Bory, que tuvo el
privilegio de mecanografiar el texto del Manifiesto de Montecristi por encargo
expreso del Apóstol, dice en su emocionado relato:
“Una tarde vi llegar enjuto y pálido al Maestro. Su humilde norte
semejaba a Cristo: su palabra suave la de un Apóstol. su llegada conmovió a
los sencillos moradores de aquel pueblo hermano. En la modesta morada del
Generalísimo cursó una vida silenciosa, y en el silencio de aquel hogar
fecundaba la libertad de Cuba, tal como un águila que posa en la llanura para
luego remontarse a las alturas de la gloria. Cumplió su deber visitando con el
Generalísimo, la Respetable Logia “Quisqueya”, eslabonándose con aquellos
generosos y buenos hermanos, que tanto bien le hicieron a Cuba. Oí esa noche el
torrente elocuente del verbo del Maestro. Mi alma quedó inundada por la divina
luz de la Masonería y por los resplandores de aquel hombre maravilloso”.
La
biografía de Carlos Márquez Sterling, extensa en demasía, 750 páginas,
confeccionada más en base a anteriores trabajos de otros autores que a
investigaciones propias, y dotada de una buena imaginación para reconstruir diálogos,
estampa el aspecto masónico en Martí de esta forma:
“Gozoso y sosegado descubrió en la Masonería “una fuerza de
relaciones personales”. En la logia “Armonía” eran testigos de su palabra
flamada. Al disertar sobre el Amor Universal trazaba con vibraciones eléctricas
la ausencia de sentimientos españoles en Cuba. Los estatutos prohibían estas
libertades políticas: “Oh, estoy hablando de mi patria”. Sonreía cuando el
músico Max Marchal o el general Pierrat, discretamente, venían a recordarle al
“querido hermano” que estaba infringiendo el reglamento”.
Los
folletos a los que aludimos antes, son los siguientes: "La Expedición
Gómez-Martí",
con el subtítulo: “Un eslabón perdido en su cadena de vicisitudes”, por el
Dr. Bernardo Gómez Toro, hijo del Generalísimo.
Este
folleto bellamente impreso y adicionado con fotos y síntesis biográficas de los
acompañantes de Martí y Gómez, es un verdadero elogio a la masonería, pues
en él queda de manifiesto la importancia de nuestra institución fraternal en el
logro de dicha expedición, recogiendo afirmaciones suscritas por el Capitán
del velero hamburgués “Nordstrand”, Thomas Lowe, de que fue la condición
de masones de Martí y Gómez, lo que indujo a transportarlos hasta cerca de las
costas cubanas, asumiendo los peligros que representaba dicha misión. Vamos a
leer solamente una líneas que ponen de manifiesto lo anteriormente expresado: “En los primeros días de abril, llegué a Great
Inagua. En este
puerto el agente Sr. Mc. J. Barber venía a bordo con un señor (José Martí)
quien hablaba bien inglés y me decía que este señor con otros 5 compañeros
habían llegado con un buque chico inglés, domiciliado en Providence, Nassau y
que el capitán de este buque había rehusado continuar el viaje porque se había
enfermado.
Los
señores me preguntaban si quería tomar a bordo estos 6 señores para
desembarcarlos a la vuelta de Cap Haití a Port Antonio (Jamaica) al pasar la
costa de la Isla de Cuba cerca del cabo Maisí. Como me estaba bien conocido que
era prohibido desembarcar gente en una costa abierta, les rogué me dieran
informaciones más exactas. El Sr. Martí me explicaba que ellos eran jefes
insurgentes y que sus compañeros en Cuba les esperaban para liberar su patria
del gobierno español. Como sabía en que manera los empleados del gobierno español
tiranizaban el pueblo, además como el Sr. José Martí se me daba de conocer
como hermano de la francmasonería, a la cual yo también pertenecía, yo estaba
de acuerdo con los deseos de los señores”.
El
segundo folleto, “Martí en la Masonería” de Orestes
Carballo, 20 páginas,
no aporta algo nuevo, sino que centra su contenido en una entrevista con Juan E.
Bory, citando el relato ya conocido de la presencia de Martí y Gómez en la
Logia “Quisqueya”, así como repetidas referencias al folleto de Carrancá
Trujillo.
Mucho
más interesante es, desde luego, el folleto “Presencia de José Martí en la
Logia Silencio”, discurso conmemorativo en la sesión del ochenta y cinco
aniversario de la misma, pronunciado por el Diputado Gran Maestro y miembro de
la misma, Jesús Fernández Lamas. Este trabajo narra las patrióticas
actividades de la Logia “Silencio” desde épocas coloniales y señala hechos
desconocidos o poco divulgados hasta entonces, de nuestra historia, vinculados
estrechamente con la masonería. En la página 11, leemos: “Al año
siguiente, Valdés Domínguez inicia a Martí en la Logia “Armonía” numero
52, que preside el Venerable Maestro
Agustín Palmer, nido de cubanos exiliados y españoles liberales, trabajaba
este taller por el Rito francés, idioma que dominaban perfectamente Martí y
Fermín Valdés Domínguez y Panchito Plá, que también se inició esa noche
memorable".
Panchito Plá, en la República, sería un gran educador, director del Instituto de La
Habana –donde estudiaran Martí y los estudiantes fusilados-. Hasta su muerte
por embolia cerebral, fue Plá un orgullo para la nueva generación de
educadores. Curiosidad histórica en que fuera el hoy nuestro Gran Secretario,
Dr. José Castellanos, quien lo sustituyera en la dirección del Centro.
En
conmemoración al primer año de fusilados los estudiantes de La Habana, Martí
escribió un manifiesto al pueblo español que lo firmaron dos de los
supervivientes. ¿No había pues de saber Martí a qué Logia pertenecían sus
amigos?.
Señalemos
ahora el libro de Francisco J. Ponte
Domínguez, “La Masonería en la
Independencia de Cuba”, aparecido en 1954, obra laureada con el premio Aurelio
Miranda Álvarez, en el X Congreso Nacional de Historia, en 1952 Ponte Domínguez
traza, con mano maestra, la esencia de nuestra institución, haciendo múltiples
referencias a José Martí como masón.
Ponte
Domínguez, trabajador incansable en las cosas de la patria, en las cosas de la
Masonería, publicó en 1956 su obra premiada en el Certamen Literario del
Ateneo Liberal-Argentino, “Pensamiento laico de José Martí”.
Este
valiosísimo ensayo, dividido en diez capítulos, dedica el segundo de ellos,
enteramente, al aspecto masónico del Apóstol, bajo el título “Devoción Masónica”,
citando repetidas veces los artículos de Martí en la prensa mexicana de 4 y 6
de abril de 1876; de los que ya hemos hecho mención cuando citamos el brillante
trabajo del mexicano Carrancá Trujillo.
De
más está decir la importancia que tiene el libro para el exacto conocimiento
de la militancia masónica de José Martí.
En
el propio año 1956, la Revista La Gran Logia en su numero 11 año 76,
correspondiente al mes de noviembre, publicó un interesante y esclarecedor
trabajo de Roger Fernández Callejas presentado por el autor al Onceno Congreso
Nacional de Historia celebrado en Trinidad, habiendo sido aprobadas sus
conclusiones. En él, Roger Fernández Callejas establece la regularidad del
Gran Oriente Lusitano Unido y describe brevemente la situación masónica de la
época en que Martí fue iniciado.
Las definitorias conclusiones aprobadas en el
Congreso Nacional de Historia son estas:
PRIMERA:
José Martí fue iniciado como masón en la logia “Armonía No. 52” radicada
en Madrid, perteneciente al Gran Oriente Lusitano Unido, en fecha no determinada
aún. Con posibilidad de que haya sido en los años 1872 ó 1873.
SEGUNDA:
La Logia “Armonía No. 52” en la que Martí fue miembro suyo, era una logia
regular, ya que pertenecía a una Gran Potencia Masónica que ostentaba esa
condición, y estaba reconocida por sus iguales de todo el mundo, especialmente
por la Gran Logia de Cuba, con la cual mantenía relaciones de amistad.
TERCERA:
En la logia en que se inicia, recibe hasta el grado 18 de la Masonería Escocesa
y obtiene el grado 30 en un alto cuerpo no localizado.
CUARTA:
La actividad masónica de Martí en el seno de las logias, es solamente real en
España y México, y esporádica y accidental en los otros países donde radicó.
QUINTA:
El criterio que Martí se formó de la institución masónica, está encerrado
en la siguiente frase suya, publicada en la Revista Universal, de México: “La
masonería no es más que una forma activa del pensamiento liberal”.
También
resulta digno de mención la publicación separada de la Revista “Universidad
de La Habana”, año XXI Nos. 130 al 132 enero-junio de 1957, Trayectoria
laicista de José Martí, de Ana María
Garasino. Es un estudio bastante
profundo y un tanto apasionado del pensamiento laicista de Martí, y del mismo
copiamos lo siguiente:
“El
sustrato literario de José Martí, la diafanidad conciliadora de su alma, han
quedado, diríase que como un milagro exclusivo, apartados de las influencias
filosóficas y las sociedades secretas que hicieron de sus organizaciones
francmasónicas reductos de resistencia y núcleos revolucionarios donde el prócer
cubano, no solo con su palabra purificadora, referíase a todo aquello en que la
conciencia extraviada del mundo seguía apoyándose para sostener sin
decaimiento las prácticas del vicio y la injusticia. Se ha evocado, así al
revolucionario-lumbre en el seno oculto de la Logia Armonía, levantando su
tesis de la moral laica, para luchar contra la violencia, contra la hipocresía,
contra el falso ridículo, sobre todo, con que “los pícaros tratan de
hacernos inexpugnable la virtud.
“Se
le ha estudiado actuando en esta Logia, fundada en España, y a través del
influjo de diversos filósofos sobre su pensamiento, llegando a la conclusión,
muy respetable por cierto, y aún abonada con la declaración del mismo Martí,
de que allí, en esa percepción por momentos sobrehumana, hay savia de Krause,
de Büchner, de Leibniz”.
Y
desde luego, no podemos dejar de apuntar en esta reseña bibliográfica, lo
anotado en su diario de campaña por el Generalísimo Máximo
Gómez, aludiendo
a lo ocurrido en torno a la caída del Maestro en Dos Ríos. Esta nota la hemos
tomado del “Diario de Campaña de Máximo Gómez”, editado por el Instituto
del Libro en 1968. En lo correspondiente al 20 de mayo de 1895, el recio mambí
escribe: “Día 20, mando
mi ayudante Ramón Garriga, con una carta mía al jefe enemigo a indagar si Martí
es muerto o vivo con herida grave, lo que sea. A las 5 de la tarde
envía Garriga noticias esperanzadoras que Martí va herido y bien
atendido. El Jefe enemigo, Coronel Sandoval, deja un escrito en manos de la Señora
Modesta que da a entender que como H:. de Martí, está bien atendido.”
Y
termino, H. H. Presidente, H. H. H. H. Académicos, citando el folleto Número 1
de las Monografías Masónicas del Ex Maestro de “Minerva” y Secretario
Tesorero de esta prestigiosa Academia, el V. H. Emilio Jorge Reyna Dubois. Este
primer número de las Monografías está dedicado a Martí. Recoge dos
brillantes trabajos sobre el Apóstol: “Espiritualismo Masónico de José Martí”
y “El pensamiento Político de José Martí”. Son estos sendos estudios que
pese a la brevedad con que son tratados no pierden en profundidad, en análisis
crítico y abundan en aspectos poco divulgados por otros escritores martianos.
Para los efectos de nuestro trabajo señalamos como de inestimable valor la
primera de dicha conferencias, es decir: “Espiritualismo Masónico de José
Martí”.
Emilio
Jorge Reyna refleja con maestría, los dos aspectos masónicos en Martí: el
espiritualista filosófico y el práctico militante. En ambos, profundiza,
analiza, expone. Resultando un valioso aporte a la bibliografía martiana. Nos
ofrece un panorama de la masonería española en la época en que el Apóstol
ingresa en ella. Nos dice:
"La Logia “Armonía” no era la única que en España dependía del Gran Oriente,
con asiento en Portugal. En la época en que Martí se inicia –años 1872 ó
1873- presidía dicho Gran Oriente el citado Conde de Paraty, siendo los Grandes
Secretarios los ilustres hermanos A. M. da Cunha Bellen y H. Prostes, los tres,
como era lógico, ostentaban el último grado del Rito Escocés.
Este
máximo organismo tenía, además de Armonía No. 52, las logias Fraternidad Ibérica,
Cosmopolita, Razón, Numantina, todas en Sevilla; Hijos de Hiram y Pirámide No.
88, en Cádiz; Asilo de la Virtud No. 32 en Ferrol; El Porvenir de la Humanidad
No. 63 y Lealtad en Barcelona; Severidad, en Valencia; Alianza 5ta. No. 37, en
Santander; Luz de Cantabria No. 15, Libertad No. 53 y muchas más.
Estando
todavía nuestro Apóstol en España, al dividirse la masonería española en
detrimento de la fraternidad, uno de esos cuerpos se dirigió a distintas
Grandes Logias, afirmando que las logias dependientes del Gran Oriente Lusitano,
en suelo español, eran irregulares y que sus miembros eran ignorantes, díscolos
y perturbadores; ello dio motivo a unánime protesta de todas las logias
lusitanas, y que el Gran Oriente dejara suspensa las relaciones con los
organismos españoles, en espera de diafanizar la situación”.
Mas
adelante Reyna afirma:
“En
cada palabra, frase, escrito de Martí, se descubre su sentimiento masónico, su
alto espíritu fraternal; su tesis filosófica es la conciliación. “Filósofo
de la razón vital” le llama el más martiano de los que han ahondado en la
vida fecunda y provechosa del cubano impar, el venerable hermano e ilustre biógrafo
de Martí, don Isidro Méndez, amigo consecuente y generoso”.
Después de hacer recuento de la polémica periodística del Apóstol en México, hace un
análisis del pensamiento martiano, terminando con una página de tan bella
prosa que se convierten en poesía delicada, en oración laica de amor y respeto
al más grande de todos los cubanos.
H.
H. Presidente, H. H. H. H. Académicos, han sido las anteriores páginas, el
fruto de la investigación sincera, de la búsqueda de materiales dispersos, los
que al reunirlos en este intento bibliográfico, creemos prestar un servicio a
la fraternidad siempre ávida de conocer y estudiar la personalidad masónica de
nuestro inmenso Apóstol. Creemos también que estas páginas hablan por sí
mismas, no necesitan mayores esbozos o interpretaciones. Dejan constancia de
casi todo el material literario que de una u otra forma recoge la militancia masónica
de José Martí. Beban en esa fuente abundante de cristalina prosa los que
quieran ensayar “in extenso” la presencia del grande hombre en nuestra
Institución.
Nosotros
alentamos la esperanza de haber cumplido modestamente con la meta trazada al
acometer esta tarea, y solo os pedimos, hayáis disimulado las imperfecciones de
que adolece, sabiendo que las mismas hemos tratado de suplirlas con la dedicación
y amor al Maestro, y con la emoción lógica y natural de saber que desde esta
noche, disfrutamos del inmenso honor de ocupar lugar al lado de tanto masón
erudito, inteligente y capaz que honra a esta Academia Cubana de Altos Estudios
Masónicos.
Muchas
Gracias.
|