LA CIUDAD DE PALENCIA EN LOS CAMINOS DE SANTIAGO

Por Jesús Mª Aínsua Serrano

                                                                                               ainsua@uva.es

 

 
 

 
 

PROLOGO

 
 

 

          En alguna ocasión los peregrinos también pasaron por Palencia, tenemos que pensar y sin remontarnos a la prehistoria (ya que entonces no se había descubierto la tumba de nuestro Patrón), que los  medios de locomoción, que hoy conocemos, no han existido siempre, ya digo que son de hoy y no de ayer,  por tanto, los medios de desplazamiento pues ya se sabe: el coche de san Fernando, y el otro, también de tracción animal, pero de cuatro patas esta vez.

 

 
 

           Con este razonamiento tan sensato, es obligatorio pensar que las distancias recorridas cada día  no podían ser muy grandes, y que los peregrinos se movían con lo justo, por lo que necesitaban  buscabar ayuda, al tiempo que protección, y, ¿esta donde se la podían dar?, acertaste, en las iglesias y conventos; hombre claro, los peregrinos adinerados se podían pagar la estancia en hospederías, e incluso alojarse en la casa de las gentes principales de los pueblos del camino, pero supongo que estos peregrinos eran los menos, sigo con mis elucubraciones, estos peregrinos tan sufridos, por sentido común, buscarían las rutas más concurridas, para evitar el peligro de los bandoleros camineros, y demás "buenas gentes de la ruta", al tiempo que los caminos donde abundaran los posibles refugios gratuitos y Palencia era rica en ellos; recordare que era una ciudad de Señorío Episcopal. 

Porque Abrahan e Lot rescebieron comunalmente

a todos los que vinieron a posar con ellos,

quiso Dios que ouiessen por huéspedes a los ángeles.

Alfonso X, Las Partidas

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           Una de las mal llamadas "rutas menores del camino" pasa por nuestra ciudad, aunque parecería ser, por algunos escritos, que sólo es camino de Santiago la ruta francesa y, por tanto, sólo son considerados peregrinos a quienes por ella van, que en un porcentaje muy grande son extranjeros por ser su ruta natural. Por lo que, al parecer, los peregrinos del interior no son considerados como tales, si no van por la ruta del rey D. Sancho; bueno sería, pues, que a cada ruta se le diera su nombre, que lo tiene, y no entráramos en otros adjetivos.

 

 
 

          Pues bien, este trabajo, que comenzó buscando otros caminos a la tumba del Patrón de España, me llevó al Derecho Civil Español (Cortes de Valladolid, 1.523; Toledo, 1.525; Madrid, 1.528; Valladolid 1.558), donde se legisla sobre el modo de pedir limosna para que no degenerase en vagabundos y falsos peregrinos. Así, se ordena:   

"Los peregrinos y extranjeros que vinieren en romería a la Iglesia del Señor Santiago, pueden ir a la dicha Iglesia y romería, y tornar a su tierra libremente, pidiendo limosna por su camino derecho, no andando vagabundos a pedir por todas partes, pues no se permite a los naturales del reyno; y entiéndase que es camino derecho yendo por lugares que estén en el camino a quatro leguas, poco más o menos, a la una parte o a la otra del dicho camino; y por que no puedan pretender ignorancia de esto, en los primeros lugares de la frontera, por donde comúnmente entran o desembarcaren, las justicias manden a los mesoneros y hospitaleros que se lo digan y avisen de ello; y si les paresciere lo hagan escribir y poner en una tabla en los mesones y hospitales; y lo mesmo se haga en la iglesia del Señor Santiago".

          Por lo que, de acuerdo con esta orden, la ciudad de Palencia estaba dentro del camino francés, si se cuentan dichas leguas desde Frómista; por tanto, los peregrinos que pasaban por aquí tenían los mismos privilegios que los que no se separaban de la ruta venal del camino francés. Entre otros, contaban estos peregrinos con privilegios del derecho canónico y del derecho civil, siendo los más importantes los de portazgos, peajes, seguridad personal y de sus bienes.

         Añadiré otra Pragmática de Carlos III, fechada el 24 de noviembre de 1.778, donde ordena dar pasaporte a los peregrinos, que deberán presentar a las justicias del tránsito, sin permitirles se separen de los caminos reales y rutas conocidas, so pena de recogerlos como vagos.

          Además de lo ya expuesto con anterioridad, y como curiosidad, se pueden mencionar varios textos claros y significativos sobre protección a los peregrinos: El Fuero de Estella de 1090, en el que se determina con minuciosidad lo que había de hacerse en caso de robo a peregrinos; algunas disposiciones del rey Alfonso IX sobre libre tránsito, etc.; La ley 2ª de las Siete Partidas de Alfonso X; la Asamblea de Fontaldara 1173; y la de Barbastro 1192. 

"Pongo y constituyo bajo tal garantía las vías públicas, caminos o empedrados, que considero reo de crimen de lesa majestad a quien haga daño o moleste en el cuerpo o en sus cosas a los caminantes, sin perjuicio de que el contrafactor pague doblados el daño o la injuria". Fontaldara 1173.

          "También determinamos que nadie moleste a quienes vengan a Nos y a nuestra Curia, o a los que vuelvan con salvoconducto nuestro o de nuestro vicario, con sello o símbolo". Barbastro 1192. Encuentro más disposiciones del rey Fernando IV en 1308; de Juan I en 1379 y 1387; de Juan II en 1434; de Enrique IV en 1462; y Las Cortes de Valladolid de 1351, donde se razona y legisla sobre los vagabundos y peregrinos:

"Empujados por la necesidad de comer, hurtan, roban y dañan, y dispone, que ni en mi corte, ni en las ciudades, villas y lugares de mis reinos, no anden hombres baldíos sin trabajo ni oficio, excepto si tuviesen asuntos en la Corte o fuesen peregrinos..."

 
            No me extenderé más sobre legislación por no ser ese el motivo de este trabajo.   

 

 
 

          Buscando más bibliografía, me encuentro en unas publicaciones del Ministerio de Obras Publicas, un trabajo de V. Martín, A. Sanz y J. Ruiz, titulado "Santiago en los Caminos Históricos de la Península Ibérica", en el que describen una ruta de Toledo a Carrión, pasando por Palencia. Después comprobé que, a su paso por Grijota, éste se dividía en otras rutas: una a Carrión y otra a Sahagún                                                                                       

          No es de extrañar, así pues, que Grijota se levantara en el siglo XI a partir de unas pocas edificaciones, las de un hospital de peregrinos, bajo la advocación de La Asunción y San Bartolomé, fundado al parecer por una cofradía en el barrio de San Pelayo, en la ruta natural a Sahagún. Esto ya lo mencionan Margarita Ausin Iñigo, Rafael García Navarro y Julián Gutiérrez Aparicio en sus respectivos trabajos "Desarrollo artístico de cuatro localidades palentinas", "Catalogo Monumental de la Provincia de Palencia" y "Grijota, mi pueblo".

 

 
 

          Esta ruta también la describe Juan Villuga Valenciano, en 1546, en su libro Repertorio de todos los Caminos de España: hasta agora nunca visto.

          En otra publicación del Ministerio de Obras Publicas, "El camino a Santiago", veo un mapa con los caminos de peregrinación en el cual se incluye a Palencia en la ruta de "otros caminos franceses", y señala claramente que existen hospitales de peregrinos.

          En la revista Peregrino, de octubre de 1988 nº. 4-5, se publica un mapa de Werner Streit, que fue expuesto en el I Congreso Jacobeo de Europa en marzo de 1987, donde también se describe la ruta que seguían los peregrinos del interior y su paso por Palencia.

 Pues bien, ya tenemos confirmado, por eminentes investigadores, que uno de los caminos a Santiago pasaba por la ciudad de Palencia.

          A ello hay que añadir los datos de que, antes de Palencia, en Dueñas existía el hospital de Santiago y San Esteban, para peregrinos, siendo sus fundadores la esposa e hija del dueño del Señorío D. Pedro Acuña, criado de cuchillo que fue de los reyes Juan II y Enrique IV... Además, existieron los hospitales de los condes de Buendía y el de la Orden de San Lázaro.

          Después de Grijota, y para confirmar datos de las rutas mencionadas anteriormente, encontramos en Becerril el hospital de Ntra. Señora de la Concepción, románico del s. XII, del que nos refiere Anselmo Redondo Aguayo que tenía médico, cirujano y botica.

           Esta breve reseña de un antes y un después de la capital, tiene el objeto de confirmar la existencia del camino a su paso por la ciudad.

         Siguiendo con la búsqueda de más datos, me faltaba localizar los hospitales que existieron para peregrinos en Palencia (no está de más recordar que, hasta el siglo XVIII, la palabra hospital tenía dos acepciones: hospedería y hospital para enfermos); y encontré datos al respecto en la publicación de César Fernández Ruiz, "La Historia de la Medicina en Palencia"; en "Los 220 antiguos hospitales y hospitalillos de Palencia y su provincia (siglo X-1873)" de L. Ortega Lázaro; en "El libro de Palencia" de Ricardo Becerro de Bengoa; en "El Hospital Provincial San Telmo" de Faustino Narganes e Ignacio J. Pérez; y finalmente en el libro de Cecilio Eseverri ""Los Hermanos de San Juan de Dios"".

          César Fernández Ruiz, cuando escribe sobre la leprosería de San Lázaro, dice: 

«Y en aquella casa que le había otorgado D. Sancho como botín de guerra, mandó [el Cid] que se habilitara una parte "para albergue de peregrinos" y otra "para hospital de leprosos". Dotándolas de dinero y servidores.»

          En otro lugar nos describe cómo se funda Rocamador, y cómo llegó a nosotros esta fundación (sin duda alguna de manos de los peregrinos franceses a su paso camino de Compostela), y cómo se restaura en 1.688. Según R. Becerro de Bengoa, junto a la iglesia de Rocamador, que ha llegado hasta fechas recientes, existía el hospital de acogida de peregrinos.

         Por su parte, L. Ortega Lázaro, cuando nos describe S. Lázaro, dice:  

"Que estuvo situado junto a la muralla y puerta que salía de la Puebla a la carretera de Astudillo. Su origen fue la donación que el rey Sancho II otorgara como botín de guerra al caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid Campeador, y que consistió en una Casa-Fuerte que allí tenía un caballero desleal, D. Froila de Valdeprado; y dispuso el Cid, restaurar aquella mansión y un abandonado "Cristo del Amparo" que allí había, dedicándolo a recoger peregrinos y leprosos, con el nombre de San Lázaro. Hospital este que en 1.076, tenía Privilegio para pedir limosna en todo el Reino".

          En otro lugar dice que el Concejo de Palencia informó a Felipe III, el 14 de agosto de 1.639, sobre este hospital de San Lázaro, y prosigue:     

"Porque en este hospital (de San Blas o San Juan de Dios, que era Patrono de la Ciudad) se mantenía la hospitalidad y se agregaron a él las rentas de cuatro cofradías y sus hospitales; reservando el de los lacerados (San Lázaro) por ser fundación del Cid, y tener actualmente patrono en su línea".

          Al parecer, y según el hermano hospitalario Cecilio Eseverri en su libro sobre "Los Hermanos de San Juan de Dios", las instalaciones del hospital de San Lázaro sólo funcionaron durante cincuenta años, convirtiendo sus instalaciones Dña. Cristina, hija de Cid, en la parroquia de San Lázaro.

          En 1.630, en un memorial solicitado por la Junta Provincial, describen así los Hermanos de San Juan de Dios su Hospital:  

...También una sala con seis camas para los viandantes que se reciben, más una bodega con nueve cubas, y todas las demás oficinas precisas para un convento-hospital.

En 1.650 el Hospital de San Blas o San Juan de Dios disponía de:

10 camas completas numeradas
9 camas para pobres
7 camas para tiñosos
4 camas para peregrinos y viandantes.

          Y en 1.751, dentro del hospital de San Blas o San Juan de Dios, consta:      

"Asimismo hay otra hospitalidad, con el título de Orden del Cid, para recoger pobres en la sala de peregrinos así de la ciudad como forasteros... Es patrono poseedor el Mayorazgo de los Téllez".

          Por su parte F. Narganes y I. J. Pérez, en su libro "El Hospital Provincial de San Telmo", nos dicen que el hospital de San Blas primeramente estuvo ubicado en la calle Barrionuevo, y luego junto a la iglesia de San Lázaro; que fue regentado en los siglos XVII y XVIII, por el Ayuntamiento y por la Orden de San Juan de Dios, así como que estaba dotado de identidad propia.

          Y, en la página 23, al escribir sobre el hospital de San Antolín y San Bernabé en el siglo XVI, dice:        

Como tal servicio de beneficencia, no podía negarse a la asistencia de peregrinos que a través de Palencia dirigían sus pasos hacia Santiago de Compostela.

          En el archivo de la catedral de Palencia, en el libro de entradas de pobres y enfermos del hospital de San Bernabé, 1.784, he encontrado inscritos peregrinos franceses e italianos, que mencionaré en una segunda parte.

          Cuando se habla de la reducción de hospitales en Palencia por medio de una carta colectiva de Felipe II, se dice que había ocho hospitales y cuarenta y siete cofradías, cuyo instituto era recibir pobres y hacer hospitalidad tanto a enfermos como a peregrinos.

Al describirnos el hospital de Ntra. Señora. de Rocamador, Ortega Lázaro afirma:

"Estuvo junto al Portillo que salía al camino de Carboneros y ciudad de Burgos, en un extremo del barrio de la Puebla. Este refugio de Peregrinos se restauró en 1.688..."

          También lo menciona Ricardo Becerro de Bengoa en "El Libro de Palencia".

          Abundando sobre los hospitales de peregrinos en Palencia, encuentro otro, con el nombre de Ntra. Señora de La Calle, con refugio de peregrinos, en la esquina de las calles San Bernardo y Colón. Y otro más, con el nombre de Santiago de la Claustra, del conde de Villafruela, D. Froila, señor del territorio palentino, que mandó restaurar la ciudad y levantó un templo en honor del Apóstol Santiago en 921, atendido por Canónigos Jacobitas o Canónigos Reglares de Santiago de la Claustra. Este hospital también estuvo dedicado a los peregrinos, ya que estaba atendido por personas que tenían tal misión. Dicho hospital tuvo pleno dominio sobre las iglesias de la ciudad y villa donadas a ésta, según Ricardo Becerro de Bengoa afirma en el ya mencionado libro. Y lo ubica donde ahora está nuestra catedral o en sus alrededores. Sin embargo, L. Ortega Lázaro lo sitúa en el barrio de Santa Ana.

          Los ya mencionados V. Martín, A. Sanz y J. Ruiz, al describir la hospitalidad dada a los peregrinos y las fundaciones, nos dicen cómo la cofradía de Ntra. Señora de Rocamador se extiende por Castilla y León desde el año 1193.

          No está de más recordar que el discípulo de Santiago, Nestor, vino por orden del apóstol a predicar a estas tierras, donde fructificaron las palabras del Maestro; posteriormente la ciudad adquiriría la relevancia y la importancia que atestigua nuestra historia civil y religiosa.

          No es ocioso decir que, junto al peregrino al que guiaba la fe, estaba el otro, con menos fe, más curioso, imbuido de un concepto caballeresco de la vida, y de otros, quizá los más, para los que peregrinar era un pretexto para ver países y costumbres exóticas.

          Y como confirmación de todos estos datos, sólo me resta añadir este testimonio, entregado a los participantes del curso de la Universidad de Verano Casado del Alisal, por el ponente profesor de la universidad de Perugia (Italia), D. Paolo Caucci Von Saucken. Se trata del peregrino Nicola Albani, que viene desde Nápoles:

          Primero de noviembre de 1743.    

"Y por la tarde llegué a la venta de Rebollar, a veinticuatro millas de Valladolid, en donde fui alojado en un pajar por caridad, y después por la mañana proseguí mi camino, y hacia las cuatro de la tarde pasando por la ciudad de Palencia, me quedé el resto del día para ver la función que se celebraba en la iglesia por ser día de difuntos, y vi cosas verdaderamente bellísimas en el obispado, riquezas incontables, y en el palacio de dicho Obispo me fue dado bien de comer, y también una peseta de veinticuatro grana, y otras limosnas que recogí por la ciudad, porque todos daban limosna en sufragio por las ánimas de los difuntos; y también debo deciros que ésta es una ciudad bonita, puesta en una llanura, toda rodeada de murallas, pero despoblada, y tiene bellísimos campos alrededor, muy ricos, y particularmente el vino es de buena calidad; aquí por la noche me fui al hospital de S. Juan de Dios, en donde estuve cómodamente..."

 
   
 

Jesús Mª. Aínsua Serrano

 
 
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BIBLIOGRAFÍA

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