HOSPITALES DE PAREDES DE NAVA
Jesús Mª Aínsua Serrano
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1. PAREDES DE NAVA EN LOS CAMINOS DE SANTIAGO La ruta del Camino de Santiago, que partía de Toledo rumbo a Carrión de los Condes, pasaba por Valladolid, Dueñas, Palencia, Grijota, Villaumbrales, Becerril y Paredes de Nava; y desde Carrión de los Condes se introducía en el camino francés para llegar a Santiago. Esta ruta era objeto de estudio en mi trabajo “La Ciudad de Palencia en los Caminos de Santiago” (Revista Peregrino, 1999, numero 64), aunque ya había sido mencionada como ruta por Juan Villuga (Repertorio de todos los Caminos de España: hasta agora nunca vistos) y, posteriormente, estudiada por V. Martín, A. Sanz y J. Ruiz (Santiago en los Caminos Históricos de la Península Ibérica). Por su parte, Gonzalo Menéndez Pidal (España en sus Caminos) nos hace notar que esta ruta era de las más transitadas, dada la importancia del comercio existente entre Toledo y Medina del Campo, por sus relevantes mercados. En la publicación del Ministerio de Obras Públicas (El Camino a Santiago, 1991), se incluye un mapa con los diversos caminos de peregrinación, donde figura esta ruta bajo el nombre de “otros caminos franceses”. Tampoco debemos olvidar un mapa de Werner Streit, que fue expuesto en el I Congreso Jacobeo de Europa en marzo de 1987, donde también se describe la ruta que seguían los peregrinos del interior y su paso por Paredes de Nava (Revista Peregrino, nº. 4-5, de octubre de 1988). Está, pues, ampliamente confirmado por los investigadores, que uno de los caminos a Santiago pasaba por la ciudad de Paredes, a lo que recordaré, como curiosidad, que “de 1697 data una licencia para bendecir la nueva ermita de Santiago sobre la demolida entonces” (Tomás Teresa, 1968, pág. 33).
2. LAS LEYES DE PROTECCIÓN A LOS PEREGRINOS Existe, en España, abundante legislación sobre los peregrinos que circulaban por la ruta jacobea. Pero, por no ser el tema de nuestro trabajo, solamente mencionaré un par de leyes puntuales. Así, el título XXX “De los romeros y peregrinos”, Ley VI. (D. Carlos y Dña. Juana en las Cortes de Valladolid, en 1523; Toledo, 1525; Madrid, 1528, 1534 y en 1540; y Felipe II en Valladolid, 1558), donde se legisla sobre el modo de pedir limosna, para que no degenerase en vagabundos y falsos peregrinos. Así se ordenaba: Los peregrinos y extranjeros que vinieren en romería a la Iglesia del Señor Santiago, pueden ir a la dicha Iglesia y romería, y tornar a su tierra libremente, pidiendo limosna por su camino derecho, no andando vagabundos a pedir por todas partes, pues no se permite a los naturales del reyno; y entiéndase que es camino derecho yendo por lugares que estén en el camino a quatro leguas, poco más o menos, a la una parte o a la otra del dicho camino; y por que no puedan pretender ignorancia de esto, en los primeros lugares de la frontera, por donde comúnmente entran o desembarcaren, las justicias manden a los mesoneros y hospitaleros que se lo digan y avisen de ello; y si les paresciere lo hagan escribir y poner en una tabla en los mesones y hospitales; y lo mesmo se haga en la iglesia del Señor Santiago (ley 12. tít. 12. lib. 1.R.). De acuerdo con esta orden, la ciudad de Paredes de Nava estaba dentro del camino francés, si se cuentan dichas leguas desde Carrión; y, por tanto, los peregrinos que pasaban por aquí tenían los mismos privilegios que los que no se separaban de la ruta venal del camino francés. De estos privilegios, regulados por el derecho canónico y el derecho civil, los más importantes eran los de portazgos, pontazgo, barcaje, peajes y la seguridad personal y de sus bienes. En una pragmática de Carlos III, en San Lorenzo, el 24 de noviembre de 1778, ley VIII, “Exámen que han de hacer las justicias de los papeles, estado y naturaleza de los peregrinos”, se ordena: [...] Exâminen sus papeles, estado, naturaleza, y tiempo que necesitan para ir y volver; el qual desde la frontera se señalará en el pasaporte, que deberán presentar á cada una de las justicias del tránsito, anotándose á continuacion de él por ante Escribano el dia en que llegan y deben salir del respectivo pueblo, sin permitirles se extravien de los caminos Reales y rutas conocidas [...] á los contraventores, que se aprehendieren sin las qualidades que van referidas, como vagos, las penas establecidas por las leyes [...] (ley 8. tit. 31. lib. 12).
3. CALLES DE PEREGRINOS EN PAREDES DE NAVA Los peregrinos no sólo pasaron, rumbo a Santiago, por Paredes de Nava, sino que también dejaron su recuerdo en el nombre de algunas de sus calles. Al respecto, apunta Miguel de Viguri (Fascículo nº. 2 del tomo VI, de Apuntes Palentinos 1983, pág. 9): Algunos nombres de calles y barrios proporcionan nuevos datos, además de los que se acaban de ver, sobre la población que fundó y habitó Paredes. En los barrios, además del mencionado de Gallegos, el de Renedo ¾que también aparece en el campo¾ es probablemente indicativo; como sin duda lo es el de Francos que lleva una calle, según es frecuente a lo largo del Camino de Santiago a cuya proximidad seguramente se deba, en este caso, la llegada de algún contingente de procedencia ultrapirenaica que quizá influyera también en la dedicación de San Martín [...]. Y al referirse a los hospitales, lo hace de la siguiente manera: De especial relieve en orden a la beneficencia fue el hospital de San Marcos– hubo otro de menos importancia, el de San Andrés, en la calle de la Mota–, destinado a pobres transeúntes y peregrinos; se recogían en él enfermos de la villa y de otras partes que se hallaran imposibilitados de volver; recibía continuos donativos y poseía algunas propiedades, cerca de mil trescientas cuartas de tierra y viñedo en el siglo XVIII, junto con un huerto entre sus muros y un pozo de nieve, así como diversos censos; con el producto de esos bienes costeaba los gastos de la manutención y cuidado de los enfermos, 6.340 reales, cuidados tanto corporales, para lo cual está dotado de botica, boticario y enfermeros, como espirituales, para los que cuenta con iglesia y capellán. Además, y según el mismo autor, en el cobro y administración de las percepciones tributarias, así como en el pago de los gastos de la reparación de las murallas, puentes y fuentes, caminos, arroyos, etc., intervenían “los regidores de la beneficencia como patronos del hospital de San Marcos” (pág. 20). No debemos de olvidar que a continuación de la calle de los Francos está la de Santiago.
4. LOS HOSPITALES DE PAREDES Una vez documentada la ruta, y recordados algunos datos sobre legislación, veremos la existencia de hospitales a lo largo de la misma. Después de Palencia, en Grijota hubo un hospital bajo la advocación de La Asunción y San Bartolomé; en Villaumbrales, el de Santa Catalina; en Becerril, el de Ntra. Señora de la Concepción; y, por fin, en Paredes de Nava existieron tres hospitales bajo las siguientes advocaciones: San Marcos, San Andrés y La Trinidad. Los tres habían sido fundados por cofradías, aunque el de San Marcos estuviera bajo la administración del concejo y del cabildo, como ya vimos anteriormente y ampliaremos luego. Juan C. Martín (El mundo rural castellano a finales de la Edad Media 1991, pág. 457) escribe sobre la existencia de otros hospitales: el de San Miguel, de la iglesia de San Martín, y el Hospital de Stª. María, al que Domingo Martínez y su mujer, María Alfonso, donaban dos cabezales de lana en su testamento de 1391. No se puede asegurar, sin embargo, si realmente estos hospitales estaban dentro de la villa, pero sí está documentado que pertenecían al concejo. Los hospitales, durante el Medioevo, tenían además de la finalidad de atender a los enfermos, la de ser asilo de ancianos y hospedería de peregrinos. Estos hospitales estaban a cargo de las cofradías. Los orígenes y fines de las cofradías, así como sus clases, está claro que no tenían otro objeto que responder a la necesidad de las personas de agruparse para defender sus derechos, así como prestarse ayuda mutua. Estas uniones a veces eran por gremios, otras sus fines eran piadosos, culturales, penitenciales, etc. En nuestro caso solamente nos interesa estudiar las benefactoras que prestaban sus servicios a la sociedad, a través de la asistencia a los enfermos, el acompañamiento a los entierros y la ayuda a sus parientes, reparto de comidas y, cómo no, la ayuda a los pobres transeúntes y peregrinos, servicios estos en los que la cofradía de San Andrés fue modélica. El concejo de Paredes siempre cuidó, con esmero, a sus gentes y a los transeúntes. En el año 1433 se cuenta cómo asistió y protegió a unos peregrinos franceses, dándoles 30 maravedíes, como limosna y ayuda, ya que cayeron enfermos y sus ropas estaban viejas y rotas. El pago fue hecho por el procurador Toribio González (AMPN, CP, 1433). Significativa también es la ordenanza sobre el cuidado de los más necesitados, en la que se dice: “Cada un regidor quiten de su barrio... çinco personas, las más pobres que en todo el barrio sentieren, que sean reueladas [eximidas] de pagar en los pechos médicos” (AMPN, LAM. 16 de marzo de 1499). Los bienes para su subsistencia, como estamos viendo a lo largo de este trabajo, eran muy variados: casas, tierras, viñas... Algunas de estas propiedades se arrendaban y el cobro se realizaba en metálico y dos veces al año en especie, normalmente de gallinas en pluma.
4.1. EL HOSPITAL DE LA TRINIDAD El Hospital de la Trinidad fue objeto de una visita de inspección en el año 1814, y de él se dice que tenía de censos al año 793 reales. No he encontrado documentación alguna sobre este hospital, aparte del dato anotado anteriormente, por lo que entiendo que pertenecería a una cofradía gremial pequeña. 4.2. EL HOSPITAL DE SAN MARCOSA) SU FUNDACIÓN Con respecto a los hospitales, Juan C. Martín (1991, pág. 456-457) nos dice lo siguiente: La relativa proximidad de Paredes de Nava al Camino de Santiago tuvo que favorecer, sin duda, la fundación de algunos de estos hospitales. La primera noticia sobre este tipo de instituciones data del año 1366. Este mismo año, el día 13 de junio, se pide permiso para reparar una techumbre del hospital fundado por Diego Pérez, y se apunta “que hacía 18 años que no acogían a pobres”. No es posible saber si se trata del hospital de San Marcos o, por qué no, el de San Andrés. La conclusión que saca Juan C. Martín (1991, pág. 456) es que a partir de este año: Existe en la villa un nuevo hospital, erigido sobre las ruinas de otro anterior, ahora bien, a pesar de estar ubicado en la collación de Stª. Eulalia, no podemos precisar si en realidad se trataba del Hospital de la Caridad u Hospital de San Marcos [...]. Este hospital a veces denominado Hospital de San Miguel, sigue recibiendo donaciones en los testamentos de finales del siglo XIV y de comienzos del siglo XV [...].
B) SU FUNCIONAMIENTO La administración del hospital de San Marcos era compartida por el ayuntamiento y el cabildo eclesiástico: los primeros, en la administración civil; y los segundos, en la eclesiástica. En 1662 se escribe el expediente de cesión que hizo el ayuntamiento al cabildo eclesiástico, de la mitad del patronato del hospital. Al principio, el párroco fue el de la parroquia del Corpus Christi; pero, al desaparecer ésta por falta de clero, la administración de los sacramentos, entierros, etc. pasó a la parroquia de Santa Eulalia, hasta nuestros días. Debo de significar que el Ayuntamiento de Paredes se reunía, al toque de campana, en este hospital, y todos los años se renovaba el cargo de mayordomo. Según Leopoldo Cardeñoso (1926, pág. 126), los mayordomos realizaron una mala gestión en la administración del hospital, por lo que este perdió sus haciendas y rentas, “viéndose precisado el Ayuntamiento para restaurarlas, a compartir el derecho de patronato con el Cabildo eclesiástico de dicha villa, a cuyo esmero y cuidado se debió que, a los pocos años, el hospital contara con sobrados fondos para atender a las necesidades de los pobres que iban a él para curarse”. Estos dineros provenían de la buena administración de las rentas producidas por las muchas tierras y viñas que dejaron en herencia bienhechores del hospital, muchos de ellos del clero. Por su parte, Manuel Zarzuelo Villaverde, en el libro Paredes de Nava. Museo Parroquial Santa Eulalia (1992, pág. 6) nos dice: Don Gaspar de Bercedes hizo posible que el Hospital de San Marcos reiniciara la atención a los enfermos, testimonio de la Hospitalidad de Paredes, junto al de San Andrés. El hospital de San Marcos tuvo su origen en una fundación real y se halló falto de fondos bajo el patronato del Concejo en 1662. Con la aportación económica de Don Gaspar, cedió el Concejo la mitad del patronato al cabildo eclesiástico, como continua en la actualidad, convertido en residencia de ancianos atendidos por las Hijas de la Caridad. Con respecto a la normativa del hospital, Tomás Teresa (1968, pág. 206) transcribe las ordenanzas municipales, de las cuales entresacamos las siguientes: 13.- SE TOMEN LAS CUENTAS EN EL HOSPITAL.- Iten ordenamos y Mandamos que la dicha cuenta se de en el Hospital de Sr. Sant. Marcos donde siempre de tiempo antiguo se a dado a lo qual se allen presentes Regimiento nuebo e viejo y el Abbad del Cabildo con un clérigo y el contador del conde nro. Señor y se Haga la dicha quenta públicamente precediendo Pregón y publicación della para que los demás vezinos de la dicha villa que quisieren se allen presentes y que para Hacer las cuentas se pregonen el día que se hazen públicamente por las calles. 80.- QUE VISITEN EL HOSPITAL.- Otrosi ordenamos y Mandamos que los Mayordomos de El Hospital tengan mucho cuydado de Visitar el Hospital de esta Villa y poner por inventario los bienes muebles y Rayces y las Camas y Ropas y censos y otros quales quier bienes que el dcho Hospital tenga y tenerlo a Recaudo y bien Reparado. 81.- LOS PATRONOS VISITEN EL HOSPITAL Y TOMEN CUENTA.- Iten ordenamos y Mandamos que la Justicia y Regidores desta Villa pues son Patronos del dcho Hospital le visiten dos vezes en cada un Año y sepan y se informen como son tratados los pobres y si se les a echo y hace buen tratamiento y Caridad y probeher en lo que se les paresciere que conviene assi mismo ordenamos que tomen las cuentas del dcho Hospital y de sus propios so pena de dos mill mrs. al que la contrario hiziere. 82.- MAYORDOMO DEL HOSPITAL.- Iten Ordenamos y Mandamos que los dichos mayordomos del Hospital tengan cuydado y diligencia Que los pobres del dicho Hospital sean curados y hospedados y que no consientan pobres bagabundos ni que trayan mancebos ni otras desonestidades y si lo supieren lo hagan saber a la Justicia. El reparto de las rentas de la capilla del hospital de San Marcos, al parecer, dio bastantes quebraderos de cabeza al cabildo. Juan C. Martín (1991, pág. 246) apunta: El nuevo hospital, fundado en los años cuarenta bajo el patrocinio del concejo, estaba dotado de una capilla para que los pobres en él alojados tuvieran acceso al culto divino y pudieran gozar de las mismas atenciones espirituales que el resto de los vecinos... el Hospital de la Caridad estaba implantado en la demarcación parroquial de Stª. Eulalia, por lo que sus clérigos reclamaban la percepción de todos sus diezmos, mientras que los de Stª. María, S. Martín y S. Juan exigían que se depositasen en la mesa capitular común; como en otras ocasiones similares... Este pleito lo resuelve Pedro Ruiz de Villagarcía, Provisor de la Abadía de Valladolid, el 14 de enero de 1445, de la siguiente manera: "Los diezmos y primicias de las heredades de dicho hospital se dividirían en dos mitades, una para la iglesia de Stª. Eulalia y otra para la de Stª. María, S. Martín y S. Juan, salvo las de aquellos vecinos que han morado [...] o moraren [...] en el dicho ospital de la caridad, que pasaban íntegramente a la parroquia de Stª. Eulalia, ya que eran sus feligreses” (Id. Ibídem). Y Leonardo Cardeñoso (1926: pág. 126) escribe: El licenciado Cristóbal Domínguez fundó y dotó el curato del hospital de la villa de Paredes de Nava, obligándose a dar en cada un año, para siempre jamás, 16.000 maravedís al clérigo que con licencia del señor Obispo de Palencia, confesase y administrase los Sacramentos a los pobres del hospital de San Marcos. La escritura de esta fundación está fechada el 15 de Mayo de 1509. El libro de César Fernández Ruiz, Historia de la Medicina Palentina (1959) recoge lo escrito por Leopoldo Cardeñoso. El 20 de julio de 1528, los clérigos denuncian la obligación de pagar "la sisa"; y el licenciado Cristóbal de Paz falla a favor del clero, condenando al concejo y obligándole además a devolver todo el dinero recaudado por este concepto. El concejo dice que con el dinero recaudado de "la sisa" pagaban los salarios de médicos y cirujanos; pero de nada les valió: en 1543 de nuevo se ratifica esta sentencia de liberar al clero de pagar. La fecha de la fundación del hospital de San Marcos está, pues, sin datar; pero parece probable fuera en el siglo XIV, teniendo en cuenta que en estos tiempos ya se le menciona por recibir donaciones. Recuerdo que en algunos lugares se nombran los hospitales de San Marcos y el de San Miguel como si fueran el mismo, por lo que no compartimos la opinión escrita anteriormente por C. Fernández y por Leonardo Cardeñoso sobre la fecha de su fundación. Más arriba, en este mismo trabajo, ya he descrito un pleito del año 1445, por lo que está claro que su fundación es anterior a esta fecha. El 18 de marzo de 1645, se firman, en Paredes de Nava, las cuentas de las medicinas que se consumieron en el hospital a lo largo del año; y se redactan en los siguientes términos: Las medicinas que se han llevado para el hospital de San Marcos de la villa de Paredes de Nava de la botica de Antonio Rodríguez, son las siguientes desde el 6 de febrero de 1644 hasta 29 de enero de 1645 (a continuación comienza una extensa relación), suman y montan 54225 maravedíes. Firma Antonio Rodríguez. Y continúa: “He visto y pagado las medicinas contenidas en este memorial que se gastaron en el hospital de San Marcos de esta villa y ajustadas a sus moderados precios montan 1050 reales y lo firmé en Paredes a 18 de marzo de 1645, lo firma Fernando Soto”. Este hospital de San Marcos contaba con tres cofradías, bajo las advocaciones de San Marcos, de Nuestra Señora de Gracia y de San José, respectivamente. (Existieron otras cofradías, en Paredes de Nava, también con fines benéfico sociales, como la de Los Santos Justo y Pastor). La cofradía de San José tenía como fin visitar a los enfermos en los hospitales. Sus estatutos se firmaron en 1726 (Cofradía de San José, Estatutos, Acuerdos y Cuentas, libro 95, pág. 2-3). Sus miembros eran doce hermanos y un abad. (Como veremos luego el numero de cofrades era el mismo en todas las cofradías, doce; tal vez por ser este el número de discípulos de Cristo). Los cofrades eran elegidos entre las mejores gentes de la villa, y entre sus obligaciones estaba la de que “dos hermanos por su turno visiten cada mes a los enfermos que hubiere en el hospital de San Marcos y [ilegible]. Si algún hombre forastero muriese en los hospitales de la villa o en el campo [...] [están obligados a hacerle] entierro con velas”. Además, el mayordomo tenía cada año que tomar dos bulas para que "si algún pobre muere el asentarla para que goce de las indulgencias". El 7 de enero de 1749, un auto del juez de Comisión emplaza a algunos vecinos para que entreguen ciertas cantidades de trigo a la Obra Pía del hospital de San Marcos, bajo la amenaza de que, si no lo hacen, tendrán pena de excomunión severa. Dichos vecinos eran Gaspar de Bores, Antonio Aparicio, Ignacio Ibáñez, Manuel Cardeñoso, Manuel Guijelmo, “que estaban debiendo porciones de trigo a este hospital hasta el mes de agosto de este año”. El 9 de marzo de 1770, en el libro de esta cofradía (pág. 21) se anota: “Se juntaron los Sres. Abad y cofrades de San José para tratar cosas pertenecientes al servicio de Dios y utilidad de dicha cofradía [...]”. También se dice que, con el dinero que había, sólo alcanzaba para pagar sermón, misa, sacristán y organista; pero proponían que, a cuenta de los dineros del siguiente año, se organizara una “cena para la asistencia [ayuda] de los pobres forasteros, que mueran así en el hospital como en el campo”. A los cofrades se les obligaba a asistir a los entierros (la junta proponía que se les agasajara con “dulces de difuntos”). Sin embrago, estas propuestas se desestiman, y la fiesta se realizó como era costumbre. En el libro donde se asientan los nombres de quienes mueren en el hospital de San Marcos podemos leer, el 1 de junio de 1786, la confirmación del curato del hospital de San Marcos a Jacinto Fernández; y dice “siendo obligación del cura anotar en este libro todos los forasteros que mueran y se entierren en este santo hospital [...]”. Está, pues, claro que no todos eran anotados en el libro, pero sí las personas que pongo como ejemplo a continuación: Lunes 22 de noviembre a las seis y media de la mañana murió en (ilegible), en este hospital de San Marcos una buena vieja y dijo venia de Santiago de Galicia cumpliendo las diligencias para ganar el Jubileo. Y que se llamaba Catalina Gómez viuda mujer que fue de Andrés Rojo vecina de Villasendino y que tenia un hijo en ¿Valle? Que se llamaba Santiago Rojo y tenia oficio de albañil. Que no tenia más hacienda que una casilla que era de su marido y se la dejo por sus días. Enterrose en la iglesia de este dicho hospital en 22 de noviembre de 1655 años. Y por que dijo no tenia bula de Santa Cruzada de este dicho año se la dio luego el cura Juan Sahuguillo y la administro todos los sacramentos y los pobres vestidos que había se vendieron para la limosna de misas por su anima.= Requiescat in pace. Amen=. El cura Sauguillo.= (Asiento de los que mueren en el Hospital de San Marcos, libro 90, pág. 17) No podemos dudar de que el siguiente dato se refiere a otro peregrino: El treze de septiembre de dicho año murió en este hospital de la Caridad de San Marcos y fue enterrado en él Luis Raspaut de nación francés, clérigo que venia pidiendo limosna con licencia alcanzada de la Santidad de Clemente (ilegible) con el destino de volverse a su casa. No pudo recibir los Sacramentos de Penitencia y Viático sino es la extremaunción y por verdad lo firmo en Paredes y septiembre de 1740. D. Francisco Pelaz. (Asiento de los que mueren en el Hospital de San Marcos, libro 90, pág. 33). El hospital de San Marcos fue visitado en 1814, y nos dice el acta que se había restaurado y que tenía dos salas para ancianos. César Fernández (1959, pág. 86) se refiere a su situación a mediados del pasado siglo: “Actualmente sigue funcionando con dos salas, para hombres y mujeres, atendido por Hijas de la Caridad que prestan asistencia a enfermos pobres y ancianos inválidos. Tiene una pequeña dotación municipal y algunas donaciones de protectores como fueron: Sor Julia Fuero, Don Juan Retuerto, Don Sergio Aparicio y Sor Mercedes Moro Nájera”.
4.3. EL HOSPITAL DE SAN ANDRÉSEl hermano hospitalario L. Ortega Lázaro, en el trabajo Los 220 antiguos hospitales y hospitalillos de Palencia y su provincia S. X-1873 (1982, pág. 260-287), recoge las viejas ordenanzas municipales, referentes al Hospital de San Andrés: [...] Otro si ordenamos y mandamos que los Mayordomos del Hospital tengan mucho cuidado en visitar el Hospital; y poner por inventario los bienes muebles, raíces, camas, ropas, censos y otros cualesquier bienes que el dicho Hospital tenga [...]. Y los justicia y Regimiento de la Villa¾ pues son Patronos del dicho Hospital¾ visitarán dos veces al año, y sepan y se informen cómo son tratados los pobres, y si se les ha hecho buen trato y caridad; y proveer [...] se tomen las cuentas [...]. Al Mayordomo de una manera particular, se le inculca el cuidado y diligencia para que los pobres sean curados y hospitalizados; y no consientan vagabundos, ni que traigan mancebas [...] y lo que supiera lo haga saber a la justicia [...]. Ya mencioné más arriba que el hospital de San Andrés tenía su propia cofradía, que contribuía al mantenimiento de las instalaciones mediante la cuota de los cofrades, aparte de los censos y los beneficios de tierras y viñas, así como las limosnas que se pedían a la salida de misa y donaciones. Según Miguel Pajares, “esta cofradía centraba todo su interés en conservar el hospital, para recoger a los pobres vagabundos, en la calle de la Mota. Según el inventario de 1680, disponía del hospital, 28 cuartas de viñas, 22,40 de secano y 4 censos que rentaban 23 ducados y 2000 maravedís”. (1989, pág. 428). En 1499, a este hospital se le beneficiaba con una limosna de un carro de leña del monte del concejo. Este hospital ya aparece citado en una cláusula del testamento de la Condesa de Paredes (Juan C. Martín, 1991, pág. 457). En el libro de la cofradía, que comienza en 1690, se menciona que el hospital tenía una casa a la derecha y otra a la izquierda, a las que llamaban “casa de arriba” y “casa de abajo”, por lo que tenemos que situar este hospital en la zona de la calle de la Mota que está en cuesta (no existen otros datos de su situación exacta). En algunos lugares puede leerse “casa al pozo nuevo” para referirse a la casa de arriba; este sería otro dato para ayudarnos a ubicarlo. Cada casa se alquilaba en 50 reales al año.
A) ALGUNOS DATOS SOBRE SU FUNCIONAMIENTO Haremos, a continuación, un pequeño repaso de los datos que hemos rastreado en los archivos. A lo largo del siglo XVII, quedan reflejadas tres referencias a los problemas de funcionamiento. Así, el 29 de junio de 1685, se publica una ordenanza en la que se condena al pago de 1 libra de cera, al cofrade que falte a las juntas (Libro de la Cofradía, pág. 204). En la visita que realiza el delegado del obispo, el 22 de junio de 1687, se habla de la mala administración por parte del mayordomo y de que las camas no tenían ropa. Y, finalmente, en 1694, se vuelve a insistir en la falta de ropa y las malas condiciones de habitabilidad del hospital; como veremos, esto será una constante a lo largo de los años. Pasando ya al siglo XVIII, encontramos, en los archivos, referencias más abundantes sobre el hospital de San Andrés. La administración del hospital, a lo largo de este siglo, debió de ser desastrosa si atendemos a los datos que detallamos a continuación. Así, el 6 de enero de 1706 (pág. 234), se recoge que el hospital estaba medio en ruinas y las camas no tenían ropa, por lo que se pide al mayordomo cobre todos los censos y rentas para hacer una reparación inmediata y comprar la ropa. El mayordomo es, en aquel entonces, Isidro Cardeñoso. El 30 de noviembre de 1708 (pág. 339, v.), se acuerda no pagar al casero. Y, veinte años después, el 30 de noviembre de 1728 (pág. 252, v.), la junta anual de la cofradía se celebra en casa del mayordomo, que este año era Francisco Gallego, “ya que no podían hacerlo en el hospital por estar este de obras”. Al parecer, las obras anteriores fueron meros parches para salir del paso. También se insiste mucho, en cada junta, sobre el pedir cuentas a los mayordomos, y sobre la ropa de las camas, que o no había o estaba rota. Cinco años después, el 30 de noviembre de 1733 (pág. 256), vuelven a reunirse fuera del hospital “por no estar este compuesto”, y lo hacen en casa de Andrés Gallego, que era el “Alcalde moderno”. (Recordemos que las personas que gobernaban una cofradía eran: el abad, el alcalde antiguo, el alcalde moderno, el mayordomo, el secretario, el “vedor” de viñas y el casero). En 1734 (pág. 257, v.) se escribe que “el hospital está arruinado y no hay caudales”, ya que los mayordomos no rinden cuentas y, por tanto, no pagan: se les conmina, pues, “con todo rigor de censuras”, a que paguen urgentemente. Al año siguiente, 1735 (pág. 257, v.), y en vista de que el mayordomo sigue sin dar dinero, a propuesta del Abad, se le cesa y es sustituido por “Francisco Gallego de la parroquia de San Martín de esta villa para que ejecute y practique todas cuales quiera diligencias le paresciesen conducentes hasta el cobro de todos los alcances [...]”. Por tanto, suspenden del cargo al anterior mayordomo y nombran a Francisco, que, a la vez, era secretario de la cofradía. Parece que la situación mejora y hasta se consigue cobrar algunas deudas. Sin embargo, el 3 de noviembre de 1736 (pág. 258, v.) se acuerda suspender la fiesta del patrón, hasta que no se logre la total reparación del hospital. Cuatro años después, el 30 de noviembre de 1740 (pág. 259 R.), ya tenía Francisco Gallego comprados algunos materiales y, para adquirir los que faltaban, contaba con los dineros resultantes de las ventas anuales y del cobro de censos, más “los mil setezientos y un reales y 16 maravedís que resultan del alcance y el trigo y vino”; todo ello, suficiente para que, “en la primavera del año siguiente, comiencen las obras”. Al año siguiente, 8 de enero de 1741 (pág. 259 v.), después de muchas vicisitudes, y con permiso del señor obispo, se vende una casa sobre la que pesaban varias hipotecas y que “la gozaba Lucas Martínez”. Con el dinero cobrado, se pretendía terminar de reedificar el hospital. Fue su comprador Antonio Aparicio, por la cantidad 550 reales. Casi doce años después, el 28 de octubre de 1752 (pág. 260), está ya concluida la obra “a excepción de [ilegible] de un cuarto que está sobre la cozina”; y, por fin, este año se vuelve a hacer fiesta para celebrar al patrón. El hermano Andrés Gallego ofreció de limosna el sermón y “los demás señores el importe y gastos de una colación moderada [...]” (en varios escritos los obispos llaman la atención sobre los gastos excesivos en el día de la fiesta del patrón). En la visita realizada el 1 de junio de 1757, por “D. Agustín Rubín de Zeballos del gremio y claustro de la universidad de Ávila, abogado de la real Chancillería de Valladolid, de cámara de Iltmo. Sr. D. Andrés de Bustamante [...]”, encuentra un error en las cuentas de la cofradía, por lo que les llama la atención, al tiempo que “manda al Abad, oficiales y Cofrades, que apliquen el mayor cuidado en la conservación y aumento de los caudales y su justificada distribución en los espirituales encargos que prescribe la regla [...]”. Continúa con otra serie de disposiciones de obligado cumplimiento bajo pena de multa en metálico, y amenaza al mayordomo por no cobrar, a Agustín González, un resto que debía por la compra de una casa así como por “exceso que haga en el refresco, o colación, no conteniéndose dentro del cuartillo de vino permitido en la anterior visita y abonando su importe con expresión del precio y numero de cofradías a quienes encarga la conciencia sobre que traten con la mayor caridad a los peregrinos que transitaren y no admitan gente sospechosa de mal vivir sin avisar primero al cura, o Abad para que le presenten los pasaportes y demás instrumentos que les pidiere...” (Cofradía de San Andrés, libro 96, pág. 163-164). En el año de 1762 se dice que los colchones eran de paja, que costaba 26 reales. Ya me referí al hospedaje de gentes de mal vivir y a otra disposición por parte del Ayuntamiento (nota de Ortega Lázaro), que venía a decir lo mismo que la que acabamos de reproducir. En el año 1775, el obispo Juan Manuel Argüelles da un toque de atención para que se lleven bien las cuentas y que sean liquidadas al terminar el año, además de insistir sobre el respeto a la observancia y aseo de las cofradías. Como se ve, la mala administración de las cofradías no era un tema puntual. El 6 de agosto de 1779, y en cumplimiento de una pragmática del rey Carlos III, Carlos Navas Mariño, abogado de los Reales Concejos y alcalde Mayor de Paredes de Nava, acompañado de Francisco Pajares y Nicolás Castrillo, regidores, y de Alonso Ares y Nicolás Penche, ministros de este Juzgado, y de una persona vecina de calle de la Mota, hacen una visita a los hospitales, a las 11 de la noche. Su objetivo era ver si había vagos o falsos peregrinos alojados. Aunque no encontraron a ninguno, se manda continuar las rondas periódicamente. Y, por fin, llegan los buenos tiempos. En el año 1789, en la visita anual que manda hacer el señor obispo, se comprueba, en los libros de la cofradía, que ésta tenía 587 reales y 24 maravedíes a su favor.
B) LA DOTE DEL ORGANISTA DE SANTA EULALIA Con fecha de 17 de marzo de 1792, se manda al Sr. Provisor y al gobernador la siguiente carta: “Señor Abad y cofrades de la cofradía de San Andrés sita en la parroquia de Santa Eulalia de la villa de Paredes de Nava puestos ante V.S. con el debido respeto exponen y dicen: como ha llegado a su noticia que el organista de dicha parroquia ha hecho pretensión y ande buscando lograr dote decente a su plaza de organista en atención a la renta tenue que hoy goza y supuesto que dicha cofradía tiene nueve obradas de tierra blanca, cuatro aranzadas de viña, dos censos sus réditos 45 reales de vellón y dos paneras cuyo usufructo por un quinquenio valorado todo en uno rendirá anualmente 300 reales poco más o menos y necesitando solamente para todos sus encargos 160 reales de vellón en cada un año podrá buenamente contribuir al citado organista con 100 reales de vellón anuales y los restantes hasta los 300 reales juzga que es suficiente para los reparos de la casa que posee dicha cofradía a fin (según mente del fundador) de hospedar pobres y peregrinos y puesto que tal casa se habita sin renta alguna por un vecino del pueblo con la mente e intención insinuada podrá también destinarse para habitación del organista en caso de que no tenga casa propia y con la condición precisa que el propietario si la habita reservándose la cofradía el dominio directo con reparos de ella, una de sus dos paneras y tres alcobas con una cozina para el hospedaje que deberá hacer forzosamente a pobres y peregrinos. Todo lo expuesto ponemos a la consideración y talentos de V.S. para el seguro del acierto que desde luego nos prometemos en el superior dictamen de V.S. con el que enteramente nos conformaremos. B. L. M. de V. S. Sus más humildes súbditos y Capps. Manuel Guigelmo y Sotto, Manuel Marcos, Pedro Delgado, Thomas de Revilla y Manuel González.
Así mismo los infrasuscritos curas de esta iglesia parroquial de Stª. Eulalia de esta villa de Paredes de Nava suplicamos a V. S. se digne agregar una viña que era propia de la cofradía de San Francisco sita en el convento de esta villa y ahora lo es de la fabrica de dicha iglesia en virtud de orden de la anterior visita que todavía no se halla incorporada entre los bienes de dicha fabrica como también el que se sirva mandar que dicho organista asista al coro en las misas de requien y capellanías que se celebran en dicha iglesia en atención a haberse disminuido el numero de las misas en punto en que antes debía tocar el órgano y por la agregación que suplicamos. Paredes y marzo 17 de 1792. B.L.M.V.S. sus más afectísimos súbditos y Capps. Manuel Rodríguez y Manuel Marcos”.
La respuesta a esta carta lleva fecha de 1 de abril, y en ella se concede todo lo solicitado, aunque con ciertas condiciones. Así, con respecto a los 100 reales, dice que ha de ser “sin perjuicio del cumplimiento de los encargos”. Y con respecto a la habitación, matiza que se le concede “en la casa que posee, con reserva de las oficinas”. A los curas les dice que se hagan cargo de la viña y que se la den al organista, que, en compensación, tendrá que asistir al coro y a las misas de réquiem y de capellanías. No obstante, y pese al ofrecimiento de la cofradía de San Andrés y a la concesión de la viña de San Francisco, el organista también escribe al señor provisor en los siguientes términos: “Señor Blas Bores organista de la iglesia parroquial de Santa Eulalia de esta villa de Paredes de Nava puesto a los pies de V.S. con el debido respeto digo: que hallándome con una renta disminuida pues apenas no alcanza para la alimentación necesaria y habiendo proporción por hallarse la cofradía de San José sin cofrades ni hacer la asistencia de sus festividades y tener otra cofradía 5 obradas de tierra poco más o menos una era y el capital dl censo de 100 reales. A V.S. suplico se digne el agregarme los expresados bienes de dicha cofradía. Favor que espera el suplicante de la acreditada liberalidad de V.S. cuya vida guíe Dios muchos años. Blas Bores, su más afectisimo de corazón que sus M. B.”.
El 19 marzo de 1792, en respuesta a esta petición, la comunidad de Santa Eulalia y sus “beneficiados” afirman que era cierta la afirmación sobre la cofradía de San José y que no pueden cumplir los encargos ni reducir las liquidaciones de cuentas ni pagar sus respectivos alcances. Por tanto, piden la agregación de todos los bienes mencionados a la fábrica de Santa Eulalia; aunque, eso sí, correrían por cuenta de la fábrica el pagar cada año la limosna del sermón, la asistencia de los beneficiados, dos misas fundadas (una cantada y otra rezada), cera, encargos de todos los fundadores que dejaron sus bienes; “todo lo cual ascenderá a ciento diez reales anuales, que serán con corta diferencia el usufructo anual, un quinquenio a favor de la fábrica [...]”, “en la referida forma lograra la subsistencia de seguro sin contingencia y perpetuidad del culto del Santo como el cumplimiento de la voluntad de los fundadores”. Continúa diciendo que la fábrica tiene tenues rentas, y que, pese a ello, da todos los años, dos cargas de trigo y doscientos reales de vellón al pretendiente organista. Esta respuesta llevas las firmas de Manuel Guigelmo y Sotto y Manuel (apellido legible). El 1 de abril de 1792 firma estas concesiones, con objeto de ratificarlas, Gregorio Ceruelo, cura propio y racionero de la catedral de Palencia. Sin embargo, el 7 de agosto, sigue coleando el asunto y, pese a estar todos de acuerdo, Gregorio Ceruelo manda una carta a Manuel Simón, Vicario Arcipreste de este Partido, cura de la parroquia de Santa María, donde le informa sobre el acuerdo: Manuel Marcos y Manuel Rodríguez Presbíteros Beneficiados de Preste, por la especial providencia a los escritos presentados por la cofradía de San Andrés y Blas Bores [...], se aplicaron las heredades de la cofradía de San José al órgano deducidos los gastos precisos [...] y una viña de la cofradía de San Francisco, extinguida por la ultima visita se sirva dar orden a un notario o escribano de confianza para levantar escritura de toma de posesión de unas y otras y por medio de este escrito da la facultad que se requiere al expresado Vicario Arcipreste para que se haga cargo, del documento resultante se tiene que guardar el original en el archivo de la iglesia para perpetua memoria y poner las notas que sean necesarias en los libros y tablas si se considerase preciso, dando a los interesados en el asunto las certificaciones que pidieren. Finalmente, el 20 de agosto de 1792, el notario levanta las escrituras conforme a lo escrito anteriormente y quedan registradas las siguientes propiedades: “Una era titulada de San Juan, una tierra en las eras de la Fuente, una tierra al pago de Revilla, una tierra en la Amarillejas, una viña de San Francisco. Agregación de la cofradía de San José y de la de San Francisco para cierta contribución al organista de Santa Eulalia hecha por la cofradía de San Andrés”. El haberme extendido tanto en el asunto del organista se debe al hecho de preguntarme qué interés tenía la cofradía en él. Pienso que quizá se debía a dos motivos: que ya no había peregrinos o que ya no existía la cofradía, por lo que alguna utilidad tenían que dar a sus bienes. Respecto a la primera razón, pudiera ser que, desde hacía muchos años, no había peregrinos por esta ruta. No tenemos que olvidar que, poco antes de mediar el siglo XVI, comenzó el movimiento religioso de la Reforma, y recordemos las cartas y sermones de Lutero, Bertoldo de Ratisbona, Bernardino Ochino de Siena y Erasmo. Si a esto unimos la desconfianza de la Inquisición hacia los peregrinos extranjeros y el antisantiaguismo del siglo XVII (con el intento de cambiar el patronato de España, sustituyendo a Santiago, por Santa Teresa o San Miguel), ya tenemos suficientes razones y motivos para entender la decadencia de la peregrinación a Compostela. Los primeros que dejaron de acudir fueron los ingleses, a continuación los alemanes y, más tarde, los franceses (se dice que los hugonotes de la Saintonge se burlaban de los pobres peregrinos). Por tanto, si ya no acudían los peregrinos, no tenía objeto seguir conservando el hospital. Con respecto a la segunda razón, podría ser que tal vez la cofradía ya estuviera a punto de disolverse, por las razones que acabamos de exponer; y, con el fin de que no se perdieran sus bienes, se toma la medida de entregar las propiedades a la dote del órgano.
C) OTROS DATOS CURIOSOS Además, en nuestra investigación, hemos encontrado algunas otras referencias curiosas relacionadas con la cofradía y hospital de San Andrés. Así, el día 6 de diciembre de 1792, se dice: “Por cuanto los rendimientos de hielo que se hacia en la nevera de la casa hospital de la cofradía tenían poca duración pues era necesario estar cada año reparándolo se hiciese por ahora en el cuerpo primero un hasta de ladrillo luego que el tiempo lo permitiese que de ese modo seria más permanente [...]”. En la fiesta del patrón se llamaba a predicadores incluso de Palencia. Veamos algunos de ellos. El 25 de octubre de 1714 (pág. 244) lo fue el prior de los dominicos de Palencia. El padre “frai Joachin Meléndez” también del convento de San Pablo de Palencia predicó en el 1728, por lo que cobró 60 reales de vellón. En el 1734, quien predica es Héctor del Moral, del convento de San Francisco de Paredes, que cobró 20 reales de plata. El 8 de enero de 1793 se toman cuentas al mayordomo de la cofradía, que es don Manuel Ingelmo, y en el apartado “data”, figura lo siguiente: “Para los franceses: Ytem se le datan veintiséis reales por el medio año se repartieron a esta cofradía para mantener a los clérigos franceses”. En relación con testamentos y donaciones a favor del hospital de San Andrés, mencionaremos algunos. En 1522, don Juan de Buelna deja, en su testamento, a los hospitales de la villa cada año un real de plata; y en 1573, Antonia Elvira, mujer de Antonio Galuchero, deja al hospital de San Andrés 2 reales cada año sobre una viña y que no la puedan vender ni empeñar en todos los días de su vida [...] (legajos 1499-1599).
D) LA NORMATIVA DE LA COFRADÍA DE SAN ANDRÉS Las reglas de la cofradía se redactan después de varios mandatos de los obispos y son las siguientes: Copia de los capítulos de regla de esta cofradía del apóstol San Andrés, manda formar por auto de visita del Iltmo. Sr. D. Cayetano de Loaces y Somoza obispo de Palencia, hecha en esta villa de Paredes por dicho Iltmo. Sr. en ocho días del mes de octubre de 1768, cuya providencia existe firmada por S.J. en el libro de la cofradía de la Cruz, de esta villa. CAPÍTULOS DE REGLA1º Primeramente establecemos y ordenamos que en dicha Hermandad y Cofradía no halla de haber más de trece hermanos incluyendo en estos el Sr. Abad, y si acaso alguno pretendiese ser cofrade supernumerario halla de ser consistiendo la mayor parte de los Sres. cofrades. 2º Que dichos cofrades hallan de ser sacerdotes, y estos de cualquiera parroquia sin que en caso alguno se pueda admitir en ella otra persona que no sea sacerdote. 3º Que el Sr. Abad de esta cofradía halla de ser precisamente mayordomo de dicho santo apóstol y de otro modo no pueda ser admitido dicho ministerio. 4º Que por cuanto dicha hermandad se dirige y ordena como dicho es a honra y gloria de Dios y servicio de su Santo y juntamente para hospedar y recoger a pobres peregrinos en el hospital de dicho Santo es voluntad que el Sr. Abad elija uno o dos cofrades de cuyo cargo sea visitarles y cuidar de que en dicho hospital no sean admitidos otros que peregrinos excluyendo tenderos, y otras personas, que con capas de peregrinos quieren acogerse en dicha casa. 5º Que sea de cargo y obligación del Sr. Abad y mayordomos sacar bula de S. Sª. Para que se gane y goce en el día de la fiesta y juntamente en los días de los demás apóstoles la indulgencia concedida por S. S. Y acabado el tiempo de la indulgencia concedida por S. Sª. Se saque otra para que de este modo sea con la gracia de Dios, mí señor a mayor honra y gloria suya y bien de las almas. 6º Que el mayordomo en las vísperas del Santo halla de dar un refresco el cual sea moderado y correspondiente al estado de dichos cofrades como los es sea bizcocho, almendras quitando como quitamos otro genero de refresco y de mismo modo halla de proceder el día de la fiesta después de vísperas. 7º Que dicho mayordomo no se exceda en las comidas que acostumbra dar el día de la fiesta... 8º Que el mayordomo en la referida comida no pueda convidar a persona alguna aunque sea hermano o de cualquiera otra calidad y si lo contrario hiciere ordenamos que prontamente el Sr. Abad y mayordomo se juntan y le impongan la multa de dos ducados la que se fundirá en bien del santo Hospital. 9º Finalmente ordenamos... que cuando muera un hermano sea de cargo de todos y cada uno (de los cofrades) decir una misa rezada con su responso por el anima del hermano difunto cuya obligación halla de ejecutarse dentro del novenario o sí alguno no cumpliese con dicha carga el mayordomo quedara obligado a encargarla por la limosna de una peseta que pagara el negligente y omiso... consentimos y queremos ser obligados bajo las multas que los señores mayordomos juzguen convenientes fuera de las relacionadas en esta o en otras constituciones. Es copia de la otra regla y constituciones que se halla suelta [...] (Cofradía de San Andrés, libro 96, pág. 268-270).
El Hospital de San Andrés tenía tres camas cuando fue visitado en el año 1814. En el Archivo Municipal de Paredes Nava, existe un informe que transcribo, sin fecha exacta, solo dice 2º tercio siglo XIX, y está en el apartado de “Beneficencia” y dice así: Obra Pía de San Andrés. Beneficencia Se ignora quien fue su fundador. Consiste en una casa en la calle de la Mota de esta villa y varias fincas y censos. Tenía contra sí la obligación de hospedar y dar limosna a los peregrinos. Sus patronos eran los cofrades de dicho nombre No es de sangre. La escritura de fundación obra en las oficinas de Amortización. Observaciones. No se cumplen sus cargas, pues desde hace bastante tiempo sus fincas se aplicaron al "órgano" de la iglesia de Santa Eulalia por orden del Diocesano y últimamente se incauto de ellas la Real Hacienda como propias del Estado (AMPN, Informe sobre cofradías etc. 144/19).
E) NORMAS GENERALES En el libro de la cofradía de San Andrés puede leerse los siguientes datos sobre la administración de las cofradías (estas reglas eran comunes a todas las cofradías), año 1768 (pág. 192-195): “Providencia General dada por su Itmª Sr. D. Cayetano de Loazes y Somoza obpº. de Palencia escrita y extendida en libro de la cofradía de la Cruz [...] y manda copiar en este otro (libro) [...] que a la letra es como sigue: 1º Que los oficiales y cofrades de esta y demás cofradías puedan gastar en reparos de casa, compras de ganado, aceite, cera y gastos pertenecientes al buen gobierno de obras pías fundaciones hasta 300 reales y no más y en caso de ser forzoso invertir mayor cantidad acudir por licencia a su Iltma. o su Tribunal de Justicia sin cuyo requisito no se les abonara. 2º Que los granos se empareden cuidando de que no se deterioren y que los mayordomos de esta cofradía pudieran vender libremente la cebada en el mes de marzo y el trigo en el de mayo procurando sea a los precios más subidos...” El tercero, y ya no vamos a citar textualmente, es el ya sabido de la colación sobre el cuartillo de vino y el pan correspondiente. El cuarto que la compra de aceite y cera para el culto divino se expresen en libras y arrobas, con los precios. El quinto sobre cómo se deben de asentar las cuentas. El sexto de cómo asentar los bienes en especie. El séptimo sobre el reconocimiento de “censos de antigua constitución, hipotecas que hallan pasado a segundos, terceros o más poseedores se hagan reconocer por los actuales mayordomos [...]”. El octavo ni el Abad ni los oficiales de las cofradías pueden conceder esperas a los deudores. El noveno que las cuentas se firmen con igualdad de años esto es todos los años “sacando siempre el guarismo al margen [...] para evitar toda confusión [...]”. El décimo que se observen por el Abad y oficiales las providencias escritas anteriormente, en caso de no hacerlo así se le multaba con veinte ducados a cada uno. (Cofradía de San Andrés, libro 96, pág. 192-195). 5. LOS HOSPITALES EN EL CATASTROEn la copia de respuestas al Catastro del marques de la Ensenada, hecha en Paredes de Nava por el marques de Peñacerrada, con fecha "adoze dias de henero año demill setezientos y zinquenta yuno" (1751), puede leerse: 30.- A esta pregunta dijeron que en esta hay dos hospitales el uno intitulado de San Marcos dedicado a la cura de vecinos pobres enfermos de calenturas, y el otro de San Andrés para el hospedaje de peregrinos pobres, y del primero son patronos el Ayuntamiento y el cabildo de esta cuyos fondos que tiene de casas, tierras, y viñas, censos, botica que arrienda con obligación de dar las medicinas a los enfermos ascenderán al año a tres mil y quinientos Reales de renta y de gastos tres mil y cuatrocientos reales en el que se asiste a los enfermos con cama decente medico, cirujano, medicinas y con cuarenta maravedís de ración al día; y el segundo hospital que administran los patronos de otra cofradía del mismo Santo tiene para el efecto expresado muy pocos medios reducidos al producto de veintidós cuartas de tierras de secano de tercera calidad, cinco cuartas de viñas de mediana calidad, nueve de buena calidad, y dos de inferior calidad, y diferentes censos que todo no alcanza a soportar los gastos que tiene por lo que se halla empeñado. Medico.- Que hay un medico llamado D. Santiago Gallo quien goza de salario al año seiscientos ducados los ciento los paga el cabildo eclesiástico y los quinientos los vecinos. Cirujanos.- Dos cirujanos [...] llamados Juan de la Vega a quien regulan de utilidad al año doscientos ducados; Antonio Paris mil quinientos reales. Sangrador.- Manuel de la Vega sangrador, mil cien reales. La botica que pertenece a dicho hospital de San Marcos la lleva en arrendamiento Thomas [...] quien satisface a dicho hospital en cada un año de renta trescientos reales con la obligación de dar libremente toda la medicina que necesiten los enfermos... 6. DATOS ANTERIORES AL CATASTROComo curiosidad, y con el objeto de ver las diferencias entre el siglo XVIII, descrito anteriormente, y el siglo XV, relataré algunos de los acuerdos que tenían los médicos y físicos con el concejo de Paredes. Dichos acuerdos se encuentran en un documento de fecha 8 de diciembre de 1447; esta “postura e conuenencia” es con el bachiller Alfonso González de Becerril. Juan C. Martín (1991: 454-455) lo relata así: “En esta ocasión eran excepcionalmente todos los oficiales quienes hacían «postura e conuenençia» con el citado bachiller para que viniese «a morar con vuestra muger e fasienda a esta dicha villa de Paredes» desde el 4 de enero de 1448 «fasta dos annos e medio complidos» y para que usase de «vuestro ofiçio de física en todo lo que vos sopierdes». El médico debería permanecer continuamente en la villa y no ausentarse nunca más de dos días so pena de perder el sueldo; igualmente tendría que visitar a los vecinos del pueblo «en qual tiempo o ora que fuerdes llamado [...] asy al menor commo al mayor y al mayor como al menor» sin cobrarles la primera visita. El acuerdo continúa diciendo que después podían avenirse y cobrarles según sus bienes. Todos los días debía acudir al hospital de la Caridad para visitar a los pobres que estaban allí, y no podía simultanear la práctica de la medicina con el oficio de boticario. A cambio de estos servicios, Alfonso González cobraba 3.500 maravedíes, al año, además de lo que sigue: “Más las casas de Juan de la Rua «e otras buenas pertenesçientes a vuestra persona e estado» como residencia, la promesa de que le sería guardada «vuestra exención de fidalgo», y el compromiso de que no pagaría en «fumasgo e sysa e fonsadera e rronda e vela e de guerra e monedas». El médico solo pagaba en el caso de comprar bienes en el término del pueblo. Tenía derecho a dos carros de leña; el salario lo cobraba en tres plazos y también le daban tres cargas de trigo. Juan C. Martín, en su trabajo “La Política Social...” (1995, pág. 433), nos dice cómo Paredes era un pueblo insalubre, donde las enfermedades se propagaban con facilidad. Y aunque los oficiales municipales “procuraban aumentar su prestigio atrayéndose a los mejores especialistas”, y su salario era elevado y las casas buenas, estos profesionales de la medicina no se quedaban mucho tiempo en Paredes. 7. PEREGRINOS Y HOSPITALES Los peregrinos de Santiago, los auténticos y los gallofos, sufrían enfermedades y carencias en su largo y accidentado trayecto. Las cofradías, entre ellas las que hemos mencionado de Paredes de Nava, en su afán benéfico, procuraban poner su granito de arena para que su peregrinaje tuviera buen fin. Y era potestad de Santiago conceder la salud del cuerpo y el perdón del alma, para cuando se acercaran a darle el tradicional abrazo.
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