Articulo: (Febrero 04 / número 48)
Urge política pública para la Sociedad de la Información
por Alma Rosa de la Selva
La pasada Cumbre
de Ginebra dejó entrever las aristas para construir la llamada Sociedad de la
Información. Se presentaron distintos puntos de vista y gran variedad de
intereses; aunque no hubo acuerdos concretos y se dejó para después (Túnez
2005), la esperada solución al gobierno de internet y el Fondo de Solidaridad
Digital. México no estableció una postura clara, pero de los lineamientos
marcados en este foro dependerá que un mayor número de mexicanos se conviertan
en miembros plenos de esta sociedad y no sólo sectores reducidos tengan entrada
en ella. Es decir, se sugiere poner el acervo del conocimiento y las Tecnologías
de Información y el Conocimiento (TIC’s) al servicio del desarrollo.
Las tensiones entre los actores puestos en escena en Ginebra dejaron ver las
diferentes aristas que conlleva erigir tal estructura social, como también la
constelación de intereses que rodean ese proceso y complican su curso.
Muchas son las reflexiones que, para el caso de México, arroja el saldo de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, realizada del 10 al 12 de diciembre en Suiza.
Como puntualmente informara Zócalo en su número anterior (47), mientras los gobiernos y el sector privado e industrial apoyaban la noción de un modelo de Sociedad de la Información asociado a una tecnología de mercado, los grupos civiles propusieron una visión distinta para la sociedad del futuro, por lo cual, como era de esperarse, no hubo acuerdos en temas sustantivos: el gobierno de internet y el Fondo de Solidaridad Digital, mismos que con otros de primera importancia social quedaron pendientes para su discusión en el 2005.
Primeros cimientos: Y si bien no puede hablarse de consensos finales, sí
hubo otro tipo de definiciones, por ejemplo, hacia donde se inclinó la balanza
de las discusiones de la reunión, la cual fue la postura de los grupos que
promueven un modelo de mercado para la sociedad cuyos cimientos comienzan a
construirse.
En cuanto a México –la posición, como se sabe, a última hora no fue presentada
por la Secretaría de Relaciones Exteriores, portadora de un interesante
documento en donde participaron algunos sectores, sino por Comunicaciones y
Transportes–, los debates entablados, con todo y el enfoque de mercado
presentado por ciertos grupos, hacen evidente las simplificaciones e
inconsistencias que caracterizan a la política gubernamental, expresada en el
“proyecto catapulta” para la Sociedad de la Información de la administración
foxista: e-México.
De acuerdo con el Plan Sectorial 2001-2006 de la SCT, el proyecto –según se ha
afirmado oficialmente, proviene del presidente Fox–, busca “generar un salto
cuántico en el desarrollo del país, particularmente en las comunidades más
marginadas” al salvar la brecha digital existente y con la ampliación de la
conectividad y convergencia tecnológica para permitir “la capacitación y
desarrollo de la cultura digital entre las bases sociales del país”.
Intencional falta de contenido: ¿Cómo lograr tan ambiciosas metas que suponen el súbito arribo a nuestro país de la llamada Sociedad de la Información (término por demás discutible)? En este sentido, resultan preocupantes las afirmaciones de Pedro Cerisola, titular de Comunicaciones, al participar en la Cumbre, no sólo por la evidente falta de contenido sobre el tema –quizá pudo ser intencional para no comprometer la “armónica” relación del gobierno con un sector de las telecomunicaciones–, o por su distanciamiento de las formulaciones incluidas en el documento de Relaciones Exteriores, sino por el apoyo manifiesto de la postura gubernamental al camino de las privatizaciones y desincorporaciones, lo cual abre paso a un modelo de mercado para la Sociedad de la Información en nuestro territorio.
Ciertamente, los planteamientos de la SCT –entidad al parecer cerrada al debate público sobre el tema, a pesar de ser la dependencia coordinadora de e-México–, resultan lo menos inconvenientes si se quiere en verdad, como establece el referido proyecto que busca “implantar” esta Sociedad de la Información, “proporcionar conectividad (voz y datos) a todas las familias del país como motor de desarrollo económico, social y humano”.
Impacto negativo: Sin embargo, no será a través de la escrupulosa puesta en práctica de las políticas neoliberales recomendadas por los organismos financieros globales –en donde México y otros países han demostrado, además de su ineficacia para reactivar la economía, su impacto negativo en el plano social–, como se construirá en nuestro país la Sociedad de la Información que necesita. Tampoco a partir de esas políticas se frenará el avance de la brecha digital, la cual se suma ya a las previas desigualdades existentes. Ni será con la visión etnocentrista, que ha guiado las acciones gubernamentales en el rubro, cómo se darán pasos firmes en el trayecto hacia la Sociedad de la Información el cual, para ser algo más de un mero equipamiento computacional, debe considerarse como proceso de construcción social que incluya acciones y estrategias más allá de lo tecnológico y tocar, entre otros planos, el cultural.
Tampoco será a partir de un modelo económico-político excluyente, la ausencia de políticas públicas fundamentadas y con una orientación social solamente presente a nivel del discurso gubernamental (proyecto autocalificado de “abierto, democrático y participativo”), como se logrará el tránsito hacia una sociedad donde exista no sólo acceso, sino también comprensión y conocimiento sobre el nuevo entorno. Por el contrario, en el contexto de dependencia tecnológica, rezago educativo, deterioro del poder adquisitivo y desigualdad social en la cual nos encontramos, es como puede generarse el ingreso a la Sociedad de la Información de sectores limitados de la población, con la exclusión de los grupos mayoritarios, mismos que históricamente han tenido acceso a las innovaciones tecnológicas en materia de telecomunicaciones.
No obstante, aún en el difícil escenario social y económico al que ha sido conducido el país, es posible plantear y poner en marcha políticas que, por una parte, atenúen los desequilibrios en la materia y, como se hace en otras latitudes, darse a la búsqueda de caminos alternos que frenen el desarrollo disparejo de la Sociedad de la Información para lograr una mayor equidad social en este ámbito.
En este sentido, resulta importante tener presente algunos de los rubros del Plan de Acción derivados de la Cumbre que, con las adecuaciones del caso, resultaría necesario llevar a cabo en México para aproximarse a una Sociedad de la Información que, como se concluyó, apunte hacia una sociedad incluyente y ponga el acervo del conocimiento y las TIC’s al servicio del desarrollo.
Ciberestrategias elaboradas: Así, entre las acciones a seguir están, por ejemplo, la realización de “un diálogo estructurado por las partes interesadas” para “elaborar ciberestrategias encaminadas al logro de la Sociedad de la Información e intercambiar prácticas óptimas”, proceso que está lejos de concretarse en México debido, a pesar del interés de varios sectores –Senado, UNAM y agrupaciones ciudadanas; gobierno y empresarios–, que se han situado al margen de una amplia discusión pública sobre el tema, la cual resultaría indicativa para la formulación de auténticas políticas públicas en la materia. En este sentido, es indispensable continuar con el debate respecto a la presencia de los sectores involucrados.
Asimismo, se recomienda que en la definición e instrumentación de estrategias nacionales, los sectores correspondientes contemplen las necesidades e intereses locales y regionales, así como apoyar los proyectos que combinen el uso de los medios “tradicionales” y de las TIC’s.
Resultaría extenso detenerse en las recomendaciones emitidas en Ginebra para la construcción de un camino sui generis hacia la Sociedad de la Información que garantice la equidad y el desarrollo el cual supone para algunos de los actores. Se trata de un significativo momento de definición, ya que de los lineamientos marcados dependerá en buena medida que un mayor número de mexicanos se convierta en miembros plenos de este tipo de Sociedad o sólo sectores reducidos tengan entrada en ella y, como consecuencia, esas políticas redunden en la agudización de las disparidades sociales ya existentes en nuestro país. Tal es, ni más ni menos, la disyuntiva que se presenta.
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